Citas

A continuación se recopilan interesantes citas, con las que se puede estar de acuerdo o no, pero que indudablemente invitan a la reflexión y al debate.

La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. Albert Einstein.

Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas. Albert Einstein.

Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Albert Einstein.

Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad. Albert Einstein.

Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida. Albert Einstein.

Es más fácil desintegrar un átomo que un preconcepto. Albert Einstein.

No sé con qué armas se luchará en la Tercera Guerra Mundial, pero en la Cuarta Guerra Mundial se peleará con palos y piedras. Albert Einstein.

Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber. Albert Einstein.

Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada. Albert Einstein.

El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados. Albert Einstein.

El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad. Albert Einstein.

Lo importante es no dejar de hacerse preguntas. No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso. Albert Einstein.

La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices. Albert Einstein.

Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Albert Einstein.

Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera. Albert Einstein.

Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre. Albert Einstein.

Cada día sabemos más y entendemos menos. Albert Einstein.

En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento. Albert Einstein.

Si mi teoría de la relatividad es exacta, los alemanes dirán que soy alemán y los franceses que soy ciudadano del mundo. Pero si no, los franceses dirán que soy alemán, y los alemanes que soy judío. Albert Einstein.

La alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza. Albert Einstein.

¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida mas fácil, nos aporta tan poca felicidad? La repuesta es esta, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino. Albert Einstein.

No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos. Albert Einstein.

El azar no existe; Dios no juega a los dados. Albert Einstein.

La debilidad de actitud se vuelve debilidad de carácter. Albert Einstein.

Estoy absolutamente convencido que ninguna riqueza del mundo puede ayudar a que progrese la humanidad. El mundo necesita paz permanente y buena voluntad perdurable. Albert Einstein.

No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicarselo a tu abuela. Albert Einstein.

La teoría es asesinada tarde o temprano por la experiencia. Albert Einstein.

Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado. Albert Einstein.

Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres. Albert Einstein.

Una velada en que todos los presentes estén absolutamente de acuerdo es una velada perdida. Albert Einstein.

Tendremos el destino que nos hayamos merecido. Albert Einstein.

La formulación de un problema, es más importante que su solución. Albert Einstein.

Lo más incomprensible del mundo es que sea comprensible. Albert Einstein.

La libertad política implica la libertad de expresar la opinión política que uno tenga, oralmente o por escrito, y un respeto tolerante hacia cualquier otra opinión individual. Albert Einstein.

La única cosa realmente valiosa es la intuición. Albert Einstein.

La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos. Albert Einstein.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. (…) El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. (…) Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. (…) Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia? Albert Einstein.

Desgraciado el país que necesita héroes. Bertolt Brecht.

El coraje es buscar la verdad y decirla. Jean Jaurès.

La civilización no suprime la barbarie; la perfecciona. Voltaire.

No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero defendería hasta la muerte su derecho a decirlo. Voltaire.

Seamos realistas, exijamos lo imposible. París, mayo de 1968.

La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Salvador Allende.

El sentido común es el menos común de los sentidos. H. Greele.

Un experto es aquel que sabe cada vez más sobre menos cosas hasta que sabe absolutamente todo acerca de nada. Murphy.

Un buen plan hoy, mejor que uno perfecto mañana. Murphy.

Todo tarda más de lo que crees. Murphy.

Si resiste, vencerá. Murphy.

Si no puedes convencerlos, confúndelos. Murphy.

Si dejamos que las cosas marchen solas, suelen ir de mal en peor. Murphy.

Nunca sabes quien tiene razón, pero siempre sabes quien manda. Murphy.

Los únicos errores reales son los errores humanos. Murphy.

Los sistemas nuevos generan problemas nuevos. Murphy.

Ley sobre investigación: Suficiente investigación respaldará cualquier teoría. Murphy.

La única forma de descubrir los límites de lo posible es traspasarlo en dirección a lo imposible. Murphy.

La suposición es la madre de todos los errores. Murphy.

La pura y sencilla verdad rara vez es pura y nunca es sencilla. Murphy.

La información se deteriora en dirección ascendente en las burocracias. Murphy.

Entre los economistas, el mundo real con frecuencia es un caso especial. Murphy.

En una organización jerárquica, cuanto más alto es el nivel, mayor es la confusión. Murphy.

En una jerarquía, cada empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia. Murphy.

En cuanto se hacen ricos, se vuelven conservadores. Murphy.

El tiempo es dinero. Murphy.

El que duda es probable que tenga razón. Murphy.

Detrás de la retórica se esconden generalmente los errores. Murphy.

Cuando las personas gozan de libertad para actuar a su antojo, habitualmente imitan a los demás. Murphy.

Cuando el mundo corrige un error, normalmente opta por otro peor que el primero. Murphy.

Socialismo sin Libertad es Esclavitud; Libertad sin Socialismo es Barbarie. Mijaíl Bakunin.

El motor de la historia es la lucha de clases. Karl Marx.

No le pongas parches, la estructura está podrida. París, mayo de 1968.

La emancipación del proletariado no será posible más que como un acto internacional. Friedrich Engels.

El fin está contenido en los medios como el árbol en su semilla; de un medio injusto no puede resultar un fin justo. Gandhi.

La paz es obra de la justicia. Eugenio Pacelli.

La historia es una forma más de ficción. Jorge Luis Borges.

Ni el rey comería… si el labrador no labrase. Lope de Vega.

No hay revolución sin contrarrevolución. Alberto Lleras Camargo.

El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan. Karl Marx.

A veces, el silencio es la peor de las mentiras. Miguel de Unamuno.

Socialismo o barbarie. Rosa Luxemburgo.

Si los pobres empiezan a razonar, todo estará perdido. Voltaire.

Los oscurantistas de cualquier generación están constituidos principalmente por los que practican la metodología dominante. Whitehead.

El olvido no es lo contrario de la memoria, sino el antónimo de la verdad. Manuel Ortiz Heras.

Cuando lo que se busca es el exterminio, el exterminio no acaba con la eliminación física de los enemigos. El exterminio se produce cuando se logra el olvido absoluto de las víctimas. Walter Benjamin.

Desenmascarar a los enemigos de ayer nos puede ayudar a desenmascarar a los de hoy, a reconocerlos como condición previa para combatirlos. Andrés Devesa.

Atrévete a saber. Immanuel Kant.

Las improvisaciones preparadas son las mejores. William Shakespeare.

La Ilustración es el paso a la mayoría de edad y se resume en el lema “atrévete a pensar”. Immanuel Kant.

El problema estratégico de una transición estriba en conseguir la democracia sin morir a manos de quienes detentan las armas ni de hambre por obra de quienes controlan los recursos productivos. Adam Przeworski.

No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado. Bertold Brecht.

No hay democracia sin determinación. Julio Anguita.

Una libertad sin opciones es un regalo del diablo. Noam Chomsky.

Cuando el pueblo se apasione por sus ideas será la señal del triunfo. Manuel Azaña.

Todo poder de un hombre sobre otro hombre tiene que ser limitado. El poder ilimitado contradice el Derecho. Helmut Coing.

Lo que incumbe a todos debe ser decidido por todos. Principio medieval.

La verdadera diferencia entre democracia y oligarquía es la pobreza y el bienestar. Los ricos son pocos y los pobres son muchos… cuando son los pobres los que gobiernan, eso es democracia. Aristóteles.

Si hay algún hombre que puede estar satisfecho consigo mismo y no necesite de los demás hombres para ser feliz, éste sobre todo es el sabio. Platón.

Es imposible la revolución en un solo país. Karl Marx.

La forma de hacer riqueza más odiada, y con mucha razón, es la usura, que obtiene una ganancia del mismo dinero y no de su objeto natural. Porque el dinero se concibió para usarse en el intercambio, pero no para incrementarse a interés. Aristóteles.

El paro es fundamental en un capitalismo “saludable”, porque sirve para disciplinar la clase trabajadora. Karl Marx.

Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Goebbels.

Con las bayonetas se puede lograr todo menos sentarse sobre ellas. La mejor política es hacer creer a los hombres que son libres. Napoleón.

Si supones que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si supones que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas. Noam Chomsky.

El pensamiento humano es conservador, y el de los revolucionarios, algunas veces, muy especialmente. Trotsky.

El hombre siempre busca alguna posibilidad para interpretar uno u otro acontecimiento en un sentido favorable para su fe ciega o para su sentimiento deprimido. Alexander Spirkin.

Pienso, luego no creo. F. Cavanna.

Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria. Lenin.

La revolución no es un tren fuera de control, es la aplicación de los frenos de emergencia. Walter Benjamin.

El capitalismo, y no el comunismo, es radical. Bertolt Brecht.

Las revoluciones nacen en callejones sin salida. Bertolt Brecht.

Los procesos revolucionarios son procesos de aprendizaje. Domenico Losurdo.

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar. Martin Niemöller.

Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada. Edmund Burke.

Sólo la democracia… es susceptible de una absoluta libertad, libertad que se define como el poder que tiene cada hombre de hacer cuanto no esté prohibido por la ley. Simón Bolívar.

El desacuerdo entre los sueños y la realidad no produce daño alguno, siempre que la persona que sueña crea seriamente en su sueño, se fije atentamente en la vida, compare sus observaciones con sus castillos en el aire y, en general, trabaje escrupulosamente en la realización de sus fantasías. Lenin.

El derecho es la voluntad de la clase dominante erigida en ley. Karl Marx.

El Estado no es más que una junta de negocios comunes de la burguesía moderna. Karl Marx y Friedrich Engels.

El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero luchamos al mismo tiempo contra la alienación. Che Guevara.

El socialismo no es un problema de cuchillo y tenedor. Es un movimiento de cultura, una grande y poderosa concepción del mundo. Rosa Luxemburgo.

La verdad es revolucionaria. Antonio Gramsci.

La mejor pedagogía es el ejemplo. Che Guevara.

La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera. Estatutos de la AIT.

Y para ejercerse, este poder debe apropiarse de instrumentos de una vigilancia permanente, exhaustiva, omnipresente, capaz de hacerlo todo visible, pero a condición de volverse ella misma invisible. Debe ser como una mirada sin rostro que transforma todo el rostro social en un campo de percepción: millares de ojos por doquier, atenciones móviles y siempre alerta. Michel Foucault.

Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas. Ortega y Gasset.

La religión es el suspiro de los oprimidos, el corazón de los descorazonados, el espíritu de los abatidos. La religión es el opio del pueblo. Karl Marx.

Yo no soy marxista. Karl Marx.

Estado es igual a dictadura de clase. Friedrich Engels.

Lo sentimos. No somos nosotros, es el monstruo. El banco no es como un hombre.

Sí, pero el banco no está hecho más que de hombres.

No, estás equivocado, estás muy equivocado. El banco es algo más que hombres. Fíjate que todos los hombres del banco detestan lo que el banco hace, pero aún así el banco lo hace. El banco es algo más que los hombres, créeme. Es el monstruo. Los hombres lo crearon, pero no lo pueden controlar. John Steinbeck.

La dinámica del sistema económico capitalista es parecida a un termostato que por definición lo mismo que se enciende y calienta cada cierto tiempo tiene que apagarse y dejarse enfriar cada otro tanto. Diego Guerrero.

La burguesía no es una clase social, es una enfermedad contagiosa. Pasolini.

La economía necesita la democracia como el ser humano necesita el oxígeno. Trotsky.

La clase obrera es más revolucionaria que el partido más revolucionario. Lenin.

El arte de dirigir consiste en saber cuándo hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta. Karajan.

La conciencia es el mejor libro moral que tenemos. Pascal.

No es necesario [que el pueblo] perciba la verdad de la usurpación: introducida en otro tiempo sin razón, se ha vuelto razonable; conviene mostrarla como auténtica, eterna y ocultar su comienzo si no se quiere que llegue rápidamente a su fin. Pascal.

Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida. Anónimo.

La vergüenza de confesar el primer error hace cometer otros muchos. Jean de la Fontaine.

El genio se compone de dos por ciento de talento y noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación. Beethoven.

La lectura es una conversación con los hombres más ilustres de los siglos pasados. René Descartes.

El mantenimiento de la paz comienza con la autosatisfacción de cada individuo. Dalai Lama.

La utopía reemplaza a Dios por el futuro. Albert Camus.

Todos somos aficionados: en nuestra corta vida no tenemos tiempo para otra cosa. Charlie Chaplin.

Buscando el bien de nuestros semejantes encontraremos el nuestro. Platón.

Quien no es capaz de tener defectos, no es capaz de tener humanamente grandes virtudes. A. Verri.

La verdadera libertad es sujetarse a las leyes de la razón. Plutarco.

Moral es lo que nos permite ser fieles a nosotros mismos. Jeanne Moreau.

Nuestros padres nos han enseñado a hablar y el mundo a callar. Proverbio checo.

Es tan arriesgado creerlo todo como no creer nada. Denis Diderot.

Prefiero un vicio tolerante a una virtud obstinada. Molière.

La revolución es la locomotora de la historia. Karl Marx.

La discusión es la madre de todas las cosas. Filósofo antiguo.

Toda ciencia, inclusive la “ciencia de la revolución”, está sujeta a verificación experimental. Trotsky.

Quienes renuncian a la libertad esencial para obtener seguridad temporal, no merecen ni libertad, ni seguridad. Benjamín Franklin.

Los reformistas son la policía política de la burguesía en el seno de la clase obrera. Trotsky.

No muestres sólo el fin, muestra también la ruta. Pues el fin y el camino tan unidos se hallan que uno en otro se cambian. Y cada nueva ruta descubre nuevo fin. Ferdinand Lasalle.

La guerra civil es la expresión suprema de la lucha de clases. Trotsky.

La historia en general, y la de las revoluciones en particular, es siempre más rica de contenido, más variada de formas y aspectos, más viva y más ‘astuta’ de lo que imaginan los mejores partidos, las vanguardias más conscientes de las clases más avanzadas. Lenin.

Cuando el dinero habla, la verdad calla. Proverbio chino.

Las leyes son como las telarañas; los débiles quedan atrapados en ellas, pero los grandes las atraviesan. Solón.

No basta saber, sino también aplicar el saber; no basta querer, es preciso obrar. Goethe.

Es soñando con lo imposible que el hombre ha realizado siempre lo posible. Los que se han conformado con lo que les parecía posible no han avanzado nunca de un solo paso. Mijail Bakunin.

Ni Dios ni amo. Mijail Bakunin.

La propiedad es un robo. Pierre Joseph Proudhon.

La igualdad en las relaciones mutuas, y la solidaridad que de ella resulta necesariamente: he ahí el arma más poderosa del mundo animal en su lucha por la existencia. Kropotkin.

Los grandes acontecimientos someten infaliblemente a prueba las ideas, las organizaciones y los hombres. Trotsky.

La dominación de la burguesía, es decir, el mantenimiento de la propiedad privada de los medios de producción, es inconcebible sin la ayuda de las fuerzas armadas. El cuerpo de oficiales constituye la guardia del gran capital. Sin él, la burguesía no podría mantenerse ni un solo día. Trotsky.

El patriotismo es el refugio de los canallas. Carlyle.

Se puede suprimir el hambre por la libertad durante un tiempo; sin embargo nunca se puede exterminar. El instinto natural del hombre está en favor de la libertad y ningún poder sobre la tierra puede conseguir aplastarlo por mucho tiempo. Alexander Berkman.

Incluso el poder de los gobiernos más fuertes se evapora como el humo en el momento en que el pueblo rehúsa reconocer su autoridad, inclinarse ante él y le niega su apoyo. Alexander Berkman.

El problema político, reducido a su más sencilla expresión, consiste en hallar el equilibrio entre dos elementos contrarios, la autoridad y la libertad. Proudhon.

El objetivo supremo del Estado es la libertad, colectiva e individual. Proudhon.

¿Qué es el robo de un banco en comparación con fundar uno? Bertolt Brecht.

Todos quieren cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo. León Tolstoi.

En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge, se puede estar seguro que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera. Franklin D. Roosevelt.

El mundo se divide en tres categorías de gentes: un muy pequeño número que produce acontecimientos, un grupo un poco más grande que asegura la ejecución y mira cómo acontecen, y por fin una amplia mayoría que no sabe nunca lo que ha ocurrido en realidad. Nicholas Murray Butler.

Tendremos un gobierno mundial, guste esto o no. La única cuestión será saber si éste será constituido por conquista o por consentimiento. Paul Warburg.

Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a los bancos, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron. Thomas Jefferson.

La ciencia se compone de errores, que a su vez, son los pasos hacia la verdad. Julio Verne.

Quién acepta pasivamente la maldad, está tan involucrado en ella como el que ayuda a perpetrarla. Quién acepta la maldad sin protestar contra ella, está realmente cooperando con ella. Martin Luther King.

Los lugares más calientes del infierno están reservados para los que, en periodos de crisis moral, mantienen su neutralidad. John F. Kennedy.

La revolución no será televisada. Anónimo.

Soy tan sólo uno, pero aún soy uno; no puedo hacerlo todo, pero aún puedo hacer algo; y tan sólo porque no puedo hacerlo todo, no rechazaré hacer eso que puedo hacer. Edward E. Hale.

Para pasar página primero hay que leerla. Amnistía Internacional.

Cuando un hombre está preso injustamente, ningún hombre está libre del todo. Anónimo.

Rechazamos creer todo aquello que afecte nuestra comodidad. Robert Young.

Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho. W. Lippman

El conocimiento es poder. Francis Bacon.

No dejan ver lo que escribo porque escribo lo que veo. Blas de Otero.

El hambre es la dinamita del cuerpo humano. María Carolina de Jesús.

La verdad os hará libres. Jesucristo.

Las personas son capaces de aprender a participar participando, y estarán más dispuestas a buscar participar si confían en que su aporte en el proceso de toma de decisiones es tomado en cuenta. David Held.

En el tema de las botas, yo me refiero a la autoridad del zapatero; en relación con las casas, canales o líneas férreas, yo consulto al arquitecto o ingeniero. Para tal o cual cimiento especializado yo recurro a tal o cual científico. Pero yo no permito que ni el zapatero, ni el arquitecto, ni el científico impongan autoridad alguna sobre mí. Yo los escucho libremente y otorgo mérito a su inteligencia, a su carácter, a su sabiduría, reservándome siempre el derecho irrenunciable a la crítica y a la censura. Yo no me limito a consultar a una única autoridad en rama especializada alguna; consulto a varias; comparo su opinión, y elijo la que me parece más convincente. Pero no reconozco a ninguna autoridad como inflalibe, aún en cuestiones especiales. Mijail Bakunin.

A medida que la libertad política y económica dismimuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Aldous Huxley.

Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Aldous Huxley.

Los mayores triunfos de la propaganda se han logrado, no haciendo algo, sino impidiendo que ese algo se haga. Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad. Aldous Huxley.

La historia la escriben los vencedores. Anónimo.

La gente dice que soy destructivo, que tengo mal carácter y que nunca digo una palabra agradable de nadie, pero alguien tiene que decir quiénes son los hijos de puta y quiénes son buena gente. En el mundo académico todo es cortesía, tú me haces un favor y esperas que te lo devuelva. Me gusta pensar que soy una bocanada de aire fresco. Herbert R. Southworth.

Mientras luchan por separado, son vencidos juntos. Tácito.

Que no se nos diga que somos utópicos, porque la utopía es precisamente empecinarse en mantener el empleo a cuarenta horas semanales, cuando enormes fábricas automatizadas emplean diez operarios donde antes se ocuparía un millar. Luís Racionero.

Si luchas puedes perder, si no luchas, estás perdido. Anónimo.

Tenemos que pagar por los pecados del pasado. Klaus Schwab.

Hecha la ley, hecha la trampa. Anónimo.

¿Cuál es la diferencia entre un meteorólogo y un economista? Respuesta: los meteorólogos al menos están de acuerdo sobre el tiempo que hace hoy. Michel Husson.

Los ricos se suicidan: es que hay una crisis del capitalismo. Los pobres se suicidan: es que hay sencillamente capitalismo. Santiago Alba Rico.

La política es el arte de lo posible. Otto Von Bismarck.

Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo: de lo que se trata es de transformarlo. Karl Marx.

Cualquiera que haya estudiado la historia sabe que la desobediencia es la primera virtud del hombre. Es por la desobediencia y la rebelión que se ha progresado. Oscar Wilde.

La libertad consiste en convertir al Estado de órgano superimpuesto a la sociedad en uno completamente subordinado a ella. Karl Marx.

El comunismo es el salto de la humanidad del reino de la necesidad al reino de la libertad. Friedrich Engels.

El comunismo no priva al hombre de la libertad de apropiarse del fruto de su trabajo, lo único de lo que lo priva es de la libertad de esclavizar a otros por medio de tales apropiaciones. Karl Marx.

El modo de producción de la vida material condiciona los procesos de la vida social, política y espíritual en general. Karl Marx.

El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra. Karl Marx.

Mas la guía principal que debe dirigirnos en la elección de una carrera es el bienestar de la humanidad y nuestra propia perfección.La religión misma nos enseña que el ideal de vida, de quien todos se esfuerzan por copiar, se sacrificó por causa de la humanidad.¿y quién se atrevería a poner en la nada tales juicios?…Si en la vida hemos escogido la posición desde la cual podemos trabajar más por la humanidad, ninguna carga nos puede doblegar, porque son sacrificios en beneficio de todos; entonces experimentaremos , ya no una pequeña, limitada y egoísta alegría, nuestra felicidad pertenecerá a millones. Nuestros hechos se vivirán calladamente, pero siempre por el trabajo, y sobre nuestras cenizas se verterán las ardientes lágrimas de la gente noble. Karl Marx.

La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. Karl Marx.

La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría. Karl Marx.

La peor lucha es la que no se hace. Karl Marx.

Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado. Karl Marx.

La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Karl Marx.

Los economistas tienen un modo singular de proceder. Para ellos no hay más de dos clases de instituciones, las artificiales y las naturales. Las instituciones del Feudalismo son instituciones artificiales; las de la burguesía, naturales. En esto se parecen a los teólogos, que establecen dos clases de religiones. Toda religión que no sea la suya propia es un invento de los hombres, mientras que la suya propia es una emanacion de Dios. Karl Marx.

El sistema capitalista no precisa de individuos cultivados, sólo de hombres formados en un terreno ultraespecífico que se ciñan al esquema productivo sin cuestionarlo. Karl Marx.

Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos. Karl Marx.

No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Karl Marx.

No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Karl Marx.

Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de lucha de clases. Karl Marx.

Aclaremos de una vez que lo que se ha dado en llamar socialismo real no es el socialismo. El culto a la personalidad, la dictadura del partido único, la nomenklatura, la falta de respeto a los derechos humanos y la persecución del disidente no tienen absolutamente nada que ver con el pensamiento de Carlos Marx. Pablo Castellano.

Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. Manifiesto del partido comunista.

Proletarios de todos los países, uníos. Manifiesto del partido comunista.

Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables. Es, por añadidura, equitativo que quienes alimentan, visten y albergan al pueblo entero participen de tal modo en el producto de su propia labor que ellos también se encuentren razonablemente alimentados, vestidos y alojados. Adam Smith.

Cada individuo está siempre esforzándose para encontrar la inversión más beneficiosa para cualquier capital que tenga […] Al orientar esa actividad de modo que produzca un valor máximo, él busca sólo su propio beneficio, pero en este caso como en otros una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en su propósitos […] Al perseguir su propio interés frecuentemente fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si de hecho intentase fomentarlo. Adam Smith.

La ciencia es el gran antídoto contra el veneno del entusiasmo y la superstición. Adam Smith.

Así como la acumulación del capital, según el orden natural de las cosas debe preceder a la división del trabajo, de la misma manera, la subdivisión de éste, sólo puede progresar en la medida en que el capital haya ido acumulándose previamente. Adam Smith.

Donde predomina el capital , prevalece la actividad económica; donde prevalece la renta, predomina la ociosidad. Adam Smith.

Los capitales aumentan con la sobriedad y la parsimonia, y disminuyen con la prodigalidad y la disipación. Adam Smith.

Únicamente el afán de lucro inclina al hombre a emplear su capital en empresas industriales, y procurará invertirlo en sostener aquellas industrias cuyo producto considere que tiene el máximo valor, o que pueda cambiarse por mayor cantidad de dinero o de cualquier otra mercancía. Adam Smith.

Cuando la ley y la moral se contradicen una a otra, el ciudadano confronta la cruel alternativa de perder su sentido moral o perder su respeto por la ley. Frédéric Bastiat.

Cuando el saqueo es organizado por ley para ganancia de los que hacen la ley, todas las clases saqueadeas tratan de entrar de alguna manera – de forma pacífica o revolucionaria – en la elaboración de leyes. Frédéric Bastiat.

El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás. Frédéric Bastiat.

La vida, la libertad y la propiedad no existen por razón de leyes hechas por el hombre. Por el contrario, el hecho es que la vida, la libertad y la propiedad existen con anterioridad a aquello que hizo a los hombres hacer leyes por primera vez. Frédéric Bastiat.

Así como la fuerza de un individuo no puede legítimamente atentar contra la persona, la libertad o la propiedad de otro individuo, por la misma razón la fuerza común no puede aplicarse legítimamente para destruir la persona, la libertad o la propiedad de individuos o de clases. Frédéric Bastiat.

Si los bienes no cruzan las fronteras, lo harán los soldados. Frédéric Bastiat.

La ley ha procedido en forma contraria a su propia finalidad; ha destruido su propia meta; se ha aplicado a aniquilar aquella justicia que debía hacer reinar, a anular, entre los derechos, aquellos límites que era su misión hacer respetar; ha puesto la fuerza colectiva al servicio de quienes quieran explotar, sin riesgo y sin escrúpulos, la persona, la libertad o la propiedad ajenas; ha convertido la expoliación, para protegerla, en derecho y la legítima defensa en crimen, para castigarla. Frédéric Bastiat.

El hombre no puede vivir y disfrutar sino por medio de una transformación y una apropiación perpetua, es decir por medio de una perpetua aplicación de sus facultades a las cosas, por el trabajo. De ahí emana la Propiedad. Pero también es cierto que el hombre puede vivir y disfrutar, apropiando y consumiendo el producto de las facultades de sus semejantes. De ahí emana la expoliación. Frédéric Bastiat.

Lo más frecuente es que la ley sea hecha por un hombre o por una clase de hombres. Y siendo inoperante la ley sin sanción, sin el apoyo de una fuerza preponderante, es inevitable que en definitiva quede aquella fuerza en manos de quienes legislan. Este fenómeno inevitable, combinado con la funesta inclinación que hemos comprobado que existe en el corazón del hombre, explica la perversión casi universal de la ley. Se concibe así como, en lugar de constituir un freno contra la injusticia, se convierte en un instrumento y el más invencible instrumento de la injusticia. Se concibe que, según sea el poder legislador, destruya – en provecho propio y en grados diferentes, en cuanto al resto de los hombres- la personalidad con la esclavitud, la libertad con la opresión y la propiedad con la expoliación. […] La ley convertida en instrumento de expoliación. Frédéric Bastiat.

Hacer reinar la justicia está tan en la naturaleza de la ley, que ley y justicia, es todo uno en el espíritu de la gente. Todos tenemos una fuerte inclinación a considerar lo legal como legítimo, hasta tal punto que son muchos los que falsamente dan por sentado que toda justicia emana de la ley. Basta pues que la ley ordene y consagre la expoliación, para que ésta parezca justa y sagrada para muchas conciencias. La esclavitud, la restricción, el monopolio, encuentran defensores no solamente entre los que de ello aprovechan, sino aún entre los que por ello sufren. Frédéric Bastiat.

La esclavitud y las tarifas aduaneras son expoliación. Frédéric Bastiat.

El socialismo es expoliación legal. Frédéric Bastiat.

La ley es la justicia organizada. Frédéric Bastiat.

La fraternidad forzada destruye la libertad. Frédéric Bastiat.

La ley es la fuerza común organizada para obstaculizar la injusticia. Frédéric Bastiat.

La inflación es un impuesto sin legislación. Milton Friedman.

El poder centralizado no se vuelve inofensivo por las buenas intenciones de quienes lo crearon. Milton Friedman.

Los derechos de propiedad no son únicamente una fuente de libertad económica. También son una fuente de libertad política. Milton Friedman.

Una sociedad que priorice la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad por sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas. Milton Friedman.

Las únicas sociedades que han sido capaces de crear una prosperidad relativa ampliamente extendida han sido aquéllas que han confiado principalmente en los mercados capitalistas. Milton Friedman.

Es común que se piense, equivocadamente, que quienes están a favor del libre mercado también están a favor de todo lo que hacen las grandes empresas. Nada podría alejarse más de la verdad. Milton Friedman.

Cuando se trata de economía, todo el mundo es un experto que casi siempre se equivoca, y los ejecutivos de negocios no son la excepción. Milton Friedman.

La causa de la libre empresa, de la competencia, es la única que puede mantener a los capitalistas alejados de tener un poder excesivo. Milton Friedman.

Los gobiernos no aprenden jamás. Las personas sí lo hacen. Milton Friedman.

La guerra es amiga del Estado. La guerra lleva a una expansión en el rol del Estado. Cuando la guerra culmina, el Estado muy raras veces retorna a los niveles en los que estaba anteriormente. Milton Friedman.

Mucha gente quiere que el gobierno proteja a los consumidores. Un problema mucho más urgente es proteger a los consumidores del gobierno. Milton Friedman.

Hay un viejo dicho que reza: «si quieres cazar a un ladrón, llama a otro para que lo atrape». La virtud del capitalismo de libre empresa es aquél que coloca a un empresario frente a otro, y ese es el método más efectivo de control. Milton Friedman.

La empresa sólo tiene una responsabilidad social: usar su energía y sus recursos para actividades que aumenten sus utilidades, siempre y cuando respete la regla de juego… y se dedique a una competencia franca y libre, sin engaños ni fraudes. Milton Friedman.

Hay muchas variantes del liberalismo. Hay un liberalismo de cero-gobierno; anarquista. Hay un liberalismo de gobierno limitado. Comparten un montón en términos de sus valores fundamentales. Si los llevas hasta sus últimos orígenes, son diferentes. No parece importar en la práctica, porque ambos queremos trabajar en la misma dirección. Milton Friedman.

Los dos principales enemigos de la sociedad libre o de la libre empresa son los intelectuales, por un lado, y los hombres de negocio por el otro, y por motivos opuestos. Todo intelectual cree en la libertad para sí mismo, pero se opone a la libertad de los demás. Cree que debería haber una oficina de planificación central que establezca las prioridades sociales. El empresario es justo lo contrario. Todo empresario está a favor de la libertad de todos los demás, pero cuando se trata de él la cuestión cambia. Él es siempre el caso especial. Él debería tener privilegios específicos del Gobierno: una aduana, esto, aquello… Milton Friedman.

El camino de un gobierno centralizado a una verdadera sociedad privada de libre empresa posee tres componentes. Primero y el más importante de todos, el Estado de derecho, el cual se extiende a la protección de la propiedad. Segundo, propiedad privada dispersa de los medios de producción. Tercero, libertad de entrar y salir de industrias, libre competencia, libre comercio. Estos son esencialmente los requerimientos básicos. Milton Friedman.

Cada uno es ortodoxo con respecto a sí mismo. John Locke.

El que quiera seriamente disponerse a la búsqueda de la verdad, deberá preparar, en primer lugar, su mente a amarla. John Locke.

El trabajo del maestro no consiste tanto en enseñar todo lo aprendible, como en producir en el alumno amor y estima por el conocimiento. John Locke.

La razón por la que los hombres entran en la sociedad es para preservar su propiedad. John Locke.

Las nuevas opiniones son siempre sospechosas, y usualmente opuestas, sin ninguna otra razón mas que aún no son comunes. John Locke.

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias. John Locke.

Ningún conocimiento humano puede ir más allá de su experiencia. John Locke.

El principio de que el fin justifica los medios se considera en la ética individualista como la negación de toda moral social. En la ética colectivista se convierte necesariamente en la norma suprema; no hay, literalmente, nada que el colectivista consecuente no tenga que estar dispuesto a hacer si sirve «al bien del conjunto», porque el «bien del conjunto» es el único criterio, para él, de lo que debe hacerse. Friedrich Hayek.

Una vez se admita que el individuo es sólo un medio para servir a los fines de una entidad más alta, llamada sociedad o nación, síguense por necesidad la mayoría de aquellos rasgos de los regímenes totalitarios que nos espantan. Desde el punto de vista del colectivismo, la intolerancia y la brutal represión del disentimiento, el completo desprecio de la vida y la felicidad del individuo son consecuencias esenciales e inevitables de aquella premisa básica; y el colectivista puede admitirlo y, a la vez, pretender que su sistema sea superior a uno en que los intereses «egoístas» del individuo puedan obstruir la plena realización de los fines que la sociedad persigue. Friedrich Hayek.

Que en un sistema totalitario no se consienta la investigación desinteresada de la verdad y no haya otro objetivo que la defensa de los criterios oficiales, es fácil de comprender, y la experiencia lo ha confirmado de modo amplio en cuanto a las disciplinas que tratan directamente de los negocios humanos y, por consiguiente, afectan de manera más inmediata a los criterios políticos, tales como la Historia, el Derecho o la Economía. En todos los países totalitarios estas disciplinas se han convertido en las más fecundas fábricas de mitos oficiales, que los dirigentes utilizan para guiar las mentes y voluntades de sus súbditos. No es sorprendente que en estas esferas se abandone hasta la pretensión de trabajar en busca de la verdad y que las autoridades decidan qué doctrinas deben enseñarse y publicarse. Friedrich Hayek.

Totalitarismo es la nueva palabra que hemos adoptado para describir las inesperadas pero inseparables manifestaciones de lo que en teoría llamamos socialismo. Friedrich Hayek.

La sociedad simplemente se ha convertido en la nueva divinidad ante la cual se protesta y se pide reparación si no satisface las expectativas que ha creado. Friedrich Hayek.

El concepto de “justicia social” es por fuerza un concepto vacío y carente de significado, porque en él no hay ninguna voluntad que pueda determinar los ingresos relativos de las distintas personas, o evitar el hecho de que dependan en parte de la casualidad. Friedrich Hayek.

En un orden espontáneo no pueden evitarse las frustraciones inmerecidas. Friedrich Hayek.

Tal vez el mayor descubrimiento jamás hecho por el género humano fue la posibilidad de que los hombres vivieran juntos, en paz y con beneficio mutuo, sin tener que ponerse de acuerdo sobre fines comunes y concretos, sólo vinculados por normas de comportamiento abstractas. El sistema “capitalista”, surgido de este descubrimiento, sin duda no satisfizo plenamente los ideales del liberalismo, porque se desarrolló sin que los legisladores y los gobernantes hubieran aferrado el modus operandi del mercado, y en gran medida a pesar de las políticas realmente perseguidas. Friedrich Hayek.

El hombre no se ha desarrollado en libertad. Como miembro de aquella pequeña tribu a la que tenía que pertenecer para sobrevivir, el hombre era todo menos libre. La libertad es una construcción de la civilización, que ha liberado al hombre de los obstáculos del pequeño grupo y de sus humores momentáneos, a los que incluso el jefe tenía que obedecer. Lo que hizo posible la libertad fue la gradual evolución de la disciplina de la civilización que es al mismo tiempo la disciplina de la libertad. Friedrich Hayek.

El sistema de competencia es el único sistema dirigido a hacer mínimo, por descentralización, el poder que los hombres ejercen sobre los hombres. Friedrich Hayek.

Yo sé que los partidarios conquistados por medio de la palabra escrita son menos que los conquistados merced a la palabra hablada y que el triunfo de todos los grandes movimientos habidos en el mundo ha sido obra de grandes oradores y no de grandes escritores. Adolf Hitler.

Un gran teórico resulta rara vez un gran caudillo. Adolf Hitler.

Las armas más crueles resultan humanitarias si consiguen provocar una rápida victoria. Adolf Hitler.

La mezcla de la sangre y el menoscabo del nivel racial que le es inherente constituyen la única y exclusiva razón del hundimiento de antiguas civilizaciones. No es la pérdida de una guerra lo que arruina a la humanidad, sino la pérdida de la capacidad de resistencia, que pertenece a la pureza de la sangre solamente. Adolf Hitler.

Para poder continuar subsistiendo como un parásito dentro de la nación, el judío necesita consagrarse a la tarea de negar su propia naturaleza intima. Adolf Hitler.

Todo cruzamiento de razas provoca tarde o temprano la decadencia del producto híbrido, mientras el elemento superior del cruzamiento sobreviva en puridad racial. Cuando se ha bastardeado hasta el último vestigio de la unidad racial superior, es cuando desaparece para el producto híbrido el peligro de extinción. Adolf Hitler.

Debe procurar que sólo engendren hijos los individuos sanos, porque el hecho de que personas enfermas o incapaces pongan hijos en el mundo es una desgracia, en tanto que el abstenerse de hacerlo es un acto altamente honroso. Adolf Hitler.

Cuanto más conozco al hombre más quiero a mi perro. Adolf Hitler.

¡Dios sabe que yo quise la paz!. Adolf Hitler.

Conmigo se va la última esperanza del mundo, las democracias occidentales son decadentes, el comunismo, con gobiernos más autoritarios, a la larga, acabará conquistando el mundo. Adolf Hitler.

Quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia. Adolf Hitler.

Con soldados españoles y mandos alemanes conquistaré el mundo. Adolf Hitler.

Yo no hubiera intervenido en la revolución de España de no haber sido por el peligro rojo que amenazaba a Europa. El clero se hubiera tenido que exterminar. Adolf Hitler.

Creo hoy que estoy actuando de acuerdo con el Creador Todopoderoso. Al repeler a los judíos estoy luchando por el trabajo del Señor. Adolf Hitler.

Cuando se haya eliminado el peligro comunista, volverá el orden normal de las cosas. Adolf Hitler.

Cuando se inicia y desencadena una guerra lo que importa no es tener la razón, sino conseguir la victoria. Adolf Hitler.

Debo cumplir con mi misión histórica y la cumpliré porque la Divina Providencia me ha elegido para ello. Adolf Hitler.

Mañana muchos maldecirán mi nombre. Adolf Hitler.

La capacidad de asimilación de la gran masa es sumamente limitada y no menos pequeña su facultad de comprensión; en cambio es enorme su falta de memoria. Teniendo en cuenta esos antecedentes, toda propaganda eficaz debe concentrarse en muy pocos puntos y saberlos explotar como apotegmas, hasta que el último hijo del pueblo pueda formarse una idea de aquello que se persigue. En el momento en que la propaganda sacrifique este principio o quiera hacerse múltiple, quedará debilitada su eficacia por la sencilla razón de que la masa no es capaz de retener ni asimilar todo lo que se le ofrece. Y con esto sufre detrimento el éxito, para acabar a la larga por ser completamente nulo. Adolf Hitler.

La doctrina judía del marxismo rechaza el principio aristocrático de la naturaleza y antepone la cantidad numérica y su peso inerte al privilegio sempiterno de la fuerza y del poder. Adolf Hitler.

Es necesario exterminar sin piedad a los instigadores de este linaje. (refiriéndose al marxismo). Adolf Hitler.

Ustedes, señores, están convencidos de que la economía alemana ha de levantarse sobre la idea de la propiedad privada. Pero ustedes sólo podrán sustentar en la práctica esta idea de la propiedad privada si la misma está fundamentada lógicamente de alguna forma. Esta idea ha de extraer su justificación ética de la visión de la necesidad natural… Es necesario por lo tanto fundamentar estas formas tradicionales que se han de conservar, de forma que puedan considerarse como absolutamente necesarias, lógicas y justas. Y aquí tengo que decir que la propiedad privada sólo se puede justificar en el plano ético y moral si parte del presupuesto de que las prestaciones de los individuos son distintas… Pero, admitido esto, es un disparate afirmar que en el terreno económico hay diferencias de valor, pero no así en el terreno político. Es absurdo construir la vida económica sobre la idea del rendimiento, del valor personal y, por consiguiente, en la práctica sobre la autoridad de la personalidad, y negar esta autoridad de la personalidad en el terreno político y poner en su sitio la ley de la mayoría, la democracia… En el terreno económico, el equivalente de la democracia política es el comunismo. Adolf Hitler.

Nuestro pueblo primero tiene que ser liberado de la confusión desesperada del internacionalismo y ser educado deliberada y sistemáticamente en un nacionalismo fanático. […] Hay un solo derecho en el mundo, y este derecho está en la propia fuerza de uno. Adolf Hitler.

Ante Dios y el mundo, el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad […] ¡Al que no tiene la fuerza, el derecho en sí no le sirve de nada! […] Toda la naturaleza es una formidable pugna entre la fuerza y la debilidad, una eterna victoria del fuerte sobre el débil. Adolf Hitler.

Con humanidad y democracia nunca han sido liberados los pueblos. Adolf Hitler.

Detrás de la economía también debe haber poder, dado que solamente el poder garantiza la economía. Adolf Hitler.

Es indudable que los judíos son una raza pero no son humanos. Adolf Hitler.

Los hombres no tenemos que discutir por qué la Providencia ha creado las razas, sino limitarnos a reconocer que castiga a quien desprecia su obra. Adolf Hitler.

Nosotros, los católicos alemanes apoyaremos con toda nuestra alma y plena convicción a Adolf Hitler y su gobierno (…) El catolicismo alemán (…) tiene que participar activamente en la edificación del Tercer Reich. Franz von Papen.

Si desde el principio el catolicismo alemán se hubiera adherido a una norma de oposición resuelta al régimen nazi, la historia universal bien pudiera haber tomado un rumbo diferente. Aunque esta lucha no hubiera terminado por derrotar a Hitler y haber evitado sus muchos crímenes, nos parece que habría elevado inconmensurablemente el prestigio moral de la Iglesia. No hay que negar que una resistencia tal habría tenido su gran costo en vidas humanas, pero los sacrificios se habrían hecho por la mayor de las causas. Si Hitler no hubiera podido confiar en la situación interna de su país, quizás no se habría atrevido a empezar la guerra, y literalmente se habrían salvado millones de vidas. […] Cuando miles de alemanes antinazis fueron torturados hasta morir en los campos de concentración de Hitler, cuando los intelectuales polacos fueron degollados, cuando centenares de miles de rusos murieron como resultado de que se les tratara como Untermenschen [subhumanos] eslavos, y cuando 6.000.000 de seres humanos fueron asesinados por no ser arios, los funcionarios de la Iglesia Católica en Alemania fortalecieron al régimen que perpetraba estos crímenes. El papa de Roma, cabeza espiritual y supremo maestro moral de la Iglesia Católica Romana, permaneció callado. Guenter Lewy.

¿Cómo puede explicarse que la Iglesia jamás excomulgara ni a Hitler ni a Himmler, que Pío XII nunca viera necesario —por no decir indispensable— condenar Auschwitz y Treblinka, que una gran proporción de los miembros de las S.S. fuesen creyentes y permaneciesen fieles a sus lazos cristianos hasta el fin, que hubiese asesinos que practicasen [el sacramento de] la confesión entre una masacre y otra y que todos ellos procediesen de familias cristianas y hubiesen recibido una educación cristiana?. Elie Wiesel.

El artista es el ingeniero del alma humana. Stalin.

Las ideas son más poderosas que las armas. Nosotros no dejamos que nuestros enemigos tengan armas, ¿por qué dejaríamos que tuvieran ideas?. Stalin.

No puedes hacer una revolución con guantes de seda. Stalin.

No tienen que dar las noticias, sino educar a las masas. (Consejo a los periodistas). Stalin.

La muerte soluciona todos los problemas – no hay hombres, no hay problema. Stalin.

Una única muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística. Stalin.

El idioma es un instrumento de desarrollo y un arma de lucha. Stalin.

Cuanto más democrático es un país, tanto menor es en él la opresión nacional, y al revés. Stalin.

Hitler fue un tonto, el y yo podríamos habernos repartido el mundo. Stalin.

Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía. Lenin.

La revolución empieza por casa. Lenin.

El marxismo es todopoderoso porque es cierto. Lenin.

El imperialismo es la época del capital financiero y de los monopolios, los cuales traen aparejada por todas partes la tendencia a la dominación y no a la libertad. Lenin.

El imperialismo surgió como desarrollo y continuación directa de las propiedades fundamentales del capitalismo. Lenin.

Pueden darse situaciones en las que los intereses de la humanidad tengan que ceder su prioridad a los intereses de clase del proletariado. Lenin.

La revolución es guerra, la única en verdad legítima, justa y grande, entre cuantas ha conocido la historia. Lenin.

Salvo el poder, todo es ilusión. Lenin.

La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano. Lenin.

Si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Lenin.

La revolución no se hace, sino que se organiza. Lenin.

El Estado es el arma de represión de una clase sobre otra. Lenin.

Marx y Engels fueron los primeros en dilucidar en sus obras científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta y el resultado ineluctable del desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad contemporánea. Toda la historia escrita ha sido hasta ahora la historia de la lucha de clases, la sucesión del dominio y las victorias de unas clases sociales sobre otras. Lenin.

Aquellos que esperan ver una revolución social ‘pura’ no vivirán para verla. Esas personas prestan un flaco servicio a la revolución al no comprender qué es una revolución. Lenin.

El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente. Lord Acton.

La nacionalidad no aspira ni a la libertad ni a la prosperidad, sino que, si le es necesario, no duda en sacrificar ambas a las necesidades imperativas de la construcción nacional. Lord Acton.

La libertad no es un medio para alcanzar un fin politico más alto. Es en sí misma el fin político más alto. Lord Acton.

La limitación es esencial a la autoridad, pues un gobierno sólo es legítimo si está efectivamente limitado. Lord Acton.

El miedo es el más ignorante, el más injurioso y el más cruel de los consejeros. Edmund Burke.

Hay un límite en el que la tolerancia deja de ser una virtud. Edmund Burke.

En una democracia, la mayoría de los ciudadanos es capaz de ejercer la más cruel represión contra la minoría. Edmund Burke.

El pueblo nunca renuncia a sus libertades si no es por el engaño de una ilusión. Edmund Burke.

Quien lucha contra nosotros, fortalece nuestros nervios y agudiza nuestra habilidad. Nuestro antagonista es nuestro ayudante. Edmund Burke.

La tiranía de una multitud es una tiranía multiplicada. Edmund Burke.

La sociedad humana constituye una asociación de las ciencias, las artes, las virtudes y las perfecciones. Como los fines de la misma no pueden ser alcanzados en muchas generaciones, en esta asociación participan no sólo los vivos, sino también los que han muerto y los que están por nacer. Edmund Burke.

Ningún grupo puede actuar con eficacia si falta el concierto; ningún grupo puede actuar en concierto si falta la confianza; ningún grupo puede actuar con confianza si no se halla ligado por opiniones comunes, afectos comunes, intereses comunes. Edmund Burke.

La superstición es la religión de las mentes débiles. Edmund Burke.

El favoritismo nos grava más pesadamente que muchos millones de deuda. Edmund Burke.

La libertad abstracta, al igual que otras simples abstracciones, no puede ser encontrada. Edmund Burke.

Las gentes que nunca se preocupan por sus antepasados jamás mirarán hacia la posteridad. Edmund Burke.

Toda clase de gobiernos está basada sobre compromisos y pactos. Edmund Burke.

Las leyes del comercio son las leyes de la Naturaleza y, por consiguiente, la leyes de Dios. Edmund Burke.

El dinero es el sustituto técnico de Dios. Edmund Burke.

El mayor error lo comete quien no hace nada porque sólo podría hacer un poco. Edmund Burke.

La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a otro. Así, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que aseguran a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos; estos límites no pueden ser determinados más que por la ley. Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.

Como fuerza social, un individuo con una idea vale por noventa y nueve con un solo interés. John Stuart Mill.

Después del egoísmo la principal causa de una vida insatisfactoria es la carencia de la cultura intelectual. John Stuart Mill.

El valor de una nación no es otra cosa que el valor de los individuos que la componen. John Stuart Mill.

He aprendido a buscar mi felicidad limitando mis deseos en vez de satisfacerlos. John Stuart Mill.

La naturaleza humana no es una máquina que se construye según un modelo y dispuesta a hacer exactamente el trabajo que sea prescrito, sino un árbol que necesita crecer y desarrollarse por todos lados, según las tendencias de sus fuerzas interiores, que hacen de él una cosa viva. John Stuart Mill.

La única finalidad por la cual el poder puede ser ejercido sobre un miembro es evitar que perjudique a los demás. Nadie puede ser obligado a realizar o no realizar determinados actos ni aunque así fuese la opinión de los demás. John Stuart Mill.

El despotismo es un modo legítimo de gobierno, cuando los gobernados están todavía por civilizar, siempre que el fin propuesto sea su progreso y que los medios se justifiquen al atender real­mente este fin. La libertad, como principio, no tiene aplica­ción a ningún estado de cosas anterior al momento en que la especie humana se hizo capaz de mejorar sus propias condiciones, por medio de una libre y equitativa discusión. John Stuart Mill.

No hay mejor prueba del progreso de la civilización que el progreso del poder de cooperación. John Stuart Mill.

Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y sobre su mente, el individuo es soberano. John Stuart Mill.

Todo ser humano debidamente educado siente un sincero interés por el bien público. John Stuart Mill.

Todas las cosas buenas que existen son fruto de la originalidad. John Stuart Mill.

La utilidad es la apelación suprema de toda cuestión ética. John Stuart Mill.

Una persona puede perju­dicar a sus semejantes no sólo a causa de sus acciones, sino también por sus omisiones, y en ambos casos, será responsable del daño que se siga. John Stuart Mill.

La especie humana ganará más en dejar a cada uno que viva como le guste más, que en obligarle a vivir como guste al resto de sus semejantes. John Stuart Mill.

La libertad completa de con­tradecir y desaprobar nuestra opinión es la única condi­ción que nos permite admitir lo que tenga de verdad en relación a fines prácticos; y un ser humano no conseguirá de ningún otro modo la seguridad racional de estar en lo cierto. John Stuart Mill.

El hombre es capaz de rectificar sus errores por la discusión y por la experiencia. No solamente por la experiencia; es necesaria la discusión para mostrar cómo debe ser interpretada la experiencia. John Stuart Mill.

La única forma de que un ser humano pue­da conocer a fondo un asunto cualquiera es la de escuchar lo que puedan decir personas de todas las opiniones, y estu­diar todas las maneras posibles de tratarlo. Ningún hombre sabio pudo adquirir su sabiduría de otra forma, y no está en la naturaleza humana el adquirirla de otra manera. John Stuart Mill.

Constantemente la historia nos muestra a la verdad re­ducida a silencio por la persecución; y si a veces no se la ha suprimido de modo absoluto, al menos ha sido retardada en muchos siglos. John Stuart Mill.

Los hombres no guardan la verdad con más celo que el error; y una aplicación suficiente de penalida­des legales, o incluso sociales, bastará para detener la pro­pagación de una y de otra. La ventaja que posee la verdad consiste en que, cuando una opinión es verdadera, aunque haya sido rechazada múltiples veces, reaparece siempre en el curso de los siglos, hasta que una de sus reapariciones cae en un siglo o en una época en que, por circunstancias favorables, escapa a la persecución, al menos durante el tiempo preciso para adquirir la fuerza de poderla resistir más tarde. John Stuart Mill.

– […] Pero la prohibición de todos los argumentos que no conducen a la pura ortodoxia no perjudica sólo al espíritu de los disidentes. Los que primeramente sufren sus resulta­dos son los ortodoxos mismos, cuyo desarrollo intelectual se agota y cuya razón llega a sentirse dominada por el temor a la herejía. ¿Quién puede calcular todo lo que el mundo pierde en esa multitud de inteligencias vigorosas unidas a caracteres tímidos, que no osan llegar a una manera de pensar valiente, independiente, audaz, por miedo a caer en una conclusión antirreligiosa o inmoral a los ojos de otro? John Stuart Mill.

Nadie puede ser un gran pensador si no considera como su primordial deber, en calidad de pensador se entiende, el seguir a su inteligencia a dondequiera que ella pueda lle­varle. John Stuart Mill.

Gana más la sociedad con los errores de un hombre que, después de estudio y preparación, piensa por sí mismo, que con las opiniones justas de los que las profesan sola­mente porque no se permiten el lujo de pensar. John Stuart Mill.

Por poco dispuestos que estemos a admitir la posibilidad de que una opinión a la que estamos fuertemente ligados sea falsa, debemos considerar que, por verdadera que sea, nunca será una verdad viva, sino un dogma muerto, si no la podemos discutir de modo audaz, pleno y frecuente. John Stuart Mill.

El hombre que no conoce más que su propia opinión, no conoce gran cosa. John Stuart Mill.

Las opiniones de los hombres no merecen el nombre de conocimientos si no se ha seguido de antemano un proceso mental —sea for­zado por los demás, sea espontáneamente— equivalente a una controversia activa con los adversarios. John Stuart Mill.

La verdad, en los grandes intereses prácticos de la vida, es ante todo una cuestión de combi­nación y de conciliación de los extremos; pero muy pocos hombres gozan del suficiente talento e imparcialidad para hacer este acomodo de una manera más o menos correcta: en este caso será llevado a cabo por el procedimiento vio­lento de una lucha entre combatientes que militan bajo banderas hostiles. Si, a propósito de uno de los grandes problemas que se acaban de enumerar, una opinión tiene más derecho que otra a ser, no solamente tolerada, sino también defendida y sostenida, es precisamente aquella que se muestra como la más débil. John Stuart Mill.

No puede llegarse a la posesión de la verdad completa más que a través de la diversidad de opiniones. John Stuart Mill.

Es probable que los disidentes, que no comparten la aparente unanimi­dad del mundo sobre un asunto cualquiera, tengan que de­cir, incluso aunque el mundo esté en lo cierto, alguna cosa que merezca ser escuchada, y es probable también que la verdad perdiera algo con su silencio. John Stuart Mill.

En general, las opiniones contrarias a las tradicionales sólo llegan a hacerse escuchar si emplean un lenguaje de una moderación estudiada y evitan con sumo cuidado cualquier ofensa inútil; no pueden desviarse de esta línea de conducta, ni aun en el más ligero grado, sin que con ello pierdan terreno; mientras que, por el contrario, los denuestos dirigidos desde el lado de la opinión tradicional a los que sustentan opiniones contrarias apartan realmente a los hombres de estas últimas. John Stuart Mill.

Las facultades humanas de percepción, de juicio, de discernimiento, de actividad mental, e incluso de preferencia moral, no se ejercen más que en virtud de una elección. John Stuart Mill.

El hombre que permite al mundo, o al menos a su mun­do, elegir por el su plan de vida, no tiene más necesidad que de la facultad de imitación de los simios. Pero aquel que lo escoge por sí mismo pone en juego todas sus facul­tades. John Stuart Mill.

Cada persona, cuanto más desarrolla su individualidad, más valiosa se hace a sus propios ojos y, en consecuencia, más valiosa se hará a los ojos de los demás. Alcanza una mayor plenitud de vida en su existencia, y, habiendo más vida en las unidades, más habrá en la masa, que, al fin, se compone de ella. John Stuart Mill.

El genio no puede respirar libremente más que en una atmósfera de libertad. John Stuart Mill.

La originalidad no está considerada como cosa útil entre los hombres que no la poseen ni presumen su utilidad. John Stuart Mill.

La tendencia general de las cosas en el mundo es hacer de la mediocridad la potencia domi­nante entre los humanos. John Stuart Mill.

Cuando las opiniones de masas compuestas únicamente de hombres de tipo medio llegan a ser domi­nantes, el contrapeso y el correctivo de sus tendencias habrá de ser la individualidad más y más acentuada de los pen­sadores más eminentes. John Stuart Mill.

El despotismo de la costumbre se muestra por todas partes como un perpetuo obstáculo que se opone al avance huma­no, porque libra una incesante lucha con la inclinación a aspirar a algo más que a lo acostumbrado; inclinación que se llama, según las circunstancias, espíritu de libertad, o bien espíritu de progreso o de mejora. John Stuart Mill.

La única fuente infalible y permanente del progreso es la libertad. John Stuart Mill.

Un pueblo puede mantenerse en estado progresivo durante un cierto tiempo y detenerse después. ¿Cuándo se detiene? Cuando cesa de poseer individualidad. John Stuart Mill.

El simple hecho de vivir en sociedad impone a cada uno una cierta línea de conducta hacia los demás. John Stuart Mill.

Dondequiera que haya daño o peligro de daño, para un individuo o para el público en general, el caso no pertenece ya al dominio de la libertad, y pasa al de la moralidad o al de la ley. John Stuart Mill.

Con respecto al daño simplemente contingente o «constructivo», por así decir, que una persona puede causar a la sociedad, sin violar ningún deber preciso hacia el público, y sin herir de manera visible a ningún otro individuo más que a sí mismo, la sociedad puede y debe soportar este inconveniente por amor de ese bien superior que es la libertad humana. John Stuart Mill.

El principio de libertad no puede exigir en ningún caso que se sea libre para no serlo. No es libertad el poder enajenar la libertad propia. John Stuart Mill.

En general, no hay personas más capaces de conducir un asunto o de decidir cómo y por quién deberá ser conducido, que quienes tienen en ello un interés personal. John Stuart Mill.

El que controla el pasado, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado. George Orwell.

Controlar la energía es tener el poder. Si el más importante recurso energético es escaso y no renovable, como el petróleo y el gas, quienes manejen ese bien tienen el poder. Walter Graziano.

Toda nueva verdad pasa por tres etapas. Primero, se tiende a ridiculizarla. Luego, se la ataca violentamente. Finalmente, se la da por evidente por sí misma. Arthur Schopenhauer.

Dadme la posibilidad de emitir la moneda de un país, y no me importará quién haga sus leyes. Nathan Rothschild.

Quiero ser dueño de nada y controlarlo todo. La competencia es un pecado. John D. Rockefeller I.

La élite sabe, desde hace mucho tiempo, que la única forma de controlar los conflictos es controlando sus dos bandos. Walter Graziano.

Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad. Bertolt Brecht.

Hay dos historias: la historia oficial, embustera, que se enseña ad usum delphini, y la historia secreta, en la que se encuentran las verdaderas causas de los acontecimientos: una historia vergonzosa. Honoré de Balzac.

La libertad es un derecho absoluto, porque es al hombre, como la impenetrabilidad a la materia, una condición sine qua non de su existencia. La igualdad es un derecho absoluto, porque sin igualdad no hay sociedad. La seguridad personal es un derecho absoluto, porque, a juicio de todo hombre, su libertad y su existencia son tan preciosas como las de cualquiera otro. Pierre-Joseph Proudhon.

Si la propiedad es un derecho natural, este derecho natural no es social, es antisocial. Propiedad y sociedad son conceptos que se rechazan recíprocamente; es tan difícil asociarlos como unir dos imanes por sus polos semejantes. Pierre-Joseph Proudhon.

Si la propiedad es un derecho natural, absoluto, imprescriptible e inalienable, ¿por qué en todos ha preocupado tanto su origen? Pierre-Joseph Proudhon.

La propiedad, para ser justa y posible, debe tener por condición necesaria la igualdad. Pierre-Joseph Proudhon.

Suponer en la sociedad humana una igualdad natural primitiva es admitir que la actual desigualdad es una derogación de la Naturaleza de la sociedad, cuyo cambio no pueden explicar satisfactoriamente los defensores de la propiedad. Pierre-Joseph Proudhon.

El hombre no tiene más que una naturaleza, constante e inalienable; la sigue por instinto, la abandona por reflexión y vuelve a aceptarla por necesidad. Pierre-Joseph Proudhon.

El hombre no es dueño de sí mismo, ¡y se pretende que lo sea de lo que está fuera de él!. Pierre-Joseph Proudhon.

En el estado primitivo o de indiferencia, los hombres más valerosos y más fuertes, es decir, los más aventajados en razón de las propiedades innatas, gozarían el privilegio de obtener exclusivamente las propiedades adquiridas. Para evitar este monopolio y la lucha que, por consecuencia, originase, se inventó una balanza, una justicia. El objeto de los pactos tácitos o expresos sobre ese Particular no fue otro que el de corregir, en cuanto fuera posible, la desigualdad de las propiedades innatas mediante la igualdad de las propiedades adquiridas. Mientras el reparto de éstas no es igual, los copartícipes siguen siendo enemigos y la distribución no es definitiva. Así, de un lado, tenemos: indiferencia, desigualdad, antagonismo, guerra, pillaje, matanzas; y de otro: sociedad, igualdad, fraternidad, paz y amor. La elección no es dudosa. Pierre-Joseph Proudhon.

Para tranquilizar al labrador bastaría asegurarle la posesión de los frutos. Concedamos además que se le mantuviera en su ocupación territorial mientras continuase su cultivo. Todo esto era cuanto tenía derecho a esperar, cuanto exigía el progreso de la civilización. Pero, ¿la propiedad?, ¡el derecho sobre un suelo que no se ocupa ni se cultiva! ¿Quién le ha autorizado para otorgárselo? ¿Cómo podrá legitimarse?. Pierre-Joseph Proudhon.

La igualdad había consagrado la posesión, y la igualdad consagró la propiedad. Pierre-Joseph Proudhon.

La ley es la regla por la cual deben satisfacerse las necesidades sociales. Pierre-Joseph Proudhon.

No preveían, en efecto, estos primitivos fundadores del dominio que el derecho perpetuo y absoluto a conservar un patrimonio, derecho que les parecía equitativo, porque entonces era común, supone el derecho de enajenar, de vender, de donar, de adquirir y de perder, y que, por consecuencia, tal derecho conduce nada menos que a la destrucción de la misma igualdad en cuyo honor lo establecieron. Además, aun cuando lo hubieran podido prever, no lo hubieran tenido en cuenta por impedirlo la necesidad inmediata que les estimulaba. Esto, aparte de que, como ocurre de ordinario, los inconvenientes son en un principio muy pequeños y pasan casi inadvertidas. Pierre-Joseph Proudhon.

El reconocimiento universal del derecho de propiedad no legitima el derecho de propiedad. El hombre se ha equivocado sobre la constitución de las sociedades, sobre la naturaleza del derecho, sobre la aplicación de lo justo, de igual modo que sobre la causa de los meteoros y sobre el movimiento de los cuerpos celestes; sus antiguas opiniones no pueden ser tomadas por artículos de fe. Pierre-Joseph Proudhon.

La autoridad del género humano afirmando el derecho de propiedad es nula, porque este derecho, originado necesariamente por la igualdad, está en contradicción con su principio. El voto favorable de las religiones que le han consagrado es también nulo, porque en todos los tiempos el sacerdote se ha puesto al servicio del poderoso y los dioses han hablado siempre como convenía a los políticos. Las utilidades sociales que se atribuyen a la propiedad no pueden citarse en su descargo, porque todas provienen del principio de igualdad en la posesión, que le es inherente. Pierre-Joseph Proudhon.

Por causa de la propiedad, el trabajo no es una condición, es un privilegio. Pierre-Joseph Proudhon.

¿Qué es la justicia sin la igualdad económica? Una balanza… con pesos falsos. Pierre-Joseph Proudhon.

La ocupación no sólo conduce a la igualdad, sino que impide la propiedad. Porque si todo hombre tiene derecho de ocupación en cuanto existe y no puede vivir sin tener una materia de explotación y de trabajo, y si, por otra parte, el número de ocupantes varía continuamente por los nacimientos y las defunciones, fuerza es deducir que la porción que a cada trabajador corresponde es tan variable como el número de ocupantes, y, por consecuencia, que la ocupación está siempre subordinada a la población, y, finalmente, que no pudiendo en derecho ser fija la posesión, es imposible en hecho que llegue a convertirse en propiedad. Todo ocupante es, pues, necesariamente poseedor o sufructuario, carácter que excluye el de propietario. El derecho del usufructuario impone las obligaciones siguientes: Ser responsable de la cosa que le fue confiada; usar de ella conforme a la utilidad general, atendiendo a su conservación y a su producción; no poder transformarla, menoscabaría, desnaturalizarla, ni dividir el usufructo de manera que otro la explote, mientras él recoge el producto. En una palabra, el usufructuario está bajo la inspección de la sociedad, y sometido a la condición del trabajo y a la ley de igualdad. Pierre-Joseph Proudhon.

El derecho de ocupación es igual para todos. No dependiendo de la voluntad, sino de las condiciones variables del espacio y del número de extensión de ese derecho, no pudo constituirse la propiedad. Pierre-Joseph Proudhon.

La tierra, como el agua, el aire y la luz, es una materia de primera necesidad, de la que cada uno debe usar libremente sin perjudicar al disfrute ajeno; ¿por qué, entonces, está apropiada la tierra? Pierre-Joseph Proudhon.

La tierra es indispensable a nuestra conservación, y, por tanto, cosa común, no susceptible de apropiación. Pero la tierra es mucho más limitada que los otros elementos, y su uso debe ser regulado, no en beneficio de algunos, sino en interés y para la seguridad de todos. En dos palabras: la igualdad de derechos se justifica por la igualdad de necesidad: pero la igualdad de derechos, si la cosa es limitada, sólo puede realizarse mediante la igualdad en la posesión. Pierre-Joseph Proudhon.

Bajo cualquier aspecto que se mire esta cuestión de la propiedad, cuando se quiere profundizar se llega a la igualdad. Pierre-Joseph Proudhon.

El hombre no puede renunciar al trabajo ni a la libertad; reconocer el derecho de propiedad territorial es renunciar al trabajo, puesto que es abdicar el medio para realizarle, es transigir sobre un derecho natural y despojarse de la cualidad de hombre. Pierre-Joseph Proudhon.

El derecho de propiedad ha sido el principio del mal sobre la tierra, el primer eslabón de la larga cadena de crímenes y de miserias que el género humano arrastra desde su nacimiento. La mentira de la prescripción es el hechizo con que se ha sugestionado el pensamiento de los hombres, la palabra de muerte con que se ha amenazado a las conciencias para detener el progreso del hombre hacia la verdad y mantener la idolatría del error. Pierre-Joseph Proudhon.

No hay descubrimiento ni pensamiento generoso que, a su entrada en el mundo, no haya encontrado una barrera formidable de opiniones, a modo de conjuración de todos los principios existentes. Prescripciones contra la razón, prescripciones contra los hechos, prescripciones contra toda verdad antes desconocida, han sido el sumario de la filosofía del statu quo y el símbolo de los conservadores de todos los tiempos. Pierre-Joseph Proudhon.

La razón es eterna e inmutable; la institución de la propiedad, obra de la razón ignorante, puede ser derogada por la razón instruida: por tanto, la propiedad no puede fundarse en la prescripción. Pierre-Joseph Proudhon.

El trabajador conserva, aun después de haber recibido su salario, un derecho natural de propiedad sobre la cosa que ha producido. Pierre-Joseph Proudhon.

De igual modo que en otro tiempo el colono tenía el campo por la munificencia del señor, hoy debe el obrero su trabajo a la benevolencia y a las necesidades el propietario; es lo que se llama un poseedor a título precario. Pero esta condición precaria es una injusticia porque implica una desigualdad en la remuneración. El salario del trabajador no excede nunca de su consumo ordinario, y no le asegura el salario del mañana, mientras que el capitalista halla en el instrumento producido por el trabajador un elemento de independencia y de seguridad para el porvenir. Este fermento reproductor, este germen eterno de vida, esta preparación de un fondo y de instrumentos de producción, es lo que el capitalista debe al productor, y lo que no le paga jamás, y esta detentación fraudulenta es la causa de la indigencia del trabajador, del lujo del ocioso y de la desigualdad de condiciones. En esto consiste, especialmente, lo que tan propiamente se ha llamado explotación del hombre por el hombre. Una de tres: o el trabajador tiene parte en la cosa que ha producido, deducción hecha de todos los salarios, o el dueño devuelve al trabajador otros tantos servicios productivos, o se obliga a proporcionarle siempre trabajo. Distribución del producto, reciprocidad de servicios o garantía de un trabajo perpetuo: el capitalista no puede escapar a estas alternativas. Pero es evidente que no puede acceder a la segunda ni a la tercera de estas condiciones; no puede ponerse al servicio de los millones de obreros que directa o indirectamente han procurado su fortuna, ni dar a todos un trabajo constante. No queda más solución que el reparto de la propiedad. Pero si la propiedad se distribuyese, todas las condiciones serían iguales, y no habría ni grandes capitalistas ni grandes propietarios. Pierre-Joseph Proudhon.

El esfuerzo de mil hombres actuando durante veinte días se ha pagado igual que el de uno solo durante cincuenta y cinco años; pero este esfuerzo de mil ha hecho en veinte días lo que el esfuerzo de uno solo, durante un millón de siglos, no lograría hacer. ¿Es equitativo el trato? Hay que insistir en la negativa una vez más. Cuando habéis pagado todas las fuerzas individuales, dejáis de pagar la fuerza colectiva; por consiguiente, siempre existe un derecho de propiedad colectiva que no habéis adquirido y que defienden injustamente. Pierre-Joseph Proudhon.

La cuantía limitada de la materia explotable demuestra la necesidad de dividir el trabajo por el número de trabajadores. La capacidad que todos tienen para realizar una labor social útil, es decir, una labor igual, y la imposibilidad de pagar a un trabajador de otro modo que con el producto de otro trabajador, justifican la igualdad en la retribución. Pierre-Joseph Proudhon.

La desigualdad de facultades es la condición sine qua non de la igualdad de fortunas. Pierre-Joseph Proudhon.

El comercio, para ser legítimo y verdadero, debe estar exento de toda desigualdad; ésta es la primera condición del comercio. La segunda es que sea voluntario, es decir, que las partes transijan con libertad y pleno conocimiento. Pierre-Joseph Proudhon.

El negro que vende su mujer por un cuchillo, sus hijos por unos pedazos de vidrio, y aun su propia persona por una botella de aguardiente, no es libre. El tratante de carne humana que con él comercia, no es su asociado, sino su enemigo. El obrero civilizado que vende su energía muscular por un trozo de pan, que edifica un palacio para dormir él en una buhardilla, que fabrica las telas más preciadas para ir vestido de harapos, que produce de todo para no disfrutar de nada, no es libre. El amo para quien trabaja, no siendo su asociado por el cambio de salario y de servicios que entre ellos se realiza, es su enemigo. El soldado que sirve a su patria por temor, en lugar de servirla por amor, no es libre. Sus camaradas y sus jefes, ministros u órganos de la justicia militar, son todos sus enemigos. El labriego que trabaja en arriendo las tierras; el industrial que recibe un préstamo usurario; el contribuyente que paga impuestos, gabelas, patentes, etc., y el diputado que las vota, carecen del conocimiento y de la libertad de sus actos. Sus enemigos son los propietarios, los capitalistas, el Estado. Devolved a los hombres la libertad, iluminad su inteligencia a fin de que conozcan el alcance de sus contratos, y veréis la más perfecta igualdad inspirando sus cambios, sin consideración alguna a la superioridad de talentos. Reconoceréis entonces que en el orden de las ideas comerciales, es decir, en la esfera de la sociedad, la palabra superioridad carece de sentido. Pierre-Joseph Proudhon.

Así como la creación de todo instrumento de producción es el resultado de un esfuerzo colectivo, el talento y la ciencia de un hombre son producto de la inteligencia universal y de una ciencia general lentamente acumulada por multitud de sabios, mediante el concurso de un sinnúmero de industrias inferiores. Aun cuando el médico haya pagado sus profesores, sus libros, sus títulos y satisfecho todos sus gastos, no por eso puede decirse que ha pagado su talento, como el capitalista tampoco ha pagado su finca y su palacio con el salario de sus obreros. El hombre de talento ha contribuido a producir en sí mismo un instrumento útil, del cual es coposeedor, pero no propietario. A un mismo tiempo existen en él un trabajador libre y un capital social acumulado. Como trabajador es apto para el uso de un instrumento, para la dirección de una máquina, que es su propia capacidad. Como capital no se pertenece, no debe explotarse en su beneficio, sino en el de los demás hombres. Pierre-Joseph Proudhon.

El artista, el sabio, el poeta reciben su justa recompensa sólo con que la sociedad les permita entregarse exclusivamente a la ciencia y al arte. De modo que en realidad no trabajan para ellos, sino para la sociedad que les ha instruido y les dispensa de otro trabajo. La sociedad puede, en rigor, pasarse sin prosa, ni versos, ni música, ni pintura; pero no puede estar un solo día sin comida ni alojamiento. Pierre-Joseph Proudhon.

El arrendamiento es una verdadera aubana, un robo, cuyos elementos son el fraude y la violencia de una parte, y la ignorancia y la debilidad de otra. «Los productos -dicen los economistas- sólo se compran con productos.» Este aforismo es la condenación de la propiedad. El propietario que no produce por sí mismo ni por su instrumento y adquiere los productos a cambio de nada es un parásito o un ladrón. Por tanto, si la propiedad sólo puede existir como derecho, la propiedad es imposible. Pierre-Joseph Proudhon.

Si el obrero recibe por su trabajo un salario medio de tres francos por día, para que el patrono gane alguna cosa es necesario que al revender, bajo la forma de mercancía, la jornada de su obrero, cobre por ella más de tres francos. El obrero no puede, por tanto, adquirir lo que él mismo ha producido por cuenta del capitalista. Esto ocurre en todos los oficios sin excepción. El sastre, el sombrerero, el ebanista, el herrero, el curtidor, el albañil, el joyero, el impresor, el dependiente, etc., hasta el agricultor, no pueden readquirir sus productos, ya que produciendo para un patrono, a quien en una u otra forma benefician, habrían de pagar su propio trabajo más caro que lo que por él reciben. Pierre-Joseph Proudhon.

Bajo el régimen de propiedad, las flores de la industria no sirven más que para tejer coronas funerarias. El obrero que trabaja cava su propia fosa. Pierre-Joseph Proudhon.

Aun cuando el taller se cierre, el capital sigue devengando interés. El propietario, para cobrarlo, procura a todo trance mantener la producción disminuyendo sus gastos. Como consecuencia vienen las rebajas del salario, la introducción de las máquinas, la intrusión de niños y mujeres en los oficios de los hombres, la depreciación de la mano de obra y la mala fabricación. Aún se produce, porque la disminución de los gastos facilita la venta del producto; pero no se continúa mucho tiempo, pues fundándose la baratura del precio de coste en la cuantía y la celeridad de la producción, la potencia productiva tiende más que nunca a sobrepasar el consumo. Y cuando la producción se modera ante trabajadores cuyo salario apenas basta para el diario sustento, las consecuencias del principio de propiedad son horrorosas. No hay economía, ni ahorro, ni recurso alguno que les permita vivir un día más. Hoy se cierra el taller, mañana ayunarán en medio de la calle, al otro día morirán de hambre en el hospital o comerán en la cárcel. Nuevos accidentes vienen a complicar esta espantosa situación. A consecuencia de la acumulación de mercancías y de la extremada disminución del precio el industrial se ve muy pronto en la imposibilidad de satisfacer los intereses de los capitales que maneja. Entonces, los accionistas, alarmados, se apresuran a retirar sus fondos, la producción se suspende totalmente, el trabajo se interrumpe. Hay quien se extraña de que los capitales huyan del comercio para precipitarse en la Bolsa, y hasta M. Blanqui se ha lamentado amargamente de la ignorancia y la ligereza de los capitalistas. La causa de este movimiento de los capitales es muy sencilla; pero por eso mismo un economista no podía advertirla, o mejor dicho, no debía decirla. Esta causa reside únicamente en la concurrencia. Pierre-Joseph Proudhon.

La propiedad es incompatible con la igualdad política y civil. Pierre-Joseph Proudhon.

Nadie puede enriquecerse sin que otro se empobrezca. Pierre-Joseph Proudhon.

Si dos negociantes forman sociedad de comercio, mientras la sociedad dure, las pérdidas y las ganancias son comunes. Cada uno produce, no para sí, sino para la sociedad, y al llegar el momento de repartir los beneficios, no se atiende al productor, sino al asociado. He aquí por qué el esclavo, a quien el señor da la paja y el arroz, y el obrero, a quien el capitalista paga un salario, siempre escaso, no son los asociados de sus patronos, y aunque producen para él, no figuran para nada en la distribución del producto. Pierre-Joseph Proudhon.

Excepto el propietario, todos trabajamos unos para otros, nada podemos hacer para nosotros mismos sin el auxilio de los demás, y de continuo realizamos cambios de productos y de servicios. ¿Y qué es todo esto sino actos de sociedad? Pierre-Joseph Proudhon.

Una sociedad de comercio, de industria, de agricultura no puede concebirse fuera de la igualdad. La igualdad es la condición necesaria de su existencia, de tal suerte, que en todas las cosas que a la sociedad conciernen, faltar a la sociedad o a la justicia o a la igualdad, son actos equivalentes. Aplicad este principio a todo el género humano. Pierre-Joseph Proudhon.

El hombre que se posesiona de un campo y dice: Este campo es mío, no comete injusticia alguna mientras los demás hombres tengan la misma facultad de poseer como él; tampoco habrá injusticia alguna si, queriendo establecerse en otra parte, cambia ese campo por otro equivalente. Pero si en vez de trabajar personalmente pone a otro hombre en su puesto y le dice: Trabaja para mí mientras yo no hago nada, entonces se hace injusto, antisocial, viola la igualdad y es un propietario. Pierre-Joseph Proudhon.

El hombre no es hombre sino por la sociedad, la cual, por su parte, no se sostiene sino por el equilibrio y armonía de las fuerzas que la componen. Pierre-Joseph Proudhon.

La amistad es hija de la igualdad. Pierre-Joseph Proudhon.

La propiedad, actuando simultáneamente por la eliminación y la detentación al mismo tiempo que la población se multiplica, ha sido el principio generador y la causa determinante de todas las revoluciones. Pierre-Joseph Proudhon.

El hombre es sociable por naturaleza, busca en todas sus relaciones la igualdad y la justicia; pero ama también la independencia y el elogio. La dificultad de satisfacer a un mismo tiempo estas diversas necesidades, es la primera causa del despotismo de la voluntad y de la apropiación, que es su consecuencia. Pierre-Joseph Proudhon.

Los mayores males de la humanidad provienen del mal ejercicio de la sociabilidad del hombre, de esa misma justicia de que tanto se enorgullece y aplica con tan lamentable ignorancia. La práctica de lo justo es una ciencia cuyo conocimiento acabará pronto o tarde con el desorden social, poniendo en evidencia cuáles son nuestros derechos y nuestros deberes. Pierre-Joseph Proudhon.

La propiedad es la explotación del débil por el fuerte; la comunidad es la explotación del fuerte por el débil. Pierre-Joseph Proudhon.

La comunidad es opresión y servidumbre. Pierre-Joseph Proudhon.

Si la propiedad es imposible por la emulación de adquirir, la comunidad lo sería bien pronto por la emulación de no hacer nada. Pierre-Joseph Proudhon.

La justicia, al salir de la comunidad negativa, llamada por los antiguos poetas edad de oro, empezó siendo el derecho de la fuerza. En una sociedad de imperfecta organización, la desigualdad de facultades revela la idea del mérito; la equidad sugiere el propósito de proporcionar al mérito personal, no sólo la estimación, sino también los bienes materiales; y como el primero y casi único mérito reconocido entonces es la fuerza física, el más fuerte es el de mayor mérito, el mejor, y tiene derecho a la mayor parte. Si no se le concediese, él, naturalmente, se apoderaría de ella. De ahí a abrogarse el derecho de propiedad sobre todas las cosas, no hay más que un paso. Pierre-Joseph Proudhon.

Del derecho de la fuerza se derivan la explotación del hombre por el hombre, o dicho de otro modo, la servidumbre, la usura o el tributo impuesto por el vencedor al enemigo vencido, y toda esa familia tan numerosa de impuestos, gabelas, tributos, rentas, alquileres, etc., etc.: en una palabra, la propiedad. Al derecho de la fuerza sucedió el de la astucia, segunda manifestación de la justicia; derecho detestado por los héroes, pues con él nada ganaban y, en cambio, perdían demasiado. Sigue imperando la fuerza, pero ya no vive en el orden de las facultades corporales, sino en el de las psíquicas. [… ] En el derecho de la astucia se fundan los beneficios de la industria, del comercio y de la banca; los fraudes mercantiles; las pretensiones, a la que suele darse el nombre de talento y de genio, y que debiera considerarse como el más alto grado de la trampa y de la fullería, y, finalmente, todas las clases de desigualdades sociales. Pierre-Joseph Proudhon.

En el robo (tal como las leyes lo prohiben), la fuerza y el engaño se manifiestan a la luz del día, mientras en el robo autorizado se disfrazan con la máscara de una utilidad producida que sirve para despojar a la víctima. El empleo directo de la violencia y de la astucia ha sido unánimemente rechazado; pero ninguna nación se ha desembarazado del robo unido al talento, al trabajo y a la posesión. De ahí todas las incertidumbres de la realidad y las innumerables contradicciones de la jurisprudencia. Pierre-Joseph Proudhon.

Bajo cualquier forma que se manifieste, el gobierno del hombre por el hombre es ilegal y absurdo. Pierre-Joseph Proudhon.

Cuanto más ignorante es el hombre, más obediente es y mayor y más absoluta la confianza que pone en quien le dirige. Pero el hombre, cuya ley es conformarse a la regla, llega a razonar las órdenes de sus superiores, y semejante razonamiento es ya una protesta contra la autoridad, un principio de desobediencia. Desde el momento en que el hombre trata de hallar la causa de la voluntad que manda, es un rebelde. Si obedece, no porque el rey lo mande, sino porque el mandato es justo, a su juicio, puede afirmarse que no reconoce ninguna autoridad y que el individuo es rey de sí mismo. Desdichado quien se atreva a regirle y no le ofrezca como garantía de sus leyes más que los votos de una mayoría; porque, más o menos pronto, la minoría se convertiría en mayoría, y el imprudente déspota será depuesto y sus leyes aniquiladas. Pierre-Joseph Proudhon.

A medida que la sociedad se civiliza, la autoridad real disminuye. Pierre-Joseph Proudhon.

En una sociedad, la autoridad del hombre sobre el hombre está en razón inversa del desarrollo intelectual conseguido por esa sociedad, y la duración probable de esta autoridad puede calcularse en razón directa de la mayor o menor aspiración a un verdadero gobierno, es decir, a un gobierno establecido con arreglo a principios científicos. Así como el derecho de la fuerza y el de la astucia se restringen por la determinación cada vez mayor de la idea de justicia y acabarán por desaparecer en la igualdad, la soberanía de la voluntad cede ante la soberanía de la razón y terminará por aniquilarse en un socialismo científico. La propiedad y la autoridad están amenazadas de ruina desde el principio del mundo, y así como el hombre busca la justicia en la igualdad, la sociedad aspira al orden en la anarquía. Pierre-Joseph Proudhon.

La propiedad es el derecho de usar y abusar. Pierre-Joseph Proudhon.

No es posible gobierno, ni economía política, ni administración pública que tenga la propiedad por fundamento. Pierre-Joseph Proudhon.

La comunidad pretende la igualdad y la ley. La propiedad, nacida del sentimiento del mérito personal, aspira frecuentemente a la independencia y a la proporcionalidad. Pero la comunidad, tomando la uniformidad por la ley y la nivelación por la igualdad, llega a ser tiránica e injusta, y a su vez la propiedad, por su despotismo y sus detentaciones, se muestra pronto opresiva e insociable. El propósito de la comunidad y de la propiedad es bueno; el resultado de una y otra es pésimo. ¿Por qué? Porque ambas son exclusivistas y desconocen, cada una de ellas por su parte, dos elementos de la sociedad. La comunidad rechaza la independencia y la proporcionalidad; la propiedad no satisface a la igualdad ni a la ley. Pierre-Joseph Proudhon.

Mas si imaginamos una sociedad fundada en estos cuatro principios, la igualdad, ley, independencia, proporcionalidad, hallaremos: 1º. Que consistiendo la igualdad únicamente en la igualdad de condiciones, es decir, de medios, no en la igualdad de bienestar, la cual, mediante la igualdad de medios, debe ser obra del trabajador, no se atenta en forma alguna a la justicia ni a la equidad. 2º. Que la ley, como resultado que es de la ciencia de los hechos y fundada, por tanto, en la necesidad misma, no puede quebrantar jamás la independencia. 3º. Que la independencia recíproca de los individuos, o la autonomía de la razón privada, como derivada que es de la diferencia de talentos y capacidades, puede existir sin peligro dentro de la ley. 4º. Que no admitiéndose la proporcionalidad, sino en la esfera de la inteligencia y del sentimiento, pero no en el orden de las cosas físicas, puede observarse sin violar la justicia o la igualdad social. Esta tercera forma de sociedad, síntesis de la comunidad y de la propiedad, se llama libertad. Pierre-Joseph Proudhon.

La libertad es la igualdad, porque la libertad sólo existe en el estado social, y fuera de la igualdad no puede haber sociedad. La libertad es la anarquía, porque no consiente el imperio de la voluntad, sino sólo la autoridad de la ley, es decir, de la necesidad. La libertad afirma la independencia en términos de infinita variedad, porque respeta todas las voluntades dentro de los límite de la ley. La libertad es la proporcionalidad, porque ofrece plena latitud a la ambición del mérito y a la emulación de la gloria. Pierre-Joseph Proudhon.

La libertad no es contraria al derecho de sucesión hereditaria; se limita a velar porque la igualdad no sea violada por él. Pierre-Joseph Proudhon.

Toda revolución inconclusa –es decir, que no lleva a la emancipación verdadera y total del Trabajo- está condenada al retroceso, en una forma u otra. La historia lo enseña; la Revolución rusa lo confirma. Pero los que no quieren entender ni ver tardan en comprenderlo: unos se obstinan en una revolución autoritaria; otros acaban por desesperar de toda revolución, en vez de investigar los motivos de los fracasos; otros aún –y son, ¡ay!, los más numerosos- no quieren escuchar ni mirar; se imaginan poder vivir su vida al margen y al abrigo de los gigantescos remolinos sociales; se desinteresan del conjunto social y tratan de atrincherarse en su miserable existencia individual, inconscientes del enorme obstáculo que alzan, con su actitud, en el camino del progreso humano y de su propia y verdadera dicha individual. Ellos creen no importa qué y siguen a no importa quién con tal que se les deje tranquilos. Así confían poder salvarse en pleno cataclismo. ¡Error e ilusión fundamentalmente fatales! La verdad es sencilla, sin embargo: en tanto que el trabajo del hombre no sea liberado de toda explotación por el hombre, nadie podrá hablar de verdadera vida, ni de verdadero progreso, ni de verdadera dicha personal. Volin.

La idea fundamental del anarquismo es que ningún partido, agrupación política o ideológica, que se coloque por encima o fuera del pueblo para gobernarlo o guiarlo, logrará jamás emanciparlo, aunque lo desee sinceramente. La emancipación efectiva no podrá obtenerse sino por una actividad directa, vasta e independiente de los interesados, de los trabajadores mismos, agrupados, no bajo la bandera de un partido político o de una formación ideológica, sino en sus propios organismos de clase, sindicatos de producción, comités de fábricas, cooperativas, etc., sobre la base de una acción concreta y de una auto-administración; ayudados pero no gobernados por los revolucionarios que obran en y no por encima de la masa y de los organismos profesionales, técnicos, defensivos u otros. Toda agrupación política o ideológica que buscase guiar a las masas hacia su emancipación por la vía política y gubernamental seguiría un falso camino, conduciría a un fracaso y concluiría fatalmente por instaurar un nuevo sistema de privilegios económicos y sociales, provocando de este modo el retorno, bajo aspecto distinto, a un régimen de opresión y de explotación de los trabajadores, que sería otra variedad del capitalismo, en lugar de ayudar a que la revolución sea realmente emancipadora. Volin.

La idea anarquista y la revolución emancipadora no podrán realizarse por los anarquistas, como tales, sino por el mismo pueblo interesado. Los anarquistas y los revolucionarios en general, serán los llamados a esclarecerlo y ayudarlo cuando sea necesario. […] La clase obrera sola no podría tampoco llevar a buen término la verdadera Revolución social emancipadora. Si pretendiese actuar sola, imponiéndose a otros elementos de la población por la dictadura y arrastrándolos detrás de ella por la fuerza, sufriría el mismo fracaso. No comprendiendo los fenómenos sociales ni la naturaleza de los hombres y de los sucesos puede creerse lo contrario. Volin.

La realización de la verdadera revolución emancipadora exige la participación activa, la colaboración estrecha, consciente y sin reserva de millones de hombres de toda condición social, inclasificados, desocupados, nivelados y arrojados a la revolución por la fuerza de las circunstancias. Para que estos millones de hombres sean impulsados, es necesario, ante todo, que la revolución en marcha los desaloje de la rutina de su existencia cotidiana. Y para que ello sea, es preciso que la misma sociedad actual se les torne imposible, que se arruine de arriba abajo, con su economía, su régimen social, su política, sus costumbres y sus prejuicios. Volin.

Si los hombres no trabajan libremente, el sistema es necesariamente capitalista. Sólo la forma varía. Volin.

Los factores subjetivos tienen lugar importante entre los hombres, a tal punto que, a menudo, ellos dominan los efectos aparentemente inevitables de los factores objetivos, sobre todo cuando aquéllos se encadenan de cierto modo. […] En el mundo humano la inevitabilidad objetiva absoluta no existe. En todo momento pueden intervenir y privar factores puramente humanos, subjetivos. Volin.

Se es anarquista porque se estima imposible suprimir el poder, la autoridad y el Estado con la ayuda del poder, la autoridad y el Estado (y las masas arrastradas). Volin.

En el curso de la historia humana, raramente una idea ha sido tan desfigurada y calumniada como lo ha sido el anarquismo. Volin.

Que no se diga que el pueblo no quiere actuar y que se le debe obligar a la fuerza. ¡Pura invención! Cuando una gran revolución se realiza, el pueblo no pide sino actuar. Pero necesita ayuda desinteresada de los revolucionarios íntegros, de los hombres instruidos, de los técnicos y especialistas. La verdad es que las castas, los grupos y los hombres ávidos de poder y privilegios, atiborrados de falsas doctrinas y despreciando al pueblo, en el que no tienen la menor confianza, impiden a éste su actuación y, en vez de ayudarlo, quieren gobernarlo y conducirlo, en definitiva, a otra forma de explotación. Y para justificar tal engañifa crean la leyenda de su incapacidad. En tanto que el pueblo trabajador de todos los países no comprenda el engaño permanente de la política y no impida las aspiraciones reaccionarias de todos esos elementos, todas las revoluciones abortarán y la emancipación real del trabajo seguirá siendo un ensueño irrealizable. Volin.

El régimen comunista estatista no es sino una variedad del fascismo. Volin.

Lenin y Trotski, es decir, su sistema, prepararon el terreno y engendraron a Stalin. Volin.

Felizmente, si los hombres, generalmente débiles e inconsecuentes, se ablandan, se deforman y pasan, las verdades que antes defendieron y proclamaron siguen siendo permanentes. Volin.

Toda tentativa de realizar la Revolución social con ayuda de un Estado, un gobierno y una acción política –por muy sincera, muy enérgica y más favorecida por las circunstancias y respaldada por las masas que esa tentativa sea- concluirá fatalmente en un capitalismo de Estado, el peor de los capitalismos y que no tiene absolutamente relación alguna con la marcha de la humanidad hacia la sociedad socialista. Volin.

No es el jefe, ni el comandante, ni el revolucionario profesional, ni la élite, que cuentan en una verdadera revolución; es la masa revolucionaria. En ella se alberga la Verdad… y la Salvación. El papel de animador, del jefe, del verdadero revolucionario, de la élite, es el de ayudar a la masa y mantenerse a la altura de la tarea. Volin.

Allí donde las masas laboriosas no se dejen subyugar, donde cultiven el amor de la independencia, donde concentren y fijen su espíritu y su voluntad de clase, ellas crearán siempre sus propios movimientos sociales históricos y obrarán según su propio entendimiento. Piotr Arshinov.

La acción sindical se reduce necesariamente a la simple defensa de las conquistas ya obtenidas y hasta eso se vuelve cada vez más difícil. Tal es la tendencia general de las cosas en nuestra sociedad. La contrapartida de esa tendencia debería ser el desarrollo del aspecto político de la lucha de clases. Rosa Luxemburgo.

La libertad, sólo para los miembros de gobierno, sólo para los miembros del Partido, aunque muy abundante, no es libertad del todo. La libertad es siempre la libertad de los disidentes. La esencia de la libertad política depende no de los fanáticos de la justicia, sino de los efectos vigorizantes y benéficos de los disidentes. Si «libertad» se convierte en «privilegio», la esencia de la libertad política se habrá roto. Rosa Luxemburgo.

Quien no se mueve, no siente las cadenas. Rosa Luxemburgo.

No es cierto que el socialismo surgirá automáticamente de la lucha diaria de la clase obrera. El socialismo será consecuencia de las crecientes contradicciones de la economía capitalista y la comprensión por parte de la clase obrera de la inevitabilidad de la supresión de dichas contradicciones a través de la transformación social. Rosa Luxemburgo.

El revisionismo no espera a ver la maduración de las contradicciones del capitalismo. No propone eliminar esas contradicciones mediante una transformación revolucionaria. Quiere disminuir, atenuar las contradicciones capitalistas. De modo que el antagonismo que existe entre la producción y el cambio se reducirá mediante la terminación de las crisis y la formación de cárteles capitalistas. El antagonismo entre el capital y el trabajo será resuelto mejorando la situación de la clase obrera y conservando las clases medias. Y la contradicción entre el Estado clasista y la sociedad quedará liquidada a través del incremento del control estatal y el progreso de la democracia. Rosa Luxemburgo.

Si es cierto que el capitalismo seguirá desarrollándose según la dirección que se ha trazado hasta el momento, sus contradicciones necesariamente se agudizarán y agravarán en lugar de desaparecer. La posibilidad de que se atenúen las contradicciones capitalistas presupone que el modo capitalista de producción detendrá su propio avance. Rosa Luxemburgo.

Las crisis son manifestaciones orgánicas inseparables de la economía capitalista. Rosa Luxemburgo.

En el avance “libre” de la producción capitalista acecha una amenaza para el capitalismo, mucho más grave que las crisis. Es la amenaza de la baja constante de la tasa de ganancia, que no resulta de la contradicción entre la producción y el cambio sino del incremento de la productividad misma del trabajo. La caída de la tasa de ganancia lleva en sí la peligrosísima tendencia a imposibilitar cualquier tipo de empresa para los capitales pequeños y medianos. Limita, así, la nueva formación y, por lo tanto, la extensión de las radicaciones de capitales. Y son precisamente las crisis las que constituyen la otra consecuencia del mismo proceso. Como resultado de su depreciación periódica de capital, las crisis provocan una caída en los precios de los medios de producción, la parálisis de una parte del capital activo y, con el tiempo, el incremento de las ganancias. Crean así las posibilidades para un nuevo avance de la producción. Por eso las crisis aparecen como instrumentos para reavivar el fuego del desarrollo capitalista. Su cese —no su cese temporario sino su desaparición total del mercado mundial— no provocaría un desarrollo mayor de la economía capitalista. Destruiría el capitalismo. Rosa Luxemburgo.

El revisionismo no es sino una generalización teórica hecha desde el punto de vista del capitalista aislado. […] Todos los errores de esta escuela se basan precisamente en la concepción que ve en los fenómenos de la competencia, tal como se le aparecen al capitalista aislado, los fenómenos de la economía capitalista en su conjunto. […] La teoría del revisionismo puede entonces definirse de la siguiente manera. Es la teoría de detenerse en el movimiento socialista construida, con la ayuda de la economía vulgar, sobre la teoría de la detención del capitalismo. Rosa Luxemburgo.

La mayor conquista del movimiento proletario ha sido el descubrimiento de una fundamentación para la realización del socialismo en las condiciones económicas de la sociedad capitalista. El resultado de este descubrimiento fue que el socialismo se transformó, de sueño “ideal” milenario de la humanidad, en necesidad histórica. Rosa Luxemburgo.

Las cooperativas, sobre todo las de producción, constituyen una forma híbrida en el seno del capitalismo. Se las puede describir como pequeñas unidades de producción socializada dentro del intercambio capitalista. Pero en la economía capitalista el intercambio domina la producción (es decir, la producción depende, en gran medida, de las posibilidades del mercado). Como fruto de la competencia, la dominación total del proceso de producción por los intereses del capitalismo -es decir, la explotación inmisericorde- se convierte en factor de supervivencia para cada empresa. La dominación por el capital del proceso de producción se expresa de varias maneras. El trabajo se intensifica. La jornada laboral se acorta o alarga según la situación del mercado. Y, según los requerimientos del mercado, la mano de obra es empleada o arrojada de nuevo a la calle. Dicho de otra manera, se utilizan todos los métodos que le permiten a la empresa hacer frente a sus competidoras en el mercado. Los obreros que forman una cooperativa de producción se ven así en la necesidad de gobernarse con el máximo absolutismo. Se ven obligados a asumir ellos mismos el rol del empresario capitalista, contradicción responsable del fracaso de las cooperativas de producción, que se convierten en empresas puramente capitalistas o, si siguen predominando los intereses obreros, terminan por disolverse. Rosa Luxemburgo.

Los sindicatos no son más que una organización defensiva de la clase obrera contra los ataques de la ganancia. Reflejan la resistencia obrera ante la opresión de la economía capitalista. Rosa Luxemburgo.

Las cooperativas y los sindicatos son totalmente incapaces de transformar el modo capitalista de producción. Rosa Luxemburgo.

No puede establecerse una relación absoluta y general entre desarrollo capitalista y democracia. Rosa Luxemburgo.

Si el liberalismo en cuanto tal ya le es totalmente inútil a la sociedad burguesa, también se ha convertido, por otra parte, en un impedimento directo para el capitalismo. Rosa Luxemburgo.

Quien desee el fortalecimiento de la democracia, debe también desear el fortalecimiento, y no el debilitamiento, del movimiento socialista. Quien renuncia a la lucha por el socialismo, renuncia también a la movilización obrera y a la democracia. Rosa Luxemburgo.

Cada constitución legal es producto de una revolución. En la historia de las clases, la revolución es un acto de creación política, mientras que la legislación es la expresión política de la vida de una sociedad que ya existe. La reforma no posee una fuerza propia, independiente de la revolución. En cada periodo histórico la obra reformista se realiza únicamente en la dirección que le imprime el ímpetu de la última revolución, y prosigue mientras el impulso de la última revolución se haga sentir. Más concretamente, la obra reformista de cada periodo histórico se realiza únicamente en el marco de la forma social creada por la revolución. Rosa Luxemburgo.

Va en contra del proceso histórico presentar la obra reformista como una revolución prolongada a largo plazo y la revolución como una serie condensada de reformas. La transformación social y la reforma legislativa no difieren por su duración sino por su contenido. El secreto del cambio histórico mediante la utilización del poder político reside precisamente en la transformación de la simple modificación cuantitativa en una nueva cualidad o, más concretamente, en el pasaje de un periodo histórico de una forma dada de sociedad a otra. Es por ello que quienes se pronuncian a favor del método de la reforma legislativa en lugar de la conquista del poder político y la revolución social en oposición a éstas, en realidad no optan por una vía más tranquila, calma y lenta hacia el mismo objetivo, sino por un objetivo diferente. En lugar de tomar partido por la instauración de una nueva sociedad, lo hacen por la modificación superficial de la vieja sociedad. Siguiendo las concepciones políticas del revisionismo, llegamos a la misma conclusión que cuando seguimos las concepciones económicas del revisionismo. Nuestro programa no es ya la realización del socialismo sino la reforma del capitalismo; no es la supresión del trabajo asalariado, sino la reducción de la explotación, es decir, la supresión de los abusos del capitalismo en lugar de la supresión del propio capitalismo. Rosa Luxemburgo.

Ninguna ley obliga al proletariado a someterse al yugo del capitalismo. La pobreza, la carencia de medios de producción, obligan al proletariado a someterse al yugo del capitalismo. […] Las relaciones fundamentales de la dominación de la clase capitalista no pueden transformarse mediante la reforma legislativa, sobre la base de la sociedad capitalista, porque estas relaciones no han sido introducidas por las leyes burguesas, ni han recibido forma legal. Rosa Luxemburgo.

Una de las peculiaridades del orden capitalista es que en su seno todos los elementos de la futura sociedad asumen en la primera instancia de su desarrollo una forma que no se aproxima al socialismo sino que, por el contrario, se aleja más y más del socialismo. La producción se socializa progresivamente. Pero, ¿bajo qué forma se expresa el carácter social de la producción capitalista? Se expresa bajo la forma de la gran empresa, la firma accionista, el cártel, dentro del cual los antagonismos capitalistas, la explotación capitalista, la opresión de la fuerza de trabajo, se exacerban al extremo. Rosa Luxemburgo.

Si la democracia se ha vuelto, a los ojos de la burguesía, superflua y molesta, resulta, por el contrario, tanto más indispensable y necesaria para la clase obrera. Es necesaria para la clase obrera porque crea las formas políticas (administración autónoma, derechos electorales, etcétera) que le servirán al proletariado de puntos de apoyo para la tarea de transformar la sociedad burguesa. La democracia es indispensable para la clase obrera, porque sólo mediante el ejercicio de sus derechos democráticos, en la lucha por la democracia, puede el proletariado adquirir conciencia de sus intereses de clase y de su tarea histórica. En síntesis, la democracia no es indispensable porque hace superflua la conquista del poder político por el proletariado, sino porque hace a esta conquista necesaria y posible. Rosa Luxemburgo.

Es imposible la expropiación de la clase capitalista sin colapso del capitalismo. Rosa Luxemburgo.

Puesto que la sociedad real está compuesta de clases que poseen intereses, aspiraciones y concepciones diametralmente opuestos, una ciencia social humana general, un liberalismo abstracto, una moral abstracta, son en la actualidad ilusiones, utopía pura. Rosa Luxemburgo.

La historia de la revolución, como toda historia, debe, ante todo, relatar los hechos y su desarrollo. Mas esto no basta. Es menester que del relato se desprenda con claridad por qué las cosas sucedieron de ese modo y no de otro. Los sucesos históricos no pueden considerarse como una cadena de aventuras ocurridas al azar ni engarzarse en el hilo de una moral preconcebida, sino que deben someterse al criterio de las leyes que los gobiernan. Trotsky.

Una revolución es una situación donde las masas comienzan a tomar el destino en sus propias manos. […] El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. Trotsky.

Es imposible consolidar las conquistas de la revolución dentro de los límites del sistema capitalista. Tarde o temprano habrá que elegir: o la revolución liquida el poder económico de la oligarquía, expropia a los banqueros y a los capitalistas y emprende la dirección al socialismo, o la oligarquía y el imperialismo liquidarán la revolución. Alan Woods.

En la historia, la relación entre los factores objetivo y subjetivo es altamente compleja y contradictoria. Alan Woods.

La revolución choca inevitablemente con las barreras del orden social y de las instituciones existentes. Esto provoca enfrentamientos. Cada acción provoca una reacción igual pero en sentido contrario: esta ley es igual de buena para las revoluciones como para la mecánica elemental. Alan Woods.

La revolución necesita para avanzar el látigo de la contrarrevolución. Karl Marx.

La revolución socialista no es un acto único, ni una única batalla en un frente aislado, sino toda una época de agudos conflictos de clases, una larga serie de batallas en todos los frentes, es decir, batallas alrededor de todos los problemas de la economía y de la política, que sólo pueden culminar con la expropiación de la burguesía. Sería por completo erróneo pensar que la lucha por la democracia pueda distraer al proletariado de la revolución socialista, o relegarla, posponerla, etc. Por el contrario: así como es imposible un socialismo victorioso que no realice la democracia total, un proletariado que no libre una lucha revolucionaria general y consecuente por la democracia, no puede prepararse para la victoria sobre la burguesía. Lenin.

La democracia, el parlamento, las elecciones, la libertad de expresión y los sindicatos libres son vistos por la clase dominante como un mal necesario que puede tolerarse en la medida que no representa una amenaza para la dictadura de los bancos y de los monopolios. Pero en cuanto el mecanismo de la democracia es utilizado por las masas para introducir un cambio fundamental en la sociedad, la actitud de la clase dominante cambia: comienza a gritar la palabra “dictadura” incluso cuando, como en Venezuela, el gobierno ha sido elegido democráticamente por una aplastante mayoría y utilizan su músculo económico, su control de la vida económica de la nación, su control de los medios de comunicación de masas y la judicatura para acosar, sabotear y socavar al gobierno elegido democráticamente; es decir, recurren a métodos extraparlamentarios para derrocar al gobierno. Alan Woods.

Hay hombres y mujeres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida… esos son los imprescindibles. Bertolt Brecht.

No es posible detener la revolución a medio camino. No es posible hacer media revolución. O la revolución se lleva hasta el final o perecerá. Alan Woods.

Pedir al capitalismo que se humanice es como pedirle a un tigre que coma lechuga. Alan Woods.

Un pueblo que no está preparado para defender su libertad con las armas en la mano no merece ser libre. Alan Woods.

La única forma de llevar hacia delante la revolución es desde abajo. El movimiento de masas debe tener una forma y una expresión organizadas y esto sólo se logra con la creación de comités de acción elegidos democráticamente en cada centro de trabajo, barrio obrero, oficina, refinería de petróleo y pueblo. Los comités deben unirse a todas las escalas —local, regional y nacionalmente—. Sólo de esta forma se pueden sentar las bases para un nuevo poder en la sociedad: el poder obrero. Alan Woods.

El imperialismo es el capitalismo monopolista. Es un sistema de relaciones mundiales basado en el dominio del planeta por un puñado de grandes empresas, la mayoría de ellas localizadas en EEUU. Las actividades militares del imperialismo son sólo una expresión de los intereses de estas grandes empresas. […] Una lucha seria contra el imperialismo es impensable sin una lucha implacable contra la burguesía. Alan Woods.

Para las masas, un verdadero paso adelante vale más que cien programas correctos. Karl Marx.

Para las masas, unos gramos de práctica valen más que una tonelada de teoría. Lenin.

Cada día estoy más convencido, sin ninguna duda en mi mente, de que, como han dicho muchos intelectuales, es necesario trascender al capitalismo. Pero el capitalismo no puede ser trascendido desde dentro del propio capitalismo, sino a través del socialismo, el verdadero socialismo, con igualdad y justicia. También estoy convencido de que es posible hacerlo bajo la democracia, pero no bajo el tipo de democracia impuesta desde Washington. Hugo Chávez.

El socialismo, o es democrático o no es nada. Desde el principio, el control y la administración de la industria, de la sociedad y del Estado debe estar en manos de la propia clase obrera. Ésa es la única forma de impedir la formación de una burocracia, ese abominable cáncer en el organismo de un Estado obrero, y asegurar que las masas se identifiquen activamente con la revolución desde un principio. La participación activa de las masas es la primera regla del socialismo. Alan Woods.

La burguesía no se toma a la ligera el fascismo. No es su primer recurso, sino el último, cuando todas las demás opciones están agotadas y la burguesía se enfrenta a su derrocamiento por parte de la clase obrera. Alan Woods.

El fascismo es un tipo especial de reacción, que utiliza a las enloquecidas masas de la pequeña burguesía y al lumpemproletariado para aplastar y atomizar a la clase obrera. La burguesía temporalmente pierde el control de su propio Estado, que pasa a manos de los bandidos fascistas. Alan Woods.

Aunque se base en las masas enloquecidas de la pequeña burguesía arruinada y en los lumpemproletarios, el fascismo en realidad representa los intereses de los grandes monopolios. Alan Woods.

La burguesía puede pasar de la democracia formal a la reacción abierta y a la dictadura, con la misma facilidad con la que un hombre cambia del compartimento de fumadores al de no fumadores en un tren. Alan Woods.

El fascismo es un intento de destruir el embrión de la nueva sociedad en el útero de la vieja. El objetivo principal del nazismo no era tanto la destrucción de la democracia burguesa (que también naturalmente conseguiría), como la completa destrucción de las organizaciones de la clase obrera. Los nazis no sólo aplastaron los sindicatos y los partidos obreros, incluso cerraron los clubes de ajedrez de los trabajadores. Alan Woods.

La democracia burguesa formal, aunque es infinitamente preferible al fascismo o el bonapartismo, es sólo una fachada que pretende disfrazar la dictadura de los grandes bancos y monopolios. Estamos luchando, no por defender la sociedad existente y su régimen constitucional y legal, sino para transformar la sociedad de arriba abajo, barriendo la dictadura del capital y sustituyéndola por una democracia real, una democracia de toda la población trabajadora: una democracia obrera que preparará el camino para un movimiento hacia una etapa superior de la sociedad humana, cuando las clases, las guerras, la nación y el Estado, y todos los otros remanentes de la barbarie serán sólo un mal recuerdo del pasado. Alan Woods.

La pobreza es la peor forma de violencia. Gandhi.

Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego. Gandhi.

El Amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa de que dispone el ser humano. Gandhi.

En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle. Gandhi.

El que retiene algo que no necesita es igual a un ladrón. Gandhi.

Ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria. Gandhi.

La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha, y no en la victoria misma. Gandhi.

La causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad. Gandhi.

La fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable. Gandhi.

La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia. Gandhi.

La honestidad es incompatible con amasar una fortuna. Gandhi.

La verdad jamás daña a una causa que es justa. Gandhi.

La violencia es el miedo a los ideales de los demás. Gandhi.

Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. Gandhi.

Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia. Gandhi.

Los medios impuros desembocan en fines impuros. Gandhi.

Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos. Gandhi.

No hay camino hacia la paz, la paz es el camino. Gandhi.

No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna. Gandhi.

Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa. Gandhi.

Odio todo lo que sea privilegio y monopolio. Considero como tabú todo lo que no puede ser compartido por la multitud. Gandhi.

Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio. Gandhi.

Sé el cambio que quieras ver en el mundo. Gandhi.

Todo derecho que no lleva consigo un deber, no merece que se luche por defenderlo. Gandhi.

Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él. Gandhi.

Uno debe ser tan humilde como el polvo para poder descubrir la verdad. Gandhi.

Vive más sencillamente para que otros puedan sencillamente vivir. Gandhi.

La no violencia ha de ser la única bandera de combate entre los ejércitos humanos. Ella prevalecerá. Gandhi.

La diferencia entre lo que hacemos y somos capaces de hacer, resolvería la mayoría de los problemas del mundo. Gandhi.

Lo que es válido para los individuos es válido para las naciones. Gandhi.

Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino. Gandhi.

Cuando desespero, recuerdo que a lo largo de la historia, siempre han triunfado la verdad y el amor. Ha habido tiranos y asesinos. Por un momento, pueden parecer invencibles, pero al final siempre caen. Gandhi.

La primera cualidad de un partido revolucionario es saber mirar cara a cara la realidad. Trotsky.

Toda situación de crisis contiene factores importantes de indeterminación. Los estados de ánimo, las opiniones y las fuerzas, tanto hostiles como amigas, se forman en el proceso mismo de la crisis. Es imposible preverlos por adelantado de forma matemática. Hay que medirlos en la lucha, por medio de la lucha, y aportar a la política las correcciones necesarias basándose sobre estas mediciones sacadas de la vida. Trotsky.

La autocrítica más despiadada, cruel y que llegue al fondo de las cosas, es el aire y la luz vital del movimiento proletario. Rosa Luxemburgo.

La teoría marxista dio a la clase obrera de todo el mundo una brújula para que se orientara por el torbellino de los acontecimientos cotidianos, para que dirigiera en todo el mundo la táctica de lucha hacia la inamovible meta final. Rosa Luxemburgo.

Lo que al obrero conviene es mortal para el capitalista. Nikolai Bujarin.

Todo partido comprende la parte más consciente de aquella clase cuyos intereses representa. Nikolai Bujarin.

El programa es la cosa más importante para todo partido. Siempre se puede saber del programa de cualquier partido los intereses que representa. Nikolai Bujarin.

La esencia del orden capitalista se deduce de las tres características siguientes: producción para el mercado (producción de mercancías); monopolio de los medios de producción en provecho de la clase capitalista; trabajo asalariado, o sea el trabajo basado en la venta de la mano de obra. Nikolai Bujarin.

En la economía mercantil los hombres trabajan los unos para los otros, pero de modo inorgánico e independiente, sin darse cuenta de que en realidad el uno depende del otro. De aquí que la función de los hombres en la producción mercantil está distribuida de un modo determinado, y los hombres están en relaciones determinadas los unos con los otros. Nikolai Bujarin.

Bajo el capitalismo no se produce para la satisfacción de las necesidades, sino para la ganancia. Aquí se produce la mercancía para venderla, para tener una ganancia, para poder acumular ganancia. Cuanto mayor sea la ganancia, tanto mejor. Esto explica la loca persecución de la ganancia por parte de la clase capitalista. Este apetito insaciable no conoce límites. El es el nervio, la medula de la producción capitalista. Nikolai Bujarin.

La sociedad capitalista está basada en la explotación de la clase obrera. Una pequeña minoría de hombres domina todo; la mayoría de los obreros no posee nada. Los capitalistas mandan, los trabajadores obedecen. Los capitalistas explotan, los obreros son explotados. Toda la naturaleza de la sociedad capitalista consiste en esta implacable y siempre creciente explotación. Nikolai Bujarin.

El Estado burgués, además de ser la más poderosa y grande organización de la burguesía, es también la más complicada, pues posee numerosas ramificaciones que extienden en todas direcciones sus tentáculos. Todo ello sirve a un fin primordial: la defensa, la consolidación y expansión de la explotación de la clase obrera. Contra la clase obrera dispone el Estado burgués de los medios de la coacción brutal y de los de la servidumbre mental; estos dos forman los órganos más importantes del Estado capitalista. Nikolai Bujarin.

La burguesía comprende que no puede someter a la clase obrera con la sola fuerza bruta. Sabe que es necesario nublar también el cerebro. Nikolai Bujarin.

El Estado burgués necesita hacer del obrero un animal doméstico que trabaje indefenso y paciente como un caballo. Con esto el Estado capitalista se asegura su propia existencia. La máquina explotadora funciona y extrae continuamente plusvalía de la clase obrera. El Estado, mientras tanto, custodia para que los esclavos del salariado no se rebelen. Nikolai Bujarin.

Si no existiese la propiedad privada, sino que todo fuera propiedad de todos, el mundo tendría un aspecto bien distinto. Los hombres reducirían las horas de trabajo, restaurarían sus fuerzas y tendrían mayor libertad. Pero el capitalista que introduce una máquina piensa sólo en la ganancia; no reduce las horas de trabajo porque en tal caso reduciría también su ganancia. En el régimen capitalista la máquina no libera al hombre, sino que lo esclaviza más. Nikolai Bujarin.

La lucha entre los grandes grupos capitalistas se manifiesta en el antagonismo entre los diversos grupos de Estados capitalistas, antagonismos que llevan de la guerra comercial a la guerra armada. La concurrencia disminuye con el desarrollo del capitalismo sólo si se considera el número de concurrentes, pero se acentúa en cuanto a su encarnizamiento y a sus consecuencias desastrosas. Nikolai Bujarin.

Todo el mundo comprenderá que lo que al capitalista le conviene es hacer trabajar al obrero lo más posible y pagarlo lo menos posible. En cambio, el obrero tiene por interés el trabajar lo menos posible y cobrar cuanto más mejor. Está, pues, claro que desde que surgió la clase obrera tenía que iniciarse la lucha por el aumento del salario y la reducción de las horas de trabajo. Nikolai Bujarin.

La sociedad comunista no sólo organiza la producción sino que también libra al hombre de la opresión del hombre. Nikolai Bujarin.

El sistema de producción comunista no presupone la producción para el mercado. Se produce para satisfacer las necesidades de la sociedad. Por tanto, no existen mercancías, sino sólo productos. Estos productos no son recíprocamente cambiados, no son ni vendidos ni comprados, sino simplemente acumulados en los almacenes comunes y distribuidos a los que los necesitan. El dinero será cosa superflua. Nikolai Bujarin.

El capitalista introduce nuevas máquinas sólo cuando falta la mano de obra a buen precio; pero cuando ésta está barata, no necesita introducir innovaciones técnicas para aumentar la ganancia. El capitalista recurre a la máquina únicamente cuando le ahorra mano de obra a precios altos. Pero como en la sociedad capitalista la mano de obra, generalmente, está barata, las malas condiciones de la clase obrera se convierten en un obstáculo para el mejoramiento técnico. […] En la sociedad comunista, que no se preocupa de la ganancia, sino del bien de los trabajadores, no se impedirá ninguna innovación técnica. Las invenciones técnicas progresarán en el régimen comunista mejor que en el capitalista, porque todos gozarán de buena cultura y tendrán posibilidad de desarrollar las propias cualidades inventivas, mientras que en la sociedad actual muchos obreros inteligentes se ven obligados a vivir en la ignorancia. Nikolai Bujarin.

La concurrencia ha sido lentamente destruida por la concentración y centralización del capital. La concurrencia se devoró a sí misma. A medida que se acentuaba progresaba la centralización. Hasta que, finalmente, la concentración del capital, provocada por la concurrencia, mató a la concurrencia misma. En lugar de la libre concurrencia apareció el dominio de las asociaciones de monopolio, de los sindicatos y de los trusts. Nikolai Bujarin.

Bajo el reino del capital financiero, el país capitalista se transforma en un enorme trust combinado, a la cabeza del cual están los Bancos, y cuyo Comité Ejecutivo está representado por el poder estatal burgués. Nikolai Bujarin.

El imperialismo es hijo del capital financiero. Nikolai Bujarin.

La sociedad capitalista sólo puede mantenerse, en tanto el obrero industrial obedece las órdenes del director, que percibe un sueldo fabuloso, o las del propietaro, que se embolsa la plusvalía. Pero en el momento que las masas trabajadoras se empiezan a dar cuenta de que no son más que pies en las manos de sus enemigos, comienzan también a romperse los hilos que atan al soldado con el general, al obrero con el patrono. Los obreros cesan de obedecer a sus patronos, los soldados a los oficiales y los empleados a sus superiores, dando principio así al período de la disolución de la vieja disciplina, de la que se servían los ricos para dominar a los pobres. Nikolai Bujarin.

Sólo la confianza recíproca, la solidaridad fraternal y la unidad de la acción revolucionaria pueden asegurar la victoria de la clase trabajadora. El movimiento obrero comunista sólo puede vencer como movimiento comunista internacional. Nikolai Bujarin.

La burguesía comprende muy bien su negocio. Llama en nombre de la patria a todos los ciudadanos para que le defiendan el poder burgués y condena por alta traición a los que no lo hacen, pero no siente ningún escrúpulo si se trata de combatir la patria proletaria. Nikolai Bujarin.

La Revolución Rusa no hizo más que confirmar lo que constituye la lección básica de toda gran revolución, la ley de su existencia: o la revolución avanza a un ritmo rápido, tempestuoso y decidido, derriba todos los obstáculos con mano de hierro y se da objetivos cada vez más avanzados, o pronto retrocede de su débil punto de partida y resulta liquidada por la contrarrevolución. Nunca es posible que la revolución se quede estancada, que se contente con el primer objetivo que alcance. Y el que trata de aplicar a la táctica revolucionaria la sabiduría doméstica extraída de las disputas parlamentarias entre sapos y ratones lo único que demuestra es que le son ajenas la sicología y las leyes de existencia de la revolución, y que toda la experiencia histórica es para él un libro cerrado con siete sellos. Rosa Luxemburgo.

No se puede mantener el “justo medio” en ninguna revolución. La ley de su naturaleza exige una decisión rápida: o la locomotora avanza a todo vapor hasta la cima de la montaña de la historia, o cae arrastrada por su propio peso nuevamente al punto de partida. Y arrollará en su caída a aquellos que quieren, con sus débiles fuerzas, mantenerla a mitad de camino, arrojándolos al abismo. Rosa Luxemburgo.

El camino no va de la mayoría a la táctica revolucionaria, sino de la táctica revolucionaria a la mayoría. Sólo un partido que sabe dirigir, es decir, que sabe adelantarse a los acontecimientos, consigue apoyo en tiempos tempestuosos. Rosa Luxemburgo.

Nacionalización de las grandes y medianas propiedades y unión de industria y agricultura: éstos son los dos requisitos fundamentales de cualquier reforma económica socialista; sin ellos no hay socialismo. Rosa Luxemburgo.

Con toda seguridad, toda institución democrática tiene sus límites e inconvenientes, lo que indudablemente sucede con todas las instituciones humanas. Pero el remedio que encontraron Lenin y Trotsky, la eliminación de la democracia como tal, es peor que la enfermedad que se supone va a curar; pues detiene la única fuente viva de la cual puede surgir el correctivo a todos los males innatos de las instituciones sociales. Esa fuente es la vida política activa, sin trabas, enérgica, de las más amplias masas populares. Rosa Luxemburgo.

Es imposible pensar en un gobierno de las amplias masas sin una prensa libre y sin trabas, sin el derecho ilimitado de asociación y reunión. Rosa Luxemburgo.

Lejos de ser una suma de recetas prefabricadas que sólo exigen ser aplicadas, la realización práctica del socialismo como sistema económico, social y jurídico yace totalmente oculta en las nieblas del futuro. En nuestro programa no tenemos más que unos cuantos mojones que señalan la dirección general en la que tenemos que buscar las medidas necesarias, y las señales son principalmente de carácter negativo. Rosa Luxemburgo.

Lo negativo, la destrucción, puede decretarse; lo constructivo, lo positivo no. Territorio nuevo. Miles de problemas. Sólo la experiencia puede corregir y abrir nuevos caminos. Sólo la vida sin obstáculos, efervescente, lleva a miles de formas nuevas e improvisaciones, saca a luz la fuerza creadora, corrige por su cuenta todos los intentos equivocados. La vida pública de los países con libertad limitada está tan golpeada por la pobreza, es tan miserable, tan rígida, tan estéril, precisamente porque, al excluirse la democracia, se cierran las fuentes vivas de toda riqueza y progreso espirituales.[…] Toda la masa del pueblo debe participar. De otra manera, el socialismo será decretado desde unos cuantos escritorios oficiales por una docena de intelectuales. El control público es absolutamente necesario. De otra manera el intercambio de experiencias no sale del círculo cerrado de los burócratas del nuevo régimen. La corrupción se torna inevitable. La vida socialista exige una completa transformación espiritual de las masas degradadas por siglos de dominio de la clase burguesa. Los instintos sociales en lugar de los egoístas, la iniciativa de las masas en lugar de la inercia, el idealismo que supera todo sufrimiento, etcétera. Nadie lo sabe mejor, lo describe de manera más penetrante, lo repite más firmemente que Lenin. Pero está completamente equivocado en los medios que utiliza. Los decretos, la fuerza dictatorial del supervisor de fábrica, los castigos draconianos, el dominio por el terror, todas estas cosas son sólo paliativos. El único camino al renacimiento pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias. Es el terror lo que desmoraliza. Rosa Luxemburgo.

Todo régimen persistente de ley marcial lleva inevitablemente a la arbitrariedad, y toda forma de arbitrariedad tiende a depravar la sociedad. Al respecto, las únicas medidas efectivas en manos de la revolución proletaria son: medidas radicales de carácter político y social, la transformación lo más rápida posible de las garantías sociales de la vida de las masas; despertar el idealismo revolucionario, que puede mantenerse durante un largo lapso si las masas llevan una vida intensamente activa en las condiciones de una ilimitada libertad política. Rosa Luxemburgo.

Lo que determina el valor de una organización no es la letra de los estatutos, sino el sentido y el espíritu que insuflan en la letra los militantes más activos. Rosa Luxemburgo.

Al ser oportunista, el oportunismo no tiene más principio en el problema de la organización que la falta de principios. El oportunismo elige siempre sus medios en función de las circunstancias que corresponden a sus fines. Si entendemos, como lo hace Lenin, que el oportunismo es la intención de paralizar el movimiento autónomo y revolucionario de clase, a fin de ponerlo al servicio de los apetitos de dominación de la burguesía, resulta que este objetivo se alcanza mas fácilmente, en las etapas iniciales del movimiento obrero, a través de un centralismo rígido que a través de la descentralización, porque el primero pone al movimiento proletario aún vacilante a merced de un puñado de dirigentes académicos. Rosa Luxemburgo.

En realidad, lo que pone a un movimiento obrero todavía joven a merced de las veleidades de dominación de los académicos es su apresamiento dentro de la coraza de un centralismo burocrático que rebaja al proletariado combativo a la condición de un instrumento dócil de un «comité». Por el contrario, lo único que protege de verdad al movimiento obrero frente a todos los abusos oportunistas de parte de una intelectualidad ambiciosa es la actividad revolucionaria autónoma de los trabajadores y el fomento de su sentimiento de responsabilidad política. Rosa Luxemburgo.

La socialdemocracia siempre ha sostenido que representa no sólo los intereses de clase del proletariado, sino también las aspiraciones progresivas del conjunto de la sociedad contemporánea. Representa los intereses de todos los que son oprimidos por la dominación burguesa. Rosa Luxemburgo.

Tanto más extraña ha de resultar la idea de querer prohibir el ascenso de las corrientes oportunistas con una u otra redacción de los estatutos del partido nada más comenzar el movimiento obrero. La pretensión de eliminar el oportunismo a través de estos medios sobre el papel, no conseguirá acabar con éste, pero sí con la propia socialdemocracia y, al tratar de restringir las palpitaciones de una vida saludable, consigue debilitar su resistencia y su espíritu combativo no solamente contra las corrientes oportunistas sino, también, contra el orden social dominante, lo cual tiene ciertamente una gran importancia. El medio, pues, se vuelve contra el fin. Rosa Luxemburgo.

Desde el punto de vista de la historia, los errores cometidos por un movimiento obrero verdaderamente revolucionario son infinitamente más fructíferos y valiosos que la infalibilidad del mejor «comité central». Rosa Luxemburgo.

Cuando sea posible hablar de libertad, el Estado como tal dejará de existir. Friedrich Engels.

La religión no es más que un reflejo fantástico, en las cabezas de los hombres, de los poderes externos que dominan su existencia cotidiana. Un reflejo en el cual las fuerzas terrenas cobran forma de supraterrenas. Friedrich Engels.

Lo que no se sabe expresar es que no se sabe. Friedrich Engels.

Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre. Friedrich Engels.

La dialéctica es la ciencia de las leyes generales del movimiento y la evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento. Friedrich Engels.

Cuanto menor es la posibilidad de un ascenso social, más lógico es que los pobres adopten una visión ilusoria y anticientífica del mundo. En lugar de la tecnología, recurren a la magia. En lugar de la investigación independiente, eligen la ortodoxia. En lugar de la historia, prefieren el mito. En lugar de la biografía, veneran a héroes. Y como norma, sustituyen la lealtad de grupo por la honestidad impersonal que requiere el mercado. William Rees-Mogg.

Cualquiera que desee comprender la vida, no como una serie de accidentes sin sentido ni como una rutina irreflexiva, debe de ocuparse de la filosofía, esto es, del pensamiento, a un nivel superior que de los problemas inmediatos de la vida cotidiana. Tan sólo de esta forma nos elevamos a una altura desde la que comenzamos a realizar nuestro potencial como seres humanos conscientes, dispuestos y capaces de tomar el control de nuestros destinos. Alan Woods.

La dialéctica es un método de pensamiento y de interpretación del mundo, tanto de la naturaleza como de la sociedad. Es una forma de analizar el universo que parte del axioma de que todo se encuentra en un estado de constante cambio y flujo. Pero no sólo eso. La dialéctica explica que el cambio y la moción implican contradicción, y sólo pueden darse a través de contradicciones. Así, que, en lugar de una línea suave e ininterrumpida de progreso, lo que tenemos es una línea interrumpida por períodos explosivos en los que los cambios lentos que se han ido acumulando (cambios cuantitativos) sufren una rápida aceleración y la cantidad se transforma en calidad. La dialéctica es la lógica de la contradicción. Alan Woods.

Todo fluye y nada permanece. Heráclito.

La calidad es la base de toda nuestra comprensión del mundo, porque expresa la realidad fundamental de todas las cosas, mostrando las fronteras críticas que existen en el nivel de la realidad material. El punto exacto en el que pequeños cambios de grado dan lugar a cambios de estado es uno de los problemas más fundamentales de la ciencia. Es una cuestión que ocupa un lugar central en el materialismo dialéctico. Alan Woods.

En la dialéctica, más pronto o más tarde, las cosas se transforman en su contrario. En las palabras de la Biblia, «los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros». Lo hemos visto muchas veces, especialmente en la historia de las grandes revoluciones. Secciones previamente atrasadas y pasivas pueden ponerse al día de golpe. La conciencia se desarrolla mediante saltos bruscos. Esto se puede ver en cualquier huelga. Y en cada huelga podemos ver elementos de una revolución, aunque en un estado embrionario, no desarrollado. En este tipo de situaciones, la presencia de una minoría consciente y audaz puede jugar un papel similar al de un catalizador en una reacción química. En algunos casos, incluso un solo individuo puede jugar un papel absolutamente decisivo. Alan Woods.

La dialéctica considera los procesos fundamentales del universo, la sociedad y la historia de las ideas, no como un círculo cerrado, en el que los mismos procesos simplemente se repiten en un ciclo mecánico sin final, sino como una especie de espiral abierta de desarrollo, en la que nada se repite nunca de la misma manera. Este proceso lo podemos ver claramente en la historia de la filosofía y de la ciencia. Toda la historia del pensamiento consiste en un proceso inacabable de desarrollo mediante contradicciones. Alan Woods.

Marx analiza la economía capitalista, no como la suma total de los actos individuales de intercambio, sino como un sistema complejo, dominado por sus propias leyes tan poderosas como las leyes de la naturaleza. De la misma manera, los físicos están discutiendo ahora la idea de la complejidad, en el sentido de un sistema en que el todo no es sólo una colección de partes elementales. Por supuesto que es útil saber qué leyes rigen cada parte individual, pero el sistema complejo se regirá por leyes que no son simplemente una extensión de éstas. Este es precisamente el método de Marx en El Capital: el método del materialismo dialéctico. Alan Woods.

El carácter dual de la mercancía expresa la contradicción central de la sociedad capitalista – el conflicto entre el trabajo asalariado y el capital. El obrero piensa que vende su trabajo al empresario, pero en realidad le vende su fuerza de trabajo, que el capitalista utiliza como mejor le parece. La plusvalía que se extrae de esta manera es el trabajo no pagado de la clase obrera, la fuente de la acumulación de capital. Es este trabajo no pagado el que mantiene a todos los miembros de la sociedad que no trabajan, a través de la renta, el interés, el beneficio y los impuestos. La lucha de clases es realmente la lucha por la apropiación de la plusvalía. Alan Woods.

La relación entre la dialéctica y la lógica formal se puede comparar a la relación entre la mecánica cuántica y la mecánica clásica. No se contradicen sino que se complementan la una a la otra. […] La lógica formal (que ha alcanzado el grado de prejuicio popular en forma de «sentido común») sigue siendo válida para toda una serie de experiencias diarias. Sin embargo, las leyes de la lógica formal, que parten de una visión esencialmente estática de las cosas, inevitablemente dejan de ser válidas cuando se trata de fenómenos cambiantes, más complejos. Alan Woods.

El valor científico de un cuerpo de creencias no es directamente proporcional a la oscuridad de su lenguaje. Alan Woods.

La ley dialéctica de la transformación de la cantidad en calidad expresa la idea de que la materia se comporta de manera diferente a diferentes niveles. Así tenemos el nivel molecular, cuyas leyes son estudiadas principalmente por la química, pero en parte en física; tenemos el nivel de la materia viviente, estudiado principalmente por la biología; el nivel subatómico, estudiado por la mecánica cuántica; e incluso hay otro nivel todavía más profundo, el de las partículas elementales, estudiado por la física de partículas. Cada uno de estos niveles tiene muchas subdivisiones. Alan Woods.

Las causas y efectos individuales se pierden en un vasto océano de interacciones, en que la causa se convierte en efecto y viceversa. Alan Woods.

Cada cosa influye todas las demás cosas, y a su vez es influenciada y determinada por las demás. Alan Woods

Los propios hombres hacen su historia, pero hasta ahora no la hacen con una voluntad colectiva o de acuerdo a un plan colectivo, ni siquiera dentro de una sociedad dada perfectamente definida. Sus esfuerzos se entrechocan, y por esta misma razón todas esas sociedades son gobernantes por la necesidad, la que es complementada por, y aparece en la forma de azar. La necesidad que aquí se impone en medio de todos los accidentes, es nuevamente y en última instancia la necesidad económica. Es aquí donde interviene la cuestión de los llamados grandes hombres. El que tal y tal hombre, y precisamente ese hombre, surja de un momento determinado en un país dado, es por supuesto puro accidente. Pero suprímaselo, y habrá demanda de un sustituto, y Éste será encontrado, bueno o malo, pero a la larga se le encontrará. Friedrich Engels.

El materialismo dialéctico es la ciencia de la interconexión universal. Friedrich Engels.

Causa y efecto son representaciones que no tienen validez como tales, sino en la aplicación a cada caso particular, y que se funden en cuanto contemplamos el caso particular en su conexión general con el todo del mundo, y se disuelven en la concepción de la alteración universal, en la cual las causas y los efectos cambian constantemente de lugar, y lo que ahora o aquí es efecto, allí o entonces es causa, y viceversa. Friedrich Engels.

Los cambios cualitativos sólo pueden ocurrir como resultado de una acumulación de cambios cuantitativos. Alan Woods.

El llamado sentido común no representa más que una simple generalización de las nociones y hábitos que han surgido de nuestra vida diaria. Es un nivel determinado de comprensión que refleja un nivel concreto de experimento. […] La ciencia no tiene miedo de chocar con el llamado sentido común. Sólo tiene miedo del desacuerdo entre las ideas existentes y hechos experimentales nuevos y si ocurre un desacuerdo de este tipo la ciencia destroza implacablemente la idea que había creado previamente y eleva nuestro conocimiento a un nivel superior. Lev Landau.

En lugar de la caricatura del darwinismo social que intenta extrapolar las leyes de la selva capitalista para cubrir toda la historia y prehistoria humanas, todas las pruebas a nuestra disposición indican que toda la base de las primeras sociedades humanas era la cooperación, la actividad colectiva y el reparto. Alan Woods.

Darwin no sabía qué amarga sátira escribía sobre la humanidad, y en especial sobre sus compatriotas, cuando mostró que la libre competencia, la lucha por la existencia, que los economistas celebran como la máxima conquista histórica, es el estado normal del reino animal. Sólo la organización consciente de la producción social, en la cual la producción y la distribución se llevan a cabo en forma planificada, puede elevar a la humanidad por encima del resto del mundo animal en lo que se refiere al aspecto social, tal como la producción en general lo hizo con el género humano en el aspecto específicamente biológico. La evolución histórica hace cada día más indispensable esa organización, pero al mismo tiempo la posibilita cada día más. A partir de ella comenzará una nueva época de la historia en la cual la humanidad misma, y con ella todas las ramas de su actividad, y en particular las ciencias naturales, experimentarán un avance que dejará en las sombras más densas todo lo obtenido hasta ese momento. Friedrich Engels.

Todo el comportamiento humano es al mismo tiempo social e individual. Aquí vemos un claro ejemplo de la unidad y lucha de contrarios. Es totalmente falso contraponer el pensar al ser, o el individuo a la sociedad. Son inseparables. En la relación entre sujeto y objeto, entre individuo y entorno (sociedad) el factor que hace de mediador es la actividad humana práctica (el trabajo). Alan Woods.

La evolución no es un movimiento gradual y suave de lo inferior a lo superior. La evolución se produce a través de revoluciones y transformaciones. Alan Woods.

La introducción de maquinaria, nuevas técnicas científicas y fertilizantes significa que la producción mundial de comida puede mantenerse a la par que el crecimiento de la población fácilmente. El crecimiento de la productividad de la agricultura tiene lugar en un momento en que hay una disminución de la cantidad de población implicada en la agricultura. La extensión de su eficacia que se ha alcanzado en los países desarrollados a todo el mundo permitiría un enorme incremento de la producción. En la actualidad sólo se utiliza una parte muy pequeña de la enorme productividad biológica de los océanos. El hambre existe principalmente debido a la destrucción de los excedentes de comida para mantener alto el precio de los alimentos y por la necesidad de mantener la tasa de beneficios de los monopolios agrícolas. Alan Woods.

El hambre generalizado en el llamado Tercer Mundo no es el producto de la «selección natural», sino un problema muy concreto de origen humano. Lo que condena a millones de personas a una vida de miseria y a morir de hambre no es «la supervivencia de los más fuertes» sino el hambre de beneficios de un puñado de grandes bancos y monopolios. Los países más pobres se ven obligados a vender sus cosechas de arroz, cacao, y demás productos para poder pagar los intereses de su deuda acumulada. Alan Woods.

El mecanismo de la evolución está condicionado por la relación dialéctica entre los genes y el entorno. […] La materia prima genética entra en una relación dinámica con el entorno social, cultural y económico. Es imposible entender el proceso de la evolución tomando uno sólo de ellos por separado en la medida en que hay una interacción constante entre los elementos biológicos y «culturales». […] La cultura se transmite de generación en generación exclusivamente por la enseñanza y el ejemplo. Alan Woods.

Una sociedad basada en la explotación humana y el máximo beneficio que provoca paro masivo, pobreza, gente sin casa, y un deterioro general de la vida. Estas condiciones sociales, a su vez, son las que provocan crimen, violencia, y brutalidad. No tienen nada que ver con los genes o la biología, y sí con la barbarie de la sociedad capitalista. Los deterministas biológicos son utilizados para reforzar las ideas sociales reaccionarias. No hay que culpar a la sociedad del crimen, la pobreza, el paro, etc., sino que es culpa del individuo, a través de sus deficiencias biológicas o genéticas. Alan Woods.

La guerra de todos contra todos es el pilar fundamental de la sociedad capitalista. Alan Woods.

La sociedad humana, durante la mayor parte de su existencia se ha basado en el principio de la cooperación. De hecho los seres humanos nunca se hubieran elevado por encima del nivel de los animales sin eso. Lejos de ser un componente esencial de la psicología humana, la competencia es un fenómeno relativamente reciente, un reflejo de la sociedad basada en la producción de bienes, que pervierte y cambia la naturaleza humana hacia modelos de comportamiento que hubieran sido considerados aberrantes y antinaturales en el pasado. Alan Woods.

La única fuerza que tiene la clase obrera contra los empresarios es la fuerza de la unión, precisamente la cooperación. Sin organización, empezando a nivel sindical, la clase obrera es sólo materia prima para la explotación. La necesidad de los trabajadores de unirse en defensa de sus intereses es una lección que tiene que aprenderse una y otra vez. Alan Woods.

Los descubrimientos de la ciencia y la tecnología son una parte vital del desarrollo de la sociedad, permitiendo a la humanidad tener un control mayor sobre los límites impuestos por la naturaleza. Sólo de esta manera la humanidad puede llegar a ser auténticamente libre. El problema no es lo que la mente humana descubra. El problema es cómo se utilizan estos descubrimientos. Los avances de la ciencia abren un nuevo horizonte ilimitado de desarrollo humano. Pero hay una cara oscura en todo esto. Alan Woods.

Todo el desarrollo de la tecnología, que está constantemente rompiendo barreras, y uniendo el mundo de una manera que nunca antes se había visto, es un argumento en favor de una economía planificada a nivel mundial. No la monstruosa caricatura del estalinismo, sino una sociedad dirigida democráticamente, en la que hombres y mujeres adquieran un control consciente sobre sus vidas y destinos. Sobre la base de una economía armoniosamente planificada, uniendo todos los recursos del planeta, se abre una perspectiva de desarrollo ilimitado. Alan Woods.

La división del trabajo, por supuesto, juega un papel necesario en el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, bajo el capitalismo, ha sido llevada hasta tal extremo que se empieza a convertir en su contrario. La extrema división, por un lado, entre trabajo manual e intelectual significa que millones de hombres y mujeres se ven reducidos a una vida de esclavización no pensante en la línea de producción, sin ninguna posibilidad de desplegar la creatividad e ingenio latente en todo ser humano. En el otro extremo, tenemos el desarrollo de una especie de casta de sacerdotes intelectuales que se ha arrogado a sí misma el derecho exclusivo al título de «guardianes de la ciencia y la cultura». En la medida en que esta gente se aleja de la vida real de la sociedad, esto tiene un efecto negativo sobre su conciencia. Se desarrollan de una manera estrecha y unilateral. No sólo existe un abismo que separa a los «artistas» de los científicos, sino que la propia comunidad científica está surcada por divisiones crecientes entre las diferentes especializaciones cada vez más estrechas. Es irónico que, precisamente cuando las «líneas de demarcación» entre la física, la química y la biología se están rompiendo, el abismo que divide las diferentes ramas de, por ejemplo, la física, se ha hecho prácticamente insuperable. Alan Woods.

Debido a que el caos es una ciencia de sistemas totales dinámicos, más que de partes por separado, representa de hecho una reivindicación del punto de vista dialéctico. Hasta ahora, la investigación científica ha estado en gran medida aislada en su partes constituyentes. Buscando las «partes» el especialista científico se ha especializado demasiado, las más de las veces perdiendo de vista el «todo». De esta manera la experimentación y las racionalizaciones teóricas cada vez se alejan más de la realidad. Alan Woods.

El desarrollo de la ciencia se da a través de una serie infinita de aproximaciones sucesivas. Cada generación llega a una serie de generalizaciones fundamentales sobre el funcionamiento de la naturaleza, que sirven para explicar ciertos fenómenos observados. Estas, inevitablemente, son consideradas como verdades absolutas, válidas para siempre en «todos los mundos posibles». Pero bajo un examen más detallado, se descubre que no son absolutas sino relativas. Se descubren excepciones, que contradicen las reglas establecidas, y a su vez, necesitan explicación, y así hasta el infinito. Alan Woods.

La ciencia, de la misma manera que la sociedad, no puede vivir en un estado de permanente cambio revolucionario. Por esta misma razón, las revoluciones son acontecimientos relativamente infrecuentes, tanto en la ciencia como en la sociedad. Alan Woods.

Cuando sometemos a la consideración del pensamiento la naturaleza o la historia humana, o nuestra propia actividad intelectual, se nos ofrece por de pronto la estampa de un infinito entrelazamiento de conexiones e interacciones, en el cual nada permanece siendo lo que era, ni como era ni donde era, sino que todo se mueve, se transforma, deviene y perece. Esta concepción del mundo, primaria e ingenua, pero correcta en cuanto a la cosa, es la de la antigua filosofía griega y ha sido claramente formulada por vez primera por Heráclito: todo es y no es, pues todo fluye, se encuentra en constante modificación, sumido en constante devenir y perecer. Friedrich Engels.

Si se acepta la validez de la ley de la transformación de la cantidad en calidad en física y química, el siguiente paso sería aplicarla a la sociedad existente, con los resultados más desastrosos para los defensores del statu quo. Los escritos científicos de Marx y Engels no se pueden separar de su teoría revolucionaria de la historia en general (materialismo histórico), y sus análisis de las contradicciones del capitalismo. Estos obviamente no son muy populares entre los que actualmente poseen el monopolio del poder económico y político, y que controlan, no sólo los periódicos y cadenas de televisión, sino que también tienen en sus manos las cuerdas que determinan el destino de las universidades, los proyectos de investigación, y las carreras académicas. ¿Es sorprendente que el materialismo dialéctico sea un tema tabú, sobre el que se mantiene una conspiración de silencio, excepto para denunciarlo como acientífico, para gente que claramente nunca han leído una sola línea de Marx ni de Engels? Es cierto que un pequeño número de almas valientes han planteado el tema de la contribución del marxismo a la filosofía de la ciencia, pero incluso en este caso, estas menciones van frecuentemente de la mano de todo tipo de calificativos, intentando demostrar que la dialéctica puede ser válida para un campo determinado de la ciencia, pero que no se puede aceptar como proposición general. Alan Woods.

La historia conoce largos períodos de cambio gradual pero éste no es de ninguna manera un proceso continuo y uniforme. Se ve interrumpido por todo tipo de explosiones y catástrofes: guerras, crisis económicas, revoluciones y contrarrevoluciones. Alan Woods.

Cualquier intento de desterrar la contradicción de la naturaleza, de suavizar sus duras aristas, de sujetarla a las estrechas leyes de la lógica formal, al igual que los jardineros de Versalles sometieron la naturaleza salvaje a las leyes de la geometría, está destinado al fracaso. Intentos de este tipo pueden tener un efecto sedante de los nervios, pero serán totalmente inservibles a la hora de llegar a una comprensión del mundo real. Y lo que es cierto para la naturaleza animada e inanimada también es cierto para la historia de la propia humanidad, a pesar de los tozudos esfuerzos por demostrar lo contrario. La historia de la sociedad revela las mismas tendencias, las tendencias internas que impulsan el desarrollo; el auge y caída de los diferentes sistemas socioeconómicos; los largos períodos de cambio «evolutivo» gradual, interrumpidos por levantamientos repentinos, guerras y revoluciones, que se dan en cada encrucijada de todo desarrollo histórico importante. Alan Woods.

Se ha lanzado una ofensiva a nivel mundial contra la idea de la economía planificada, el marxismo y el socialismo en general. Los enemigos del socialismo se han aprovechado de los crímenes del estalinismo para manchar el nombre del marxismo. Tratan de convencer a la gente de que la revolución no vale la pena, y que, por lo tanto, es mejor conformarse con el gobierno de los grandes bancos y los monopolios, aceptar el paro masivo y la caída de los niveles de vida, debido a que, supuestamente, no hay otra alternativa. En realidad, lo que fracasó en Rusia no fue el socialismo, sino una caricatura burocrática del socialismo. Un sistema totalitario y burocrático es incompatible con un régimen de economía planificada y nacionalizada que, como Trotsky explicó en 1936, necesita democracia al igual que el cuerpo humano necesita oxígeno. Sin la participación activa y consciente de la población a todos los niveles, sin libertad total de crítica, discusión y debate, inevitablemente llevaría a una pesadilla de burocracia, corrupción, obstrucción y mala gestión, lo que inevitablemente al final mina las bases de la economía planificada. Esto es precisamente lo que pasó en la antigua Unión Soviética, tal y como los marxistas predijimos hace décadas. Alan Woods.

La propiedad privada y el estado nacional son las dos camisas de fuerza que impiden el desarrollo de la sociedad. Alan Woods.

En el sentido literal de la palabra, la humanidad está en una encrucijada. Por una parte existe el potencial para construir un paraíso en este mundo. Por otra, elementos de barbarie amenazan con inundar el planeta. Además de todo esto tenemos las amenazas al medio ambiente. Alan Woods.

Se puede especular qué es lo que causó la extinción de los dinosaurios. Pero no hay duda de las causas de la actual catástrofe: el ansia incontrolada de beneficios y la anarquía de la producción capitalista. Incluso científicos que no tienen nada que ver con el socialismo se han visto obligados a sacar la conclusión (perfectamente lógica si nos paramos a pensarlo por un momento) que la única solución es algún tipo de economía planificada a nivel mundial. Sin embargo esto no es posible bajo el capitalismo. Formalmente cuarenta países han aceptado la «Estrategia de Conservación del Mundo». Pero sin una federación socialista mundial, esto es simplemente papel mojado. Los intereses de los grandes monopolios son los que deciden. Alan Woods.

Realmente el trabajo es vida. Negar a alguien el derecho al trabajo no es sólo negarle el derecho a un mínimo nivel de vida. Es privarle de la dignidad humana, separarle de la sociedad civilizada, hacer su vida inútil y sin sentido. El desempleo es un crimen contra la humanidad. Alan Woods.

El mundo no es una colección de individuos aislados; todos están de alguna manera u otra conectados los unos con los otros. Aristóteles.

Los seres humanos se convierten en humanos separándose de su naturaleza puramente animal, es decir inconsciente. Incluso los animales más complejos no pueden alcanzar los logros del género humano, que le permiten sobrevivir y prosperar en las condiciones y climas más variados, bajo el mar, en el cielo e incluso en el espacio. Los seres humanos se han elevado por encima de su estado «natural», zoológico, han conseguido dominar el entorno hasta un nivel sin precedentes. Sin embargo, paradójicamente, los humanos siguen controlados por fuerzas que escapan a su control. La llamada «economía de mercado» se basa en la premisa de que la gente no controla sus vidas y destinos, son marionetas en manos de fuerzas invisibles, que como los caprichosos e insaciables dioses del pasado, lo gobiernan todo sin orden ni concierto. Estos dioses tienen sus sumos sacerdotes, que dedican sus vidas a su servicio. Habitan en los bancos y las bolsas, con sus rituales elaborados, y sacan enormes beneficios. Pero cuando los dioses se enfadan, los sacerdotes entran en pánico, como una horda de bestias asustadas, e igualmente inconscientes. Alan Woods.

En todos los países, la sociedad está impregnada de un profundo sentimiento de malestar. Este empieza por arriba y penetra todos los niveles de la sociedad. El sentimiento de inseguridad alimentado por el paro masivo, se ha extendido a sectores de la clase obrera que antes se consideraban inmunes – profesores, doctores, enfermeras, funcionarios, encargados – nadie estará a salvo. Los ahorros de las capas medias, el valor de sus casas, están igualmente amenazados por movimientos incontrolados de los mercados monetarios y bursátiles. Las vidas de miles de millones de seres humanos están a merced de las fuerzas ciegas que operan a su capricho, haciendo que los dioses de la antigüedad parezcan racionales en comparación. Alan Woods.

Incluso los afortunados que tienen un puesto de trabajo, nueve de cada diez veces, es un trabajo penoso y sin sentido. Las horas de trabajo no se consideran como parte de la vida. No tienen nada que ver contigo como ser humano. El producto de tu trabajo pertenece a otra persona, para la cual no eres más que «un factor de la producción». La vida empieza en el momento en que pones el pie fuera del puesto de trabajo, y cesa en el momento en que vuelves a entrar. Alan Woods.

¿En qué consiste la enajenación del trabajo? En primer lugar en que el trabajo es algo externo al obrero, es decir, algo que no forma parte de su esencia, en que, por tanto, el obrero no se afirma, sino que se niega en su trabajo, no se siente bien, sino a disgusto, no desarrolla sus libres energías físicas y espirituales, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por tanto, el obrero sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en éste se siente fuera de sí. Cuando trabaja no es él, y sólo recobra su personalidad cuando deja de trabajar. No trabaja, por tanto, voluntariamente, sino a la fuerza, su trabajo es un trabajo forzado. No representa la satisfacción de una necesidad, sino que es simplemente, un medio para satisfacer necesidades extrañas a él. El carácter extraño del trabajo que realiza se manifiesta en toda su pureza en el hecho de que el trabajador huye de su trabajo como de la peste, en cuanto cesa la coacción física, o cualquier otra que le constriñe a realizarlo. El trabajo externo, el trabajo en el que el hombre se enajena, es un trabajo de auto sacrificio, de mortificación. En definitiva, la exterioridad del trabajo para el obrero se revela en el hecho de que no es algo propio suyo, sino de otro, de que no le pertenece a él y de que él mismo, en el trabajo, no se pertenece a sí mismo, sino que pertenece a otro. Lo mismo que en la religión la actividad humana propia de la fantasía humana, del cerebro y el corazón humanos, obra con independencia del individuo y sobre él, es decir, como una actividad ajena, divina o demoníaca, la actividad del obrero no es tampoco su propia actividad. Pertenece a otro y representa la pérdida de sí mismo. Karl Marx.

Es irónico que los defensores del orden existente acusen al marxismo de ser «materialista», cuando la burguesía practica el tipo más vulgar y bruto de materialismo, no en el sentido filosófico de la palabra sino en el del diccionario. La búsqueda de beneficios a toda costa, la elevación de la codicia a la categoría de principio absoluto, está en el centro de toda su cultura. Esta es su auténtica religión. En el pasado se cuidaban de ocultarlo de la vista pública tanto como podían, escondiéndose detrás de una pantalla de moralismos hipócritas sobre el deber, el patriotismo, el trabajo honesto y todo lo demás. Ahora lo plantean abiertamente. En todos los países podemos observar una epidemia sin precedentes de corrupción, mentiras, estafas, timos, no los pequeños robos de los delincuentes normales, sino el saqueo a gran escala, perpetrado por hombres de negocio, políticos, jefes de policía y jueces. ¿Y por qué no? ¿No es nuestro deber hacernos ricos? El credo del monetarismo eleva el egoísmo y la codicia a principio. Coge tanto como puedas, como quiera que puedas y que cada uno se apañe se las arregle como pueda. Es la cultura del «pelotazo». Esta es la esencia destilada del capitalismo. La ley de la selva traducida al lenguaje del vudú económico. Por lo menos tiene el mérito de la simplicidad. Te dice clara y diáfanamente qué es el capitalismo. Alan Woods.

Si hay un hilo conductor a través de toda la historia humana es el de la lucha de hombres y mujeres para tomar control sobre sus vidas, para ser libres en el sentido real de la palabra. Todos los adelantos de la ciencia y la técnica, todo lo que los humanos han aprendido sobre la naturaleza y sobre ellos mismos, representa el potencial que existe actualmente para adueñarse de las condiciones en las que viven. Y sin embargo, en la última década del siglo XX, el mundo parece sujeto a una extraña locura. Los seres humanos se sienten incluso menos en control de sus destinos que antes. La economía, el medio ambiente, el aire que respiramos, el agua que bebemos, la comida que comemos: todo parece estar en un equilibrio precario al filo de la navaja. El viejo sentido de seguridad se ha desvanecido. Ha desaparecido la idea de que la historia representa una marcha ininterrumpida hacia algo mejor que el presente. Bajo estas circunstancias, sectores de la sociedad buscan una salida en cosas como la droga y el alcohol. Cuando la sociedad pierde su racionalidad, los hombres y mujeres buscan amparo en lo irracional. La religión, como dijo Marx, es un opio, y sus efectos no son menos dañinos que los de otras drogas. Hemos visto cómo ideas místicas y religiosas han penetrado incluso el mundo de la ciencia. Es un reflejo del carácter del período por el que estamos pasando. Alan Woods.

A quien no le importe volver a Moisés, Cristo o Mahoma. A quien no esté satisfecho con el batiburrillo ecléctico, tiene que reconocer que la moralidad es un producto del desarrollo social; que no hay en ella nada inmutable; que sirve a intereses sociales; que estos intereses son contradictorios; que la moralidad más que ninguna otra forma de ideología tiene un carácter de clase. Trotsky.

En la sociedad moderna, en lugar de las viejas formas abiertas de explotación, tenemos explotación hipócritamente disfrazada, en la que la relación real entre hombres y mujeres se transforma en una relación entre cosas, pequeños trozos de papel que dan a los que los poseen el poder de la vida y la muerte; que pueden hacer que lo feo sea bonito; que lo que es débil sea fuerte; al estúpido inteligente; que el viejo sea joven. Alan Woods.

Hay pocas cosas más repulsivas que ver a damas y caballeros de bien dando lecciones a la gente sobre la necesidad de la moral, la religión, la familia y el ahorro. Los mismos individuos cuya codicia se manifiesta todos los días en los enromes aumentos salariales para los miembros de los consejos de dirección de las grandes empresas, dan lecciones a los trabajadores sobre la necesidad de sacrificarse. Los mismos especuladores que no vacilan a la hora de hundir la moneda de su propio país para aumentar sus ya bien nutridas cuentas bancarias, tratan de convencernos sobre la necesidad de defender los valores patrios. Los mismos bancos y multinacionales y gobiernos responsables de la explotación sin piedad de millones de personas en África, Asia y América Latina se llevan las manos a la cabeza horrorizados cuando los trabajadores y campesinos toman las armas para luchar por sus derechos. Dan lecciones al mundo sobre la necesidad de la paz. Pero los stocks de armamento letal sobre los que siguen aumentando sus fabulosas fortunas demuestran que su pacifismo es bastante relativo. La violencia es un crimen solamente cuando la utilizan los pobres y oprimidos. Toda la historia demuestra que la clase dominante siempre defenderá su poder y sus privilegios por los medios más brutales si es necesario. Alan Woods.

Los defensores del statu quo siempre han inscrito en sus banderas las palabras sagradas: Familia, Orden, Propiedad Privada y Religión. Pero de estas instituciones supuestamente inviolables a la clase dominante sólo le interesa realmente una, la propiedad privada. Alan Woods.

La clase dominante fuerza sus fines sobre la sociedad y la habitúa a considerar todos aquellos medios que contradicen sus fines como inmorales. Esta es la principal función de la moralidad oficial. Persigue la idea de la ‘mayor felicidad posible’ no para la mayoría sino para una minoría cada vez más pequeña. Un régimen de este tipo no se podría haber sostenido ni siquiera durante una semana sólo por la fuerza. Necesita el cemento de la moralidad. Trotsky.

La auténtica civilización, en el sentido de una sociedad en la que los seres humanos controlen conscientemente sus vidas, y sean capaces de vivir una existencia verdaderamente humana, en oposición a lucha animal por la supervivencia, todavía no ha empezado. Lo que está claro es que una forma concreta de sociedad ha envejecido y llegado a su límite, pero se agarra a la vida, aunque ya no tiene nada que ofrecer. El pesimismo respecto al futuro, mezclado con la superstición y esperanzas infundadas de salvación, son totalmente característicos de un período de este tipo. Alan Woods.

Defender la doctrina, que según la más profunda convicción es la verdadera, contra los ataques infundados y contra los intentos de corromperla, no significa, en modo alguno, ser enemigo de toda crítica. No Consideramos, en absoluto, la teoría de Marx como algo perfecto e intangible: estamos convencidos, por el contrario, que no ha hecho sino colocar la piedra angular de la ciencia que los socialistas deben desarrollar en todas direcciones, si es que no quieren quedar rezagados en la vida. Lenin.

La división de la humanidad y sus sociedades en una pequeña minoría acaudalada y una masa empobrecida, no es un problema de comprensión o compasión que puede resolverse mediante la comunicación y la pedagogía; sino un problema de intereses y de poder. Heinz Dieterich Steffan.

Si el fantasma que recorría el mundo feudal del siglo XVIII era la democracia formal, el fantasma que recorre el mundo burgués del siglo XXI, es la democracia participativa. Heinz Dieterich Steffan.

Si la misión de la economía consiste en satisfacer las necesidades generales mediante una organización razonable del trabajo, entonces tenemos que constatar que nuestro sistema económico no cumple con su tarea. Tampoco existe ninguna esperanza de que la pueda cumplir en el futuro, porque está basada en el sistema de la economía de mercado, que tiene una tendencia inherente a beneficiar a los ricos y empobrecer a los marginados. Heinz Dieterich Steffan.

No es el crecimiento demográfico, ni tampoco la naturaleza o el hombre quien tiene la culpa de la creciente miseria y del hambre en los países pobres, sino nuestro sistema económico, la economía de mercado, en la cual los productos y servicios no se intercambian a su valor, sino al precio del mercado mundial, el cual, desde los años sesenta, sigue beneficiando cada vez más a los países ricos industrializados. Heinz Dieterich Steffan.

La economía nacional que ha formado la economía del mundo durante cinco mil años, está llegando a su fin. El mundo está a punto de convertirse en un solo espacio vital. Estamos iniciando una nueva época de la historia de la economía, la época de la economía global. Heinz Dieterich Steffan.

El carácter oligárquico-plutocrático de las democracias liberales es tan evidente en el Primer como en el Tercer Mundo, donde el gobierno-Estado se ha convertido en el botín de las dos fracciones políticas principales en que se manifiesta la burguesía hoy día: los conservadores o demócrata-cristianos y los liberales o socialdemócratas. Los miembros de sus gabinetes y estructuras políticas conductoras son parte de una estrecha elite de hombres de negocios, políticos y militares que, dotados de considerables fortunas personales, rotan dentro de estas tres esferas de poder. Existe, sin embargo, una diferencia fundamental entre la democracia plutocrática del Primer Mundo y la del Tercer Mundo. La primera cuenta con el apoyo mayoritario de la población y su clase dominante ostenta, por ende, el carácter de clase dirigente. En el Tercer Mundo es clase dominante, y nada más. Heinz Dieterich Steffan.

Los derechos democrático-formales son una condición imprescindible y necesaria, pero no suficiente, para la sociedad democrática del futuro; no deben sustituirse, sino ampliarse hacia los derechos sociales participativos. De la misma manera como el absolutismo político-económico feudal sufrió su democratización a través de los derechos democráticos formales, así ha de sufrir su democratización el absolutismo económico-político del gran capital mediante la extensión de las decisiones mayoritarias hacia todas las esferas sociales. Sin embargo, la democratización del sistema burgués es equivalente a su negación, porque su carácter predominantemente plutocrático es incompatible con la democracia real en lo político, económico, cultural y militar. La democracia real es el fin de la civilización del capital. Heinz Dieterich Steffan.

La burguesía, al igual que todas las clases dominantes anteriores, nunca aceptó el principio esencial de la democracia que es el control del poder por parte de las mayorías. Contrajo nupcias en contra de su verdadera voluntad con algunos procedimientos de la democracia formal, obligada por la necesidad de atraer a las masas para vencer a la élite feudal. Pero, en el alma siempre ha soñado con el paraíso perdido del feudalismo, donde el poder económico se traducía directamente en poder político. La intocabilidad de la propiedad privada a través del mayorazgo; la impunidad de los señoríos; la infeudación de poderes públicos y privilegios económicos mediante la privatización del poder patrimonial y político público; el control de las mentes mediante los inquisidores del pensamiento y la reducción del trabajador a un siervo del poder económico, son nostalgias imborrables del paraíso perdido al cual quisiera volver cuanto antes. Por eso la tendencia política que la caracteriza hoy día, no es la evolución, sino la involución. Heinz Dieterich Steffan.

El reino de la libertad sólo puede iniciarse simultáneamente, no de manera fraccionada. No puede haber reino de la libertad en la política o cultura, mientras el reino de la necesidad impere en la economía. Hoy día, esa condición objetiva, se ha cumplido. Heinz Dieterich Steffan.

Durante toda su historia, el ser humano ha vivido en extrema dependencia de la naturaleza. Por primera vez, la escasez y precariedad de esta relación ha sido superada. La liberación del hambre es ya, en el nivel de las fuerzas productivas, un hecho. Pero, mientras este hecho no se traduzca en el nivel de las relaciones de producción y del poder político, el ciudadano del pueblo no se beneficiará de él. La burguesía realizó el primer paso de la emancipación objetiva con el desarrollo de la tecnología productiva; el segundo se hará sin ella. Heinz Dieterich Steffan.

Un análisis científico de la historia humana deja claro sus principales líneas de evolución: de lo sencillo hacia lo complejo; de lo aislado hacia lo integrado; de la dependencia natural al relativo control de la naturaleza y, en lo social, de la libertad restringida hacia la autodeterminación. Heinz Dieterich Steffan.

El “genoma” de la historia está programado para el reino de la libertad. Heinz Dieterich Steffan.

El valor es para la sociedad burguesa lo que es el genoma para el ser humano: la variable estratégica que determina las posibilidades de actuación y de evolución del sistema. Heinz Dieterich Steffan.

La diferencia fundamental entre los sistemas sociales y naturales es que los primeros son más accesibles a la intervención humana. Heinz Dieterich Steffan.

La explotación es la apropiación gratuita del producto de trabajo ajeno (trabajo excedente) sobre la base de la propiedad privada de los medios de producción. Karl Marx.

La ley del valor, implementada a través de las elites nacionales dominantes, es incompatible con una sociedad global democrática, equitativa y sustentable. Este tipo de economía, coordinada de manera inestable, antidemocrática y depredadora por “el mercado”, será sustituida por la economía democráticamente planificada. Que la nueva economía de equivalencias sea planificada, no debe asustar a nadie. No ha habido en la historia una economía noplanificada. El hombre no tiene la opción entre planificación o no-planificación de su sistema material de reproducción, sino solamente entre diferentes tipos y colectivos humanos de planificación. En el socialismo realmente existente, la planificación fue tarea de algunos miles de funcionarios y especialistas del Estado y del partido en el poder; en el capitalismo global son algunos miles de grandes capitalistas transnacionales y funcionarios políticos profesionales. En ambos casos, no hay incidencia democrática real de la población sobre las decisiones que afectan el sustrato material de su vida: ni de los trabajadores directos ni de los ciudadanos en general. Los planes de inversión de la empresa, al igual que los presupuestos del Estado, están fuera de la soberanía del pueblo. Esto es un anacronismo, porque las redes de información y comunicación electrónica, permiten extender ya la democracia participativa a la esfera económica. Heinz Dieterich Steffan.

El concepto “democracia participativa” se refiere a la capacidad real de la mayoría ciudadana de decidir sobre los principales asuntos públicos de la nación. En este sentido se trata de una ampliación cualitativa de la democracia formal, en la cual el único poder de decisión política reside en el sufragio periódico por partidos-personajes políticos. En la democracia participativa, dicha capacidad no será coyuntural y exclusiva de la esfera política, sino permanente y extensiva a todas las esferas de la vida social, desde las fábricas y los cuarteles hasta las universidades y medios de comunicación. Se trata del fin de la democracia representativa —en realidad sustitutiva— y su superación por la democracia directa o plebiscitaria. El parlamento y el sistema electoral de la partidocracia, como los conocemos hoy, son controlados por las elites económicas y no tendrán lugar en la democracia futura. Lo mismo es válido para los monopolios de la adoctrinación (televisión, radio y prensa) y de la producción. La gran empresa privada —que en términos organizativos es una tiranía privada con estructura militar— es incompatible con una democracia real y desaparecerá como tal. Y el Estado, cual organización de clase, irá por el mismo camino. La democracia representativa fue un eslabón indispensable en la evolución hacia la democracia directa, mientras no existían los medios técnicos y culturales para la participación de las masas. Esta etapa ha pasado. Hoy, las condiciones tecnológicas y económicas permiten a los pueblos recuperar el poder real de su soberanía, usurpado durante doscientos años por las oligarquías. Heinz Dieterich Steffan.

La única manera de lograr una economía justa (socialista) es mediante el intercambio de esfuerzos laborales iguales (equivalentes), entendiéndose por valor la cantidad de tiempo promedio necesario para la producción del producto. La determinación del valor objetivo es un problema metodológico-científico; la implementación del intercambio de valores iguales (equivalentes), es un problema de poder. Lo primero se resuelve con las matemáticas avanzadas y la informática; lo segundo con la Democracia Participativa. A diferencia del carácter subjetivo de los conceptos precio y valor que usa la economía burguesa, el concepto del valor como trabajo abstracto incorporado a un producto o servicio (el tiempo gastado en su elaboración), es una magnitud objetiva. Es precisamente este carácter objetivo que le permite ser la base de una economía justa, porque el intercambio se puede basar en valores de igual magnitud, independientemente de la forma concreta que tengan los productos o servicios. […] Los principios del valor objetivo, de la equivalencia y de la planificación democrática son indudablemente los ejes fundamentales de la economía justa del futuro. Heinz Dieterich Steffan.

El más despreciable polizonte del estado civilizado tiene más “autoridad” que todos los órganos del poder de la sociedad gentilicia reunidos; pero el príncipe más poderoso, el más grande hombre público o guerrero de la civilización, puede envidiar al más modesto jefe gentil el respeto espontáneo y universal que se le profesaba. El uno se movía dentro de la sociedad: el otro se ve forzado a pretender y representar algo que está fuera y por encima de ella. Friedrich Engels.

Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la desaparición de las clases desaparecerá inevitablemente el Estado. Friedrich Engels.

Los hilos invisibles que hacen de la clase obrera la propiedad privada de la clase capitalista no tendrían solidez si no es porque el estado garantiza la propiedad y, con ello, la libertad del capital. El estado asegura así las condiciones generales de existencia del sistema de producción capitalista, previendo y reprimiendo los atentados contra la libertad gracias a su ejército de funcionarios del aparato jurídico-político y, en última instancia, gracias a sus fuerzas armadas. Una vez asegurada la separación del trabajador de sus medios de producción, la conservación de las condiciones generales del modo de producción capitalista puede ejercerse bajo la forma de intervención represiva sólo en el caso de que ocurran violaciones a la propiedad, lo que alimenta la ilusión de que el estado no interviene en la explotación. Marta Harnecker.

El capitalismo monopolista de estado no es un sistema de producción socialista que se desarrolla en el seno de un sistema de producción capitalista, sino que es la forma actual que adquiere la subordinación del estado a los intereses del capital. Marta Harnecker.

El socialismo no es más que el paso siguiente al monopolio capitalista de estado. O en otros términos, el socialismo no es más que el monopolio capitalista de estado puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista. Lenin.

Una vez derrotada la resistencia física de la burguesía y consolidada la dominación política del proletariado, esta clase debe afrontar la transformación de las relaciones de producción de tal modo que se llegue a la plena implantación de las relaciones de producción comunistas. En el nivel económico se plantea la lucha entre dos vías: la vía capitalista y la vía comunista de desarrollo. Pero esta lucha, que tiene su base económica, existe sobre todo a nivel ideológico. Las clases que han sido desposeídas, en gran medida, de su poder económico buscan otro frente de lucha: el frente ideológico. Se esfuerzan de mil maneras por infiltrar sus ideas en la nueva organización social. La debilidad del proletariado es muy grande en el terreno ideológico. El peso de la tradición y las costumbres de muchas generaciones no puede cambiarse de un día para otro. De la misma manera que ha sido necesario realizar una revolución política para tomarse el poder del estado, y que es necesario efectuar una revolución económica para cambiar las relaciones de producción de tipo capitalistas por relaciones comunistas, es necesario realizar una revolución en el nivel de la ideología o revolución cultural. Y para que esta revolución sea verdaderamente eficaz debe llevarse a cabo con la participación de las masas: no basta revolucionar la ideología de algunos intelectuales y artistas, es necesario que todo el pueblo luche contra los antiguos hábitos e ideas egoístas e individualistas legados por el régimen capitalista para adquirir una nueva concepción del mundo. La concepción comunista y los nuevos hábitos de solidaridad y cooperación colectiva. Marta Harnecker.

Los marxistas no sueñan con prescindir de golpe de todo estado, de toda subordinación. Esos son sueños anarquistas. Pero sí plantean que el estado proletario debe ir adoptando – en la medida en que las circunstancias lo permitan – formas cada vez más democráticas hasta que llegue un día en que las tareas estatales dejen de ser “funciones especiales de un sector especial de la población”. Cuando ese día llegue esa sociedad habrá alcanzado el comunismo. Marta Harnecker.

Las clases son grandes grupos de personas que se diferencian unas de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por su relación (en la mayoría de los casos fijada y formulada en la ley) con los medios de producción, por su papel en la organización social del trabajo, y, en consecuencia, por la magnitud de la parte de riqueza social de que disponen y el modo en que la obtienen. Las clases son grupos de personas, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro en virtud de los diferentes lugares que ocupan en un sistema de economía social determinado. Lenin.

Es evidente que para abolir totalmente las clases no basta con derrocar a los explotadores, a los terratenientes y capitalistas; no basta con abolir sus derechos de propiedad, sino que también es necesario abolir toda propiedad privada de los medios de producción; es necesario abolir la diferencia entre la ciudad y el campo, así como la diferencia entre los trabajadores manuales e intelectuales. Esto requiere mucho tiempo. Para poder realizarlo, hay que dar un enorme paso adelante en el desarrollo de las fuerzas productivas; es necesario vencer la resistencia (muchas veces pasiva, y por eso mismo particularmente tenaz y particularmente difícil de vencer) de las múltiples supervivencias de la pequeña producción; es necesario vencer la enorme fuerza de la costumbre y del espíritu conservador, vinculados a esas supervivencias. Lenin.

Fue precisamente Marx el primero que descubrió la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno político, en el régimen religioso, en el filósofo o en otro terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases sociales, y que la existencia, y por tanto también los choques de estas clases, están condicionados, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el carácter y el modo de su producción y de su cambio, condicionado por ésta. Dicha ley (…) tiene para la historia la misma importancia que la ley de la transformación de la energía para las ciencias naturales. Friedrich Engels.

En el frente ideológico (…) la derrota de los auxiliares y de los partidarios menores tiene una importancia casi insignificante; en él es preciso combatir a los más eminentes (…). Una ciencia obtiene la prueba de su eficiencia y vitalidad cuando demuestra que sabe enfrentar a los grandes campeones de las tendencias opuestas, cuando resuelve con sus propios medios los problemas vitales que éstos han planteado, o demuestra perentoriamente que tales problemas son falsos. Antonio Gramsci.

El marxismo sostiene que, en las sociedades de clase no es el hombre o los hombres en general los que hacen la historia, sino las masas, es decir, las fuerzas sociales comprometidas en la lucha de clases. Ellas son el motor de la historia. Por no comprender el verdadero sentido de la teoría marxista de la historia y del papel que en ella desempeña la lucha de clases se cae frecuentemente en dos errores que son funestos para el movimiento revolucionario: el economismo o espontaneísmo, que predica la sumisión a las leyes del desarrollo económico, y el voluntarismo, que desconoce las condiciones objetivas mínimas necesarias para emprender una acción revolucionaria victoriosa. Marta Harnecker.

Marx y yo tenemos en parte la culpa de que los jóvenes escritores atribuyan a veces al aspecto económico mayor importancia que la debida. Tuvimos que subrayar este principio fundamental frente a nuestros adversarios, quienes lo negaban, y no siempre tuvimos tiempo, lugar ni oportunidad de hacer justicia a los demás elementos que participan en la interacción. Pero cuando se trata de presentar un trozo de la historia, esto es, de una aplicación práctica, el problema es diferente y no hay error posible. Sin embargo, desgraciadamente sucede demasiado a menudo que la gente cree haber comprendido perfectamente una teoría y cree poder aplicarla sin más desde el momento en que ha asimilado sus principios fundamentales, y aún éstos no siempre correctamente. Y no puedo librar de este reproche a muchos de los más recientes “marxistas”, porque también de este lado han salido las basuras más asombrosas. Friedrich Engels.

El izquierdismo es una desviación voluntarista, subjetivista de la teoría marxista de la historia. En su base encontramos la misma problemática teórica que en la desviación economista, sólo que invertida. Ya no es el determinismo económico sino la voluntad de los hombres, de ciertos grupos revolucionarios y de sus héroes, quienes determinan la marcha de la historia. El voluntarismo pasa por alto la consideración de las condiciones mínimas necesarias para hacer la revolución. La inmadurez crónica afirmada por el economismo se transforma en el voluntarismo en madurez siempre ya dada de las condiciones revolucionarias. El servilismo a los intereses espontáneos de las masas, propio del economismo, se transforma aquí en desapego de las masas. Marta Harnecker.

Ni el economismo – para el que la historia está marcada de antemano -, ni el voluntarismo – para el que la historia es fundamentalmente el producto de la voluntad de los hombres, de la voluntad revolucionaria de ciertos individuos desligados de las masas, pero convencidos de que éstas, socialistas en potencia, los seguirán apenas inicien la lucha revolucionaria -, hacen ningún análisis de las condiciones actuales de la revolución, de las clases, fuerzas sociales y relaciones de fuerzas existentes en cada país. Ambos matan las revoluciones antes de nacer pero por razones opuestas; el economismo porque confía en el espontaneísmo de las masas, el voluntarismo porque confía excesivamente en los hombres o en pequeños grupos de revolucionarios y descuida la preparación de una organización capaz de movilizar a las masas. Marta Harnecker.

La necesidad de determinar el valor objetivo de los productos es conditio sine qua non del socialismo. Heinz Dieterich Steffan.

Existe en el sistema una eficiencia brutal que es semejante a la que impera en la selva. El animal que no logra adaptarse a las condiciones de la jungla perece y sólo sobreviven, como decía el fundador de la biología científica, Charles Darwin, «los más adaptados». Para una sociedad como la capitalista que permanece en la «fase depredadora» del desarrollo de la humanidad, esa es la ley que impone la élite económica al resto de la sociedad. Y toda persona que pretende humanizar este brutal sistema del más fuerte es difamada y combatida por los diferentes poderes del sistema. Sin embargo, para una sociedad postcapitalista esa ley dominante es inaceptable, porque los seres humanos tenemos un derecho a vivir, no como animales, sino en condiciones de solidaridad, de seguridad económica-social, de autodeterminación y con un profundo sentido de la vida. La mayor felicidad del mayor número de ciudadanos es un derecho social del ser humano y una obligación política de todos los gobiernos. Heinz Dieterich Steffan.

Toda organización requiere de un centro de decisión que permite reacciones rápidas a las circunstancias cambiantes, y esto limita las posibilidades de la democratización organizacional. Heinz Dieterich Steffan.

El hombre ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas. Jean-Jacques Rousseau.

En tanto que un pueblo está obligado a obedecer y obedece, hace bien; tan pronto como puede sacudir el yugo, y lo sacude, obra mejor aún, pues recobrando su libertad con el mismo derecho con que le fue arrebatada, prueba que fue creado para disfrutar de ella. De lo contrario, no fue jamás digno de arrebatársela. Jean-Jacques Rousseau.

A las plantas las endereza el cultivo; a los hombres, la educación. Jean-Jacques Rousseau.

El hombre es naturalmente bueno, es la sociedad lo que lo corrompe. Jean-Jacques Rousseau.

El honor de un hombre no está en mano de los demás; está en nosotros mismos y no en la opinión pública. No se defiende con la espada ni con el escudo, sino con una vida íntegra e intachable. Jean-Jacques Rousseau.

El más fuerte no es nunca lo bastante fuerte para ser siempre el amo, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber. Jean-Jacques Rousseau.

La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que no se sometan a ninguna. Jean-Jacques Rousseau.

Las ideas generales y abstractas son fuente de los más grandes errores humanos. Jean-Jacques Rousseau.

No hacer el bien ya es un mal muy grande. Jean-Jacques Rousseau.

Renunciar a nuestra libertad es renunciar a nuestra calidad de hombres, y con esto a todos los deberes de la humanidad. Jean-Jacques Rousseau.

Si se investiga en qué consiste precisamente el mayor bien de todos, que debe ser el fin de todo sistema de legislación, se hallará que se reduce a estos dos objetivos principales: la libertad y la igualdad. Jean-Jacques Rousseau.

Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas. Jean-Jacques Rousseau.

El derecho de voto es un derecho que nada ni nadie puede quitar a los ciudadanos. Jean-Jacques Rousseau.

Puesto que ningún hombre tiene por naturaleza autoridad sobre su semejante, y puesto que la fuerza no constituye derecho alguno, quedan sólo las convenciones como base de toda autoridad legítima sobre los hombres. Jean-Jacques Rousseau.

Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como antes. Tal es el problema fundamental cuya solución da el Contrato social. […]Cada uno pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y cada miembro considerado como parte indivisible del todo. Jean-Jacques Rousseau.

Un defecto esencial e inevitable que hará siempre inferior el gobierno monárquico al republicano, es que en éste el voto popular casi siempre lleva a los primeros puestos a hombres esclarecidos y capaces, que hacen honor a sus cargos, en tanto que los que surgen en las monarquías, no son a menudo sino chismosos, bribonzuelos e intrigantes, talentos mediocres que una vez elevados a las altas dignidades de la corte, no sirven sino para demostrar al público su ineptitud. Jean-Jacques Rousseau.

Es más fácil conquistar que regir los destinos de una nación. Jean-Jacques Rousseau.

Así como la voluntad particular obra sin cesar contra la general, así el gobierno ejerce un continuo esfuerzo contra la soberanía. A medida que este esfuerzo aumenta la constitución se altera, y como no existe otra voluntad de cuerpo que resistiendo a la del príncipe sostenga el equilibrio, resulta que tarde o temprano ésta oprime a aquélla rompiendo el contrato social. Tal es el vicio inherente e inevitable que, desde la aparición del cuerpo político tiende sin descanso a destruirle, como la vejez y la muerte destruyen al fin el cuerpo humano. Jean-Jacques Rousseau.

El cuerpo político, como el cuerpo humano, comienza a morir desde su nacimiento, llevando en sí los gérmenes de su destrucción. Jean-Jacques Rousseau.

El principio de la vida política reside en la autoridad soberana. El poder legislativo es el corazón del Estado; el ejecutivo el cerebro, que lleva el movimiento a todas las partes. El cerebro puede paralizarse y la vida continuar, pero tan pronto como el corazón cesa en sus funciones, aquélla se extingue. Jean-Jacques Rousseau.

Toda ley que el pueblo en persona no ratifica, es nula. El pueblo inglés piensa que es libre y se engaña: lo es solamente durante la elección de los miembros del Parlamento: tan pronto como éstos son elegidos, vuelve a ser esclavo, no es nada. El uso que hace de su libertad en los cortos momentos que la disfruta es tal, que bien merece perderla. Jean-Jacques Rousseau.

Donde el derecho y la libertad lo son todo, los inconvenientes no significan nada. Jean-Jacques Rousseau.

Tan pronto como un pueblo se da representantes, deja de ser libre y de ser pueblo. Jean-Jacques Rousseau.

No existe en el Estado ninguna ley fundamental que no pueda revocarse, incluso el mismo pacto social, pues si todos los ciudadanos se reuniesen para romperlo de común acuerdo, es indudable que el acto Jean-Jacques Rousseau.


sería legítimo.

El carácter esencial de la voluntad general está en dar pluralidad; cuando ésta cesa, la libertad cesa, cualquiera que sea el partido que se tome. Jean-Jacques Rousseau.

[…] cuanto más importantes y graves sean las deliberaciones, más unánime debe ser la opinión que prevalece […] mientras más prontitud exija la resolución del asunto que se debate, más debe reducirse la diferencia prescrita en la proporción de las opiniones. […] El primero de estos principios parece más conveniente a las leyes y el segundo a los asuntos. Sea como quiera, por medio de sus combinaciones se establecen las mejores relaciones de que puede disponer la mayoría para sus decisiones. Jean-Jacques Rousseau.

Tomando la palabra en su rigurosa acepción, no ha existido ni existirá jamás verdadera democracia. Es contra el orden natural que el mayor número gobierne y los menos sean gobernados. No es concebible que el pueblo permanezca incesantemente reunido para ocuparse de los negocios públicos siendo fácil comprender que no podría delegar tal función sin que la forma de administración cambie. Jean-Jacques Rousseau.

La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie. Montesquieu.

La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten. Montesquieu.

La verdad en un tiempo es un error en otro y viceversa. Montesquieu.

Las leyes inútiles debilitan a las necesarias. Montesquieu.

Los hombres somos más capaces de grandes acciones que de buenas acciones. Montesquieu.

No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencias de justicia. Montesquieu.

Para hacer grandes cosas no hace falta ser un gran genio, no se ha de estar por encima de los hombres, sino entre ellos. Montesquieu.

Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa. Montesquieu.

Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad. Montesquieu.

Cuando cesa la virtud, la ambición entra en los corazones que pueden recibirla, y la avaricia en todos. Los deseos cambian de objeto; no se ama ya lo que se amaba; los hombres eran libres con las leyes y ahora quieren serlo contra ellas; lo que era máxima se llama rigor; lo que era regla, traba; lo que era atención, temor. La frugalidad es entonces avaricia y no deseo de adquirir. Antes, la fortuna de los particulares formaba el tesoro público; ahora, el tesoro público es patrimonio de los particulares. La república es un despojo, estando reducida su fuerza al poder de algunos ciudadanos y a la licencia de todos. Montesquieu.

El amor de la república en una democracia es el de la democracia: el amor de la democracia es el de la igualdad. Montesquieu.

Así como la igualdad de bienes mantiene la frugalidad, de la misma manera la frugalidad mantiene la igualdad de bienes. Ambas cosas, aunque diferentes, son tales que no pueden subsistir la una sin la otra: cada una de ellas es causa y efecto; si una se retira de la democracia, siempre la sigue la otra. Montesquieu.

Si una república es pequeña, la destruye una fuerza extranjera; si es grande, se aniquila por algún vicio interior. Este doble inconveniente es común a las democracias y a las aristocracias, sean buenas, sean malas: el mal está en la cosa misma; no hay manera de remediarlo. Así cabe creer, con muchas probabilidades de acertar, que los hombres se habrían visto obligados a vivir siempre bajo el gobierno de uno solo si no hubiesen concebido una forma de gobierno que reune todas las ventajas interiores del gobierno republicano y la fuerza exterior de la monarquía. Hablo de la república federativa. Montesquieu.

El espíritu de la monarquía es la guerra y engrandecimiento; el de la república, la paz y la moderación. Montesquieu.

No hay palabra que haya recibido significados tan diferentes ni impresionado las imaginaciones de modos tan distintos como la de libertad. Montesquieu.

La libertad política sólo se halla en los gobiernos moderados; mas no siempre está en ellos, sino únicamente cuando no se abusa de la autoridad; pero se sabe por experiencia eterna que todo hombre investido de autoridad propende a abusar de ella, no deteniéndose hasta que encuentra límites. [… ] Para que no pueda abusarse del poder es preciso que, por la disposición de las cosas, el poder contenga al poder. Montesquieu.

No consiste la libertad del comercio en la facultad concedida a los negociantes de hacer lo que quieran, lo que constituiría más bien su servidumbre. Las reglas que sujetan al comerciante no son por sí mismas trabas puestas al comercio. En los países libres es donde el negociante tropieza con más obstáculos; en ninguna parte le embarazan menos las leyes que en los pueblos sumidos en la servidumbre. Montesquieu.

El fisco destruye el comercio con sus injusticias, con sus vejaciones, con lo excesivo de sus impuestos, e independientemente de esto, lo destruye con las dificultades que ocasiona y las formalidades que exige. Montesquieu.

Sucede con la libertad como con los alimentos sólidos y suculentos o los vinos generosos, que son propios para nutrir y fortificar los temperamentos robustos a ellos habituados, pero que abruman, dañan y embriagan a los débiles y delicados que no están acostumbrados a ellos. Los pueblos, una vez habituados a los amos, no pueden ya pasarse sin ellos. Si intentan sacudir el yugo, se alejan tanto más de la libertad cuanto que, confundiendo con ella una licencia completamente opuesta, sus revoluciones los entregan casi siempre a seductores que no hacen sino recargar sus cadenas. Jean-Jacques Rousseau.

El poder político real es ejercido a nivel mundial por un pequeño grupo de individuos sin escrúpulos que se encuentra en EE.UU., un país gobernado por dirigentes de sociedades secretas, que coincide que son los dueños de los seis principales bancos. Este pequeño grupo dirigente constituye el cerebro que domina el mundo. Louis de Brouwer.

No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría. Jean Cocteau.

En cualquier cuestión humana que se quiera considerar, se encuentra siempre esa misma contradicción esencial entre las dos escuelas. […] el materialismo parte de la animalidad para constituir la humanidad; el idealismo parte de la divinidad para constituir la esclavitud y condenar a las masas a una animalidad sin salida. El materialismo niega el libre albedrío y llega a la constitución de la libertad; el idealismo, en nombre de la dignidad humana, proclama el libre albedrío y sobre las ruinas de toda libertad funda la autoridad. El materialismo rechaza el principio de autoridad porque lo considera, con mucha razón, como el corolario de la animalidad y, al contrario, el triunfo de la humanidad, que según él es el fin y el sentido principal de la historia, no es realizable más que por la libertad. En una palabra, en toda cuestión hallaréis a los idealistas en flagrante delito siempre de materialismo práctico, mientras que, al contrario, veréis a los materialistas perseguir y realizar las aspiraciones, los pensamientos más ampliamente ideales. Mijail Bakunin.

La acción espontánea del pueblo mismo es la única que puede crear la libertad popular. Mijail Bakunin.

Suponed una academia de sabios, compuesta por los representantes más ilustres de la ciencia; suponed que esa academia sea encargada de la legislación, de la organización de la sociedad y que, sólo inspirándose en el puro amor a la verdad, no le dicte más que leyes absolutamente conformes a los últimos descubrimientos de la ciencia. Y bien, yo pretendo que esa legislación y esa organización serán una monstruosidad, y esto por dos razones: La primera, porque la ciencia humana es siempre imperfecta necesariamente y, comparando lo que se ha descubierto con lo que queda por descubrir, se puede decir que está todavía en la cuna. De suerte que si quisiera forzar la vida práctica de los hombres, tanto colectiva como individual, a conformarse estrictamente, exclusivamente con los últimos datos de la ciencia, se condenaría a la sociedad y a los individuos a sufrir el martirio sobre el lecho de Procusto, que acabaría pronto por dislocarlos y por sofocarlos, pues la vida es siempre infinitamente más amplia que la ciencia.
La segunda razón es ésta: una sociedad que obedeciere a la legislación de una academia científica, no porque hubiere comprendido su carácter racional por sí misma (en cuyo caso la existencia de la academia sería inútil), sino porque una legislación tal, emanada de esa academia, se impondría en nombre de una ciencia venerada sin comprenderla, sería, no una sociedad de hombres, sino de brutos. Sería una segunda edición de esa pobre república del Paraguay que se dejó gobernar tanto tiempo por la Compañía de Jesús. Una sociedad semejante no dejaría de caer bien pronto en el más bajo grado del idiotismo.
Pero hay una tercera razón que hace imposible tal gobierno: es que una academia científica revestida de esa soberanía digamos que absoluta, aunque estuviere compuesta por los hombres más ilustres, acabaría infaliblemente y pronto por corromperse moral e intelectualmente. Esta es hoy, ya, con los pocos privilegios que se les dejan, la historia de todas las academias. El mayor genio científico, desde el momento en que se convierte en académico, en sabio oficial, patentado, cae inevitablemente y se adormece. Pierde su espontaneidad, su atrevimiento revolucionario, y esa energía incómoda y salvaje que caracteriza la naturaleza de los grandes genios, llamados siempre a destruir los mundos caducos y a echar los fundamentos de mundos nuevos. Gana sin duda en cortesía, sabiduría utilitaria y práctica, lo que pierde en potencia de pensamiento. Se corrompe, en una palabra.
Mijail Bakunin.

Es propio del privilegio y de toda posición privilegiada el matar el espíritu y el corazón de los hombres. El hombre privilegiado, sea política, sea económicamente, es un hombre intelectual y moralmente depravado. He ahí una ley social que no admite ninguna excepción, y que se aplica tanto a las naciones enteras como a las clases, a las compañías como a los individuos. Es la ley de la igualdad, condición suprema de la libertad y de la humanidad. […]
Un cuerpo científico al cual se haya confiado el gobierno de la sociedad, acabará pronto por no ocuparse absolutamente nada de la ciencia, sino de un asunto distinto; y ese asunto, como sucede con todos los poderes establecidos, será el de perpetuarse a sí mismo, haciendo que la sociedad confiada a sus cuidados se vuelva cada vez más estúpida, y por consiguiente más necesitada de su gobierno y de su dirección.
Pero lo que es verdad para las academias científicas es verdad igualmente para todas las asambleas constituyentes y legislativas, aunque hayan salido del sufragio universal. Este puede renovar su composición, es verdad, pero eso no impide que se forme en unos pocos años un cuerpo de políticos, privilegiados de hecho, o de derecho, y que, al dedicarse exclusivamente a la dirección de los asuntos públicos de un país, acaban por formar una especie de aristocracia o de oligarquía política.
Mijail Bakunin.

Si el pueblo debe preservarse del gobierno de los sabios, con mayor razón debe premunirse contra el de los idealistas inspirados. Cuanto más sinceros son esos creyentes y esos poetas del cielo, más peligrosos se vuelven. Mijail Bakunin.

Sobre mil hombres apenas se encontrará uno del que se pueda decir, desde un punto de vista, no absoluto, sino solamente relativo, que quiere y que piensa por sí mismo. La inmensa mayoría de los individuos humanos, no solamente en las masas ignorantes, sino también en las clases privilegiadas, no quieren y no piensan más que lo que todo el mundo quiere y piensa a su alrededor; creen sin duda querer y pensar por sí mismos, pero no hacen más que reproducir servilmente, rutinariamente, con modificaciones por completo imperceptibles y nulas, los pensamientos y las voluntades ajenas. Esa servilidad, esa rutina, fuentes inagotables de la trivialidad, esa ausencia de rebelión en la voluntad de iniciativa, en el pensamiento de los individuos son las causas principales de la lentitud desoladora del desenvolvimiento histórico de la humanidad. Mijail Bakunin.

La emancipación real y completa de cada individuo humano es el verdadero, el gran objeto, el fin supremo de la historia. Mijail Bakunin.

La libertad no es un hecho de aislamiento, sino de reflexión mutua, no de exclusión, sino al contrario, de alianza, pues la libertad de todo individuo no es otra cosa que el reflejo de su humanidad o de su derecho humano en la conciencia de todos los hombres libres, sus hermanos, sus iguales. No puedo decirme y sentirme libre más que en presencia y ante otros hombres. […] No soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago libre verdaderamente más que por la libertad de los otros, de suerte que cuanto más numerosos son los hombres libres que me rodean y más vasta es su libertad, más extensa, más profunda y más amplia se vuelve mi libertad. […] La libertad, tal como es concebida por los materialistas, es una cosa muy positiva, muy compleja y sobre todo eminentemente social, porque no puede ser realizada más que por la sociedad y sólo en la más estrecha igualdad y solidaridad de cada uno con todos. Mijail Bakunin.

La autoridad es la negación de la libertad. Mijail Bakunin.

Dios, o más bien la ficción de dios, es la consagración y la causa intelectual y moral de toda esclavitud sobre la tierra, y la libertad de los hombres no será completa más que cuando hayan aniquilado completamente la ficción nefasta de un amo celeste. Mijail Bakunin.

Para rebelarse contra esa influencia que la sociedad ejerce naturalmente sobre él, el hombre debe rebelarse, al menos en parte, contra sí mismo, porque con todas sus tendencias y aspiraciones materiales, intelectuales y morales, no es nada más que el producto de la sociedad. De ahí ese poder inmenso ejercido por la sociedad sobre los hombres. […] Ese poder de la sociedad puede ser bienhechor, como puede ser también malhechor. Es bienhechor cuando tiende al desenvolvimiento de la ciencia, de la prosperidad material, de la libertad, de la igualdad y de la solidaridad fraternales de los hombres; es malhechor cuando tiene tendencias contrarias. Un hombre nacido en una sociedad de animales queda, con pocas excepciones, un animal; nacido en una sociedad gobernada por sacerdotes, se convierte en un idiota, en un beato; nacido en una banda de ladrones, será, probablemente, un ladrón; nacido en la burguesía, será un explotador del trabajo ajeno; y si tiene la desgracia de nacer en la sociedad de los semidioses que gobiernan la tierra, nobles, príncipes, hijos de reyes, será, según el grado de su capacidad, de sus medios y de su poder, un despreciador, un esclavizador de la humanidad, un tirano. En todos estos casos, para la humanización misma del individuo, su rebelión contra la sociedad que lo ha visto nacer se hace indispensable. Mijail Bakunin.

La rebelión del individuo contra la sociedad es una cosa más difícil que su rebelión contra el Estado. El Estado es una institución histórica, transitoria, una forma pasajera de la sociedad, como la iglesia misma de la cual no es sino el hermano menor, pero no tiene el carácter fatal e inmutable de la sociedad, que es anterior a todos los desenvolvimientos de la humanidad y que, participando plenamente de la omnipotencia de las leyes, de la acción y de las manifestaciones naturales, constituye la base misma de toda existencia humana. Mijail Bakunin.

El Estado es el mal, pero un mal históricamente necesario, tan necesario en el pasado como lo será tarde o temprano su extinción completa, tan necesario como lo han sido la bestialidad primitiva y las divagaciones teológicas de los hombres. El Estado no es la sociedad, no es más que una de sus formas históricas, tan brutal como abstracta. Ha nacido históricamente en todos los países del matrimonio de la violencia, de la rapiña, del saqueo, en una palabra de la guerra y de la conquista con los dioses creados sucesivamente por la fantasía teológica de las naciones. Ha sido desde su origen, y permanece siendo todavía en el presente, la sanción divina de la fuerza brutal y de la iniquidad triunfante. Mijail Bakunin.

De lo que hay que asombrarse, no es de la acción omnipotente que esas ideas, que expresan la conciencia colectiva de la sociedad, ejercen sobre la masa de los hombres; sino al contrario, que se encuentren en esa masa individuos que tienen el pensamiento, la voluntad y el valor para combatirlas. Porque la presión de la sociedad sobre el individuo es inmensa, y no hay carácter bastante fuerte, ni inteligencia bastante poderosa que puedan considerarse al abrigo del alcance de esa influencia tan despótica como irresistible. Mijail Bakunin.

La gran mayoría de los hombres, no sólo en las masas populares, sino en las clases privilegiadas e instruidas tanto y a menudo aún más que en las incultas, están intranquilos y no se sienten en paz consigo mismos más que cuando en sus pensamientos y en todos los actos de su vida siguen fielmente, ciegamente, la tradición y la rutina. Mijail Bakunin.

El error común y fundamental de todos los idealistas, error que por otra parte es una consecuencia muy lógica de todo su sistema, es buscar la base de la moral en el individuo aislado, siendo la verdad que no se encuentra y no puede encontrarse más que en los individuos asociados. Mijail Bakunin.

El amor verdadero, real, expresión de una necesidad mutua e igual, no puede existir más que entre iguales. El amor del superior al inferior es el aplastamiento, la opresión, el desprecio, es el egoísmo, el orgullo, la vanidad triunfantes en el sentimiento de una grandeza fundada sobre el rebajamiento ajeno. El amor del inferior al superior es la humillación, los terrores y las esperanzas del esclavo que espera de su amo la desgracia o la dicha. Tal es el carácter del llamado amor de dios hacia los hombres y de los hombres hacia dios. Es el despotismo de uno y la esclavitud de los otros. Mijail Bakunin.

Para no luchar habrá siempre sobrados pretextos en todas las épocas y en todas las circunstancias, pero será el único camino de no obtener jamás la libertad. Fidel Castro.

Quienes se pronuncian a favor del método de la reforma legislativa en lugar de la conquista del poder político y la revolución social y en oposición a éstas, en realidad no optan por una vía más tranquila, calma y lenta hacia el mismo objetivo, sino por un objetivo diferente. En lugar de tomar partido por la instauración de una nueva sociedad, lo hacen por la modificación superficial de la vieja sociedad. Rosa Luxemburgo.

Democracia y capitalismo parten de creencias muy diferentes sobre la adecuada distribución del poder. La primera se basa en la distribución equitativa del poder político, «un hombre, un voto», mientras que el capitalismo cree que es deber de los económicamente aptos expulsar a los no aptos fuera del negocio y eliminarlos. La «supervivencia del más apto» y las desigualdades en el poder de compra son la base de la eficiencia capitalista. Lo primero es el lucro personal y por tanto las empresas se hacen eficientes para enriquecerse. Para decirlo en su forma más cruda, el capitalismo es perfectamente compatible con la esclavitud, la democracia no. Lester Thurow.

Quien hace, puede equivocarse, quien nada hace ya está equivocado. Daniel Kon.

La diferencia entre lo posible y lo imposible está en la voluntad humana. Louis Pasteur.

Desgraciados los hombres que tienen todas las ideas claras. Louis Pasteur.

Quiero compartir con ustedes el secreto que me ha llevado a alcanzar todas mis metas: mi fuerza reside únicamente en mi tenacidad. Louis Pasteur.

La lucha es el único camino de los pueblos en la actualidad para alcanzar una comunidad en la cual vivir con justicia social y decoro, la antítesis del capitalismo y los principios que rigen el odioso e injusto sistema. En la dura batalla por esos objetivos, el peor enemigo es el instinto egoísta del ser humano. Si el capitalismo significa la constante utilización de ese instinto, el socialismo es la batalla incesante contra tal tendencia natural. Si otras veces en la historia la alternativa era volver al pasado, hoy tal alternativa no existe. Fidel Castro.

A los pueblos muchas veces les hablan de democracia los mismos que la están negando en su propio suelo; a los pueblos les hablan de democracia los mismos que la escarnecen, los mismos que se la niegan y los pueblos no ven más que contradicciones por todas partes. Y por eso nuestros pueblos han perdido, desgraciadamente, la fe. Han perdido la fe, que se hace tan necesaria en instantes como este para salvar al continente para el ideal democrático, mas no para una democracia teórica, no para una democracia de hambre y miseria, no para una democracia bajo el terror y bajo la opresión, sino para una democracia verdadera, con absoluto respeto a la dignidad del hombre, donde prevalezcan todas las libertades humanas bajo un régimen de justicia social, porque los pueblos de América no quieren ni libertad sin pan ni pan sin libertad. Fidel Castro.

Es realmente impresionante qué porquería de sistema es el capitalismo, que no le puede garantizar ni a su propia gente empleo, no le puede garantizar salud, la educación adecuada; que no puede impedir que la juventud se corrompa con las drogas, con el juego, con los vicios de todas clases. Fidel Castro.

Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo. Fidel Castro.

Las ideas no necesitan ni de las armas, en la medida en que sean capaces de conquistar a las grandes masas. Fidel Castro.

Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad. Quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo. Fidel Castro.

Nuestro mensaje llegará a todos los rincones de la Tierra, y nuestra lucha será ejemplo. El mundo, cada vez más y más ingobernable, luchará hasta que el hegemonismo y el avasallamiento de los pueblos sean totalmente insostenibles. Fidel Castro.

¡Patria es humanidad! José Martí.

Mientras contemplamos las cosas como en reposo y sin vida, cada una para sí, junto a las otras y tras las otras, no tropezamos, ciertamente, con ninguna contradicción en ellas. Encontramos ciertas propiedades en parte comunes, en parte diversas y hasta contradictorias, pero en este caso repartidas entre cosas distintas, y sin contener por tanto ninguna contradicción. En la medida en que se extiende este campo de consideración, nos basta, consiguientemente, con el común modo metafísico de pensar. Pero todo cambia completamente en cuanto consideramos las cosas en su movimiento, su transformación, su vida, y en sus recíprocas interacciones. Entonces tropezamos inmediatamente con contradicciones. El mismo movimiento es una contradicción; ya el simple movimiento mecánico local no puede realizarse sino porque un cuerpo, en uno y el mismo momento del tiempo, se encuentra en un lugar y en otro, está y no está en un mismo lugar. Y la continua posición y simultánea solución de esta contradicción es precisamente el movimiento. Friedrich Engels.

El pensamiento dialéctico es al pensamiento metafísico lo que la matemática de las magnitudes variables a la matemática de las magnitudes invariables. Friedrich Engels.

Incluso la lógica formal es ante todo método para el hallazgo de nuevos resultados, para progresar de lo conocido a lo desconocido, y eso mismo es la dialéctica, aunque en sentido más eminente, pues rompe el estrecho horizonte de la lógica formal y contiene el germen de una concepción del mundo más amplia. La misma situación se encuentra en la matemática. La matemática elemental, la matemática de las magnitudes constantes, se mueve en el marco de la lógica formal, por lo menos a grandes rasgos; en cambio, la matemática de las magnitudes variables, cuya parte principal es el cálculo infinitesimal, no es esencialmente más que la aplicación de la dialéctica a cuestiones matemáticas. Friedrich Engels.

Todos los pueblos de cultura comienzan con la propiedad común de la tierra. En todos los pueblos que rebasan un determinado nivel originario, esa propiedad común se convierte en el curso de la evolución de la agricultura en una traba de la producción. Se supera entonces, se niega, se transforma en propiedad privada, tras pasar por estadios intermedios más o menos largos. Pero a un nivel de desarrollo superior, producido por la misma propiedad privada de la tierra, la propiedad privada se convierte a su vez en una traba de la producción, como está ocurriendo hoy tanto con la pequeña propiedad del suelo como con la grande. Destaca entonces con necesidad la exigencia de negarla a su vez, de volver a transformar la tierra en propiedad colectiva. Pero esta exigencia no significa el restablecimiento de la propiedad colectiva originaria, sino la producción de una forma superior y más desarrollada de posesión colectiva, la cual, lejos de convertirse en una traba de la producción, le permitirá más bien finalmente desencadenarse y aprovechar plenamente los modernos descubrimientos químicos y los modernos inventos mecánicos. Friedrich Engels.

La filosofía antigua fue materialismo originario, espontáneo. Como tal, era incapaz de ponerse en claro acerca de la relación del pensamiento con la materia. Pero la necesidad de aclarar este punto condujo a la doctrina de un alma separable del cuerpo, luego a la afirmación de la inmortalidad del alma, y finalmente al monoteísmo. Así fue el viejo materialismo negado por el idealismo. Pero en el ulterior desarrollo de la filosofía resultó también insostenible el idealismo, y fue negado por el moderno materialismo. Este, negación de la negación, no es la mera restauración del viejo, sino que inserta en los permanentes fundamentos del primero todo el contenido mental de una evolución bimilenaria de la filosofía y de la ciencia natural, así como de esa misma historia de dos mil años. Ni siquiera es ya este nuevo materialismo una filosofía, sino una simple concepción del mundo que tiene que confirmarse y actuarse no en una selecta ciencia de la ciencia, sino en las ciencias reales. La filosofía es, pues, aquí «superada», es decir, «tanto superada cuanto conservada»; superada en cuanto a su forma, conservada en cuanto a su contenido real. Friedrich Engels.

La dialéctica no es, empero, más que la ciencia de las leyes generales del movimiento y la evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento. Friedrich Engels.

En el estado de naturaleza y salvajismo, los hombres eran iguales, y como Rousseau considera ya al lenguaje como falseamiento del estado de naturaleza, es del todo coherente al aplicar la igualdad de los animales de una especie también a ésta en todo su alcance; se trataría en este caso de los hipotéticos hombres animales clasificados recientemente por Haeckel como alali, es decir, sin lenguaje. Pero esos hombres-animales iguales tenían una cualidad que les adelantaba a todos los demás animales: la perfectibilidad, la capacidad de seguir evolucionando, y ésta fue la causa de la desigualdad. Rousseau ve, pues, un progreso en el origen de la desigualdad. Pero este progreso era antagonístico en sí mismo, era al mismo tiempo un retroceso. Todos los posteriores progresos [más allá del estado originario] fueron otros tantos pasos, aparentemente, hacia el perfeccionamiento del hombre individual, pero, en realidad, hacia la decadencia de la especie… El trabajo de los metales y la agricultura fueron las dos artes cuya invención provocó esta gran revolución [la transformación del bosque primitivo en tierra cultivada, pero también la introducción de la miseria y la servidumbre a través de la propiedad]. El oro y la plata según el poeta, el hierro y el trigo según el filósofo, han civilizado a los hombres y arruinado al género humano. Cada nuevo progreso de la civilización es al mismo tiempo un nuevo progreso de la desigualdad. Todas las instituciones que se da la sociedad nacida con la civilización mutan en lo contrario de su finalidad originaria. Es cosa indiscutible y ley fundamental de todo el derecho político que los pueblos se han dado príncipes para proteger su libertad, no para aniquilarla. Y a pesar de ello los príncipes se convierten por necesidad en opresores de los pueblos, y agudizan esa opresión hasta un punto en el cual la desigualdad, exacerbada hasta el último extremo, muta también en su contrario, en causa de igualdad: ante el déspota son todos iguales, a saber, iguales a cero. «Aquí está el grado extremo de la desigualdad, el punto final que cierra el círculo y toca ya al punto del que hemos partido; aquí se hacen iguales todas las personas privadas, precisamente porque no son nada, y los súbditos no tienen ya más ley que la voluntad del señor». Pero el déspota no es señor sino en cuanto tiene el poder, y, por tanto, «no puede quejarse contra el poder cuando se le expulsa… El poder le sostuvo, el poder le derriba, y todo discurre según su recto curso natural». Y así vuelve a mutar la desigualdad en igualdad, pero no en la vieja igualdad espontánea de los protohombres sin lenguaje, sino en la igualdad superior del contrato social. Los opresores son oprimidos. Es la negación de la negación. Friedrich Engels.

«El capital —dice Marx— no ha inventado el plustrabajo. Siempre que una parte de la sociedad posee el monopolio de los medios de producción, el trabajador, libre o siervo, tiene que añadir al tiempo de trabajo necesario para su sustento otro tiempo de trabajo suplementario, para producir los medios de vida del propietario de los medios de producción.» Así, pues, el plustrabajo, el trabajo realizado en añadido al tiempo necesario para el sustento del trabajador, y la apropiación de ese plustrabajo por otros, o sea la explotación del trabajo, es común a todas las formas de sociedad que han existido, en la medida en que se movieran en contraposiciones de clase. Pero el medio de producción no cobra, según Marx, el carácter específico de capital más que cuando el producto de ese plustrabajo asume la forma de plusvalía, cuando el propietario de los medios de producción se enfrenta con el trabajador libre —libre de ataduras sociales y exento de posesión propia— como objeto de la explotación, y le explota con el fin de producir mercancías. Y esto no ha ocurrido en grande sino desde fines del siglo XV y comienzos del XVI. Friedrich Engels.

La concepción materialista de la historia parte del principio de que la producción, y, junto con ella, el intercambio de sus productos, constituyen la base de todo el orden social; que en toda sociedad que se presenta en la historia la distribución de los productos y, con ella, la articulación social en clases o estamentos, se orienta por lo que se produce y por cómo se produce, así como por el modo como se intercambia lo producido. Según esto, las causas últimas de todas las modificaciones sociales y las subversiones políticas no deben buscarse en las cabezas de los hombres, en su creciente comprensión de la verdad y la justicia eternas, sino en las transformaciones de los modos de producción y de intercambio; no hay que buscarlas en la filosofía, sino en la economía de las épocas de que se trate. El despertar de la comprensión de que las instituciones sociales existentes son irracionales e injustas, de que la razón se ha convertido en absurdo y la buena acción en una plaga, es sólo un síntoma de que en los métodos de producción y en las formas de intercambio se han producido ocultamente modificacioncs con las que ya no coincide el orden social, cortado a la medida de anteriores condiciones económicas. Con esto queda dicho que los medios para eliminar los males descubiertos tienen que hallarse también, más o menos desarrollados, en las cambiadas relaciones de producción. Estos medios no tienen que inventarse con sólo la cabeza, sino que tienen que descubrirse, usando la cabeza, en los hechos materiales de la producción. Friedrich Engels.

Los medios de producción y la producción misma se han hecho esencialmente sociales. Pero se someten a una forma de apropiación que tiene como presupuesto la producción privada por individuos, en la cual cada uno posee su propio producto y lo lleva al mercado. En esta contradicción que da al nuevo modo de producción su carácter capitalista se encuentra ya en germen toda la actual colisión. Cuanto más se extendió el dominio del nuevo modo de producción en todos los campos decisivos de la producción misma y por todos los países económicamente importantes, reduciendo la producción individual a unos restos irrelevantes, tanto más violentamente hubo que salir a la luz la incompatibilidad entre la producción social y la apropiación capitalista. Como queda dicho, los primeros capitalistas encontraron ya desarrollada la forma del trabajo asalariado. Pero lo que encontraron fue el trabajo asalariado como excepción, como ayuda, como momento de transición. El trabajador agrícola que se empleaba temporalmente como bracero tenía unas cuantas yugadas de tierra propia, que le bastaban, llegado el caso, para sostenerse miserablemente. Las ordenanzas de los gremios curaban de que el oficial de hoy se convirtiera en el maestro de mañana. Pero todo eso cambió en cuanto que los medios de producción se hicieron sociales y se concentraron en manos de los capitalistas. Progresivamente fueron perdiendo valor el medio de producción y el producto del pequeño productor individual; al final no le quedó a éste más remedio que ponerse a salario con el capitalista. El trabajo asalariado, antes recurso de excepción, se hizo regla y forma básica de toda la producción; lo que antes era ocupación subsidiaria se hizo ahora única actividad del trabajador. El asalariado temporal se convirtió en asalariado perpetuo. Además, la masa de los asalariados perpetuos aumentó colosalmente por el contemporáneo hundimiento del orden feudal: disolución de los séquitos y mesnadas de los señores feudales, expulsión de los campesinos, que perdieron sus seguras posiciones serviles, etc. Así se consumaba la división entre los medios de producción, concentrados en las manos de los capitalistas, y los productores reducidos a la propiedad exclusiva de su fuerza de trabajo. La contradicción entre producción social y apropiación capitalista se manifiesta como contraposición de proletariado y burguesía. Friedrich Engels.

La contradicción entre producción social y apropiación capitalista se reproduce como contraposición entre la organización de la producción en cada fábrica y la anarquía de la producción en la sociedad en su conjunto. Friedrich Engels.

La ley según la cual la sobrepoblación relativa, o ejército industrial de reserva, se encuentra siempre en equilibrio con la dimensión y la energía de la acumulación capitalista, encadena el trabajador al capital más firmemente de lo que la cuña de Hefesto pudo encadenar a Prometeo a la roca. Esa ley determina una acumulación de la miseria que corresponde a la acumulación del capital. La acumulación de riqueza en un polo es, pues, al mismo tiempo acumulación de miseria, tortura del trabajo, ignorancia, bestialización y degradación moral en el contrapolo, es decir, en la clase que produce su propio producto en forma de capital. Karl Marx.

La contradicción entre producción social y apropiación capitalista irrumpe en las crisis con gran violencia. La circulación de mercancías se interrumpe momentáneamente; el medio de circulación, el dinero, se convierte en obstáculo de la misma; se invierten todas las leyes de la producción y la circulación de mercancías. La colisión económica ha alcanzado su punto culminante: el modo de producción se rebela contra el modo de intercambio, y las fuerzas productivas se rebelan contra el modo de producción del que han nacido, y al que ya rebasan. El hecho de que la organización social de la producción dentro de la fábrica se ha desarrollado hasta un punto en el cual se ha hecho incompatible con la anarquía de la producción en la sociedad, que existe junto a aquella organización y por encima de ella, se revela a los capitalistas mismos por la poderosa concentración de capitales que tiene lugar durante la crisis, a través de la ruina de muchos grandes capitalistas y de muchos más pequeños. El mecanismo entero del modo de producción capitalista fracasa bajo la presión de las fuerzas productivas engendradas por él mismo. Ese mecanismo no puede ya convertir en capital todas esas masas de medios de producción, las cuales yacen yermas, razón por la cual tiene que estar también sin aprovechar el ejército industrial de reserva. Medios de producción, alimentos, trabajadores disponibles, todos los elementos, en definitiva, de la producción y de la riqueza general, se encuentran en ese momento a disposición con sobreabundancia. Pero «la abundancia resulta fuente de la miseria y la escasez» (Fourier), porque esa sobreabundancia es precisamente la que obstaculiza la transformación de los medios de producción y de vida en capital. Pues en la sociedad capitalista los medios de producción no pueden entrar en actividad a menos de transformarse antes en capital, en medios de explotación de fuerza humana de trabajo. La necesidad de que el capital posea los medios de producción y de vida está siempre, como un fantasma, entre ellos y los trabajadores. Y esa necesidad impide que coincidan juntas las palancas material y personal de la producción: ella es lo único que prohibe a los medios de producción servir para lo que naturalmente sirven, y a los trabajadores vivir y trabajar. Así, pues, por una parte, el modo de producción capitalista se encuentra en la crisis ante la demostración de su propia incapacidad para seguir administrando aquellas fuerzas de producción. Por otra parte, esas fuerzas productivas presionan cada vez más intensamente en favor de la superación de esa contradicción, en favor de su propia liberación de su condición de capital, en favor del efectivo reconocimiento de su carácter de fuerzas productivas sociales. Friedrich Engels.

Si las crisis descubren la incapacidad de la burguesía para seguir administrando las modernas fuerzas productivas, la transformación de las grandes organizaciones de la producción y el tráfico en sociedades por acciones y en propiedad del Estado muestra que la burguesía no es ya imprescindible para la realización de aquella tarea. Todas las funciones sociales de los capitalistas son ya desempeñadas por empleados a sueldo. El capitalista no tiene ya más actividad social que percibir beneficios, cortar cupones y jugar a la bolsa, en la cual los diversos capitalistas se arrebatan los unos a los otros sus capitales. Si el modo de producción capitalista ha desplazado primero a trabajadores, ahora está haciendo lo mismo con los capitalistas, lanzando a éstos, como antes a muchos trabajadores, a engrosar la población superflua, aunque no, por el momento, el ejército industrial de reserva. Pero ni la transformación en sociedades por acciones ni la transformación en propiedad del Estado suprime la propiedad del capital sobre las fuerzas productivas. En el caso de las sociedades por acciones, la cosa es obvia. Y el Estado moderno, por su parte, no es más que la organización que se da la sociedad burguesa para sostener las condiciones generales externas del modo de producción capitalista contra ataques de los trabajadores o de los capitalistas individuales. El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, un Estado de los capitalistas: el capitalista total ideal. Cuantas más fuerzas productivas asume en propio, tanto más se hace capitalista total, y tantos más ciudadanos explota. Los obreros siguen siendo asalariados, proletarios. No se supera la relación capitalista, sino que, más bien, se exacerba. Pero en el ápice se produce la mutación. La propiedad estatal de las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero lleva ya en sí el medio formal, el mecanismo de la solución. Esa solución no puede consistir sino en reconocer efectivamente la naturaleza social de las modernas fuerzas productivas, es decir, en poner el modo de apropiación y de intercambio en armonía con el carácter social de los medios de producción. Y esto no puede hacerse sino admitiendo que la sociedad tome abierta y directamente posesión de las fuerzas productivas que desbordan ya toda otra dirección que no sea la suya. Con eso el carácter social de los medios de producción y de los productos —que hoy se vuelve contra los productores mismos, rompe periódicamente el modo de producción y de intercambio y se impone sólo, violenta y destructoramente, como ciega ley natural— será utilizado con plena consciencia por los productores, y se transformará, de causa que es de perturbación y hundimiento periódico, en la más poderosa palanca de la producción misma. Friedrich Engels.

Las fuerzas activas en la sociedad obran exactamente igual que las fuerzas de la naturaleza —ciega, violenta, destructoramente—, mientras no las descubrimos ni contamos con ellas. Pero cuando las hemos descubierto, cuando hemos comprendido su actividad, su tendencia, sus efectos, depende ya sólo de nosotros el someterlas progresivamente a nuestra voluntad y alcanzar por su medio nuestros fines. Esto vale muy especialmente de las actuales gigantescas fuerzas productivas. Mientras nos neguemos tenazmente a entender su naturaleza y su carácter —y el modo de producción capitalista y sus defensores se niegan enérgicamente a esa comprensión—, esas fuerzas tendrán sus efectos a pesar de nosotros, contra nosotros, y nos dominarán tal como detalladamente hemos expuesto. Pero una vez comprendidas en su naturaleza, pueden dejar de ser las demoniacas dueñas que son y convertirse, en manos de unos productores asociados, en eficaces servidores. Esta es la diferencia entre el poder destructor de la electricidad en el rayo de la tormenta y la electricidad dominada del telégrafo y del arco voltaico; la diferencia entre el incendio y el fuego que actúa al servicio del hombre. Con este tratamiento de las actuales fuerzas productivas según su naturaleza finalmente descubierta, aparece en el lugar de la anarquía social de la producción una regulación socialmente planeada de la misma según las necesidades de la colectividad y de cada individuo; con ello el modo capitalista de apropiación, en el cual el producto esclaviza primero al productor y luego al mismo que se lo apropia, se sustituye por el modo de apropiación de los productos fundado en la naturaleza misma de los modernos medios de producción: por una parte, una apropiación directamente social como medio para el sostenimiento y la aplicación de la producción; por otra parte, apropiación directamente individual como medios de vida y disfrute. Friedrich Engels.

Lo que subyace a la división en clases es la ley de la división del trabajo. Lo cual no obsta para que esa división en clases se imponga mediante la violencia y la expoliación, la astucia y el engaño, ni para que la clase dominante, una vez izada al poder, consolide sistemáticamente su dominio a costa de la clase trabajadora, y haga de la dirección de la sociedad pura y simple explotación de las masas. Mas si de esto se desprende que la división en clases tiene cierta justificación histórica, ésta vale sólo para un determinado tiempo, para determinadas condiciones sociales. La división en clases se basó en la insuficiencia de la producción, y será barrida por el pleno despliegue de las fuerzas productivas modernas. La supresión de las clases sociales tiene efectivamente como presupuesto un grado de desarrollo histórico en el cual sea un anacronismo, cosa anticuada, no ya la existencia de tal o cual clase dominante, sino el dominio de clase en general, es decir, las diferencias de clase mismas. Tiene, pues, como presupuesto un alto grado de desarrollo de la producción en el cual la apropiación de los medios de producción y de los productos por una determinada clase social —y con ella el poder político, el monopolio de la instrucción y la dirección intelectual por dicha clase— se haya hecho no sólo superflua, sino también un obstáculo económico, político e intelectual para el desarrollo. A este punto hemos llegado ya. Friedrich Engels.

Con la toma de posesión de los medios de producción por la sociedad se elimina la producción mercantil y, con ella, el dominio del producto sobre el productor. La anarquía en el seno de la producción social se sustituye por la organización consciente y planeada. Termina la lucha por la existencia individual. Con esto el hombre se separa definitivamente, en cierto sentido, del reino animal, y pasa de las condiciones de existencia animales a otras realmente humanas. El cerco de las condiciones de existencia que hasta ahora dominó a los hombres cae ahora bajo el dominio y el control de éstos, los cuales se hacen por vez primera conscientes y reales dueños de la naturaleza, porque y en la medida en que se hacen dueños de su propia sociación. Los hombres aplican ahora y dominan así con pleno conocimiento real las leyes de su propio hacer social, que antes se les enfrentaban como leyes naturales extrañas a ellos y dominantes. La propia sociación de los hombres, que antes palecía impuesta y concedida por la naturaleza y la historia, se hace ahora acción libre y propia. Las potencias objetivas y extrañas que hasta ahora dominaron la historia pasan bajo el control de los hombres mismos. A partir de ese momento harán los hombres su historia con plena conciencia; a partir de ese momento irán teniendo predominantemente y cada vez más las causas sociales que ellos pongan en movimiento los efectos que ellos deseen. Es el salto de la humanidad desde el reino de la necesidad al reino de la libertad. Friedrich Engels.

El problema no es la ignorancia sino las ideas preconcebidas. Hans Rosling.

Las palabras conmueven pero el ejemplo arrastra. Homero.

El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender. Plutarco.

La energía solar es la energía de la gente. Utilizar esta energía no requiere grandes inversiones por parte de unas pocas corporaciones enormes, sino que requiere miles de millones de inversiones por parte de miles de millones de personas que tienen, de esta manera, la oportunidad de dejar de ser parte del problema para pasar a ser parte de la solución. Hermann Scheer.

Democracia es el arte de manejar el circo desde la jaula de los simios. Henry-Louis Mencken.

Cae la cabeza del rey, y la tiranía se vuelve libertad. El cambio parece abismal. Luego, pedazo a pedazo, la cara de la libertad se endurece, y poco a poco se vuelve la misma vieja cara de la tiranía. Después, otro ciclo, y luego otro más. Pero bajo el juego de todos estos opuestos hay algo fundamental y permanente: la ilusión básica de que el hombre puede ser gobernado y al mismo tiempo ser libre. Henry-Louis Mencken.

El hombre se hace civilizado no en proporción a su disposición para creer, sino en proporción a su facilidad para dudar. Henry-Louis Mencken.

En resumen: 1) El cosmos es una rueda de la fortuna gigante dando 10 000 revoluciones por minuto. 2) El hombre es una mosca mareada dando un paseo en esa rueda. 3) La religión es la teoría de que la rueda fue diseñada y puesta en marcha para darle el paseo. Henry-Louis Mencken.

La fe puede ser brevemente definida como la creencia ilógica en la ocurrencia de lo improbable. Henry-Louis Mencken.

Todo gobierno es, en su esencia, una conspiración contra el hombre superior: su único objetivo permanente es oprimirlo y malograrlo. Si es aristocrático en organización, entonces busca proteger al hombre que es superior ante la ley contra el hombre que es superior ante los hechos; si es democrático, entonces busca proteger al hombre que es inferior en todo contra ambos. Una de sus funciones primarias es regir a los hombres por la fuerza, para hacerlos tan iguales como sea posible y tan dependientes uno del otro como sea posible, para buscar y combatir la originalidad entre ellos. Todo lo que puede ver en una idea original es un cambio potencial, y por tanto una invasión a sus prerrogativas. El hombre más peligroso para cualquier gobierno es el hombre que tiene la habilidad de pensar las cosas por sí mismo, sin que le importen las supersticiones o tabúes. Casi inevitablemente llega a la conclusión de que el gobierno bajo el cual vive es deshonesto, loco e intolerable, y así, si es un romántico, trata de cambiarlo. E incluso si no lo es, si es muy apto para extender el descontento entre quienes lo son. Henry-Louis Mencken.

El hecho básico de la existencia humana es, no una tragedia, sino un aburrimiento. No es tanto una guerra más que un esperar en una fila de personas. La objeción hacia ella no es que sea predominantemente dolorosa sino que carece de sentido. Henry-Louis Mencken.

Todo el objetivo de la política práctica es mantener alarmada a la población… amenazándola con una serie interminable de espantajos, todos ellos imaginarios… El deseo ardiente de salvar a la humanidad es casi siempre una cara falsa para el deseo ardiente de dominarla. Henry-Louis Mencken.

Una persona sólo tiene derecho a mirar a otra hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse. Gabriel García Márquez.

A grandes rasgos, hemos creado un sistema que nos obliga a trabajar en proyectos en los que no creemos para poder comprar cosas que no necesitamos. Y encima pagando un precio muy alto: la progresiva deshumanización de nuestra sociedad, así como la contaminación del medio ambiente, del que ya casi no formamos parte. Borja Vilaseca.

Aunque el capitalismo ha demostrado su eficacia a la hora de promover crecimiento economico, ha resultado ineficiente para fomentar bienestar y felicidad en la sociedad. La negatividad, el estrés, la ansiedad y la depresión son las enfermedades más comunes de nuestro tiempo. La paradoja reside en que somos más ricos que nunca, pero también mucho más pobres. En este caso, la inconsciencia ha consistido en querer crecer por crecer, sin considerar la finalidad y las consecuencias de dicho crecimiento. Borja Vilaseca.

Sólo al asumir que somos co-creadores del mundo que habitamos podemos decidir cambiarlo, cambiándonos primeramente a nosotros mismos. Y, lo queramos ver o no, es una decisión que tomamos cada día. Borja Vilaseca.

Ningún ejército puede detener una idea a la que le ha llegado su momento. Víctor Hugo.

Amigos míos, retened esto: no hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores. Víctor Hugo.

A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad. Víctor Hugo.

Atreveos: el progreso solamente se logra así. Víctor Hugo.

El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad. Víctor Hugo.

Es una cosa bastante repugnante el éxito. Su falsa semejanza con el mérito engaña a los hombres. Víctor Hugo.

La felicidad suprema en la vida es tener la convicción de que nos aman por lo que somos, o mejor dicho, a pesar de lo que somos. Víctor Hugo.

La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho. Víctor Hugo.

La verdad es como el sol. Lo hace ver todo y no se deja mirar. Víctor Hugo.

Las inteligencias poco capaces se interesan en lo extraordinario; las inteligencias poderosas, en las cosas ordinarias. Víctor Hugo.

Lo que bien se piensa, bien se expresa. Víctor Hugo.

Nada tan estúpido como vencer; el verdadero triunfo está en convencer. Víctor Hugo.

Ser bueno es fácil; lo difícil es ser justo. Víctor Hugo.

En caso de conflicto el Estado neoliberal favorece de manera invariable la integridad del sistema financiero y la solvencia de las instituciones financieras sobre el bienestar de la población o la calidad medioambiental. David Harvey.

El gran monopolio de este país es el monopolio del dinero. Mientras este monopolio exista, nuestra diversidad y nuestra libertad tradicionales, así como nuestro ímpetu individual para el progreso, son irrealizables. Una gran nación industrial se controla a través de su sistema de crédito. Nuestro sistema de crédito está concentrado en unas pocas manos. El crecimiento de nuestra nación y todas nuestras actividades están, por tanto, en manos de esos pocos hombres, quienes, aun si actuasen honestamente y en miras del interés general, se centran necesariamente en los grandes compromisos en que su propio dinero está en juego y, por sus propias limitaciones, deprimen, frenan y destruyen la genuina libertad económica. Esta es la más importante de todas las cuestiones, y a su solución deben dedicarse los hombres de estado con la irreductible determinación de servir al futuro y a las verdaderas libertades de los hombres. Woodrow Wilson.

La suposición de que las libertades individuales se garantizan mediante la libertad de mercado y de comercio, es un rasgo cardinal del pensamiento neoliberal. David Harvey.

Las evidencias indican contundentemente que el giro neoliberal se encuentra en cierto modo, y en cierta medida, ligado a la restauración o a la reconstrucción del poder de las elites económicas. David Harvey.

La neoliberalización puede ser interpretada como un proyecto político para restablecer las condiciones para la acumulación del capital y restaurar el poder de las elites económicas. David Harvey.

La neoliberalización no ha sido muy efectiva a la hora de revitalizar la acumulación global de capital pero ha logrado de manera muy satisfactoria restaurar o, en algunos casos (como en Rusia o en China), crear el poder de una elite económica. David Harvey.

El utopismo teórico del argumento neoliberal ha funcionado ante todo como un sistema de justificación y de legitimación de todo lo que fuera necesario hacer para alcanzar ese objetivo. La evidencia indica, además, que cuando los principios neoliberales chocan con la necesidad de restaurar o de sostener el poder de la elite, o bien son abandonados, o bien se tergiversan tanto que acaban siendo irreconocibles. David Harvey.

La neoliberalización ha significado la financiarización de todo. David Harvey.

El apoyo de las instituciones financieras y la integridad del sistema financiero, se convirtieron en la preocupación primordial del conjunto de Estados neoliberales. David Harvey.

El sentido común puede engañar, ofuscar, o encubrir profundamente problemas reales bajo prejuicios culturales. David Harvey.

La palabra «libertad» resuena tan ampliamente dentro del sentido común de los estadounidenses que se convierte en un «botón que las elites pueden pulsar para acceder a la masas» con el fin de justificar pácticamente todo. David Harvey.

Un proyecto manifiesto sobre la restauración del poder económico en beneficio de una pequeña elite probablemente no cosecharía un gran apoyo popular. Pero una tentativa programática para hacer avanzar la causa de las libertades individuales podría atraer a una base muy amplia de la población y de este modo encubrir la ofensiva encaminada a restaurar el poder de clase. Por otro lado, una vez que el aparato estatal efectuase el giro neoliberal, podía utilizar sus poderes de persuasión, cooptación, de soborno y de amenaza para mantener el clima de consentimiento necesario para perpetuar su poder. David Harvey.

Los teóricos del neoliberalismo albergan, sin embargo, profundas sospechas hacia la democracia. El gobierno de la mayoría se ve como una amenaza potencial a los derechos individuales y a las libertades constitucionales. La democracia se considera un lujo, que únicamente es posible bajo condiciones de relativa prosperidad en las que también concurre una fuerte presencia de la clase media para garantizar la estabilidad política. Los neoliberales tienden, por lo tanto, a favorecer formas de gobierno dirigidas por elites y por expertos. Existe una fuerte preferencia por el ejercicio del gobierno mediante decretos dictados por el poder ejecutivo y mediante decisiones judiciales en lugar de mediante la toma de decisiones de manera democrática y en sede parlamentaria. Los neoliberales prefieren aislar determinadas instituciones clave, como el banco central, de las presiones de la democracia. Dado que la teoría neoliberal se concentra en el imperio de la ley y en la interpretación estricta de la constitucionalidad, se infiere que el conflicto y la oposición deben ser dirimidos a través de la mediación de los tribunales. Los individuos deben buscar las soluciones y los remedios de todos los problemas a través del sistema legal. David Harvey.

Para protegerse frente a sus grandes miedos -el fascismo, el comunismo, el socialismo, el populismo autoritario e incluso el gobierno de la mayoría-, los neoliberales tienen que poner fuertes límites al gobierno democrático y apoyarse, en cambio, en instituciones no democráticas ni políticamente responsables (como la Reserva Federal o el FMI) para tomar decisiones determinantes. Ésto crea la paradoja de una intensa intervención y gobierno por parte de elites y de “expertos” en un mundo en el que se supone que el Estado no es intervencionista. Ésto recuerda el cuento utópico de Francis Bacon titulado New Atlantis (publicado por primera vez en 1626), en el que todas las decisiones cruciales son tomadas por un consejo de sabios ancianos. Así pues, frente a los movimientos sociales que buscan intervenciones colectivas, el Estado neoliberal se ve obligado a intervenir, en ocasiones de manera represiva, negando, por lo tanto, las mismas libertades que supuestamente defiende. Sin embargo, en esta situación puede desenfundarse un arma secreta, ya que la competencia internacional y la globalización pueden ser utilizadas para disciplinar a los movimientos de oposición a la agenda neoliberal dentro de Estados concretos. Si ésto fallara, el Estado debe entonces recurrir a la persuasión, a la propaganda o, en caso necesario, a la fuerza bruta y al poder policial para suprimir la oposición al neoliberalismo. Éste era precisamente el miedo de Polanyi: que el proyecto utópico liberal (y por ende neoliberal) en última instancia sólo podía sostenerse recurriendo al autoritarismo. La libertad de las masas se restringiría para favorecer la libertad de unos pocos. David Harvey.

Los empresarios y las corporaciones no sólo colaboran estrechamente con actores estatales, sino que incluso adquieren un importante papel a la hora de redactar legislaciones, determinar políticas públicas, y establecer marcos normativos (que son ventajosos principalmente para ellos mismos). Emergen, de este modo, patrones de negociación que introducen intereses empresariales y en algunos casos profesionales en el ejercicio del gobierno a través de consultas privadas y en ocasiones secretas. David Harvey.

La frontera entre el Estado y el poder corporativo se ha tornado cada vez más porosa. Lo que queda de la democracia representativa se encuentra si no totalmente asfixiado, sí al menos legalmente corrompido por el poder del dinero. David Harvey.

Los neoconservadores alientan el poder corporativo, la empresa privada y la restauración del poder de clase. Por lo tanto, el neoconservadurismo concuerda totalmente con la agenda neoliberal del gobierno elitista, la desconfianza hacia la democracia y el mantenimiento de las libertades de mercado. No obstante, se aleja de los principios del neoliberalismo puro y ha reformulado las prácticas neoliberales en dos aspectos fundamentales: primero, en su preocupación por el orden como una respuesta al caos de los intereses individuales y, segundo, en su preocupación por una moralidad arrogante como el aglutinante social que resulta necesario para mantener seguro al Estado frente a peligros externos e internos. David Harvey.

Los neoconservadores hacen hincapié en la militarización en tanto que antídoto al caos de los intereses individuales. Por esta razón son mucho más propensos a llamar la atención sobre las amenazas, ya sean reales o imaginarias, y tanto domésticas como provenientes del exterior, a la integridad y a la estabilidad de la nación. David Harvey.

La neoliberalización ha dependido con frecuencia de una progresiva acumulación de poder, de autonomía y de cohesión por parte de las empresas y de las corporaciones así como de su capacidad, en tanto que clase, de ejercer presión sobre el poder estatal (como en Estados Unidos y Suecia). El modo más fácil de ejercer esta capacidad es, de manera directa, por medio de instituciones financieras, estrategias de mercado, huelga o fuga de capitales, y, de manera indirecta, mediante mecanismos para influir en las elecciones, la constitución de grupos de presión, el soborno y otras formas de corrupción o, de manera más sutil, a través del control del poder de las ideas económicas. La intensidad con la que el neoliberalismo se ha convertido en algo integrado en el sentido común del pueblo en general ha variado en grado sumo en función de la fuerza de la creencia en el poder de los vínculos de solidaridad social y en la importancia de las tradiciones de la provisión social y de la responsabilidad social colectivas. Por lo tanto, las tradiciones culturales y políticas que apuntalan el sentido común popular, han desempeñado un papel en la diferenciación del grado de aceptación política de los ideales de la libertad individual, y de las determinaciones del mercado libre frente a otras formas de socialización. David Harvey.

Quizá, el aspecto más interesante de la neoliberalización surge de la compleja interacción existente entre las dinámicas internas y las fuerzas externas. Aunque en ciertas circunstancias pueda razonablemente interpretarse que las segundas constituyen el factor dominante, en la mayoría de los casos las relaciones son mucho más intrincadas. […] Ni siquiera los programas de reestructuración más draconianos del FMI tienen muchas posibilidades de ser implantados en ningún país si no existe un mínimo de apoyo interno por parte de algún actor implicado. En ocasiones, parece como si el FMI asumiera meramente la responsabilidad de hacer lo que algunas fuerzas de clase internas quieren hacer de todos modos. David Harvey.

El neoliberalismo no puede funcionar sin un Estado fuerte y sin un mercado y unas instituciones jurídicas fuertes. David Harvey.

Atraer «capital buitre» difícilmente parece una empresa que merezca la pena, pero en efecto esto es lo que la neoliberalización ha conseguido con demasiada frecuencia. David Harvey.

Una parte de la genialidad de la teoría neoliberal, ha sido proporcionar una máscara benévola sembrada de deleitosas palabras como libertad, capacidad de elección o derechos, para ocultar la terrible realidad de la restauración o la reconstitución de un desnudo poder de clase, tanto a escala local como transnacional pero, más particularmente, en los principales centros del capitalismo global. David Harvey.

La neoliberalización ha sido un rotundo fracaso para la estimulación del crecimiento en todo el mundo. David Harvey.

La tecnología de la información es la tecnología privilegiada del neoliberalismo. En efecto, resulta mucho más útil para la actividad especulativa y para la maximización a corto plazo del número de contratos celebrados en el mercado que para la mejora de la producción. David Harvey.

El logro más sustantivo de la neoliberalización ha consistido en redistribuir, no en generar, la riqueza y la renta. David Harvey.

La empresarialización, la mercantilización y la privatización de los activos previamente públicos ha sido un rasgo distintivo del proyecto neoliberal. […] El desmantelamiento de los marcos normativos elaborados para proteger a la fuerza de trabajo y evitar la degradación medioambiental, ha entrañado una pérdida neta de derechos. La cesión al dominio de lo privado de los derechos de propiedad sobre lo común obtenidos tras largos años de encarnizada lucha de clases (el derecho a obtener una pensión del Estado, al bienestar, a la salud pública) ha sido una de las políticas de desposesión más escandalosas, a menudo llevada a cabo en contra de la clara voluntad política de la población. Todos estos procesos suponen una transferencia de activos de las esferas pública y popular a los dominios de lo privado y de los privilegios de clase. David Harvey.

La desregulación permitió al sistema financiero convertirse en uno de los principales centros de actividad redistributiva a través de la especulación, la depredación, el fraude y el robo. El sistema financiero capitalista adoptó entre sus principales instrumentos la promoción comercial de acciones, el sistema de Ponzi, la destrucción de activos estructurados a través de la inflación, la compra de empresas en crisis para vender sus bienes mediante fusiones y adquisiciones y la promoción del endeudamiento por parte de las autoridades públicas hasta niveles que acaban reduciendo a poblaciones enteras, incluso en los países del capitalismo avanzado, a un estado de servidumbre por deudas, por no mencionar el fraude empresarial, o la desposesión de activos (como el asalto a fondos de pensiones que eventualmente se ven diezmados por crisis de capitales y de empresas) mediante la manipulación del crédito y del valor de las acciones. David Harvey.

Más allá de la efervescencia especulativa y a menudo fraudulenta que caracteriza gran parte de la manipulación financiera neoliberal, nos encontramos ante un proceso más profundo que implica la difusión de «la trampa de la deuda» como principal instrumento de la acumulación por desposesión. La creación, la gestión y la manipulación de la crisis a escala mundial ha evolucionado hacia el fino arte de la redistribución deliberada de la riqueza desde los países pobres hacia los ricos. David Harvey.

Una de las funciones primordiales de las intervenciones estatales y de las instituciones internacionales es controlar las crisis y las devaluaciones de manera que permitan que se produzca la acumulación por desposesión pero sin desencadenar un desplome general o una revuelta popular. David Harvey.

El Estado neoliberal también redistribuye la riqueza y la renta mediante reformas del código tributario que conceden un trato de favor a los beneficios generados por las inversiones frente a los que proceden de los salarios y de otro tipo de ingresos, la promoción de elementos regresivos en la legislación fiscal (como los impuestos sobre las ventas), la imposición de tasas a los usuarios de los servicios, y la introducción de un amplio elenco de subvenciones y de exenciones fiscales destinadas a las corporaciones. David Harvey.

El aumento de la vigilancia y de las competencias policiales así como también, en el caso de Estados Unidos, de la encarcelación de los elementos recalcitrantes de la población, indica un giro más siniestro hacia la intensificación del control social. El complejo de la industria carcelaria es un sector floreciente de la economía estadounidense (junto al de los servicios privados de seguridad). En los países en vías de desarrollo, en los que la oposición a la acumulación por desposesión puede ser más fuerte, el Estado neoliberal asume enseguida la función de la represión activa, hasta el punto de establecer un estado de guerra de baja intensidad contra los movimientos opositores (muchos de ellos pueden ahora ser designados, de manera interesada, como «traficantes de drogas» o como «terroristas» para granjearse la cobertura y el apoyo militar de Estados Unidos, como ocurre en Colombia) Colombia). Otros movimientos, como los zapatistas en México, o el movimiento campesino de los sin tierra en Brasil, son contenidos por el Estado a través de una mezcla de cooptación y marginalización. David Harvey.

La era de la neoliberalización es también la era de la más rápida extinción en masa de especies ocurrida en la historia reciente de la Tierra. David Harvey.

Las ONG funcionan como «caballos de Troya para el neoliberalismo global». David Harvey.

El derecho inalienable a la propiedad privada y a la obtención de beneficios será instaurado con carácter universal, por las buenas o por las malas. Esto es precisamente a lo que Bush se refiere cuando dice que Estados Unidos está consagrado a expandir la esfera de la libertad por todo el globo. Pero éstos no son los únicos derechos a nuestro alcance. Incluso dentro de la concepción liberal, tal y como se explica en la Carta de las Naciones Unidas, hay derechos secundarios, como la libertad de opinión y de expresión, el derecho a la educación y a la seguridad económica, o el derecho a formar sindicatos. Fortalecer estos derechos supondría un serio desafío al neoliberalismo. Convertir estos derechos secundarios en prioritarios y los derechos prioritarios a la propiedad privada y al beneficio, en secundarios, sería una revolución de gran envergadura de las prácticas político-económicas. […] Las luchas políticas sobre una concepción adecuada de los derechos, e incluso de la propia libertad, ocupan un lugar central en la búsqueda de alternativas. David Harvey.

El neoconservadurismo sostiene el impulso neoliberal hacia la construcción de libertades de mercado asimétricas pero hace explícitas las tendencias antidemocráticas del neoliberalismo a través del recurso a medios autoritarios, jerárquicos e incluso militaristas para mantener la ley y el orden. David Harvey.

Cuanto más se reconoce al neoliberalismo como una fallida retórica utópica que enmascara un exitoso proyecto para la restauración del poder de la clase dominante, más se tienden los cimientos de una resurgencia de movimientos de masas expresando demandas políticas por la igualdad y aspirando a la justicia económica, el comercio justo y una mayor seguridad económica. David Harvey.

Hay una perspectiva de la libertad muchísimo más noble que ganar que la que predica el neoliberalismo. Hay un sistema de gobierno muchísimo más valioso que construir que el que permite el neoconservadurismo. David Harvey.

Permitir que el mecanismo del mercado dirija por su propia cuenta y decida la suerte de los seres humanos y de su medio natural, e incluso que de hecho decida acerca del nivel y de la utilización del poder adquisitivo, conduce necesariamente a la destrucción de la sociedad. Y ésto es así porque la pretendida mercancía denominada «fuerza de trabajo» no puede ser zarandeada, utilizada sin ton ni son, o incluso ser inutilizada, sin que se vean inevitablemente afectados los individuos humanos portadores de esta mercancía peculiar. Al disponer de la fuerza de trabajo de un hombre, el sistema pretende disponer de la entidad física, psicológica y moral «humana» que está ligada a esta fuerza. Desprovistos de la protectora cobertura de las instituciones culturales, los seres humanos perecerían, al ser abandonados en la sociedad: morirían convirtiéndose en víctimas de una desorganización social aguda, serían eliminados por el vicio, la perversión, el crimen y la inanición. La naturaleza se vería reducida a sus elementos, el entorno natural y los paisajes serían saqueados, los ríos polucionados, la seguridad militar comprometida, el poder de producir alimentos y materias primas, destruido. Y, para terminar, la administración del poder adquisitivo por el mercado sometería a las empresas comerciales a liquidaciones periódicas, pues la alternancia de la penuria y de la superabundancia de dinero se mostraría tan desastrosa para el comercio como lo fueron las inundaciones y los períodos de sequía para la sociedad primitiva. Karl Polanyi.

Qué mundo tan curioso en el que los países pobres están en efecto subvencionando a los ricos. Joseph E. Stiglitz.

Entre derechos iguales decide la fuerza. Karl Marx.

La fuerza de la clase obrera es la organización. Sin organización de las masas, el proletariado no es nada. Organizado, lo es todo. Estar organizado significa unidad de acción, la unidad de la actividad práctica. Lenin.

En el transcurso de la producción capitalista se genera una clase obrera que por educación, tradición y hábitos considera las exigencias de ese modo de producción como leyes naturales, evidentes por sí mismas. La organización del proceso de producción capitalista, una vez plenamente desarrollado, quebranta toda resistencia. Karl Marx.

La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar. Eduardo Galeano.

A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder. Eduardo Galeano.

A veces se confunde la ‘libertad de expresión’ con ‘la libertad de presión’; o se le reduce a la voluntad de grupos de empresarios que deciden qué noticias existen y qué noticias no existen. Entonces lo principal para abrir un espacio nuevo que sea de veras una respuesta democrática a ese totalitarismo que confunde la comunicación con un negocio (cuando la comunicación es en realidad un derecho humano, no un negocio) lo más importante es que esos espacios nuevos sean de veras abiertos, que no sean «Miedos de comunicación» sino Medios de Comunicación, donde se escuchen voces diversas, donde haya plena libertad para que la comunicación sea Comunicación DE VERDAD. Eduardo Galeano.

Ahora las torturas se llaman «apremios ilegales». La traición se llama «realismo». El oportunismo se llama «pragmatismo». El imperialismo se llama «globalización». Y a las víctimas del imperialismo se las llama «países en vía de desarrollo». Eduardo Galeano.

Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Eduardo Galeano.

Como Dios, el capitalismo tiene la mejor opinión sobre sí mismo, y no duda de su propia eternidad. Eduardo Galeano.

Con el dinero ocurre al revés que con las personas: cuanto más libre, peor. Eduardo Galeano.

«sociedad de consumo»: Prodigioso envase lleno de nada. Invención de alto valor científico, que permite suprimir las necesidades reales, mediante la oportuna imposición de necesidades artificiales. Eduardo Galeano.

De las barbaridades que el bicho humano es capaz de cometer… en la guerra entre el Bien y el Mal, siempre es el pueblo el que pone los muertos, y la verdad es que, hoy por hoy, hasta en el lenguaje se repite lo de siempre, porque cuando uno escucha los discursos de los líderes victoriosos -sobre todo de Bush que es ahora el gran jefe de esta Cruzada del Bien contra el Mal-, uno está escuchando los parlamentos de Súperman o de Batman, que son sus ideólogos, sus inspiradores; es una visión facilonga del mundo que reduce la Tierra al combate entre Dios y Satán, y por supuesto que cada uno de los grandes jefes terroristas -o del terror de Estado, o del terror privado, o del terrorismo de la maquinaria militar o del terrorismo de los fundamentalistas religiosos, o hasta los locos sueltos que andan por ahí-, cada uno de ellos cree que tiene línea directa con Dios, y yo me pregunto: «¿Pero, y hablan con Dios?, pero, ¿y cómo? ¿por mail?, ¿por fax?, ¿por teléfono? A ver si me pasan la dirección, yo que tanto creía en Él cuando era chico! Me gustaría preguntarle: «Oye Dios, pero a que ángel le has encomendado la distribución de los bienes terrenales?, cuál es el ángel que se ocupa de distribuir en el mundo los panes y los peces? Ha hecho muy mal su tarea. Yo creo que mejor sería que lo destituyeras de una vez». Eduardo Galeano.

Debo, luego soy. Eduardo Galeano.

El automóvil, el televisor, el vídeo, la computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad, máquinas nacidas para «ganar tiempo» o para «pasar el tiempo», se apoderan del tiempo. Eduardo Galeano.

El código moral del fin del milenio no condena la injusticia, sino el fracaso. Eduardo Galeano.

El desarrollo desarrolla la desigualdad. Eduardo Galeano.

El Este ya no es el contrapeso del Oeste. Una nueva era: los Estados Unidos pueden ejercer impunemente su función de policías del mundo. Y ya se sabe que este país, que nunca fue invadido por nadie, tiene la vieja costumbre de invadir a los demás. En un par de siglos de vida independiente, más de doscientas agresiones armadas contra otros países independientes. Eduardo Galeano.

El racismo se justifica, como el machismo, por la herencia genética: los pobres no están jodidos por culpa de la historia, sino por obra de la biología. En la sangre llevan su destino y, para peor, los cromosomas de la inferioridad suelen mezclarse con las malas semillas del crimen. Cuando se acerca un pobre de piel oscura, el peligrosímetro enciende la luz roja, y suena la alarma. Eduardo Galeano.

El muro de Berlín ha muerto de buena muerte, pero no alcanzó a cumplir treinta años de vida, mientras que el otro muro celebrará muy pronto sus cinco siglos de edad. El intercambio desigual, la extorsión financiera, la sangría de capitales, el monopolio de la tecnología y de la información y la alienación cultural son los ladrillos que día a día se agregan, a medida que crece el drenaje de riqueza y soberanía desde el Sur hacia el Norte del mundo. Eduardo Galeano.

El poder es como un violín. Se toma con la izquierda y se toca con la derecha. Eduardo Galeano.

En el mercado libre es natural la victoria del fuerte y legítima la aniquilación del débil. Así se eleva el racismo a la categoría de doctrina económica. Eduardo Galeano.

En Washington tienen ya motivos para sospechar que los pueblos pobres no prefieren ser pobres. Eduardo Galeano.

En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: «Honrarás a la naturaleza de la que formas parte». Pero no se le ocurrió. Eduardo Galeano.

Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios. Eduardo Galeano.

Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres. Eduardo Galeano.

La cibercomunidad naciente encuentra refugio en la realidad virtual, mientras las ciudades tienden a convertirse en inmensos desiertos llenos de gente, donde cada cual vela por su santo y está cada cual metido en su propia burbuja. Eduardo Galeano.

La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo. Eduardo Galeano.

La cultura de consumo, cultura del desvínculo, nos adiestra para creer que las cosas ocurren porque sí. Eduardo Galeano.

La divinización del mercado, que compra cada vez menos y paga cada vez peor, permite atiborrar de mágicas chucherías a las grandes ciudades del sur del mundo, drogadas por la religión del consumo, mientras los campos se agotan, se pudren las aguas que los alimentan y una costra seca cubre los desiertos que antes fueron bosques. Eduardo Galeano.

La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Eduardo Galeano.

La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los tirabombas. (…) Los pistoleros que se alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, en gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la categoría de glorias militares. (…) Los violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. En el mundo tal cual es, mundo al revés, los países que custodian la paz universal son los que más armas fabrican y los que más armas venden a los demás países; los bancos más prestigiosos son los que más narcodólares lavan y los que más dinero robado guardan; las industrias más exitosas son las que más envenenan el planeta; y la salvación del medio ambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo aniquilan. Son dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo. Eduardo Galeano.

La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será. Eduardo Galeano.

La industria norteamericana de armamentos practica la lucha contra el terrorismo vendiendo armas a gobiernos terroristas, cuya única relación con los derechos humanos consiste en que hacen todo lo posible por aniquilarlos. Eduardo Galeano.

La llamada comunidad internacional ¿existe? ¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro? Eduardo Galeano.

La realidad imita a la tele. Eduardo Galeano.

La violencia engendra violencia, como se sabe; pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo. Eduardo Galeano.

Las decisiones, la sartén por el mango, la tienen cinco países en el Consejo de Seguridad, que son los que pueden vetar. Fíjate tú, qué retrato del mundo, ¿no? Es increíble: las cinco potencias que velan por la paz son las cinco principales productoras de armas; quienes hacen el negocio de la guerra se ocupan de la paz, en este mundo que está patas arriba. Eduardo Galeano.

«Mercado»: Lugar donde se fija el precio de la gente y otras mercancías. Eduardo Galeano.

Nos podrán quitar las flores, pero nunca la primavera. Eduardo Galeano.

«Países en desarrollo» es el nombre con que los expertos designan a los países arrollados por el desarrollo ajeno. Eduardo Galeano.

Para justificarse, el terrorismo de estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Eduardo Galeano.

Pobres contra pobres, como de costumbre: la pobreza es una manta demasiado corta, y cada cual tira para su lado. Eduardo Galeano.

Quizá el más certero símbolo de la época sea la bomba de neutrones, que respeta las cosas y achicharra a los seres vivos. Eduardo Galeano.

«Riqueza»: Según los ricos, no produce la felicidad. Según los pobres, produce algo bastante parecido. Pero las estadísticas indican que los ricos son ricos porque son pocos, y las fuerzas armadas y la policía se ocupan de aclarar cualquier posible confusión al respecto. Eduardo Galeano.

Si Eva hubiera escrito el Génesis, ¿cómo sería la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará. Que todas esas historias son puras mentiras que Adán contó a la prensa. Eduardo Galeano.

Si se prohíbe la industria de la droga, industria asesina, ¿por qué no se prohíbe la industria de armamentos, que es la más asesina de todas? Eduardo Galeano.

Si nadie lucha por ti, que nadie decida por ti. Anónimo.

Somos exhortados a ser normales obedeciendo a las leyes, honrando al padre y a la madre, vistiéndonos como requiere nuestra condición social, teniendo las distracciones y las costumbres de nuestro propio ambiente, comportándonos de modo tranquilo y sensato, así sucesivamente. La normalidad viene prescrita como una serie variable (según las clases) de códigos de comportamiento; si ésta es violada intervienen la represión judicial y la psiquiátrica, en particular si el sujeto pertenece a clases sociales subordinadas. Giovanni Jervis.

Nuestra cultura no nos enseña a ejercitar la audacia intelectual, sino la conformidad mental. Stafford Beer.

No queremos que las masas nos crean sin más garantía que nuestra palabra. No somos charlatanes, queremos que sea la experiencia la que consiga que las masas salgan de su error. […] La misión de los bolcheviques es estimular de forma real tanto la conciencia de las masas como su iniciativa local, audaz y decidida,- estimular la realización espontánea, el desarrollo y consolidación de las libertades democráticas, del principio de posesión de todas las tierras por todo el pueblo. Lenin.

¿Cómo se transformará el estado en una sociedad comunista? ¿Qué funciones sociales se mantendrán que sean análogas a las funciones actuales del estado?. Este problema sólo lo puede resolver la ciencia y no será combinando de mil maneras la palabra pueblo, con la palabra estado como se hará adelantar el problema a saltitos de pulga. Karl Marx.

En modo alguno pueden coexistir varias cracias ¿Es el demos quien gobierna o el buró? Entre ambos existen incompatibilidades, a la vez en el terreno de los principios y en el puramente práctico. Gyula Hay.

Sin una clara comprensión de los objetivos, y de cuáles son las fuerzas (incluido las fuerzas ideológicas) que nos impiden avanzar -en resumen, sin una perspectiva histórica-, la lucha revolucionaria tiende a convertirse en algo donde «el movimiento es todo y la dirección nada». Sin perspectivas claras, los revolucionarios suelen caer en trampas -o meterse en callejones sin salida- que, con un poco de conocimiento de su propio pasado, hubieran esquivado fácilmente. Maurice Brinton.

Hay dos situaciones posibles. En una, la clase obrera (el productor colectivo) toma todas las decisiones fundamentales. Lo hace directamente, por medio de organismos escogidos por ella misma con los que se identifica completamente o que siente que puede dominar completamente (Comités de fábrica, Consejos obreros, etc.). Esos organismos, compuestos de delegados elegidos y revocables se federan probablemente sobre una base regional o nacional. Deciden (concediendo el máximo de autonomía posible a las unidades locales) lo que hay que producir, cómo producirlo, a qué precio, y quién pagará lo que hay que producir. La otra situación posible es una situación en la que se toman las decisiones «en otra parte», «desde fuera», o sea que las toma el Estado, el partido, u otro órgano sin raíces profundas y directas en el propio proceso productivo. Lo que se mantiene así es la «separación entre los productores y los medios de producción» (la base de toda sociedad de clases). Los efectos opresivos de ese tipo de solución no tardan en hacerse sentir por sí mismos. Y eso ocurre por muchas que sean las buenas intenciones revolucionarias de la instancia en cuestión, y cualesquiera que sean las disposiciones que tome (o que no tome) para que la línea política sea sometida de vez en cuando a una ratificación o a una corrección. Hay palabras para describir esas dos situaciones. Dirigir es tomar uno mismo las decisiones, en tanto persona o colectividad soberana, con entero conocimiento de todos los elementos pertinentes. Controlar es supervisar, examinar o verificar decisiones tomadas por otros. «Control» implica pues una limitación de soberanía, o, en el mejor de los casos, un estado de dualidad de poderes, en el que algunos determinan los objetivos, mientras que otros tratan de que se utilice los medios más apropiados para alcanzarlos. Históricamente, es en esas condiciones de doble poder económico cuando han solido estallar las controversias sobre el control obrero. Maurice Brinton.

Los medios de producción pueden cambiar de manos (pasar, por ejemplo, de manos de los propietarios privados a manos de una burocracia que los posee colectivamente) sin que eso transforme de modo revolucionario las relaciones de producción. En ese caso, y cualquiera que sea el tipo formal de propiedad, la sociedad sigue siendo una sociedad de clases, ya que la producción sigue estando dirigida por una instancia separada de los productores mismos. En otras palabras, las relaciones de propiedad no reflejan necesariamente de modo adecuado las relaciones de producción. Pueden servir para enmascararlas y, de hecho, eso es lo que suele ocurrir. Maurice Brinton.

Las masas hacen la historia, pero no la escriben. Y los que la escriben están casi siempre más interesados por el culto del antepasado y la justificación retrospectiva que por una presentación equilibrada de los hechos. Maurice Brinton.

La construcción del socialismo (al contrario del desarrollo del capitalismo, que puede ser abandonado a las fuerzas del mercado) sólo puede ser un acto colectivo y consciente de la inmensa mayoría. Maurice Brinton.

El socialismo no es más que el monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista. Lenin.

La libertad es una gran palabra, pero bajo la bandera de la libertad de industria se han hecho las guerras más expoliadoras y bajo la bandera de la libertad de trabajo se ha despojado a los trabajadores. Lenin.

La conciencia socialista es algo introducido desde fuera en la lucha de clases del proletariado, y no algo que ha surgido espontáneamente de ella. Lenin.

La clase obrera tiende de modo espontáneo hacia el socialismo, pero la ideología burguesa, la más difundida (y constantemente resucitada en las formas más diversas), se impone, no obstante, espontáneamente más que nada al obrero. Lenin.

La lucha política de la socialdemocracia es mucho más amplia y compleja que la lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno. Del mismo modo (y como consecuencia de ello), la organización de un partido socialdemócrata revolucionario ha de ser inevitablemente de un género distinto que la organización de los obreros para la lucha económica. Lenin.

Yo afirmo: 1) que no puede haber un movimiento revolucionario sólido sin una organización de dirigentes estable que guarde la continuidad; 2) que cuanto más vasta sea la masa que se incorpore espontáneamente a la lucha – y que constituye la base del movimiento y participa en él -, tanto más imperiosa será la necesidad de semejante organización y tanto más sólida deberá ser ésta (pues con tanta mayor facilidad podrán los demagogos de toda laya arrastrar a los sectores atrasados de la masa); 3) que dicha organización debe estar formada, en lo fundamental, por hombres que hagan de las actividades revolucionarias su profesión; 4) que en un país autocrático, cuanto más restrinjamos el contingente de miembros de dicha organización, incluyendo en ella sólo a los que hacen de las actividades revolucionarias su profesión y que tengan una preparación profesional en el arte de luchar contra la policía política, tanto más difícil será “cazar” a esta organización, y 5) tanto mayor será el número de personas de la clase obrera y de las otras clases de la sociedad que podrán participar en el movimiento y colaborar en él de un modo activo. Lenin.

Nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción. Karl Marx & Friedrich Engels.

La burguesía no sólo se mantiene por la violencia, sino también a causa de la inconsciencia, la rutina, la ignorancia y la falta de organización de las masas. Lenin.

La experiencia de los gobiernos burgueses y terratenientes del mundo entero ha creado dos métodos para mantener la esclavización del pueblo. El primero es la violencia. Nicolás Románov I (Nicolás Garrote) y Nicolás II (el Sanguinario) enseñaron al pueblo ruso todo lo posible e imposible en estos métodos de verdugo. Pero hay, además, otro método, que han elaborado mejor que nadie las burguesías inglesa y francesa, “aleccionadas” por una serie de grandes revoluciones y movimientos revolucionarios de masas. Es el método del engaño, de la adulación, de las frases, de las promesas sin fin, de las míseras limosnas, de las concesiones en las cosas insignificantes para conservar lo esencial. Lenin.

De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades. Karl Marx.

Los trabajadores no deben limitarse a actuar; es preciso que imaginen, reflexionen y decidan todo por sí mismos. Anton Pannekoek.

El capitalismo, en realidad, no es ese mundo que se nos quiere hacer creer de individuos firmando contratos en condiciones de igualdad; es un mundo de clases en lucha. Anton Pannekoek.

El objetivo y la misión de la clase obrera es abolir el sistema capitalista. Anton Pannekoek.

La democracia, dicen, es el gobierno del pueblo. Pero el pueblo no existe, sólo existen las clases. Anton Pannekoek.

El capitalismo se robustece cuando sus raíces, por obra del sufragio universal que asegura por lo menos la igualdad política, se hunden más profundamente en la clase trabajadora. Anton Pannekoek.

La esencia de la economía capitalista es el crecimiento, la actividad, la expansión; toda pausa significa colapso y crisis. Anton Pannekoek.

Una ilimitada libertad de discusión, de expresión de las opiniones, es el aire vital de la lucha de los trabajadores. Anton Pannekoek.

Sólo permaneciendo abierta a todas las ideas que el surgimiento de un nuevo mundo genera en la mente de los hombres, probándolas y seleccionándolas, juzgándolas y aplicándolas con su propia capacidad mental, podrá la clase trabajadora obtener la superioridad espiritual necesaria para suprimir el poder del capitalismo y erigir la nueva sociedad. Anton Pannekoek.

La organización para la lucha, es decir, los consejos, es al mismo tiempo organización para la reconstrucción. Anton Pannekoek.

La unidad de la clase obrera sólo puede reforzarse cuando toda la atención se dirige hacia la realidad y los obreros se aplican a su grande y única tarea: la transformación económica de la sociedad. Deben hacer que la producción quede bajo su control, tienen que hacerse dueños de su trabajo y de sus medios de trabajo, antes de poder producir la opulencia para todos: y esta es una tarea práctica, que no tiene nada que ver con las ideologías tradicionales, cualesquiera sean. Los intereses prácticos y las necesidades de la vida, ésas son las fuerzas que impulsan a los obreros a asociarse y a formar finalmente una sólida unidad. Anton Pannekoek.

La fuerza de los obreros no consiste en tratar de ganarse a sus camaradas en favor de ideas abstractas acerca de las cuales pueden estar aún muy divididos, sino de ganarlos para ideas sociales prácticas sobre las cuales todos deben tener una misma opinión. Anton Pannekoek.

Un órgano corporal se atrofia si no se lo utiliza, se vuelve impotente, se agosta, y, a la larga, termina por desaparecer; lo mismo ocurre con los modos de pensamiento no utilizados. Anton Pannekoek.

La transformación de la sociedad que hará a las clases productoras dueñas de la producción es una liberación colectiva que se extiende a todos los hombres: sólo las clases explotadoras serán atacadas, y sólo lo serán en sus intereses de explotadores. Tal es la diferencia fundamental entre la revolución obrera futura y las revoluciones burguesas del pasado. Anton Pannekoek.

El error no es lo contrario de la verdad; es en realidad una verdad limitada a la que se atribuye sin razón una importancia demasiado grande, una validez demasiado general. Anton Pannekoek.

Las viejas ideologías gravitan pesadamente sobre el cerebro de los hombres, influyen siempre en su pensamiento, aun cuando éstos estén movidos por ideas nuevas. Anton Pannekoek.

Casi siempre las derrotas de la clase obrera en el pasado fueron provocadas por ilusiones: ilusión de una victoria fácil y rápida, ilusión sobre la debilidad del enemigo, ilusión sobre la significación de medidas tibias, ilusión sobre el valor de las hermosas palabras paz y unidad; y donde se veía aparecer una desconfianza instintiva y justificada, algunos ensayaban -naturalmente en vano- compensar la falta de fuerza interna y de confianza en sí mismos por métodos externos, por una coacción dura y cruel. Anton Pannekoek.

El desarrollo espiritual es el factor más importante para la toma del poder por el proletariado. La revolución proletaria no es producto de una fuerza brutal, física; es una victoria del espíritu. Resulta de la puesta en marcha de las fuerzas de las masas obreras, pero estas fuerzas son también espirituales. Los obreros no vencerán porque tengan grandes puños: los grandes puños se dejan engañar fácilmente por un cerebro astuto, por los estafadores, y se vuelven fácilmente contra sí mismos. Las masas no vencerán porque sean la mayoría: sin organización, sin saber, esta mayoría es impotente frente a una minoría bien organizada, capaz y consciente de sus fines. Sólo vencerán porque la mayoría que ellas constituyen desarrollará su poderío moral e intelectual hasta un nivel más elevado que el enemigo. Cada gran revolución de la historia sólo triunfó porque nacían en las masas nuevas fuerzas espirituales. Una fuerza bruta e imbécil sólo puede destruir. Las revoluciones, por el contrario, son construcciones nuevas que resultan de formas nuevas de organización y de pensamiento. Las revoluciones son períodos constructivos de la evolución de la humanidad. Y más aún que todas las revoluciones del pasado, la transformación que convertirá a los obreros en dueños de la sociedad, la instalación de una organización del trabajo en el mundo entero, exigirán enormemente la contribución de su espíritu y de su fuerza moral. Anton Pannekoek.

Libertad de discusión sin límite: tal es la condición vital para el desarrollo de la lucha de los obreros. Limitar esta libertad, censurar la prensa, equivale a impedir que los obreros adquieran la conciencia para alcanzar la liberación. Cada despotismo, cada dictadura, de ayer o de hoy, ha comenzado limitando esta libertad o incluso aboliéndola; cada limitación de esta libertad constituye en realidad un paso en el camino que lleva a los obreros al yugo. Sin embargo, se dirá, hay que proteger a los obreros contra las mentiras, los venenos y las tentaciones de una propaganda enemiga, o incluso ellos mismos deben evitar exponerse al contagio. Como si se pudiera, mediante una celosa protección contra las malas influencias y recurriendo a una tutela espiritual, aumentar la propias fuerzas y lograr así la capacidad necesaria para vencer. ¡Es justamente todo lo contrario! El conocimiento de las otras opiniones, incluida la de los enemigos, y a partir de fuentes directas, desempeña un papel clarificador porque estimula el cerebro y lo obliga a desarrollar su fuerza de pensamiento. Pero si ocurre también que el enemigo se presenta como un amigo, que las diversas corrientes se acusan unas a otras de ser un peligro para la clase obrera ¿quién debería separar lo verdadero de lo falso? Sin ninguna duda los obreros mismos: ellos deben descubrir por sí cuál es su camino entre todos los caminos posibles. Podría ocurrir que los obreros de hoy, con toda conciencia y honestidad, condenaran ciertas opiniones por considerarlas malas, mientras que mañana esas opiniones servirán de base a un progreso. Pero esto no impide que sólo abriendo de par en par puertas y ventanas para dejar entrar todas las ideas que existan en el mundo, ejercitando el cerebro en compararlas unas con otras, y eligiendo entre ellas por sí mismo, se sentarán las bases que permitirán a la clase obrera obtener la superioridad espiritual que necesita para vencer al capitalismo. Anton Pannekoek.

Si la gente supiera lo que hacen los bancos con su dinero, al día siguiente habría una Revolución. Henry Ford.

Una guerra revolucionaria se diferencia de cualquier otra guerra porque es inseparable de las ideas. Para que los oprimidos se liberen de la esclavitud, deben ser primero despertados por una gran idea. Una revolución sin una ideología revolucionaria es una contradicción. Alan Woods.

Bajo el capitalismo, el auténtico potencial de la ciencia no puede ser realizado. Los avances en ciencia y tecnología están completamente subordinados a la codicia del beneficio empresarial. Los intereses de las grandes compañías transnacionales prevalecen sobre las necesidades de la humanidad y la ciencia. Los científicos han de servir a los intereses de gigantescas maquinarias militares, produciendo armas de destrucción masiva en vez de medicinas y tecnología de las que la humanidad pudiera beneficiarse. Alan Woods.

De hecho, es la búsqueda de una comprensión racional, y no la ambición por amasar una montaña de nuevas adquisiciones, lo que debería en cada caso apoderarse de la mente del aprendiz en el estudio de la ciencia. Hegel.

La ciencia no puede separarse de la sociedad, y los científicos pueden ser influidos por ideas filosóficas y políticas incorrectas. Alan Woods.

Sin duda alguna, los genes desempeñan un papel importante, pero no son más que la materia prima de la que se desarrolla el carácter humano. El papel principal lo tienen la sociedad y las interacciones sociales entre los seres humanos […] En realidad, los genes (“naturaleza”) y los factores del entorno (“educación”) interaccionan el uno sobre el otro, y así, en este proceso, el papel del entorno, que ha sido negado y minimizado sistemáticamente por los biólogos deterministas, es absolutamente crucial Alan Woods.

Dado que la moralidad es sólo el reflejo de las condiciones sociales, es inútil hacer llamamientos a los hombres y las mujeres para que sean mejores de lo que son. Es inútil esperar que la gente sea justa, honesta y recta en una sociedad que es manifiestamente injusta, deshonesta y retorcida para la mayoría. Para alcanzar una nueva moralidad es necesario primero cambiar la sociedad. Alan Woods.

En el periodo de decadencia senil del capitalismo, los avances de la ciencia y la tecnología no garantizan el avance de la civilización, sino, al contrario, amenazan su propia existencia. Lo que debería traducirse en un incremento de la libertad humana, en la práctica se traduce en una mayor intensificación de la esclavitud. Alan Woods.

Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de ésta, al perseguir cada cual sus fines propios con la conciencia y la voluntad de lo que hacen; y la resultante de estas numerosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es precisamente la historia. Friedrich Engels.

En contraste con los socialistas utópicos de principios del siglo XIX, quienes consideraban el socialismo como una cuestión moral, algo que podría ser introducido por gente ilustrada en cualquier momento de la historia, Marx y Engels lo vieron como algo enraizado en el desarrollo de la sociedad. La precondición para tal sociedad sin clases es un desarrollo de las fuerzas de producción por el cual la superabundancia resulta posible. Para Marx y Engels, ésta es la tarea de la economía socialista planificada. Para el marxismo, la misión histórica del capitalismo —el más alto estadio de la sociedad de clases— era proporcionar la base material a escala mundial para el socialismo y la abolición de las clases. El socialismo no era simplemente una buena idea, sino el siguiente estadio de la sociedad. Alan Woods.

Es enteramente falso decir que el capitalismo surgió como resultado de un plan consciente o proyecto de la burguesía. Contrariamente al socialismo, el capitalismo puede surgir espontáneamente del desarrollo de las fuerzas productivas, y así lo hace. Como sistema de producción, el capitalismo no requiere la intervención consciente de hombres y mujeres. El mercado funciona de la misma manera que un hormiguero o cualquier otro tipo de comunidad animal que se autoorganice, es decir, ciega y automáticamente. El hecho de que esto tenga lugar en forma anárquica, convulsiva y caótica, que sea extremadamente derrochadora e ineficiente y provoque los más monstruosos sufrimientos humanos, es irrelevante desde este punto de vista. El capitalismo funciona y ha estado funcionando —sin la necesidad de ningún control humano o plan— alrededor de 200 años. Para crear tal sistema, no es necesario ningún conocimiento especial. Este hecho tiene relación con la diferencia fundamental entre la revolución burguesa y la revolución socialista. Alan Woods.

El socialismo es diferente al capitalismo porque, en contraposición a este último, requiere el control consciente y la administración de los procesos productivos por la propia clase trabajadora. No funciona, y no puede hacerlo, sin la intervención consciente de mujeres y hombres. La revolución socialista es cualitativamente diferente a la revolución burguesa porque sólo puede llevarse a cabo por el movimiento consciente de la clase obrera. El socialismo es democrático o no es nada. Desde el mismo principio, en el periodo transitorio entre el capitalismo y el socialismo, la administración de la industria, la sociedad y el Estado debe estar firmemente en las manos de los trabajadores. Debe haber el mayor grado de participación de las masas en el control y la administración. Sólo de esta manera es posible prevenir la ascensión de la burocracia y crear las condiciones materiales para moverse en dirección al socialismo: una formación social superior caracterizada por la total ausencia de explotación, opresión y coerción. Finalmente, llegamos a la progresiva y gradual desaparición de esa monstruosa reliquia de la barbarie, el Estado. Alan Woods.

Es completamente imposible buscar las causas de los fenómenos de la sociedad capitalista en la conciencia subjetiva —en las intenciones o planes— de sus miembros. Los fenómenos objetivos del capitalismo fueron formulados antes de que la ciencia comenzara a pensar seriamente sobre ellos. Hasta hoy día la mayoría preponderante de los hombres nada saben acerca de las leyes que rigen a la economía capitalista. Toda la fuerza del método de Marx reside en su acercamiento a los fenómenos económicos, no desde el punto de vista subjetivo de ciertas personas, sino desde el punto de vista objetivo del desarrollo de la sociedad en su conjunto, del mismo modo que un hombre de ciencia que estudia la naturaleza se acerca a una colmena o a un hormiguero. Para la ciencia económica lo que tiene un significado decisivo es lo que hacen los hombres y cómo lo hacen, no lo que ellos piensan con respecto a sus actos. En la base de la sociedad no se hallan la religión y la moral, sino la naturaleza y el trabajo. El método de Marx es materialista, pues va de la existencia a la conciencia y no en el orden inverso. El método de Marx es dialéctico, pues observa cómo evolucionan la naturaleza y la sociedad y cómo la misma evolución es la lucha constante de las fuerzas en conflicto. León Trotsky.

En su majestuosidad, la ley hace a los ricos iguales a los pobres: a ambos se les prohíbe dormir bajo los puentes de París. Anatole France.

Con el número cada vez menor de los magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta la masa de miseria, de opresión, de esclavitud, de degeneración, de explotación; pero también la indignación de la clase obrera, cada vez más numerosa, educada, unida y organizada por el mecanismo del proceso capitalista de producción. El monopolio del capital se convierte en grillete del modo de producción que florece con y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que resultan incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora final de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados. Karl Marx.

Al mismo tiempo, la experiencia del periodo comprendido entre 1848 y 1864 ha probado hasta la evidencia que, por excelente que sea en principio, por útil que se muestre en la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias. Este es, quizá, el verdadero motivo que ha decidido a algunos aristócratas bien intencionados, a filantrópicos charlatanes burgueses y hasta a economistas agudos, a colmar de repente de elogios nauseabundos al sistema cooperativo, que en vano habían tratado de sofocar en germen, ridiculizándolo como una utopía de soñadores o estigmatizándolo como un sacrilegio socialista. Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales. Pero los señores de la tierra y los señores del capital se valdrán siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos. Muy lejos de contribuir a la emancipación del trabajo, continuarán oponiéndole todos los obstáculos posibles. Recuérdense las burlas con que lord Palmerston trató de silenciar en la última sesión del parlamento a los defensores del proyecto de ley sobre los derechos de los colonos irlandeses. ‘¡La Cámara de los Comunes —exclamó— es una Cámara de propietarios territoriales!’. “La conquista del poder político ha venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera”. Karl Marx.

Sólo el trabajo crea valor… Cada hombre tiene derecho indudable a todo lo que puede procurarse con su trabajo honrado. Apropiándose así de los frutos de su trabajo, no comete ninguna injusticia contra otros hombres, porque no usurpa a nadie el derecho a proceder del mismo modo… Por la naturaleza misma del trabajo y del intercambio, la estricta justicia exige que todos los que intercambian obtengan beneficios, no sólo mutuos, sino iguales. No hay más que dos cosas que los hombres puedan cambiar entre sí, a saber: el trabajo y los productos del trabajo. Si los cambios se efectuasen según un sistema equitativo, el valor de todos los artículos se determinaría por su coste de producción completo; y valores iguales se cambiarían siempre por valores iguales […]. Si, por ejemplo, un sombrerero que invierte una jornada de trabajo en hacer un sombrero y un zapatero que emplea el mismo tiempo en hacer un par de zapatos (suponiendo que la materia que empleen tenga idéntico valor) cambian estos artículos entre sí, el beneficio obtenido de este cambio es al mismo tiempo mutuo e igual. La ganancia de una de las partes no puede ser una pérdida para la otra, puesto que ambas han suministrado la misma cantidad de trabajo y han empleado materiales de igual valor. Pero si el sombrerero recibiese dos pares de zapatos por un sombrero, no variando las condiciones arriba supuestas, es evidente que el cambio sería injusto. El sombrerero usurparía al zapatero una jornada de trabajo; y procediendo así en todos sus cambios, recibiría por el trabajo de medio año el producto de todo un año de otra persona. Hasta aquí hemos seguido siempre este sistema de cambio eminentemente injusto: los obreros han dado al capitalista el trabajo de todo un año a cambio del valor de medio año […]. De ahí, y no de una supuesta desigualdad de las fuerzas físicas e intelectuales de los individuos, es de donde proviene la desigualdad de riquezas y de poder. La desigualdad de los cambios, la diferencia de precios en las compras y las ventas, no puede existir sino a condición de que los capitalistas sigan siendo capitalistas, y los obreros, obreros; los unos, una clase de tiranos, y los otros, una clase de esclavos… Esta transacción prueba, pues, claramente que los capitalistas y los propietarios no hacen más que dar al obrero, por su trabajo de una semana, una parte de la riqueza que han obtenido de él la semana anterior, es decir, reciben algo y a cambio no le dan nada […]… La transacción entre el trabajador y el capitalista es una verdadera farsa: en realidad no es, en miles de casos, otra cosa que un robo descarado, aunque legal. John Bray.

Ésta es la contradicción central del capitalismo. Dentro de una empresa capitalista hay un plan. Ford e IBM no dejan sus planes de inversión o la dirección de sus fábricas al azar. Utilizan los métodos científicos más modernos para planificar cada aspecto de sus operaciones, hasta el más pequeño de los detalles. Ingenieros y científicos preparados miden cada aspecto del trabajo para maximizar la productividad del trabajo, mantienen inventarios precisos y analizan cuidadosamente las tendencias del mercado. Ejércitos de científicos, técnicos y economistas son movilizados. Las ventajas de este plan de producción inmediatamente son evidentes en las mejoras constantes de la técnica y el aumento de la productividad del trabajo. Ésta es la base de todo el progreso humano. En realidad, la principal fuerza motriz del avance de la civilización en última instancia se puede reducir a la lucha por el aumento de la productividad del trabajo, economizar tiempo de trabajo. Nunca en toda la Historia ha estado a nuestra disposición una capacidad productiva tan masiva. En una sociedad racional sería utilizada para el bienestar de toda la sociedad, satisfacer todas las necesidades humanas, reducir las horas de trabajo y elevar el nivel cultural de la sociedad. Sin embargo, bajo el capitalismo la producción no pretende satisfacer las necesidades de la sociedad sino sólo maximizar los beneficios mediante la extracción de plusvalía. Mientras los medios de producción permanezcan en manos privadas, esta situación continuará. En lugar de ser un medio para mejorar la condición humana, todo avance en la producción y la técnica es un paso hacia una mayor esclavización de los trabajadores y hacia un mayor enriquecimiento de los capitalistas. Además, el elemento de la planificación racional está limitado a la empresa. Una vez las mercancías abandonan la fábrica, entran en otro mundo: un mundo de anarquía total, el mundo de la economía de mercado. Este proceso es despilfarrador y destructivo en extremo. El destino de millones de hombres y mujeres está determinado por el juego ciego de las fuerzas de mercado, que deciden si ellos trabajarán o no, si tendrán pan para alimentar a sus hijos o un techo sobre sus cabezas. […] La planificación ya existe dentro de la empresa capitalista. Convirtiendo los instrumentos de producción en la propiedad común de toda la sociedad, llegaremos a una situación donde el conjunto de la economía funcionará como una sola empresa con diferentes departamentos, en lugar de una serie de productores independientes compitiendo entre sí. Alan Woods.

El neoliberalismo y el keynesianismo son sólo la bota derecha y la bota izquierda del capitalismo. Es la elección entre la inflación y la deflación. Pero para el obrero sólo es una elección entre la muerte en la horca o la muerte lenta ardiendo en la hoguera, es decir, no es en absoluto ninguna elección. Alan Woods.

Bajo el capitalismo los mercados se supone que procesan información de un modo descentralizado sin necesidad de reunir toda la información de un modo centralizado para después pasarla por la cadena de mando. En la práctica, los mercados no hacen nada por el estilo. Uno de los ejemplos más llamativos de la desinformación del mercado es el cambio climático. Según Nicolás Stern, un economista neoclásico con experiencia, éste es el ejemplo más claro del fracaso del mercado en toda la historia. Estamos en peligro de volver el planeta inhabitable y, no obstante, no hay ningún indicio procedente del mercado que nos lo indique. No se refleja para nada en los libros de contabilidad. Aceptar la lógica del mercado es equivalente a una rendición incondicional a la lógica del capitalismo. Alan Woods.

Para poder desarrollar su potencial a su máximo grado, el pensamiento humano necesita libertad: libertad para discutir y debatir, libertad de hacer experimentos y, también, para cometer errores. Sabemos que no todos los experimentos científicos tienen éxito, en el sentido de que no alcanzan los resultados deseados. Pero incluso un experimento “sin éxito” es útil, en tanto en cuanto muestra qué caminos no han de seguirse. Alan Woods.

En condiciones normales, los hombres y las mujeres aprenden lentamente, por un proceso de aproximaciones sucesivas. Pero en una revolución, los cambios se producen tan repentinamente que no hay tiempo para que la clase en su conjunto pueda aprender de tal manera. Cada error se paga muy caro. Es la tarea de la vanguardia, organizada en un partido, aprender de la experiencia histórica de la clase obrera a nivel internacional y aplicar estas lecciones a las condiciones concretas de la lucha de clases en su propio país. Debe intentar ganarse al resto de la clase explicando y trabajando pacientemente. Esta tarea se ve facilitada por el hecho de que en una revolución las masas aprenden diez veces más deprisa que en tiempos “normales”. Ése es el único “sistema educativo revolucionario”: la experiencia de las propias masas. Alan Woods.

Incluso en un Estado obrero con una economía nacionalizada, sería correcto dejar parte de la economía en manos privadas: pequeñas tiendas, negocios familiares, pequeñas explotaciones agrícolas, etc. Estas empresas no tienen ningún papel independiente en la economía. Dependen totalmente de los grandes bancos y monopolios, centros comerciales, grandes compañías de transporte, etc. En un Estado obrero serían completamente dependientes del sector estatal, que las trataría mucho mejor de cómo son ahora tratadas por los monopolios que las explotan implacablemente, conduciéndolas a la bancarrota. Alan Woods.

Una democracia burguesa es en realidad un disfraz para la dictadura de los bancos y los monopolios. En la época moderna, donde la concentración de capital ha alcanzado proporciones sin precedentes, el poder de los grandes monopolios nunca ha tenido un carácter tan absoluto. Normalmente, la clase capitalista prefiere un régimen democrático, que es la forma de gobierno más económica. Puede permitir la ilusión democrática mientras, en la práctica, todos los elementos de control y poder permanecen firmemente en sus manos. Controlan a los representantes parlamentarios con mil hilos invisibles. Son dueños de los bancos y los monopolios y, por tanto, pueden ejercer una presión colosal sobre el gobierno. Son dueños de los medios de comunicación y pueden moldear la opinión pública. Finalmente, pueden gobernar apoyándose en los líderes del movimiento obrero, quienes no tienen intención alguna de ir más allá de los límites del sistema. Alan Woods.

La democracia burguesa es una planta muy frágil, que normalmente sólo existe cuando la clase en el poder no se siente directamente amenazada por un cambio revolucionario. Bajo condiciones de crecimiento económico, la burguesía puede permitirse ofrecer ciertas reformas y concesiones para mitigar los antagonismos de clase. Cuando la lucha de clases sobrepasa estos límites, la burguesía se quita la sonriente careta de la democracia y comienza a organizar golpes de Estado y dictaduras. Alan Woods.

Las distintas etapas del proceso revolucionario, consolidadas por el desplazamiento de unos partidos por otros cada vez más extremos, señalan la presión creciente de las masas hacia la izquierda, hasta que el impulso adquirido por el movimiento tropieza con obstáculos objetivos. Entonces comienza la reacción: decepción de ciertos sectores de la clase revolucionaria, difusión del indeferentismo y consiguiente consolidación de las posiciones adquiridas por las fuerzas contrarrevolucionarias. Tal es, al menos, el esquema de las revoluciones tradicionales. Sólo estudiando los procesos políticos sobre las propias masas se alcanza a comprender el papel de los partidos y los caudillos que en modo alguno queremos negar. Son un elemento, si no independiente, sí muy importante, de este proceso. Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor. León Trotsky.

Aquellos que niegan la necesidad de la teoría revolucionaria alegan que las masas pueden aprender todo lo que necesitan saber a través de su propia experiencia, sin la ayuda de partidos o dirigentes. Esta idea es completamente pueril. Si necesitas instalar un cuarto de baño tendrás que pedir ayuda a un fontanero. ¿Qué pensarías de un fontanero que te dice que nunca ha reparado un grifo o estudiado fontanería, pero que está seguro de que puede resolver el problema mediante aproximaciones sucesivas? ¿Qué pensarías de un dentista que, cuando llegas con un dolor de muelas te dice tranquilamente que nunca ha extraído una muela ni estudiado odontología, pero que está dispuesto a experimentar contigo? Ninguna persona sensata permitiría que este dentista se acercase a su boca. No obstante, parece que las revoluciones, donde hay mucho más en juego que una muela cariada, se pueden abordar de una manera totalmente frívola. Ésta es una receta para el desastre. Alan Woods.

La teoría ocupa el lugar en las revoluciones que la estrategia militar ocupa en la guerra. Una estrategia equivocada en la guerra inevitablemente llevará a errores en la táctica y en las operaciones prácticas. Eso socavará la moral de las tropas y llevará a todo tipo de errores graves, derrotas y pérdidas de vida innecesarias. Ocurre lo mismo en la revolución. Los errores en la teoría tarde o temprano se reflejarán en errores en la práctica. Un error en la vida cotidiana a menudo se puede rectificar. Los errores cotidianos normalmente no son cuestiones de vida o muerte, pero las revoluciones son luchas a vida y muerte, y los errores se pueden pagar muy caros. Por consiguiente, los revolucionarios consecuentes deben prestar una atención seria a la teoría. Deben estudiar cuidadosamente las revoluciones pasadas y sacar las lecciones y conclusiones necesarias de ellas. Alan Woods.

Los reformistas se consideran grandes realistas. Pero en realidad son los utópicos más ciegos. Quieren un capitalismo “más humano”. Exigir que el capitalismo sea humano es como pedir peras al olmo. Alan Woods.

Un pueblo que no está preparado para defender su libertad con las armas en la mano no merece ser libre. El armamento general de la población es la condición sine qua non, no sólo para la defensa de la revolución contra los enemigos internos y externos, sino para llevar hasta el final la revolución y defender los derechos democráticos de la población. Alan Woods.

Lenin dijo en una ocasión que el capitalismo es horror sin fin. Basta con echar una mirada rápida a la situación del planeta para ver lo acertado de esta afirmación. La crisis económica, las guerras, el terrorismo, las convulsiones políticas, el hambre, la enfermedad y la pobreza, no son un fenómeno separado e inconexo. Son sólo los síntomas externos de la crisis global del capitalismo. Alan Woods.

No es tanto desde la esclavitud, como a través de la misma, como el hombre se hizo libre. Hegel.

A la parte del producto que contribuye a la subsistencia del trabajador la llama Marx producto necesario; a la parte excedente que produce el trabajador le llama sobreproducto o plusvalía. El esclavo tenía que producir plusvalía, pues de otro modo el dueño de los esclavos no los hubiera tenido. El siervo tenía que producir plusvalía, pues de otro modo la servidumbre no hubiera tenido utilidad alguna para la clase media hacendada. El obrero asalariado produce también plusvalía, sólo que en una escala mucho mayor, pues de otro modo el capitalista no tendría la necesidad de comprar la fuerza de trabajo. La lucha de clases no es otra cosa que la lucha por la plusvalía. Quien posee la plusvalía es el dueño de la situación, posee la riqueza, posee el poder del Estado, tiene la llave de la iglesia, de los tribunales, de las ciencias y las artes. León Trotsky.

La dominación del débil por el fuerte, de los muchos por los pocos, de los trabajadores por los explotadores es una ley básica de la democracia burguesa. León Trotsky.

Para salvar a la sociedad no es necesario detener el desarrollo de la técnica, cerrar las fábricas, conceder premios a los agricultores para que saboteen la agricultura, depauperizar a un tercio de los trabajadores ni llamar a los maníacos para que hagan de dictadores. Ninguna de estas medidas, que constituyen una burla horrible para los intereses de la sociedad, es necesaria. Lo que es indispensable y urgente es separar los medios de producción de sus actuales propietarios parásitos y organizar la sociedad de acuerdo con un plan racional. Entonces será realmente posible por primera vez curar a la sociedad de sus males. Todos los que sean capaces de trabajar deben encontrar un empleo. La jornada de trabajo debe disminuir gradualmente. Las necesidades de todos los miembros de la sociedad deben asegurar una satisfacción creciente. Las palabras “pobreza, “crisis”, “explotación”, deben ser arrojadas de la circulación. La humanidad podrá cruzar finalmente el umbral de la verdadera humanidad. León Trotsky.

La ideología epiléptica de Hitler, es solamente una imagen reflejada de la epilepsia del capitalismo alemán. León Trotsky.

Mientras destruye la democracia en las viejas metrópolis del capital, el imperialismo impide al mismo tiempo la ascensión de la democracia en los países atrasados. […] Expoliando la riqueza natural de los países atrasados y restringiendo deliberadamente su desarrollo industrial independiente, los magnates monopolistas y sus gobiernos conceden simultáneamente su apoyo financiero, político y militar a los grupos semifeudales más reaccionarios y parásitos de explotadores nativos. La barbarie agraria artificialmente conservada es hoy día la plaga más siniestra de la economía mundial contemporánea. La lucha de los pueblos coloniales por su liberación, pasando por encima de las etapas intermedias se transforma en la necesidad de la lucha contra el imperialismo y de ese modo se pone de acuerdo con la lucha del proletariado en las metrópolis. Los levantamientos y las guerras coloniales hacen oscilar, a su vez, las bases fundamentales del mundo capitalista más que nunca y hacen menos posible que nunca el milagro de su regeneración. León Trotsky.

La idea no es otra cosa que la materia trasladada y traducida en el cerebro humano. Georgi Plejánov.

Un metafísico considera y estudia los objetos unos tras otros, e independientemente unos de otros. Cuando siente la necesidad de elevarse a una visión de conjunto, considera los objetos en su acción recíproca y ahí se mantiene; no va más lejos y no puede ir más lejos, pues los objetos siguen para él separados los unos de los otros por una especie de abismo, dado que no tiene ninguna idea del desarrollo que explica su origen ni de las relaciones que existen entre ellos. Georgi Plejánov.

En la producción social de su existencia los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un grado de desarrollo determinado de sus fuerzas de producción material. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base concreta sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política ya la cual corresponden formas determinadas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres que determina su ser; por el contrario, es su ser social que determina su conciencia. Karl Marx.

Lo que distingue a una época económica de otra no es tanto lo que se fabrica, sino la manera de fabricarlo, los medios de trabajo usados para la fabricación. Karl Marx.

En un cierto estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que es la expresión jurídica de lo mismo, con las relaciones de propiedad en el seno de las cuales se habían movido hasta ese momento. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en obstáculos. Entonces se inicia una época de revolución social. El cambio en la base económica trastorna más o menos rápidamente toda la enorme estructura. Cuando se considera estos trastornos, se debe distinguir entre el trastorno material –que puede constatarse de modo científicamente riguroso– de las condiciones de producción económica y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres toman conciencia de este conflicto y lo llevan a término. Del mismo modo que no se juzga a un individuo por la idea que tiene de sí mismo, no se debe juzgar a una época de trastornos por la conciencia que tiene de sí misma; es menester, por el contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto que existe entre las fuerzas productivas, sociales y las relaciones de producción. Una formación social no desaparece nunca antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen relaciones de producción nuevas y superiores antes de que hayan madurado, en el seno de la propia sociedad antigua, las condiciones materiales para su existencia. Por eso la humanidad se plantea siempre únicamente los problemas que puede resolver, pues un examen más detenido muestra siempre que el propio problema no surge sino cuando las condiciones materiales para resolverlo ya existen o, por lo menos, están en vías de formación. A grandes rasgos, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el burgués moderno pueden designarse como épocas de progreso en la formación social económica. Las relaciones de producción burguesas son la última forma antagónica del proceso social de producción, antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que emana de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para resolver dicho antagonismo. Con esta formación social se cierra, pues, la prehistoria de la sociedad humana. Karl Marx.

Todo lo finito tiende a destruirse a sí mismo ya transformarse en su contrario. Georgi Plejánov.

El modo de vivir de los hombres nos basta para explicar su modo de sentir y de pensar. Georgi Plejánov.

Por su contenido, el socialismo moderno es, ante todo, el producto de la toma de conciencia, por una parte, de las oposiciones de clase que reinan en la sociedad moderna entre poseedores y no poseedores, asalariados y burgueses, y, por otra parte, de la anarquía que reina en la producción. Pero, por su forma teórica, aparece en un principio como una continuación –que se quiere más consecuente– de los principios establecidos por los grandes filósofos de las luces en la Francia del siglo XVIII. Como toda teoría nueva, el socialismo ha debido empezar por vincularse al fondo de ideas pre-existentes, y tan profundamente que sus raíces se internan en los hechos económicos. Friedrich Engels.

En el terreno de la ideología hay muchos fenómenos que sólo se pueden explicar indirectamente por la influencia del movimiento económico. Es algo que olvidan frecuentemente no sólo los adversarios, sino también los partidarios de la teoría histórica de Marx. Georgi Plejánov.

Si los filósofos del siglo XVIII recordaban que el hombre es un producto del medio ambiente social, negaban a la “opinión pública”, la cual, según decían, regía al mundo, toda influencia sobre ese medio. Su lógica tropezaba a cada paso con uno u otro aspecto de esta antinomia. El materialismo dialéctico la resuelve fácilmente. Para los materialistas dialécticos la opinión de los hombres dirige efectivamente el mundo, puesto que en el hombre, como dice Engels, “todas las fuerzas motrices de sus acciones deben necesariamente pasar por su cerebro, transformarse en móviles de su voluntad”. Esto no impide que la “opinión pública” tenga sus raíces en el medio social y, en último análisis, en las relaciones económicas; asimismo, no impide que toda “opinión pública” dada envejezca en cuanto el modo de producción que la ha creado empieza a envejecer. La economía forma a la “opinión pública” que, a su vez, dirige al mundo. Georgi Plejánov.

El materialismo dialéctico considera los fenómenos en su evolución. Ahora bien, es completamente absurdo, desde el punto de vista evolucionista, decir que los hombres adaptan conscientemente sus ideas y sentimientos morales a sus relaciones económicas, tan absurdo como afirmar que los animales y las plantas adaptan conscientemente sus órganos a sus condiciones de vida: en los dos casos se trata de un fenómeno inconsciente del cual debemos dar una explicación materialista. Georgi Plejánov.

Los efectos combinados del medio geográfico y de las relaciones internacionales explican las diferencias considerables que constatamos en el destino histórico de los pueblos, a pesar de que las leyes fundamentales de la evolución social son en todas partes las mismas. Georgi Plejánov.

La humanidad sólo se plantea los problemas que puede resolver. Y, si se considera la cosa más de cerca, se descubrirá que el problema mismo sólo surge cuando existen las condiciones materiales para resolverlo o, por lo menos, cuando están a punto de darse. Karl Marx.

Las relaciones burguesas de producción son la última forma contradictoria del proceso de producción social; contradictoria no en el sentido de una contradicción individual, sino de una contradicción que nace de las condiciones de existencia social de los individuos; sin embargo, las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver esta contradicción. Con esta formación social termina pues la prehistoria de la sociedad humana. Karl Marx.

La burguesía no puede existir sin una revolución constante de los instrumentos de producción, es decir, de las condiciones de la producción, o sea, de todas las relaciones sociales. El mantenimiento sin cambio del antiguo modo de producción era, por el contrario, para todas las clases industriales anteriores, la primera condición de su existencia propia. Este derrocamiento continuo de la producción, este sacudimiento constante de todo el sistema social, esta agitación y esta inseguridad perpetuas distingue a la época burguesa de todas las precedentes. Todas las relaciones sociales tradicionales y fijas, con su cortejo de concepciones e ideas antiguas y venerables, se disuelven; las que las reemplazan envejecen antes de haber podido osificarse. Todo lo que tenía solidez y permanencia se disuelve en humo, todo lo que era sagrado se ve profanado, y los hombres son forzados finalmente a encarar sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas con ojos desprovistos de ilusiones. … Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía da un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países… En lugar del antiguo aislamiento de las provincias y las naciones que se bastaban a sí mismas, se desarrollan relaciones universales, una interdependencia universal de las naciones. Y lo que es verdad de la producción material no lo es menos de las producciones del espíritu. Las obras intelectuales de una nación se convierten en la propiedad común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales se vuelven cada día más imposibles; y de la multiplicidad de las literaturas nacionales y locales nace una literatura universal. Karl Marx.

El precio medio del trabajo asalariado es el mínimo del salario, es decir, la suma de los medios de subsistencia necesarios para mantener en vida al obrero en tanto que obrero. Por consiguiente, lo que el obrero adquiere con su trabajo es tan sólo suficiente para reproducir su vida reducida a su más simple expresión. Karl Marx.

Vosotros os manifestáis horrorizados porque nosotros queremos abolir la propiedad privada. Pero, en vuestra sociedad, la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros. Es justamente por no existir para nueve décimas de ellos que existe para vosotros. Karl Marx.

Todas las clases que, en el pasado, han tomado el poder, intentaron consolidar la situación adquirida sometiendo la sociedad a las condiciones que les aseguraban sus propias rentas. Los proletarios no pueden hacer suyas las fuerzas productivas sociales sin abolir el modo de apropiación que el particular a éstas y, en consecuencia, a todo el modo de apropiación que rige hasta nuestros días. Karl Marx.

Se equivocan los que piensan que basta con estar convencidos del advenimiento inevitable de una serie de acontecimientos para que desaparezca toda nuestra posibilidad psicológica de contribuir a ellos o contrarrestarlos. Todo depende de si mis actividades constituyen un eslabón indispensable en la cadena de acontecimientos inevitables. Si la respuesta es afirmativa, menores serán mis dudas y más enérgicas mis acciones. En esto no hay nada de sorprendente, cuando decimos que un determinado individuo considera su actividad como un eslabón necesario en la cadena de acontecimientos necesarios, afirmamos, entre otras cosas, que la ausencia de libre albedrío equivale para él a la total incapacidad de permanecer inactivo y, esa falta de libre albedrío, se refleja en su conciencia como la imposibilidad de actuar de un modo diferente al que actúa. Es, precisamente, el estado psicológico que se puede expresar con la famosa frase de Lutero: «Her stehe ich, ich kann nicht anden» (¡No puedo hacer otra cosa, esta es mi postura!) y gracias al cual, los hombres revelan la energía más indomable y realizan las hazañas más prodigiosas.Georgi Plejánov.

Cuando se presenta la conciencia de mi falta de libre albedrío únicamente bajo la forma de una imposibilidad total, subjetiva y objetiva, de proceder de modo distinto a como lo hago, cuando mis acciones son para mí, al mismo tiempo, las más deseables entre todas las posibles, entonces la necesidad se identifica en mi mente con la libertad y la libertad con la necesidad, y entonces yo no soy libre únicamente en el sentido de que no puedo romper esta identidad entre la libertad y la necesidad, no puedo oponer la una a la otra, no puedo sentirme trabado por la necesidad. Pero esta falta de libertad es al mismo tiempo su manifestación más absoluta. Georgi Plejánov.

La libertad significa ser consciente de la necesidad. Georgi Plejánov.

Las condiciones históricas generales son más poderosas que las personalidades más fuertes. Georgi Plejánov.

Los historiadores se han acostumbrado demasiado a prestar exclusiva atención a las manifestaciones brillantes, ruidosas y efímeras de la actividad humana, a los grandes acontecimientos y a los grandes hombres, en lugar de presentar los movimientos, enormes y lentos, de las condiciones económicas y de las instituciones sociales que constituyen la parte verdaderamente interesante y permanente del desarrollo humano, parte que, en cierta medida, puede ser sintetizada en leyes y sometida, hasta cierto punto, a un análisis exacto. De hecho, los acontecimientos y las personalidades destacadas lo son precisamente como signos y símbolos de diferentes momentos de dicho desarrollo. En cambio, la mayoría de los acontecimientos llamados históricos tienen la misma relación con la verdadera historia, que el movimiento de las olas que nacen de la superficie del mar, brillan un momento con su luz viva y después se estrellan contra la costa arenosa, desapareciendo sin dejar huellas. Monod.

En cualquier momento dado, el hombre puede, por una decisión súbita de su voluntad, introducir en la marcha de los acontecimientos una fuerza nueva, inesperada y variable, capaz de imprimirle otra dirección, pero que, sin embargo, no se presta a ser medida a causa de su variabilidad. Sainte-Beuve.

Gracias a las peculiaridades singulares de su carácter, los individuos pueden influir en los destinos de la sociedad. A veces, su influencia llega a ser muy considerable, pero tanto la posibilidad misma de esta influencia como sus proporciones son determinadas por la organización de la sociedad, por la correlación de las fuerzas que en ella actúan. El carácter del individuo constituye un “factor” del desarrollo social sólo allí, sólo entonces y exclusivamente en el grado en que lo permiten las relaciones sociales. […]

Ahora bien, si el papel de los individuos está determinado por la organización de la sociedad, ¿cómo puede su influencia social, condicionada por este papel, estar en contradicción con la idea del desarrollo de la sociedad conforme a leyes determinadas? Esta influencia no sólo no está en contradicción con tal idea, sino que es una de sus ilustraciones más brillantes.

Sin embargo, debemos hacer la siguiente observación. La posibilidad –determinada por la forma de organización de la sociedad- de que los individuos puedan ejercer influencia social, abre las puertas al papel del accidente en el destino histórico de las naciones. […]

La suerte de los estados depende a veces de casualidades que podríamos llamar accidentes de segundo grado. Georgi Plejánov.

En todo lo finito hay elementos accidentales. Hegel.

Los individuos ejercen, con frecuencia, una gran influencia en el destino de la sociedad, pero esta influencia está determinada por la estructura interna de aquélla y por su relación con otras sociedades. Georgi Plejánov.

La causa determinante de las relaciones sociales reside en el estado de las fuerzas productivas. Este estado depende de las particularidades individuales de diferentes personas, únicamente, en el sentido de una mayor o menor capacidad de tales individuos para impulsar los perfeccionamientos técnicos, descubrimientos e inventos. […] Pero ninguna otra particularidad probable garantiza a personas aisladas el ejercicio de una influencia directa en el estado de las fuerzas productivas y, por consiguiente, en las relaciones sociales por ellas condicionada, es decir, en las relaciones económicas. Cualesquiera que sean las particularidades de un determinado individuo, éste no puede eliminar unas determinadas relaciones económicas cuando éstas corresponden a un determinado estado de las fuerzas productivas. Pero las particularidades individuales de la personalidad, la hacen más o menos apta para satisfacer las necesidades sociales que surgen en virtud de unas relaciones económicas determinadas o para oponerse a esta satisfacción. […]


Gracias a las particularidades de su inteligencia y de su carácter, las personalidades influyentes pueden hacer variar el aspecto individual de los acontecimientos y algunas de sus consecuencias particulares, pero no pueden alterar su orientación general, que está determinada por otras fuerzas. Georgi Plejánov.

Dos condiciones son necesarias para que el hombre dotado de cierto talento ejerza, gracias a él, una gran influencia sobre el curso de los acontecimientos. Es preciso, en primer término, que su talento corresponda mejor que los demás a las necesidades sociales de una época determinada. […] En segundo lugar, el régimen social vigente no debe obstaculizar el camino al individuo dotado de un determinado talento necesario y útil justo en ese momento concreto. Georgi Plejánov.

Hace tiempo que se observó que los talentos aparecen, siempre y en todas partes, allá donde existen condiciones sociales favorables para su desarrollo. Eso significa que todo talento que se ha manifestado efectivamente, es decir, todo talento convertido en fuerza social, es fruto de las relaciones sociales. Pero si esto es así, se comprende por qué los hombres de talento, como hemos dicho, sólo pueden hacer variar el aspecto individual y no la orientación general de los acontecimientos; ellos mismos existen gracias únicamente a esta orientación; si no fuera por eso, nunca habrían podido cruzar el umbral que separa lo potencial de lo real. Georgi Plejánov.

Las relaciones sociales tienen su lógica, en la medida que los hombres se encuentran en determinadas relaciones mutuas, ellos necesariamente sentirán, pensarán y obrarán así y, no de un modo diferente. Sería inútil que la personalidad eminente se empeñara en luchar contra esta lógica, la marcha natural de las cosas (es decir, la misma lógica de las relaciones sociales) reduciría a la nada sus esfuerzos. Pero si yo sé en qué sentido se modifican las relaciones sociales en virtud de determinados cambios en el proceso social y económico de la producción, sé también en qué sentido se modificará a su vez la psicología social, por consiguiente, tengo la posibilidad de influir sobre ella. Influir sobre la psicología social es influir sobre los acontecimientos históricos. Se puede afirmar, por lo tanto, que, en cierto sentido, yo puedo, con todo, hacer la historia, y no tengo necesidad de esperar hasta que la historia “se haga”. Georgi Plejánov.

La libre información es la moneda de cambio de la democracia. Thomas Jefferson.

La manipulación inteligente de las masas es un gobierno invisible que representa el verdadero poder gobernante. Edward Bernays.

El pensamiento en tanto que actividad del juicio se apoya en definiciones categóricas que se excluyen las unas a las otras. Estas abstracciones limitadas se le presentan como sólidamente existentes. Hegel.

La clase obrera posee ya un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber. Karl Marx.

La causa de la carestía no está en el crecimiento de los salarios, sino en los exorbitantes beneficios de los capitalistas y los gastos extra que impone la anarquía capitalista. León Trotsky.

La tarea central en los países coloniales y semicoloniales es la revolución agraria, es decir, la liquidación de la herencia feudal y la independencia nacional, es decir, la liberación del yugo capitalista. Ambas tareas están íntimamente ligadas. León Trotsky.

Independientemente de lo que se piense del bolchevismo, es innegable que la revolución rusa es uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, y la llegada de los bolcheviques al poder, un hecho de importancia mundial. John Reed.

Hemos empezado nosotros. No importa dónde, cuándo ni qué trabajadores o en qué país sean los que finalicen este proceso, lo verdaderamente importante es que se ha roto el hielo, se ha trazado la senda, el camino está libre. Lenin.

Cuando una idea se apodera de las mentes de las masas, se convierte en una fuerza material. Karl Marx.

En el año 1917, Rusia estaba pasando por la mayor crisis social. Puede decirse con certeza, sobre la base de todas las lecciones de la historia, que, de no haber existido el partido bolchevique, la inconmensurable energía revolucionaria de las masas habría sido estérilmente gastada en explosiones esporádicas y los grandes levantamientos hubieran acabado en la más severa de las dictaduras contrarrevolucionarias. La lucha de clases es el primer motor de la historia. Necesita un programa correcto, un partido firme, una dirección valiente y digna de confianza, revolucionarios dispuestos a ir hasta el final. Esta es la mayor lección de la Revolución de Octubre. León Trotsky.

Una de las tareas más importantes, si no la más importante, de la hora presente consiste en desarrollar con la mayor amplitud esa libre iniciativa de los obreros y de todos los trabajadores y explotados en general en su obra creadora de organización. Hay que desvanecer a toda costa el viejo prejuicio absurdo, salvaje, infame y odioso de que sólo las llamadas ‘clases superiores’, sólo los ricos o los que han cursado la escuela de las clases ricas, pueden administrar el Estado, dirigir la estructura orgánica de la sociedad capitalista. Lenin.

Los capitalistas siempre han llamado “libertad” a la libertad de lucro para los ricos y a la libertad de morirse de hambre para los trabajadores. Los capitalistas llaman libertad de expresión a la libertad de soborno de la prensa por los ricos, a la libertad de utilizar la riqueza para fabricar y falsear la llamada opinión pública. Lenin.

La revolución rusa demuestra la enorme importancia del factor subjetivo y el papel del individuo en la historia. El marxismo es determinista, pero no fatalista. Alan Woods.

Existen momentos históricos en que todos los factores objetivos necesarios para la revolución han madurado y, por tanto, el factor subjetivo —su preparación consciente, la dirección revolucionaria— se convierte en el factor decisivo. En esos momentos todo el proceso histórico depende de la actividad de un pequeño grupo de personas o, incluso, de un solo individuo. Akan Woods.

El socialismo es la organización de la producción social planificada destinada a satisfacer las necesidades humanas. La propiedad colectiva de los medios de producción no es el socialismo, sólo es su premisa legal. El problema de una sociedad socialista no se puede abstraer del carácter mundial de las fuerzas productivas en la actual etapa de desarrollo humano. León Trotsky.

La huelga de masas, tal como nos la muestra la revolución rusa, no es un medio astuto, ingeniado con el fin de lograr una actuación más poderosa en la lucha proletaria, sino que es el mismo movimiento de las masas proletarias, la forma en que se manifiesta la lucha proletaria en la revolución. Rosa Luxemburgo.

Es completamente erróneo concebir la huelga de masas como un acto único, como una acción aislada. La huelga de masas es más bien la denominación, el concepto unificador de todo un período de años, quizás de decenios, de la lucha de clases. Rosa Luxemburgo.

Las huelgas de protesta, que a diferencia de las huelgas de lucha, exigen un nivel muy elevado de disciplina de partido, una dirección política y una ideología política conscientes, y que aparecen, por consiguiente, según el esquema, como la forma más elevada y madura de la huelga de masas, son importantes sobre todo al comienzo del movimiento. Rosa Luxemburgo.

La lucha económica es la que conduce de una situación política a otra; la lucha política produce la fertilización periódica del terreno en el que surge la lucha económica. Rosa Luxemburgo.

Los acontecimientos de Rusia nos muestran la huelga de masas como inseparable de la revolución. La historia de la huelga de masas en Rusia es la historia de la revolución rusa. Rosa Luxemburgo.

A diferencia de la concepción policial, que considera las revoluciones exclusivamente desde el punto de vista de los disturbios callejeros y de los motines, es decir, desde el punto de vista del “desorden”, la concepción del socialismo científico ve en la revolución, sobre todo, una profunda transformación interna en las relaciones sociales de las clases. Rosa Luxemburgo.

La huelga de masas no produce la revolución, sino que es la revolución la que produce la huelga de masas. Rosa Luxemburgo.

Una huelga de masas que haya nacido simplemente de la disciplina y del entusiasmo tendrá el valor, en el mejor de los casos, de episodio, de síntoma de la combatividad de la clase obrera, después de lo cual la situación retomará a la apacible rutina cotidiana. Rosa Luxemburgo.

En lugar de romperse la cabeza con la parte técnica, con el mecanismo de la huelga de masas, la socialdemocracia está llamada a hacerse cargo de la dirección política aún en medio de un periodo revolucionario. La consigna, señalar la orientación de la lucha, fijar la táctica de la lucha política de tal forma que en cada fase y en cada momento se movilice toda la fuerza actual, activa y desencadenada del proletariado, para que se manifieste en la actitud combativa del partido, en que la táctica de la socialdemocracia, por su decisión y agudeza, no se encuentre nunca por debajo del nivel de las relaciones de fuerza existentes, sino que, al contrario, se sitúe por encima de este nivel; esta es la tarea más importante de la “dirección” en el periodo de las huelgas de masas. Y esa dirección se transforma por sí misma, en cierta medida, en dirección técnica. Una táctica consecuente, decidida y de vanguardia por parte de la socialdemocracia despierta en las masas un sentimiento de seguridad, de confianza en sí mismas, elevando además el espíritu combativo; una táctica vacilante, débil, basada en la subestimación del proletariado, paraliza y confunde a las masas. En el primer caso, las huelgas de masas se desencadenan “solas” y siempre “a tiempo”; en el segundo, incluso fracasan los llamamientos directos de la dirección a la huelga de masas. Rosa Luxemburgo.

Los sindicatos, al igual que las demás organizaciones de lucha del proletariado, no pueden mantenerse, a la larga, sino por medio de la lucha, y una lucha que no sea solamente una pequeña guerra de ratas y de sapos en las aguas estancadas del periodo burgués parlamentario, sino un periodo revolucionario de violentas luchas de masas. La concepción mecánica, burocrática y estereotipada sólo quiere ver en la lucha el producto de la organización a un cierto nivel de fuerza. Por el contrario, el vivo desarrollo dialéctico ve en la organización un producto de la lucha. Rosa Luxemburgo.

Toda auténtica gran lucha de clases ha de basarse en el apoyo y en la colaboración de las más amplias capas populares. Rosa Luxemburgo.

No se pueden contener los acontecimientos históricos imponiéndoles prescripciones, sino tomando previamente conciencia de sus probables y calculables consecuencias, y dirigiendo, según ellas, su propio modo de actuación. Rosa Luxemburgo.

El capitalismo no evoluciona siguiendo una hermosa línea recta, sino haciendo un caprichoso recorrido repleto de giros bruscos. Y así como los diferentes países capitalistas representan los estadios más diversos de desarrollo, así también en el interior de cada país se encuentran las capas más diversas de una misma clase obrera. Pero la historia no espera pacientemente a que los países y las capas más atrasadas alcancen a los países y las capas más avanzadas, para que el conjunto cierre filas y se ponga en marcha con perfecta simetría. Se producen las explosiones en los puntos neurálgicos cuando la situación está madura, y en la tormenta revolucionaria son suficientes a veces sólo algunos días o algunos meses para compensar los retrasos, corregir las desigualdades y hacer avanzar de golpe a todo el mecanismo social. Rosa Luxemburgo.

No existen dos distintas luchas de clase del proletariado, una económica y una política, sino que existe una sola lucha de clases, orientada, por igual, tanto a la limitación de la explotación capitalista en el seno de la sociedad burguesa como a la abolición de la explotación junto a la misma sociedad burguesa. Si bien estas dos partes de la lucha de clases se separan entre sí en el periodo parlamentario —por razones técnicas, entre otras—, no representan por ello dos acciones paralelas, sino simplemente dos fases, dos estadios en la lucha por la emancipación de la clase obrera. La lucha sindical abarca los intereses actuales; la lucha socialdemócrata, los intereses futuros del movimiento obrero. […] La lucha parlamentaria, al igual que la lucha sindical, es simplemente una fase, un estadio de desarrollo en el todo de la lucha de clases proletaria, cuya meta final supera, en igual medida, tanto a la lucha parlamentaria como a la lucha sindical. También la lucha parlamentaria tiene la misma relación con la política socialdemócrata que la existente entre una parte y el todo, exactamente igual al trabajo sindical. La socialdemocracia es precisamente el resumen tanto de la lucha parlamentaría como sindical, en una lucha de clases dirigida a la abolición del orden social burgués. Rosa Luxemburgo.

La especialización en su actividad profesional de dirigentes sindicales, así como la natural restricción de horizontes que va ligada a las luchas económicas fragmentadas en los períodos de calma, concluyen por llevar fácilmente a los funcionarios sindicales al burocratismo y a una cierta estrechez de miras. Y ambas cosas se manifiestan en toda una serie de tendencias que pueden llegar a ser altamente funestas para el futuro del movimiento sindical. Entre ellas se cuenta, ante todo, la sobrestimación de la organización, que, de medio para conseguir un fin, llega a convenirse paulatinamente en un fin en sí mismo, en el más preciado bien, en aras del cual han de subordinarse los intereses de la lucha. De ahí se explica también esa necesidad, abiertamente confesada, que lleva a retroceder ante grandes riesgos y ante supuestos peligros para la existencia de los sindicatos, ante la inseguridad de las grandes acciones de masas; de ahí se explica además la sobrestimación del modo mismo de la lucha sindical, de sus perspectivas y de sus éxitos. Los dirigentes sindicales, constantemente absorbidos por la pequeña guerra económica, que tiene por objetivo hacer que las masas obreras sepan apreciar el gran valor de cada conquista económica, por mínima que esta sea, de cada aumento salarial y de cada reducción de la jornada de trabajo, llegan poco a poco a perder la noción de los grandes nexos causales y la visión de conjunto de la situación global. Rosa Luxemburgo.

La teoría marxista dio a la clase obrera de todo el mundo una brújula para que se orientara por el torbellino de los acontecimientos cotidianos, para que dirigiera en todo el mundo la táctica de lucha hacia la inamovible meta final. Rosa Luxemburgo.

La autocrítica despiadada no es únicamente un derecho vital, sino el deber supremo de la clase obrera. Rosa Luxemburgo.

El socialismo científico nos ha enseñado a comprender las leyes objetivas del desarrollo histórico. Los hombres no hacen su historia libremente. Pero la hacen ellos mismos. El proletariado depende en su acción del grado de madurez correspondiente al desarrollo social, pero el desarrollo social no se produce, al margen del proletariado, es en igual medida tanto su motor y su causa, su producto y su resultado. Su propia acción es parte codeterminante de la historia. Y si bien no podemos saltar por encima de ese desarrollo social, pero el desarrollo social no se produce al margen de sombras, podemos acelerarlo o retrasarlo.


El socialismo es el primer movimiento popular de la historia mundial que se ha puesto como objetivo, y está llamado por la historia a introducir en el hacer social de los hombres un sentido consciente, un pensamiento planificado y, por consiguiente, la acción libre. Por eso Federico Engels califica a la victoria definitiva del proletariado socialista de salto de la humanidad desde el reino animal hasta el reino de la libertad. Este salto es resultado de ineluctables leyes de la historia, de millares de escalones de una evolución anterior penosa y demasiado lenta. Pero nunca podrá ser llevado a cabo si, de todo ese substrato de condiciones materiales acumuladas por la evolución, no salta la chispa incandescente de la voluntad consciente de la gran masa del pueblo. La victoria del socialismo no caerá del cielo como algo fatal. Sólo podrá ser alcanzada superando una gran cadena de tremendas pruebas de fuerza entre los viejos y los nuevos poderes, pruebas de fuerza en las que el proletariado internacional, bajo la dirección de la socialde mocracia, aprende y trata de tomar en sus propias manos el destino, de apoderarse del timón de la vida social, de dejar de ser un juguete pasivo de la historia para convertirse en su conductor clarividente. Rosa Luxemburgo.

La guerra es un gigantesco asesinato metódico y organizado. Pero para el asesinato sistemático hay que crear primero el correspondiente delirio en hombres normalmente constituidos. Desde siempre, éste es el método correcto de los que dirigen la guerra. La bestialidad de la acción responde a la bestialidad de los pensamientos y de la conciencia, ésta la prepara y acompaña. Rosa Luxemburgo.

Un pueblo políticamente maduro no puede renunciar “temporalmente” a sus derechos políticos y a la vida pública, como tampoco una persona viva puede “renunciar” al aire que respira. Un pueblo que reconoce por su actitud que durante la guerra es necesario el estado de sitio, ha reconocido con ello que la libertad política no es tan indispensable. Rosa Luxemburgo.

Si para las clases dominantes la invasión es un medio eficaz contra la lucha de clases, para las clases revolucionarias la más violenta lucha de clases ha demostrado ser el mejor medio contra la invasión. Rosa Luxemburgo.

El socialismo internacional reconoce el derecho de las naciones a ser libres, independientes e iguales, pero sólo él puede crear tales naciones, sólo él puede realizar el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Esta consigna del socialismo no es, al igual que todas las demás, una canonización de lo existente, sino una orientación y un estímulo para la política revolucionaria, transformadora y activa del proletariado. Mientras existan los Estados capitalistas, mientras la política mundial imperialista determine y configure la vida interna y externa de los Estados, el derecho a la autodeterminación nacional no tendrá nada que ver con su práctica, ni en la guerra, ni en la paz. Rosa Luxemburgo.

La política imperialista no es la obra de un Estado cualquiera o de varios Estados, sino que es el producto de un determinado grado de maduración en el desarrollo mundial del capital, un fenómeno internacional por naturaleza, un todo indivisible que sólo se puede reconocer en todas sus relaciones cambiantes y del cual ningún Estado puede sustraerse. Rosa Luxemburgo.

El capitalismo no es compatible con la dispersión estatal, con la desmembración económica y política; necesita para su desarrollo un territorio lo más extenso y unido posible y una cultura espiritual, sin los cuales no pueden elevarse las necesidades de la sociedad al nivel exigido por la producción mercantil capitalista ni puede hacer funcionar el mecanismo del moderno poder de clase burgués. Rosa Luxemburgo.

La tendencia general de la actual política capitalista domina como ley ciega y todopoderosa los diversos Estados, como las leyes de la competencia económica determinan imperiosamente las condiciones de producción del empresario aislado. Rosa Luxemburgo.

El requisito más elemental de la defensa nacional es que la nación tome en sus propias manos la defensa. El primer paso para ello es la milicia, no solamente el armar, de inmediato, a toda la población masculina adulta, sino, sobre todo, la posibilidad para el pueblo de decidir sobre la guerra y la paz, es decir: el restablecimiento inmediato de todos los derechos políticos, pues la más amplia libertad política es el fundamento indispensable de la defensa popular nacional. Rosa Luxemburgo.

La dialéctica histórica progresa a través de contradicciones, en toda cosa necesaria coloca su contrario en el mundo. El poder de clase burgués es sin duda alguna una necesidad histórica, pero también lo es la insurrección de la clase obrera en contra; el capital es una necesidad histórica, pero también lo es su enterrador, el proletario socialista; el poderío mundial del imperialismo es una necesidad histórica, pero también lo es su derrocamiento por la internacional proletaria. A cada paso nos encontramos con dos necesidades históricas que se enfrentan mutuamente, y la nuestra, la necesidad del socialismo, tiene mayor aliento. Nuestra necesidad está plenamente justificada desde el momento en que la otra, la dominación de la clase burguesa, cesa de ser portadora del progreso histórico, desde el momento en que se convierte en freno, en un peligro para el desarrollo ulterior de la sociedad. […] El empuje de expansión imperialista del capitalismo, como expresión de su más elevada madurez y del último período de su vida, tiende a transformar desde el punto de vista económico todo el planeta en un mundo productor capitalista, aniquilando todas las formas productoras y sociales atrasadas y precapitalistas, a convertir en capital todas las riquezas de la tierra y todos los medios de producción, a transformar a las masas populares trabajadoras de todos los países en esclavos asalariados. En África y en Asia, desde el cabo Norte al cabo de Hornos y hasta los mares del Sur, los restos de las viejas comunidades del comunismo primitivo, las relaciones feudales de dominio, las economías campesinas patriarcales y las antiquísimas producciones artesanales son destruidas y pisoteadas por el capitalismo, que aniquila pueblos enteros y borra del mapa viejas culturas, para colocar en su lugar la producción de beneficio en su forma más moderna. Esta brutal marcha triunfal del capital en el mundo, iniciada y acompañada por todos los medios: la violencia, el robo y la infamia, tenía su lado bueno: creó las condiciones para su ruina definitiva, creó el dominio mundial capitalista al que debe seguir la revolución mundial socialista. Rosa Luxemburgo.

El imperialismo, el militarismo y la guerra no podrán ser eliminados ni frenados mientras las clases capitalistas ejerzan indiscriminadamente su dominación de clase. El único medio para oponerles con éxito resistencia y la única salvaguardia para la paz mundial está en la capacidad de acción política y la voluntad revolucionaria del proletariado internacional para echar su fuerza en el platillo de la balanza. Rosa Luxemburgo.

Es la eterna ilusión de los gobernantes creer que pueden anular los efectos sin considerar las causas. Víctor Serge.

Una sociedad que ya no reposa en ideas vivas, aquella en la cual los principios fundamentales están muertos, sobrevive, cuando mucho, por la fuerza de la inercia. Víctor Serge.

La provocación es mucho más peligrosa por la desconfianza que siembra entre los revolucionarios. Tan pronto algunos traidores han sido desenmascarados, la confianza desaparece del seno de las organizaciones. Es terrible, porque la confianza en el partido es la base de toda fuerza revolucionaria. Víctor Serge.

En sus inicios, una revolución no puede ser ni clemente ni indulgente, sino más bien dura. En la guerra de clases se debe golpear duro, lograr victorias decisivas, para no tener que reconquistar constantemente, siempre con nuevos riesgos y nuevos sacrificios, el mismo terreno. Víctor Serge.

Simple, como todos los fenómenos de la naturaleza, elemental, como el hambre o el deseo sexual, esta fuerza tiene como motor primario, como impulso original, el instinto de conservación de la especie, la necesidad de subsistencia, el aguijón del interés material. Los trabajadores se movilizan, abandonan la pasividad, la rutina y el automatismo del gesto cotidiano, dejan de ser moléculas aisladas y se sueldan con sus compañeros de trabajo y de alienación, no porque un “conductor” los incite a ello, tampoco, lo más a menudo, porque un pensamiento consciente los despierte y fanatice, sino, simplemente, porque la necesidad los empuja a asegurar o a mejorar sus medios de subsistencia y, si éstas han alcanzado ya un nivel más alto, a reconquistar su dignidad de hombres.

Este movimiento existe permanentemente, en estado latente, subterráneo. La clase explotada no deja en ningún momento de ejercer una relativa presión sobre sus explotadores para arrancarles, en primer lugar, una ración menos mezquina, y luego un mínimo de respeto. Pero, en los períodos de baja, esa presión es sorda, invisible, heterogénea. Se manifiesta en débiles reacciones individuales o de pequeños grupos aislados. El movimiento de masas se halla atomizado, replegado sobre sí mismo.

Sin embargo, en ciertas circunstancias ocurre que reaparece bruscamente en la superficie, se manifiesta como una enorme fuerza colectiva homogénea, ocurre que estalla. El exceso de miseria o de humillante opresión, no sólo económica, sino también política, provoca en cada una de sus víctimas un grito tan alto que todas las víctimas se sienten gritando juntas –a veces, por otra parte, uno o dos gritos se adelantan a los otros, aun en el más espontáneo de los movimientos. Como decía un obrero: “Siempre hay alguien que comienza la espontaneidad”–; y la unanimidad de ese grito les da confianza en sí mismos; y su protesta se convierte en un alud, el contagio revolucionario se extiende al conjunto de la clase.

Lo que confiere su particularidad al movimiento de masas es el carácter concreto, pero limitado, de sus objetivos. Inconsciente, al menos en sus comienzos, difiere por su naturaleza de las acciones de los grupos políticos conscientes, o pretendidos tales. Puede, en ciertas circunstancias, proyectar su impulso a través de un partido, pero aún así no se produce una verdadera fusión. El movimiento de masas continúa obedeciendo a sus propias leyes, persiguiendo sus fines particulares, como el Ródano, que luego de verter sus aguas en el lago Leman prosigue su propio curso. La disparidad entre los móviles de la acción de las masas y aquellos de los partidos políticos es el origen de toda suerte de errores y desencuentros, de tácticas y diagnósticos falsos.

[…] La masa de los trabajadores, encadenados desde el alba a la noche a su dura labor, aplastados por la fatiga, los problemas domésticos y, en las grandes aglomeraciones urbanas, por la lentitud y la incomodidad de los transportes, atontados por los “mass media”, monopolizados por la clase dominante, carentes de tiempo libre y de medios propios de información, en su conjunto no alcanzan a relacionar la lucha por mejoras materiales con un objetivo superior sin el cual, como el trabajo de Sísifo, esa lucha deberá perpetuamente recomenzar.

Sin embargo, a pesar de todo, una minoría proletaria, más instruida y lúcida, compuesta principalmente por obreros calificados, logra elevarse por sobre el estrecho horizonte del pan cotidiano. De esta manera el insconsciente relativo de la clase puede ser esclarecido por el consciente. Si esta elite obrera se muestra capaz de dar cuenta de las particularidades y de las leyes complejas del movimiento de masas, si vela sin desmayos para que la asociación de ideas juegue constantemente entre las reivindicaciones inmediatas de sus compañeros de trabajo y el objetivo revolucionario propuesto, si se dedica a sugerir, a explicar, nunca a “dirigir”, entonces la fusión tiene probabilidades de realización.

Tal fusión es indispensable, pues ambas fuerzas se necesitan absolutamente. ¿Qué puede hacer una elite sin las masas? ¿Qué pueden las masas sin las elites sino, luego de una breve explosión, de efímeras conquistas, retirarse decepcionadas, sintiéndose vencidas?

Cierto es que a veces la elite y el movimiento de masas se dedican a un siniestro juego de escondite. El segundo está preparado para el combate y ya se ha lanzado a la pelea. Sería suficiente que algunos militantes conscientes le ayudaran a trascenderse. Pero, en el preciso instante en que sería necesaria, esa elite no existe o, si está presente, no logra elevarse a la altura de la situación. La conciencia ha fallado en su tarea, o la clase dominante ha logrado ponerla a su servicio. El instinto, abandonado a sí mismo, luego de algunas violentas sacudidas y escaramuzas de retaguardia, se pierde en la arena. Revolución frustrada.

Puede también ocurrir lo contrario. Después de haber aprendido la lección de anteriores experiencias, una minoría consciente se muestra capaz de seguir hasta el fin. Se vuelve al movimiento de masas y requiere su apoyo, pero las masas no interpretan el llamado, o en ese momento están adormecidas, porque están ocupadas en la digestión de las migajas arrancadas al enemigo o porque el recuerdo de un reciente fracaso o de una represión brutal ha dispersado al movimiento. Reducida a sus magras fuerzas, la minoría consciente se agita y se agota en vano. Revolución frustrada.

La victoria surge de la conjunción de las dos fuerzas, el día que, a pesar de sus diversidades, sus diferencias de formación y de óptica, sus intereses divergentes, se lanzan juntas a la batalla. Octubre de 1917.

Sin embargo, aun cuando se trate de una formación política que se reivindique del proletariado, cuyos intereses coincidan por un momento con los del proletariado, como fue el caso del partido bolchevique en el otoño de 1917, no es posible generalizar a partir de tal ocasional conjunción, ni se puede estar de acuerdo con Gramsci cuando el marxista italiano sostiene que la “teoría” –denotando con ese término una “dirección política del proletariado”– y “espontaneidad” “no pueden oponerse entre sí”. Tal optimista afirmación revela idealismo, y ha sido cruelmente desmentida por la historia. Daniel Guérin.

La “utopía” de ayer se convertirá en la “necesidad” de mañana. Christian Cornelissen.

La inteligencia propia de la masa, en cuanto a sus tareas y medios, es para la acción socialista una condición histórica indispensable, en la misma medida que anteriormente la inconciencia de las masas fue la condición de la acción de las clases dominantes. Rosa Luxemburgo.

Burocratismo es subordinar los intereses de la causa a los intereses de la carrera, es conceder la más profunda atención a los puestos y desentenderse del trabajo, pelearse por la cooptación, en lugar de luchar por las ideas. Lenin.

Precisamente la fábrica, que a algunos les parece sólo un espantajo, representa la forma superior de cooperación capitalista que ha unificado y disciplinado al proletariado, que le ha enseñado a organizarse y lo ha colocado a la cabeza de todos los demás sectores de la población trabajadora y explotada. Precisamente el marxismo, como ideología del proletariado instruido por el capitalismo, ha enseñado y enseña a los intelectuales vacilantes la diferencia que existe entre el factor de explotación de la fábrica (disciplina fundada en el miedo a la muerte por hambre) y su factor organizador (disciplina fundada en el trabajo en común, unificado por las condiciones en que se realiza la producción, altamente desarrollada desde el punto de vista técnico). La disciplina y la organización, que tan difícilmente adquiere el intelectual burgués, son asimiladas con singular facilidad por el proletariado, gracias precisamente a esta «escuela» de la fábrica. El miedo mortal a esta escuela, la completa incomprensión de su valor organizador, caracterizan precisamente los métodos del pensamiento que reflejan las condiciones de vida pequeñoburguesas, a las que debe su origen el tipo de anarquismo que los socialdemócratas alemanes llaman Edelanarchismus, es decir, anarquismo del señor «distinguido», anarquismo señorial, diría yo. Este anarquismo señorial es algo muy peculiar del nihilista ruso. La organización del Partido se le antoja una «fábrica» monstruosa; la sumisión de la parte al todo y de la minoría a la mayoría le parece un «avasallamiento» (véanse los folletos de Axelrod); la división del trabajo bajo la dirección de un organismo central hace proferir alaridos tragicómicos contra la transformación de los hombres en «ruedas y tornillos» de un mecanismo (y entre estas transformaciones, la que juzga más espantosa es la de los redactores en simples periodistas), la mención de los estatutos de organización del Partido suscita en él un gesto de desprecio y la desdeñosa obsenación (dirigida a los «formalistas») de que se podría vivir sin estatutos. Lenin.

El burocratismo versus democracia, es precisamente el centralismo versus el autonomismo; es el principio de organización de la socialdemocracia revolucionaria frente al principio de organización de los oportunistas de la socialdemocracia. Este último trata de ir de abajo arriba, y por ello defiende, siempre que puede y cuando puede, el autonomismo, el «democratismo» que va (en los casos en que hay exceso de celo) hasta el anarquismo. El primero trata de empezar por arriba, preconizando la extensión de los derechos y poderés del organismo central respecto a las partes. Lenin.

La metafísica tenía razón contra los griegos en cuanto al detalle, pero en cambio éstos tenían razón contra la metafísica en su visión de conjunto. Friedrich Engels.

El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es que la dialéctica aparece, en él, invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho, ponerla de pie, y enseguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional. Karl Marx.

Hegel ha sido el primero en exponer rectamente la relación entre libertad y necesidad. Para él, la libertad es la comprensión de la necesidad. «La necesidad es ciega sólo en la medida en que no está sometida al concepto.» La libertad no consiste en una soñada independencia respecto de las leyes naturales, sino en el reconocimiento de esas leyes y en la posibilidad, así dada, de hacerlas obrar según un plan para determinados fines. Esto vale tanto respecto de las leyes de la naturaleza externa cuanto respecto de aquellas que regulan el ser somático y espiritual del hombre mismo: dos clases de leyes que podemos separar a lo sumo en la representación, no en la realidad. La libertad de la voluntad no significa, pues, más que la capacidad de poder decidir con conocimiento de causa. Cuanto más libre es el juicio de un ser humano respecto de un determinado punto problemático, con tanta mayor necesidad estará determinado el contenido de ese juicio; mientras que la inseguridad debida a la ignorancia y que elige con aparente arbitrio entre posibilidades de decisión diversas y contradictorias prueba con ello su propia ilibertad, su situación de dominada por el objeto al que precisamente tendría que dominar. La libertad consiste, pues, en el dominio sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza exterior, basado en el conocimiento de las necesidades naturales; por eso es necesariamente un producto de la evolución histórica. Friedrich Engels.

Mediante la combinación de la mano, los órganos lingüísticos y el cerebro, y no sólo en el individuo aislado, sino en la sociedad, se hallaron los hombres capacitados para realizar operaciones cada vez más complicadas, para plantearse y alcanzar metas cada vez más altas. De generación en generación, el trabajo mismo fue cambiando, haciéndose más perfecto y más multiforme. A la caza y la ganadería se unió la agricultura y tras ésta vinieron las artes del hilado y el tejido, la elaboración de los metales, la alfarería, la navegación. Junto al comercio y los oficios aparecieron, por último, el arte y la ciencia, y las tribus se convirtieron en naciones y estados. Se desarrollaron el derecho y la política y, con ellos, el reflejo fantástico de las cosas humanas en la cabeza del hombre: la religión. Ante estas creaciones, que empezaron presentándose como productos de la cabeza y que parecían dominar las sociedades humanas, fueron pasando a segundo plano los productos más modestos de la mano trabajadora, tanto más cuanto que la cabeza encargada de planear el trabajo pudo, ya en una fase muy temprana de desarrollo de la sociedad (por ejemplo, ya en el seno de la simple familia), hacer que el trabajo planeado fuese ejecutado por otras manos que las suyas. Todos los méritos del rápido progreso de la civilización se atribuyeron a la cabeza, al desarrollo y a la actividad del cerebro; los hombres se acostumbraron a explicar sus actos por sus pensamientos en vez de explicárselos partiendo de sus necesidades (las cuales, ciertamente, se reflejan en la cabeza, se revelan a la conciencia), y así fue como surgió, con el tiempo, aquella concepción idealista del mundo que se ha adueñado de las mentes, sobre todo desde la caída del mundo antiguo. Y hasta tal punto sigue dominándolas todavía, hoy, que incluso los investigadores materialistas de la naturaleza de la escuela de Darwin no aciertan a formarse una idea clara acerca del origen del hombre porque, ofuscados por aquella influencia ideológica, no alcanzan a ver el papel que en su nacimiento desempeñó el trabajo.


Los animales, como ya hemos apuntado, hacen cambiar con su acción la naturaleza exterior, lo mismo que el hombre, aunque no en igual medida que él, y estos cambios del medio así provocados repercuten, a su vez, como hemos visto, sobre sus autores. Nada, en la naturaleza, ocurre de un modo aislado. Cada cosa repercute en la otra, y a la inversa, y lo que muchas veces impide a nuestros naturalistas ver claro en los procesos más simples es precisamente el no tomar en consideración este movimiento y esta interdependencia universales. Friedrich Engels.

Así como la historia evolutiva del feto humano en el claustro materno no es más que la repetición abreviada de la historia evolutiva del organismo de nuestros antepasados animales a lo largo de millones de años, arrancando desde el gusano, así también la evolución espiritual del niño humano es simplemente una repetición, aunque en miniatura, de la evolución intelectual de aquellos mismos antepasados, por lo menos de los más recientes. Friedrich Engels.

El animal utiliza la naturaleza exterior e introduce cambios en ella pura y simplemente con su presencia, mientras que el hombre, mediante sus cambios, la hace servir a sus fines, la domina. Es esta la suprema y esencial diferencia entre el hombre y los demás animales; diferencia debida también al trabajo.

No debemos, sin embargo, lisonjearnos demasiado de nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Esta se venga de nosotros por cada una de las derrotas que le inferimos. Es cierto que todas ellas se traducen principalmente en los resultados previstos y calculados, pero acarrean, además, otros imprevistos, con los que no contábamos y que, no pocas veces, contrarrestan los primeros. […] Todo nos recuerda a cada paso que el hombre no domina, ni mucho menos, la naturaleza a la manera como un conquistador domina un pueblo extranjero, es decir, como alguien que es ajeno a la naturaleza, sino que formamos parte de ella con nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, que nos hallamos en medio de ella y que todo nuestro dominio sobre la naturaleza y la ventaja que en esto llevamos a las demás criaturas consiste en la posibilidad de llegar a conocer sus leyes y de saber aplicarlas acertadamente.

No cabe duda de que cada día que pasa conocemos mejor las leyes de la naturaleza y estamos en condiciones de prever las repercusiones próximas y remotas de nuestras ingerencias en su marcha normal. Sobre todo desde los formidables progresos conseguidos por las ciencias naturales durante el siglo actual, vamos aprendiendo a conocer de antemano, en medida cada vez mayor, y por tanto a dominarlas, hasta las lejanas repercusiones naturales, por lo menos, de nuestros actos más habituales de producción. Y cuanto más ocurra esto, más volverán los hombres, no solamente a sentirse, sino a saberse parte integrante de la naturaleza y más imposible se nos revelará esa absurda y antinatural representación de un antagonismo entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma y el cuerpo, como la que se apoderó de Europa a la caída de la antigüedad clásica, llegando a su apogeo bajo el cristianismo. Friedrich Engels.

Si ha hecho falta el trabajo de siglos hasta que hemos aprendido, en cierto modo, a calcular las consecuencias naturales remotas de nuestros actos encaminados a la producción, la cosa era todavía mucho más difícil en lo que se refiere a las consecuencias sociales de estos mismos actos. […] Pero también en este terreno una larga y a veces dura experiencia y el acopio y la investigación de material histórico nos va enseñando, poco a poco, a ver claro acerca de las consecuencias sociales indirectas y lejanas de nuestra actividad productiva, lo que nos permite, al mismo tiempo, dominarlas y regularlas.


Ahora bien, para lograr esta regulación no basta con el mero conocimiento. Hace falta, además, transformar totalmente el régimen de producción vigente hasta ahora y, con él, todo nuestro orden social presente. Friedrich Engels.

La dialéctica llamada objetiva domina toda la naturaleza, y la que se llama dialéctica subjetiva, el pensamiento dialéctico, no es sino el reflejo del movimiento a través de contradicciones que se manifiesta en toda la naturaleza, contradicciones que, en su pugna constante en lo que acaba siempre desapareciendo lo uno en lo otro que lo contradice o elevándose ambos términos a una forma superior, son precisamente las que condicionan la vida de la naturaleza. Friedrich Engels.

La lógica dialéctica, por oposición a la vieja lógica puramente formal, no se contenta, como ésta, con enumerar y colocar incoherentemente unas junto a otras las formas en que se mueve el pensamiento. Por el contrario, derivan estas formas la una de la otra, las subordina entre sí en vez de coordinarlas y desarrolla las formas superiores partiendo de las inferiores. Friedrich Engels.

Ya hoy debe desecharse como no científica cualquier fisiología que no considere la muerte como elemento esencial de la vida que no incluya la negación de la, vida como elemento esencial de la vida misma, de tal modo que la vida se piense siempre con referencia a su resultado necesario, la muerte, contenida siempre en ella en estado germinal. No otra cosa que esto es la concepción dialéctica de la vida. […] Vivir es morir. Friedrich Engels.

El materialismo dialéctico está formado y se ha desarrollado dialécticamente. Henri Lefebvre.

El método dialéctico es el resumen del estudio del desarrollo histórico: la más alta conciencia que el hombre real puede tomar de su formación, de su desarrollo y de su contenido viviente. Henri Lefebvre.

Bajo la forma de teoría general del devenir y de sus leyes, o de teoría del conocimiento, o de lógica concreta, el materialismo dialéctico no puede ser más que un instrumento de investigación y de acción, jamás un dogma. Henri Lefebvre.

La praxis es el punto de partida y el de llegada del materialismo dialéctico. Henri Lefebvre.

El pensamiento dialéctico no ha cesado nunca de desarrollarse y de aparecer bajo nuevos aspectos. Henri Lefebvre.

La dominación política de los productores es incompatible con la perpetuación de su esclavitud social. Karl Marx.

Emancipado el trabajo, todo hombre se convierte en trabajador, y el trabajo productivo deja de ser un atributo de clase. Karl Marx.

El gran libro de Marx, El Capital, es, al mismo tiempo, un monumento al razonamiento y un almacén de hechos. Lord Milner.

La filosofía no está fuera del mundo de la misma manera que el cerebro no está fuera del hombre por la simple razón de que no está ubicado en el estómago. Karl Marx.

La filosofía del pasado es parte de este mundo y es su complemento, aunque sea su complemento espiritual. Karl Marx.

Por materialismo, el filisteo entiende la glotonería, la embriaguez, la codicia, los goces de la carne y un tren de vida fastuoso, la concupiscencia, la avaricia, la avidez, el afán de lucro y la especulación en Bolsa, en una palabra, todos los vicios sórdidos de los que él mismo es esclavo en secreto; y por idealismo entiende la creencia en la virtud, en el altruismo universal y, en general, en un “mundo mejor”, cualidades de las que alardea ante los demás, pero en las que no cree él mismo más que cuando está atravesando el período de malestar físico o de crisis que sigue necesariamente a sus excesos “materialistas” habituales y que va repitiendo además de su estribillo favorito: “¿Qué es el hombre? ¡Mitad ángel, mitad bestia!”. Friedrich Engels.

Se decidió concebir el mundo real -la naturaleza y la historia- tal como se presenta a cualquiera que lo aborde sin quimeras idealistas preconcebidas; se decidió sacrificar implacablemente toda quimera idealista imposible de conciliar con los hechos considerados en sus propias relaciones y no en relaciones fantásticas. Y el materialismo no significa verdaderamente nada más. Friedrich Engels.

Nosotros no vivimos solamente en la naturaleza sino también en la sociedad humana y esta última tiene, a su vez, su desarrollo y su historia y su ciencia al igual que la naturaleza. Friedrich Engels.

El hombre es, en el sentido más literal del término, un zoon politikon, es no solo un animal social, sino un animal que no puede individualizarse más que en la sociedad. La idea de una producción realizada por un individuo aislado, que vive fuera de la sociedad – hecho raro que bien puede ocurrir a un hombre civilizado extraviado por azar en una comarca salvaje y que posee virtualmente las fuerzas de la sociedad – no es menos absurda que la idea de un desarrollo del lenguaje sin que haya individuos que viven y hablan juntos. Karl Marx.

La esencia humana no es una abstracción inherente a cada individuo tomado aisladamente. En su realidad, es el conjunto de las relaciones sociales. Karl Marx.

Si el hombre es, por naturaleza, sociable, no desarrollará su verdadera naturaleza más que en la sociedad, y el poder de su naturaleza debe medirse no por la fuerza del individuo singular, sino por la fuerza de la sociedad. Karl Marx.

El empleo y la creación de medios de trabajo, aunque se encuentren en germen en algunas especies animales, caracterizan eminentemente el trabajo humano. Por eso Franklin da esta definición del hombre: es un animal fabricador de utensilios, a toolmaking animal. Los restos de los antiguos medios de trabajo tienen, para el estudio de las formas económicas de las sociedades desaparecidas, la misma importancia que la estructura de los huesos fósiles para el conocimiento de la organización de las razas extinguidas. Lo que distingue una época económica de otra, es menos lo que se fabrica que la manera de fabricarlo, los medios de trabajo con los que se fabrica. Los medios de trabajo calibran el desarrollo del trabajador e indican las relaciones sociales en las que trabaja. Karl Marx.

Las relaciones sociales están íntimamente ligadas a las fuerzas productivas. Al conseguir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian su modo de producción, y al cambiar el modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones sociales. El molino de sangre os dará la sociedad con el señor feudal; el molino a vapor, la sociedad con el capitalista industrial. Karl Marx.

Las relaciones de producción, tomadas en su totalidad, constituyen lo que se llama las relaciones sociales, y especialmente una sociedad llegada a un estadio determinado de evolución histórica, una sociedad particular y bien caracterizada. La sociedad antigua, la sociedad feudal, la sociedad burguesa son semejantes conjuntos de relaciones de producción, cada uno de los cuales designa un estadio particular de la evolución histórica de la humanidad. Karl Marx.

El modo de producción capitalista consiste en que las condiciones materiales de la producción son atribuidas a los no-trabajadores bajo forma de propiedad capitalista y de propiedad de la tierra, mientras que la masa no posee más que las condiciones personales de producción, la fuerza de trabajo. Karl Marx.

Propietarios de sólo la fuerza de trabajo, propietarios de capital y propietarios de la tierra, cuyas fuentes de ingresos respectivas son el salario, la ganancia y la renta de la tierra, constituyen las tres grandes clases de la sociedad moderna basada en el modo de producción capitalista. Karl Marx.

La naturaleza no produce, por un lado poseedores de dinero o de mercancías y, por otro, poseedores de su propia fuerza de trabajo pura y simplemente. Semejante relación no tiene ningún fundamento natural, y tampoco es una relación social común a todos los períodos de la historia. Evidentemente, es el resultado de un desarrollo histórico preliminar, el producto de un gran número de revoluciones económicas, surgido de la destrucción de toda una serie de viejas formas de producción social. Karl Marx.

En la sociedad burguesa, el trabajo vivo no es más que un medio de acrecentar el trabajo acumulado. En la sociedad comunista, el trabajo acumulado no es más que un medio de ampliar, enriquecer, favorecer la existencia de los trabajadores. En la sociedad burguesa, el pasado domina, pues, al presente; en la sociedad comunista, es el presente el que domina al pasado. Karl Marx & Friedrich Engels.

La producción económica y la organización social que se deriva de ella necesariamente, forman, en cada época histórica, la base de la historia política e intelectual del momento; por consiguiente (después de la disolución de la arcaica propiedad común de la tierra), toda la historia ha sido la de las luchas de clases, luchas entre clases explotadas y explotadoras, entre clases dominadas y dominantes, en los diferentes estadios del desarrollo social; ahora bien, esta lucha ha alcanzado actualmente un grado en que la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede liberarse de la clase que la explota y oprime (la burguesía) sin liberar al mismo tiempo y para siempre la sociedad entera de la explotación, de la opresión y de las luchas de clases. Friedrich Engels.

En toda época, la repartición de los objetos de consumo no es más que la consecuencia de la manera cómo son repartidas las condiciones de la producción mismas. Ahora bien, esta última repartición es un rasgo del modo mismo de producción. Karl Marx.

Bajo el régimen patriarcal, bajo el régimen de las castas, bajo el régimen feudal y corporativo, había división del trabajo en toda la sociedad, según reglas fijas. Estas reglas, ¿fueron establecidas por un legislador? No. Nacidas primitivamente de las condiciones de la producción material, no fueron erigidas en leyes sino mucho más tarde. Es así como estas diversas formas de la división del trabajo se convirtieron en otras tantas bases de organización social. Karl Marx.

Si el Estado y el derecho público están determinados por las condiciones económicas, evidentemente ocurre lo mismo con el derecho civil que no hace, esencialmente, más que sancionar las relaciones económicas normales que, en las condiciones dadas, existen entre los individuos. Friedrich Engels.

El Estado moderno no es, a su vez, más que la organización que la sociedad burguesa se da para mantener las condiciones exteriores generales del modo de producción capitalista contra las intrusiones provenientes tanto de los obreros como de los capitalistas particulares. El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista: el Estado de los capitalistas, el capitalista colectivo ideal. Friedrich Engels.

El Estado, pues, no existe desde toda la eternidad. Ha habido sociedades que han salido adelante sin él, las cuales no tenían idea del Estado y del poder de Estado. En cierto estadio del desarrollo económico, que estaba ligado necesariamente a la división de la sociedad en clases, esta división hizo que el Estado fuese necesario. Ahora nos acercamos a pasos rápidos a un estadio de desarrollo de la producción en el cual la existencia de estas clases no sólo ha dejado de ser una necesidad, sino que se convierte en un obstáculo positivo para la producción. Estas clases caerán tan inevitablemente como surgieron en otros tiempos. El Estado cae inevitablemente con ellas. Friedrich Engels.

Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista se encuentra el período de transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A lo cual corresponde un período de transformación política en que el Estado no puede ser otra cosa sino la dictadura revolucionaria del proletariado. Karl Marx.

Los burgueses tienen excelentes razones para atribuir al trabajo ese poder sobrenatural de creación; pues por el hecho de que el trabajo está condicionado por la naturaleza, de ello se sigue que el hombre que no posee nada más que su fuerza de trabajo, forzosamente será, en cualquier estado de sociedad y de civilización, esclavo de los hombres que se hayan hecho propietarios de las condiciones objetivas del trabajo. Aquel no puede trabajar sino con permiso de estos, y no puede, por tanto, vivir sino con su permiso. Karl Marx.

Los mismos hombres que establecen las relaciones sociales conforme a su productividad material, producen también los principios, las ideas, las categorías, conforme a sus relaciones sociales. Karl Marx.

Sobre las diferentes formas de propiedad, sobre las condiciones de existencia social se levanta toda una super-estructura de impresiones, de ilusiones, de formas de pensar y de concepciones filosóficas particulares. Toda la clase las crea y las forma sobre la base de estas condiciones materiales y de las relaciones sociales correspondientes. El individuo que las recibe por la tradición o por la educación puede imaginarse que constituyen las verdaderas razones determinantes y el punto de partida de su actividad (…) Es así como en Inglaterra los tories (partido conservador) se imaginaron durante mucho tiempo que eran entusiastas de la realeza, de la Iglesia y de las bellezas de la vieja Constitución inglesa hasta el día en que el peligro les arrancó la confesión que no eran entusiastas más que de la renta de la tierra. Karl Marx.

Ideologías aún más elevadas, es decir, todavía más alejadas de su base material económica, toman la forma de la filosofía y de la religión. Aquí, la correlación entre las representaciones y sus condiciones de existencia materiales se hace cada vez más compleja, cada vez más obscurecida por los eslabones intermedios. Pero sin embargo existe. De igual modo que todo el Renacimiento, desde la mitad del siglo XV, fue un producto esencial de las ciudades, por consiguiente, de la burguesía, lo mismo ocurre con la filosofía renaciente también en esta época. Su contenido no era, esencialmente, más que la expresión filosófica de las ideas correspondientes al desarrollo de la pequeña y media burguesía convirtiéndose en la gran burguesía. Friedrich Engels.

Toda religión no es sino el reflejo fantástico, en el cerebro de los hombres, de las potencias exteriores que dominan su existencia cotidiana, reflejo en el que las potencias terrestres toman la forma de potencias supra-terrestres. Friedrich Engels.

Desde el momento en que vemos las tres clases de la sociedad moderna, la aristocracia feudal, la burguesía y el proletariado, tener cada una su moral particular, no podemos dejar de sacar la conclusión que, consciente o inconscientemente, los hombres beben, en última instancia, sus concepciones morales en las relaciones prácticas en las que se basa su situación de clase, en las relaciones económicas en las cuales producen y cambian. Friedrich Engels.

El derecho jamás puede estar a un nivel más elevado que el estado económico y que el grado de civilización social que le corresponde. Karl Marx.

Proudhon saca su ideal de “justicia eterna” de las relaciones jurídicas, que tienen su origen en la sociedad basada en la producción mercantil, lo que, dicho sea de paso, suministra agradablemente a todos estos pequeños burgueses la prueba de que este género de producción durará tanto tiempo como la justicia misma. Después, se apoya en este ideal para reformar esta sociedad y su derecho. ¿Qué se pensaría de un químico que, en lugar de estudiar las leyes de las combinaciones moleculares y resolver sobre esta base problemas determinados, quisiese transformar estas combinaciones según las “ideas eternas” de “la afinidad” y de la “naturalidad”? Karl Marx.

El método no es otra cosa sino la estructura de toda exposición en su pura esencialidad. Hegel.

La forma económica específica en la que se extorsiona a los productores directos el plustrabajo no pagado, determina el sistema de dominación y de servidumbre tal como resulta directamente de la producción misma, y a su vez, reacciona sobre ésta. Sobre esta base se constituye la comunidad económica tal como nace de las relaciones de producción, y en ella descansa igualmente la estructura política específica de la comunidad. (…) Esto no impide que la misma base económica – la misma en cuanto a sus condiciones principales – pueda revelar una infinidad de variaciones y de gradaciones que no se pueden captar sin analizar sus innumerables condiciones empíricas (medio natural, factores raciales, influencias históricas que actúan desde el exterior, etc.). Karl Marx.

Según la concepción materialista de la historia, el factor determinante en la historia es, en última instancia, la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca nada más. Si alguien desnaturaliza esta posición en el sentido de que el factor económico es el único determinante, lo transforma en una frase hueca, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos elementos de la superestructura: las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados – las Constituciones establecidas una vez la batalla ganada por la clase victoriosa, etc., – las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, teorías políticas, jurídicas, filosóficas, concepciones religiosas y su desarrollo ulterior en sistemas dogmáticos, ejercen igualmente su acción sobre el curso de las luchas históricas y, en muchos casos, determinan de modo preponderante su forma. Hay interacción de todos estos factores, en el interior de la cual el movimiento económico acaba por abrirse camino como una necesidad, a través de una multitud infinita de contingencias (es decir, de cosas y de acontecimientos cuya ligazón interna entre sí es tan lejana o tan difícil de demostrar que podemos considerarla como inexistente y no tomarla en consideración). Si no, la aplicación de la teoría a cualquier período histórico sería, a fe mía, más fácil que la resolución de una simple ecuación de primer grado. Friedrich Engels.

Lo que falta a todos estos señores (los críticos burgueses de Marx), es la dialéctica. Continúan viendo, aquí sólo la causa, allí, sólo el efecto. Es una abstracción vacía, en el mundo real semejantes antagonismos polares metafísicos no existen más que en las crisis, pero todo el gran curso de las cosas se produce bajo la forma de acción y reacción de fuerzas, sin duda muy desiguales, el movimiento económico de las cuales es, con mucho, la fuerza más poderosa, la más inicial, la más decisiva, aquí no hay nada absoluto y todo es relativo, todo esto, qué quieren ustedes, ellos no lo ven; para ellos, Hegel no ha existido. Friedrich Engels.

La gran idea fundamental de la dialéctica materialista es que el mundo no debe ser considerado como un complejo de cosas acabadas, sino como un complejo de procesos en que las cosas, aparentemente estables, al igual que sus reflejos intelectuales en nuestro cerebro, los conceptos, se desarrollan y mueren pasando por un cambio ininterrumpido en el curso del cual, finalmente, a pesar de todos los azares aparentes y todos los retrocesos momentáneos, un desarrollo progresivo acaba por abrirse paso. Friedrich Engels.

El análisis científico del modo de producción capitalista desemboca en el resultado siguiente: se trata de un sistema económico particular, que tiene un carácter específicamente histórico; como cualquier otro modo de producción, presupone cierto nivel de las fuerzas productivas sociales y de sus formas de desarrollo: condición histórica, que a su vez es el resultado y el producto histórico de un proceso anterior, punto de partida y fundamento del modo de producción; las relaciones de producción que corresponden a este modo de producción específico e históricamente determinado – relaciones que los hombres establecen en el proceso creador de su vida social – tienen un carácter específico, histórico y transitorio; finalmente, las relaciones de distribución son esencialmente idénticas a estas relaciones de producción, constituyendo el lado opuesto, de manera que ambos participan del mismo carácter histórico transitorio. Karl Marx.

Cada forma histórica determinada del proceso social de producción continúa desarrollando sus fundamentos materiales y sus modalidades sociales. Llegado a cierto grado de madurez, el modo histórico específico es rechazado para ceder el lugar a un modo superior. La crisis estalla en el momento en que la contradicción y el antagonismo entre las relaciones de distribución – la forma histórica específica de sus relaciones de producción – por un lado, y, por otro, las fuerzas productivas y las facultades creadoras de sus agentes ganan en amplitud y en profundidad. Entonces surge un conflicto entre el desarrollo material de la producción y su forma social. Karl Marx.

Si para creer en la subversión en marcha del actual modo de repartición de los productos del trabajo, con sus escandalosas contradicciones de miseria y de opulencia, de hambre y de comilonas, no tuviésemos mejor certidumbre que la conciencia de la injusticia de este modo de repartición y la convicción de la victoria final del derecho, estaríamos en mal estado y podríamos esperar largo tiempo. Friedrich Engels.

Los medios de producción y de cambio sobre cuya base se ha levantado la burguesía, fueron creados en el interior de la sociedad feudal. En cierto grado de desarrollo de estos medios de producción y de cambio, las condiciones en las que la sociedad feudal producía e intercambiaba, la organización feudal de la agricultura y de la manufactura – en una palabra, el régimen feudal de propiedad – dejaron de corresponder a las fuerzas productivas en pleno desarrollo. Obstaculizaban la producción en lugar de hacerla progresar. Se transformaron en otras tantas cadenas. Había que romper estas cadenas, se las rompió. En su lugar se levantó la libre competencia, con una constitución social y política apropiada, con la supremacía económica y política de la clase burguesa. Karl Marx & Friedrich Engels.

El modo de producción y de acumulación capitalista y, por tanto, la propiedad privada capitalista, presupone la aniquilación de la propiedad privada basada en el trabajo personal; su base, es la explotación del trabajador. (…) La propiedad privada basada en el trabajo personal, esa propiedad que suelda, por así decir, el trabajador aislado y autónomo a las condiciones exteriores del trabajo, fue suplantada por la propiedad privada capitalista, basada en la explotación del trabajo de otro, en el salariado…

Desde el momento en que este proceso de transformación ha descompuesto suficientemente y de arriba abajo la vieja sociedad, en que los productores se han transformado en proletarios y sus condiciones de trabajo en capital, cuando el régimen capitalista, en fin, se sostiene por la sola fuerza económica de las cosas, entonces la socialización ulterior del trabajo, así como la metamorfosis progresiva de la tierra y de los demás medios de producción en instrumentos explotados socialmente, comunes, en una palabra, la eliminación ulterior de las propiedades privadas, va a revestir una nueva forma. Lo que ahora hay que expropiar ya no es el trabajador independiente, sino el capitalista, el jefe de un ejército o una escuadra de asalariados.

Esta expropiación se realiza por el juego de las leyes inmanentes de la producción capitalista, las cuales desembocan en la concentración de los capitales. Correlativamente a esta centralización, a la expropiación de la mayoría de los capitalistas por la minoría, se desarrolla a una escala cada vez mayor la aplicación de la ciencia a la técnica, la explotación de la tierra metódica y conjuntamente, la transformación de la herramienta en instrumentos poderosos únicamente por el uso en común, por tanto, el ahorro en los medios de producción, el entrelazamiento de todos los pueblos en la red del mercado mundial, de ahí el carácter internacional impreso al régimen capitalista. A medida que disminuye el número de los potentados del capital que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este período de evolución social, aumenta la miseria, la opresión, la esclavitud, la degradación, la explotación, pero también la resistencia de la clase obrera, cada vez más numerosa y más disciplinada, unida y organizada por el mecanismo mismo de la producción capitalista. El monopolio del capital se convierte en un obstáculo para el modo de producción que ha crecido y prosperado con él y bajos sus auspicios. La socialización del trabajo y la centralización de sus recursos materiales llegan a un punto en que ya no pueden mantenerse en su envoltura capitalista. Esta envoltura se rompe en pedazos. Ha llegado la última hora de la propiedad capitalista. Los expropiadores son expropiados a su vez. Karl Marx.

La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. Hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón y siervo, maestro de gremio y oficial – en una palabra, opresores y oprimidos en perpetua oposición – han llevado una lucha ininterrumpida, ya sea secreta, ya sea abierta, y que acababa siempre o bien en una transformación revolucionaria de toda la sociedad, o bien en la ruina común de las clases en lucha. Karl Marx & Friedrich Engels.

Mientras que el socialismo doctrinario, que en el fondo se limita a idealizar la sociedad actual, a reproducir su imagen sin ninguna sombra y que quiere hacer triunfar su ideal contra la realidad social, mientras que el proletariado deja este socialismo a la pequeña burguesía (…), el proletariado se agrupa cada vez más alrededor del socialismo revolucionario, alrededor del comunismo (…). Este socialismo es la declaración permanente de la revolución, la dictadura de clase del proletariado, como punto de transición necesario para llegar a la supresión de las diferencias de clases en general, a la supresión de todas las relaciones de producción en las que se apoyan, a la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a estas relaciones de producción, al derrocamiento de todas las ideas que emanan de estas relaciones sociales. Karl Marx.

Los comunistas no se rebajan a disimular sus opiniones y proyectos. Proclaman abiertamente que sus fines no pueden ser alcanzados más que por el derrocamiento violento de todo el orden social pasado. Karl Marx.

La fuerza es la comadrona de toda vieja sociedad de parto. Karl Marx.

Las ideas jamás pueden llevar más allá de un antiguo estado del mundo, jamás pueden más que llevar más allá de las ideas de un antiguo estado de cosas. Hablando de modo general, las ideas no pueden llevar nada a buen fin. Para llevar a buen fin las ideas, hacen falta los hombres, que ponen en juego una fuerza práctica. Karl Marx.

El simple conocimiento, incluso cuando fuese más lejos y más al fondo que el de la economía burguesa, no basta para someter las potencias sociales al dominio de la sociedad. Se necesita ante todo un acto social. Friedrich Engels.

La clase obrera sabe que para realizar su propia emancipación, y con ella, esa forma de vida más elevada a la que tiende irresistiblemente la sociedad actual en virtud de su propio desarrollo económico, tendrá que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos que transformarán completamente las circunstancias y los hombres. Karl Marx.

Por poco heroica que sea la sociedad burguesa, el heroísmo, la abnegación, el terror, la guerra civil y las guerras exteriores, no dejaron de ser necesarias para traerla al mundo. (…) Los primeros (Danton, Robespierre, Saint-Just, etc.) rompieron en pedazos las instituciones feudales y cortaron las cabezas feudales que habían brotado en las instituciones. Napoleón, por su parte, creó en el interior de Francia las condiciones gracias a las cuales en adelante se podía desarrollar la libre competencia, explotar la propiedad parcelaria de la tierra y utilizar las fuerzas productivas industriales liberadas de la nación, mientras que en el exterior barrió en todas partes las instituciones feudales en la medida en que era necesario para crear para la sociedad burguesa en Francia un entorno del que tenía necesidad en el continente europeo. Karl Marx.

En la burguesía tenemos que distinguir dos fases: aquella durante la cual se constituyó en clase bajo el régimen del feudalismo y de la monarquía absoluta, y aquella en que, ya constituida en clase, derrocó el feudalismo y la monarquía para hacer de la sociedad una sociedad burguesa. La primera de estas fases fue la más larga, y necesitó los mayores esfuerzos. Karl Marx.

Es cierto que, en su movimiento económico, la propiedad privada se encamina por sí misma hacia su propia disolución; pero lo hace únicamente por una evolución independiente de ella, inconsciente, que se realiza contra su voluntad y a la que condiciona la naturaleza de las cosas: sólo engendrando al proletariado en tanto que proletariado, la miseria consciente de esta miseria moral y física, la humanidad consciente de esta inhumanidad que, por medio de esta conciencia, realiza su abolición sobrepasándose. El proletariado ejecuta la sentencia que la propiedad privada pronuncia contra ella misma al engendrar al proletariado. Karl Marx.

El proletariado se servirá de la supremacía política para arrancar poco a poco el capital a la burguesía, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado en clase dominante, y para aumentar lo más rápidamente la cantidad de las fuerzas productivas. Esto no podrá hacerse evidentemente, al principio, más que por una violación despótica del derecho de propiedad y del régimen burgués de producción, es decir, por medidas que, en el transcurso del movimiento, se superan a sí mismas y son indispensables para subvertir todo el modo de producción. Karl Marx & Friedrich Engels.

Si el proletariado, en su lucha contra la burguesía, se constituye necesariamente en clase, si se erige por una revolución en clase dominante y, como clase dominante, destruye por la violencia el antiguo régimen de producción, destruye, al mismo tiempo que este régimen de producción, las condiciones del antagonismo de clases, destruye las clases en general y, por ahí mismo, su propia dominación en tanto que clase. En el lugar de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clases, surge una asociación en la que el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos. Karl Marx & Friedrich Engels.

El punto de vista del antiguo materialismo es la “sociedad burguesa”, el del nuevo materialismo es la sociedad humana o la humanidad socializada. Karl Marx.

A diferencia de los anarquistas, los marxistas admiten la lucha por las reformas, es decir, por mejoras de la situación de los trabajadores que no lesionan el poder, dejándolo como estaba, en manos de la clase dominante. Pero, a la vez, los marxistas combaten con la mayor energía a los reformistas, los cuales circunscriben directa o indirectamente los anhelos y la actividad de la clase obrera a las reformas. El reformismo es una manera que la burguesía tiene de engañar a los obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas mejoras aisladas, mientras subsista el dominio del capital.

Cuando la burguesía liberal concede reformas con una mano, siempre las retira con la otra, las reduce a la nada o las utiliza para subyugar a los obreros, para dividirlos en grupos, para eternizar la esclavitud asalariada de los trabajadores. Por eso el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los obreros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países muestra que los obreros han salido burlados siempre que se han confiado a los reformistas.

Por el contrario, si los obreros han asimilado la doctrina de Marx, es decir, si han comprendido que es inevitable la esclavitud asalariada mientras subsista el dominio del capital, no se dejarán engañar por ninguna reforma burguesa. Comprendiendo que, al mantenerse el capitalismo, las reformas no pueden ser ni sólidas ni importantes, los obreros pugnan por obtener mejoras y las utilizan para proseguir la lucha, más tesonera, contra la esclavitud asalariada. Los reformistas pretenden dividir y engañar con algunas dádivas a los obreros, pretenden apartarlos de su lucha de clase. Los obreros, que han comprendido la falsedad del reformismo, utilizan las reformas para desarrollar y ampliar su lucha de clase.

Cuanto mayor es la influencia de los reformistas en los obreros, tanto menos fuerza tiene éstos, tanto más dependen de la burguesía y tanto más fácil le es a esta última anular con diversas artimañas el efecto de las reformas. Cuanto más independiente y profundo es el movimiento obrero, cuanto más amplio es por sus fines, más desembarazado se ve de la estrechez del reformismo y con más facilidad consiguen los obreros afianzar y utilizar ciertas mejoras. Lenin.

No trabaja realmente en beneficio de la paz democrática el que repite los buenos y generales deseos del pacifismo, que nada dicen y a nada obligan, sino el que desenmascara el carácter imperialista tanto de la guerra actual como de la paz imperialista que ella está preparando; el que llama a los pueblos a la revolución contra los gobiernos criminales. Lenin.

Uno de los más graves y peligrosos errores de los comunistas (como en general de los revolucionarios que hayan coronado con éxito la etapa inicial de una gran revolución) es el de imaginarse que la revolución puede llevarse a cabo por los revolucionarios solos. Por el contrario, para el éxito de todo trabajo revolucionario serio, es necesario comprender y saber aplicar en la práctica el concepto de que los revolucionarios sólo son capaces de desempeñar el papel de vanguardia de la clase verdaderamente vital y avanzada. La vanguardia cumple sus tareas como tal vanguardia sólo cuando sabe no aislarse de la masa que dirige, sino conducir realmente hacia adelante a toda la masa. Sin la unión con los no comunistas, en los más diversos terrenos de la actividad, no puede ni siquiera hablarse de ninguna construcción comunista eficaz. Lenin.

Únicamente quien no hace nada no se equivoca. Lenin.

Si el individualismo es la prioridad del individuo sobre el todo y el colectivismo la sumisión del individuo a los intereses del todo, parece que estas dos formas son idénticas en un punto: las dos privan al individuo de la responsabilidad, el individualismo porque el hombre, en tanto que individuo, es un ser social; el colectivismo porque el hombre, incluso en el seno de una comunidad, es un individuo. Karel Kosic.

El individuo sólo puede intervenir en la historia, es decir, en los procesos y las leyes de continuidad objetiva, porque es ya histórico, y esto por dos razones: porque se encuentra siempre siendo ya de hecho el producto de la historia, y, al mismo tiempo, es potencialmente el creador de la historia. Karel Kosic.

La independencia no significa hacer lo que hacen los otros, pero no significa tampoco hacer cualquier cosa sin tener en cuenta a los demás. No significa que no se dependa en nada de los demás o que uno se aísle de ellos. Ser independiente es tener con los demás una relación tal que la libertad puede producirse en ella, es decir, realizarse en ella. Karel Kosic.

El individuo no puede transformar el mundo más que en colaboración y en relación con los otros. Pero, tanto en el marco de una realización reificada, como en el momento de la transformación de la realidad en deseo o de una transformación realmente revolucionaria de la realidad, cada individuo en tanto que tal, tiene la posibilidad de expresar su humanidad y de conservar su independencia. Karel Kosic.

Marx mostró de mil maneras que nunca hubo una moral de amos y una moral de esclavos, sino sistemas morales establecidos por los amos para los esclavos. Henri Lefebvre.

Ante todo, en la sociedad moderna dividida en clases una de ellas juega un papel privilegiado, en el sentido profundo de esa palabra. Es el proletariado. Sólo él puede, mediante su acción, poner fin a la alienación humana, porque la vive y la sufre por entero. Sólo él puede liberar a la sociedad y al hombre liberándose a sí mismo, porque soporta todo el peso de la opresión y de la explotación. En su condición de clase oprimida, el proletariado aceptó largo tiempo los valores morales que le fueron impuestos y lo mantenían sometido: resignación, humildad, aceptación pasiva, etcétera. Como parte integrante de la clase sojuzgada, el proletariado hallaba en la moral una compensación ficticia y una recompensa ilusoria: era un pobre «meritorio», un «bravo y honesto trabajador», siempre que aceptara sin discusión los estrechos límites de su actividad. El proletariado no llegaba, como clase oprimida, a crear sus valores propios, y menos aún a hacerlos admitir. El trabajo, y sobre todo el trabajo material, era despreciado. De igual modo, y en un plano análogo aunque un poco diferente, las mujeres continuaban sojuzgadas o explotadas, y por lo tanto la maternidad no fue jamás reconocida plenamente como función social y como valor, ni el trabajo doméstico como un trabajo social.

El proletariado ascendente se comporta de un modo por completo distinto. Marx y los marxistas comprobaron este hecho y mostraron sus razones, es decir, su racionalidad profunda. La clase ascendente se libera de los valores ilusorios y crea sus valores propios, su heroísmo, sus virtudes. Como trabajador explotado y oprimido, el proletariado sólo necesita paciencia y resignación. Pero como individuo consciente de su clase, y por lo tanto del papel histórico de esta clase, tiene necesidad de coraje, de sentido de las responsabilidades, de entusiasmo; debe adquirir conocimientos múltiples y considerar como valores, la lucidez en la acción y la comprensión de las situaciones.

Oprimido y sumiso, el proletariado considera la obediencia como una virtud. Pero cuando actúa —en la lucha económica y política— la iniciativa, la disciplina, el sentido de las responsabilidades se convierten para él necesariamente en valores. Debe adquirirlos; para él es una cuestión de vida o muerte. Tiene así acceso a una esfera superior de actividad: su aporte consiste especialmente en una ética nueva, que resuelve —sea dicho al pasar— problemas en apariencia insolubles; por ejemplo, la necesidad de unir la disciplina colectiva con la iniciativa individual resuelve prácticamente, en el dominio limitado pero profundamente real de la acción, el viejo conflicto entre lo individual y lo social. Henri Lefebvre.

El individuo, como la especie humana, se desarrolla, y ello en un doble sentido. La individualidad se desarrolla en el individuo mismo, durante el curso de su vida; pero la individualización del hombre se desarrolla en la historia; es un hecho social e histórico. Cada época tuvo su tipo dominante de individualidad. Henri Lefebvre.

En el individualismo de origen burgués, en particular, la ilusión ideológica, moral, metafísica y religiosa tomó proporciones inquietantes. El individuo se cree realizado, y continúa siendo, más que nunca un esbozo precario. La sociedad individualista (burguesa) exalta al individuo y la libertad del individuo; pero hace un siglo que la literatura, la novela, la poesía, confiesan sin cesar el fracaso de la individualidad y se lamentan de ello. La burguesía exalta la individualidad en apariencia, para destruirla de hecho. Es ésta una de sus más profundas contradicciones.

Este individualismo corresponde en primer lugar a un hecho histórico: libre competencia, que apareció en los orígenes de la sociedad capitalista; y en segundo lugar a una ideología mixtificadora: la burguesía utiliza su individualismo natural para desintegrar a las demás clases, y particularmente a la clase para ella amenazante, el proletariado, en una polvareda de individuos y conciencias separadas.

La verdadera individualidad tenderá hacia el hombre total, vitalidad natural en expansión y lucidez completa, capaz de acción práctica y de pensamiento teórico, que ha superado las actividades mutiladas, incompletas (los trabajos parciales y divididos).

Éste será, dice Marx, el individuo libre en una sociedad libre. Desde este punto de vista el comunismo, que fue ya definido como la superación de la alienación humana en general, se define también como la superación de la alienación y de los conflictos internos del individuo. En esta dirección aparecen ya las primeras figuras del hombre nuevo, que supera el conflicto de la teoría y de la práctica, de la vida espontánea y de la vida reflexiva, para reunir en sí mismo, en una síntesis más alta, esos aspectos opuestos. De este modo el marxismo renueva la idea del hombre y del humanismo dándole un sentido plenamente concreto. Ha subvertido, revolucionado la vieja filosofía.

Ha eliminado el pensamiento abstracto, contemplativo especulativo, en una palabra, metafísico. Pero al mismo tiempo realiza —transformándolas profundamente— las ambiciones de esta vieja filosofía, sus investigaciones sobre la Lógica, el Método, la Teoría del conocimiento, la Razón y el Hombre. Henri Lefebvre.

Los seres humanos hacen su vida (social), su historia, y la historia general. Pero no hacen la historia en condiciones elegidas por ellos, determinadas por un decreto de su voluntad. Es cierto que desde los orígenes de la humanidad el hombre (social e individual) es activo, pero de ningún modo se trata de una actividad plena, libre y consciente. En la actividad real de todo ser humano hay una parte de pasividad más o menos grande, que disminuye con el progreso del poder y la conciencia del hombre, pero jamás desaparecerá por completo. En otros términos, es necesario analizar dialécticamente toda actividad humana. Actividad y pasividad se consignan en ella. El individuo modifica, mediante su acción, la naturaleza y el mundo que lo rodean, pero soporta condiciones que de ningún modo ha creado: la naturaleza misma, su propia naturaleza, los demás seres humanos, las modalidades ya establecidas de la actividad (tradiciones, herramientas, división y organización del trabajo, etcétera). Debido a su misma actividad los individuos entran pues en relaciones determinadas, que son relaciones sociales. No pueden separarse de estas relaciones: su existencia depende de ellas, de igual modo que la naturaleza misma de su actividad, sus límites y sus posibilidades. Lo que equivale a decir que su conciencia no crea esas relaciones, sino que está, por el contrario, comprometida en ellas, y por lo tanto determinada por ellas (aunque la conciencia interviene realmente y puede a veces liberarse de esas relaciones, no lo hace más que para precipitarse en lo imaginario y la abstracción). Así, las relaciones en las cuales entra necesariamente, ya que no puede aislarse, constituyen el ser social de cada individuo; y es el ser social quien determina la conciencia, no la conciencia quien determina el ser social. Henri Lefebvre.

Aunque es verdad que en el curso de su desarrollo la conciencia y el pensamiento se liberan de las relaciones inmediatas y locales (relaciones simples con el medio), jamás se separan de ellas. ¡Admitirlo sería aceptar la ilusión ideológica e idealista! La extensión y la profundización de la conciencia, la aparición y el fortalecimiento del pensamiento racional se hallan también condicionados por las relaciones sociales (por el desarrollo de las comunicaciones y el cambio, por la vida social que se organiza y se concentra en las grandes ciudades comerciales e industriales etcétera). ¿Pero qué son esencialmente esas relaciones sociales? Ciertamente son, y así se nos presentan, sobre todo en nuestra época, extremadamente complejas. ¿Es posible separar de su entrelazamiento relaciones fundamentales? ¿Es posible distinguir, para usar una metáfora, pisos o sedimentos sucesivos sobre una base?

Marx y los marxistas afirman que sí. Hay relaciones fundamentales; el edificio de toda sociedad reposa sobre una base. En una casa, ciertamente, lo que importa son los pisos, las piezas habitables. ¿Pero es ésta una razón para despreocuparse de la base y de los cimientos, para olvidar que estos cimientos determinan la forma, la altura, la estructura del edificio, es decir, las grandes líneas esenciales (aunque dejando indeterminados los múltiples detalles y más aún las ornamentaciones)? Pensar de otro modo es creer que se puede comenzar una casa por el techo y terminarla por la base. Pensar que en una sociedad las ideas son fundamentales, es creer que porque las ventanas son necesarias y dan luz a las piezas constituyen la causa de la casa.

Las relaciones fundamentales para toda sociedad son las relaciones con la naturaleza. Para el hombre la relación con la naturaleza es fundamental, no porque siga siendo un ser de la naturaleza (interpretación falaz del materialismo histórico) sino, por el contrario, porque lucha contra ella. En el curso de esta lucha, pero en las condiciones naturales, arranca a la naturaleza lo que necesita para mantener su vida y superar la vida simplemente natural. ¿Cómo? ¿Por qué medios? Por el trabajo, mediante los instrumentos de trabajo y la organización del trabajo.

Así y sólo así los hombres producen su vida, es decir superan la vida animal (natural), aunque no pueden evidentemente liberarse de la naturaleza por un decreto soberano. Los hombres no superan la naturaleza más que dentro de ciertos límites, y en las condiciones determinadas por la naturaleza misma (clima, fertilidad del suelo, flora y fauna naturales, etc.).

Las relaciones fundamentales de toda sociedad humana son por lo tanto las relaciones de producción. Para llegar a la estructura esencial de una sociedad, el análisis debe descartar las apariencias ideológicas, los revestimientos abigarrados, las fórmulas oficiales, todo lo que se agita en la superficie de esa sociedad, todo el decorado: debe penetrar bajo esa superficie y llegar a las relaciones de producción o sea las relaciones fundamentales del hombre con la naturaleza y de los hombres entre sí en el trabajo. […]

Las relaciones superiores y complejas que se expresan en la cultura implican y presuponen las relativamente simples relaciones de producción; esas relaciones complejas no pueden introducirse desde afuera en la estructura de una sociedad; no pueden por lo tanto separarse de ella y estudiarse aisladamente.

El desarrollo de las fuerzas productivas, sus grados, niveles alcanzados, tienen por lo tanto una importancia histórica fundamental: constituyen el fundamento del ser social del hombre en un momento dado, y, por consiguiente, de las modalidades de su conciencia y de su cultura. Henri Lefebvre.

Todo idealismo se origina en el hecho de que el pensamiento no dialéctico aísla y separa el sujeto del objeto, el pensamiento de la naturaleza, la razón del devenir, la conciencia de sus condiciones objetivas. Los economistas de la escuela idealista aíslan la economía y la ciencia económica; la desvinculan no sólo de toda metodología general, sino también del resto de lo humano, y de la historia humana. Y es precisamente porque aíslan «hechos económicos», mediante una descripción o un análisis superficial, que su labor tiene tan poco que ver con la economía política científica.

El marxismo afirma, por el contrario, que no hay hechos económicos aislables, definibles como tales, y por lo tanto psicología económica. Según Marx (y aunque ello sea muy distinto de las ideas que se le atribuyen generalmente), la economía política no tiene ningún derecho al título de ciencia autónoma, independiente, que se ocuparía de pretendidos hechos económicos. ¿Qué es la economía política? Es una ciencia histórica, que descubre leyes históricas (es decir, leyes del devenir), y estudia una formación económico-social determinada, el capitalismo, en su estructura y su devenir.

Si el capitalismo no es más que un fragmento de una trayectoria más amplia recorrida por los hombres, si es un proceso histórico, social, objetivo, se comprende por qué la descripción psicológica de los individuos no pasa de la superficie y de la apariencia. No es falsa, sino solo superficial. Llega a ser falsa cuando pretende y cree tener valor explicativo.

Se comprende también por qué esta formación económico-social particular sólo puede ser conocida racionalmente por quienes la vuelven a situar en el devenir, en la historia; es decir, por quienes estudian su nacimiento, su crecimiento, su apogeo, su decadencia, su desaparición, y por lo tanto la determinan en el conjunto (la totalidad) de su proceso.

La estructura dialéctica (contradictoria) del capitalismo se descubre desde el momento en que dejamos de aislar ciertos hechos, bautizándolos con nombres pomposos: hechos económicos, factores económicos, actividad económica, etc. Henri Lefebvre.

La lucha del proletariado contra el capitalismo se desenvuelve en tres frentes: el económico, el político y el ideológico. La lucha económica tiene tres fases: de resistencia contra el capitalismo, esto es, la fase sindical elemental; de ofensiva contra el capitalismo para el control obrero de la producción; de lucha para la eliminación del capitalismo a través de la socialización. También la lucha política tiene tres fases principales: lucha para contener el poder de la burguesía en el Estado parlamentario, es decir, para mantener o crear una situación democrática de equilibrio entre las clases que permita al proletariado organizarse y desarrollarse; lucha por la conquista del poder y por la creación del Estado obrero, es decir, una acción política compleja a través de la cual el proletariado moviliza en torno a sí todas las fuerzas sociales anticapitalistas (en primer lugar la clase campesina), y las conduce a la victoria; fase de la dictadura del proletariado organizado en clase dominante para eliminar todos los obstáculos técnicos y sociales, que se interpongan a la realización del comunismo.

La lucha económica no puede separarse de la lucha política, y ni la una ni la otra pueden ser separadas de la lucha ideológica.

En su primera fase sindical, la lucha económica es espontánea, es decir, nace ineluctablemente de la misma situación en la que el proletariado se encuentra en el régimen burgués, pero no es por sí misma revolucionaria, es decir, no lleva necesariamente al derrocamiento del capitalismo, como han sostenido y continúan sosteniendo con menor éxito los sindicalistas. Tanto es verdad, que los reformistas y hasta los fascistas admiten la lucha sindical elemental, y más bien sostienen que el proletariado como clase no debiera realizar otra lucha que la sindical. Los reformistas se diferencian de los fascistas solamente en cuanto sostienen que si no el proletariado como clase, al menos los proletarios como individuos, ciudadanos, deben luchar también por la democracia burguesa; en otras palabras, luchar sólo para mantener o crear las condiciones políticas de la pura lucha de resistencia sindical.

Puesto que la lucha sindical se vuelve un factor revolucionario, es menester que el proletariado la acompañe con la lucha política, es decir, que el proletariado tenga conciencia de ser el protagonista de una lucha general que envuelve todas las cuestiones más vitales de la organización social, es decir, que tenga conciencia de luchar por el socialismo. El elemento «espontaneidad» no es suficiente para la lucha revolucionaria, pues nunca lleva a la clase obrera más allá de los límites de la democracia burguesa existente. Es necesario el elemento conciencia, el elemento «ideológico», es decir, la comprensión de las condiciones en que se lucha, de las relaciones sociales en que vive el obrero, de las tendencias fundamentales que operan en el sistema de estas relaciones, del proceso de desarrollo que sufre la sociedad por la existencia en su seno de antagonismos irreductibles, etcétera. Antonio Gramsci.

La invitación dirigida a los sindicatos para que participen directamente del gobierno puede tener entonces un solo significado: la absorción de los actuales dirigentes sindicales en el sector gubernativo para que cumplan en la sociedad un trabajo similar al cumplido por el capataz en la jerarquía de fábrica, para que aseguren al capitalismo el consentimiento pacífico de la clase obrera a una intensificación de la explotación. La invitación no sería entonces otra cosa que la fase actual de un fenómeno que siempre se ha verificado en la historia de la clase obrera: con el fin de disgregar la organización, el capitalismo nunca ha dejado de apelar a todos los recursos para corromper y colocar a su servicio a los elementos obreros que a través de la actividad sindical se han distinguido por su capacidad de inteligencia. Impedir que del seno de la masa obrera surja una capa dirigente autónoma, decapitarla periódicamente, empujándola al caos y a la indiferenciación: estos son aspectos de la lucha del capitalismo contra el proletariado. Antonio Gramsci.

Para mantener y perpetuar sus posiciones de predominio, la burocracia sindical reformista trata de modificar incesantemente la estructura confederal, de manera de volver cada vez mas débil el control de la masa organizada sobre los burós dirigentes. Los comunistas creen que una organización obrera es más vigorosa y tiene una mayor capacidad de desarrollo revolucionario en relación directa a la mayor participación de las grandes masas en la administración y en el gobierno. Pues bien: en cuanto creen todo ello quieren, en cambio, que la estructura confederal sea simplificada y que se acerque a la vida local intensa de la clase obrera; para los comunistas, el poder de la burocracia sindical debe ser reducido al mínimo y, en cambio, debe ser valorizada al extremo la voluntad inmediata de las masas. La cuestión de la unidad organizativa de la clase obrera italiana está estrechamente ligada a dicho problema de una mayor democracia en la organización; cuanto más luchen los comunistas en este sentido, tanto más facilitarán el advenimiento de la unidad y tendrán una respuesta en las masas sindicalistas que hoy están fuera de la confederación. Antonio Gramsci.

La actividad específica del movimiento sindical se realiza en el campo de la producción con la conquista de la autonomía industrial por parte de los trabajadores. En la fábrica se verifica hoy esta división jerárquica de las clases; en la base está la clase obrera, que tiene una tarea puramente ejecutiva; arriba está la clase capitalista, que organiza la producción según planes nacionales e internacionales correspondientes a sus intereses más estrechos; en el medio está la clase pequeñoburguesa de los técnicos y de los especialistas, que trasmiten a la clase trabajadora las órdenes de producción dependientes de los planes generales y que también controlan que los trabajadores las ejecuten con precisión y al mínimo precio de costo. Las relaciones de organización de esta jerarquía industrial están fundadas en el terror.

Para la clase obrera, realizar su propia autonomía significa romper esta escala jerárquica, eliminar del campo industrial la figura del propietario capitalista, y producir según planes de trabajo establecidos no por la organización monopolista de la propiedad privada, sino por un poder industrial mundial de la clase obrera.

Para alcanzar la autonomía en el campo industrial, la clase obrera debe superar los límites de la organización sindical y crear un nuevo tipo de organización de base representativa y no más burocrática, que incorpore a toda la clase obrera, aun a la que no adhiere a la organización sindical. El sistema de los consejos de fábrica es la expresión histórica concreta de la aspiración del proletariado a su propia autonomía. La lucha en este campo se verifica según algunas fases que se suceden lógicamente, aunque no siempre cronológicamente; a] lucha por la organización y funcionamiento de los consejos; b] lucha por la organización centralizada de los consejos de una determinada rama industrial y de todas las industrias entre sí; c] lucha por el control nacional de toda la actividad productiva. En el primer momento, la lucha se verifica fábrica por fábrica por objetivos inmediatos, fácilmente comprensibles para todas las maestranzas: control sobre los horarios y los salarios establecidos por los contratos, de una manera más rígida y sistemática de cuanto pueda hacerlo el sindicato; control de la disciplina de fábrica y de los agentes que el capitalismo propone para la misma disciplina; control sobre la toma y despido de la mano de obra. En el segundo momento, entramos al campo del control sobre la producción propiamente dicho: aquí se tiende a regular la distribución de las materias primas disponibles entre las fábricas de una misma rama industrial y también a suprimir las empresas parasitarias salvaguardando los intereses vitales de la clase obrera. En la tercera fase, la clase obrera llama a la lucha también a las otras clases explotadas de la población demostrando prácticamente ser la única fuerza social capaz de frenar los males determinados por el capitalismo en el periodo de su derrumbe. Antonio Gramsci.

El medio más seguro de desacreditar una nueva idea política (y no solamente política) y de perjudicarla consiste en llevarla hasta el absurdo so pretexto de defenderla. Pues toda verdad, si se la hace “exorbitante” (como decía Dietzgen padre), si se la exagera y se extiende más allá de los límites en los que es realmente aplicable, puede ser llevada al absurdo y, en las condiciones señaladas, se convierte de manera infalible en un absurdo. Lenin.

Pues Marx era, ante todo, un revolucionario, cooperar de este o del otro modo, en el derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno a quien él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. Friedrich Engels.

El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto enajenación humana de sí mismo, y por tanto como apropiación real del ser humano por y para el hombre; por tanto el hombre se reencuentra completa y conscientemente consigo como hombre social, es decir humano, que condensa en sí toda la riqueza del desarrollo precedente. Este comunismo es humanismo por ser naturalismo consumado y naturalismo por ser humanismo consumado. Karl Marx.

En la agricultura, lo mismo que en la manufactura, la transformación capitalista de la producción parece no ser otra cosa que el martirologio del productor; el medio de trabajo, apenas la forma de domar, explotar y empobecer al trabajador; la combinación social del trabajo, la opresión organizada de su vitalidad, su libertad y su independencia individuales. La dispersión de los trabajadores agrícolas en superficies más extensas quiebra su fuerza de resistencia, en tanto que la concentración aumenta la de los obreros urbanos. En la agricultura moderna, al igual que en la industria de las ciudades, el crecimiento de la productividad y el rendimiento superior del trabajo se adquieren al precio de la destrucción y la aniquilación de la fuerza de trabajo. Además, cada progreso de la agricultura capitalista es un progreso, no solo en el arte de explotar al trabajador, sino también en el de despojar el suelo. Cada progreso en el arte de acentuar su fertilidad durante un tiempo, un progreso en la ruina de sus recursos duraderos de fertilidad. Cuanto más se desarrolla un país, por ejemplo Estados Unidos, sobre la base de la gran industria, más rapidez presenta el desarrollo de ese proceso de destrucción. Por consiguiente, la producción capitalista sólo desarrolla la técnica y la combinación del proceso social al mismo tiempo que agota las dos fuentes de las cuales brota toda riqueza: La tierra y el trabajador. Karl Marx.

La desigualdad es siempre, lo repito, la causa de las revoluciones cuando no tienen ninguna compensación los que son víctimas de ella… la revoluciones se hacen para conquistar la igualdad. Aristóteles.

Una revolución se encuentra en el punto de partida del todo porque… es una protesta contra la vida deshumanizada, porque parte del punto de partida del individuo real particular, porque el carácter genérico, contra cuya separación reacciona el individuo, constituye el verdadero carácter genérico del hombre, la esencia humana. Karl Marx.

Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual. Karl Marx & Friedrich Engels.

¿Existe una moral comunista?… Ciertamente sí, con frecuencia se pretende que no tenemos nuestra propia moral y más frecuentemente, la burguesía nos reprocha a nosotros, Comunistas, de renegar toda moral. Este es un medio de falsear los conceptos, de echar tierra a los ojos de los obreros y de los campesinos. ¿En qué sentido negamos la moral, negamos la ética? En el sentido predicado por la burguesía, la que deducía la moral de los mandamientos de Dios… Nosotros negamos toda esa moral derivada de concepciones exteriores a la humanidad, exteriores a las clases… Nosotros afirmamos que nuestra moral está subordinada por entero a los intereses de la lucha de clases del proletariado… Nosotros decimos es moral lo que sirve para destruir la antigua sociedad explotadora que está creando la nueva sociedad, la sociedad comunista… Cuando se nos habla de moral, nosotros decimos: para el comunista, la moral consiste por entero en la disciplina solidaria y coherente y en esa lucha consciente de las masas contra los explotadores. No creemos en la moral eterna y denunciamos todo tipo de fábulas engañosas acerca de la moral. La moral debe servir a la sociedad humana para superarse, para liberarse de la explotación del trabajo. Lenin.

El socialista revolucionario rechaza que la propiedad del Estado pueda terminar en algo distinto del despotismo burocrático. Hemos visto por qué el Estado no puede controlar democráticamente la industria. La industria sólo puede ser democráticamente poseída y controlada por los trabajadores cuando éstos eligen directamente los comités administrativos industriales entre sus propias filas. El socialismo será, fundamentalmente, un sistema industrial; su estructuración tendrá un carácter industrial. Así, aquellos que se hagan cargo de las actividades sociales e industriales de la sociedad tendrán representación directa en los consejos locales y centrales de la administración. De este modo, el poder de dichos delegados emanará de quienes llevan a cabo el trabajo y permanecerá atento a las necesidades de la comunidad. Cuando el comité administrativo industrial central se reúna, representará a cada sector de la actividad social. Por tanto, el Estado – político o geográfico- capitalista será sustituído por el comité administrativo industrial del socialismo. La transición de uno a otro sistema social será la revolución social. A lo largo de la historia el Estado político ha significado el gobierno de los hombres por las clases dirigentes; la República del Socialismo será el gobierno de la industria administrada por toda la comunidad. El primero representaba el sometimiento económico y político de la mayoría; esta última significará la libertad económica de todos y será, por tanto, una verdadera democracia. William Paul.

La libertad es la conciencia de la necesidad. Aleksander Fedorovich Shiskhin.

Atribuir a Marx la índole intrínseca del socialismo realmente existente es análogo a responsabilizar a Jesucristo de las acciones de la Santa Inquisición. Mario Salazar Valiente.

La lucha de clases contra la clase dominante en los límites de los Estados burgueses, y la solidaridad internacional de los trabajadores de todos los países, he aquí las dos reglas de vida inherentes a la clase obrera en lucha, y de importancia histórica mundial para su emancipación. Rosa Luxemburgo.

La democracia no es un status en el que cómodamente nos podamos instalar, sino una permanente y constante conquista cotidiana. José Luís López Aranguren.

La democracia es una fe reflexiva en la capacidad de juicio inteligente, de deliberación y de acción de todos los seres humanos, cuando se les proporcionan las condiciones adecuadas. Richard Bernstein.

En otras palabras, una sociedad indeseable es aquella que pone barreras interna y externamente al libre intercambio y comunicación de la experiencia. Una sociedad es democrática en la medida en que facilita la participación en sus bienes de todos sus miembros en condiciones iguales y que asegura el reajuste flexible de sus instituciones mediante la interacción de las diferentes formas de vida asociada. John Dewey.

Sólo la costumbre y la tradición, más que la convicción razonada, junto con una vaga fe en el cumplimiento de las propias obligaciones cívicas, llevan a las urnas a un elevado porcentaje del 50% que aún vota. Y de ellos, como se suele observar, un gran número realmente vota en contra de algo o de alguien, y no a favor de algo o alguien. John Dewey.

El hombre, además de un animal político, también es un animal que consume y que disfruta. Lo decisivo es que el acceso a los medios de diversión se ha convertido en algo fácil y barato como nunca antes lo había sido. Es posible que la actual era de ‘prosperidad’ no sea duradera. Pero el cine, la radio, las publicaciones baratas y el automóvil, con todo lo que representan, han nacido para perdurar. El hecho de que no surgieran con el propósito deliberado de apartar la atención de los asuntos políticos no les resta efectividad en ese sentido. Los elementos políticos de la constitución del ser humano, aquellos que tienen que ver con la ciudadanía, quedan arrinconados a un lado. En la mayoría de los círculos es difícil mantener una conversación sobre un tema político; y si llega a iniciarse, rápidamente se abandonará entre bostezos de aburrimiento. En cambio, cuando se saca a relucir el tema de la técnica y las prestaciones de diversas marcas de automóvil, o de los méritos respectivos de ciertas actrices, el diálogo fluye y se mantiene vivo. John Dewey.

La clase de expertos se encuentra tan inevitablemente alejada de los intereses comunes que se convierte en una clase con unos intereses privados y un conocimiento privado que en cuestiones sociales no es conocimiento en modo alguno…Todo gobierno de expertos en el que las masas no tengan oportunidad de informar a éstos de cuáles son sus necesidades no puede ser otra cosa que una oligarquía gestionada en interés de unos pocos. John Dewey.

La democracia es más que una forma de gobierno; es principalmente un modo de vida asociada, de experiencia compartida. John Dewey.

La democracia, contemplada como una idea, no es una alternativa a otros principios de la vida asociada. Es la idea misma de vida comunitaria. […] Para que se realice, debe afectar a todos los modos de asociación humana, a la familia, a la escuela, a la industria, a la religión. Incluso en lo que se refiere a los medios políticos, las instituciones gubernamentales no son sino un mecanismo para proporcionar a una idea canales de actuación efectiva. John Dewey.

La democracia no es sólo una forma de vida social entre otras posibles; es la condición previa para la plena aplicación de la inteligencia a la solución de los problemas sociales. Hilary Putnam.

Dondequiera que exista una actividad conjunta cuyas consecuencias se juzguen buenas por todas las personas particulares que intervienen en ella, y donde la consecución de ese bien produzca un deseo firme y un esfuerzo decidido por conservarlo justamente como lo que es, como un bien compartido por todos, dondequiera que ocurra esto —digo— habrá una comunidad. La clara conciencia de una vida comunitaria, con todas sus implicaciones, constituye la idea de democracia. John Dewey.

Quisiera ahora enfatizar más de lo que lo hice anteriormente que los individuos constituyen el factor finalmente decisivo de la naturaleza y movimiento de la vida asociada … En los últimos años se ha demostrado que las instituciones democráticas no son algo que garantice la existencia de individuos democráticos. La alternativa es que los individuos que aprecien sus propias libertades y las libertades de los demás, los individuos que piensen y actúen democráticamente, constituyan el único garante final de la existencia y mantenimiento de las instituciones democráticas. John Dewey.

La democracia es una forma personal de vida individual que significa la posesión y el continuo uso de ciertas actitudes, formando el carácter personal y determinando los deseos y propósitos en todas las relaciones de la vida. En lugar de pensar en nuestras propias disposiciones y hábitos como acomodados a ciertas instituciones, tenemos que aprender a pensar en estas últimas como expresiones, proyecciones y extensiones de actitudes personales habitualmente dominantes. John Dewey.

Científica y tecnológicamente hace tiempo que es posible crear sistemas productivos para asegurar, a todos, los bienes fundamentales que hoy sólo disfrutan las minorías. Las dificultades no están en la técnica y, en nuestro caso, por lo menos, tampoco residen en la carencia de recursos naturales o humanos. Lo que impide realizar los ideales es el modo de ordenación de la sociedad, es la naturaleza de los intereses que la rigieron hasta ahora, son los obstáculos con que se enfrentan las naciones dependientes. Sobre aquellas situaciones estructurales y sobre estas compulsiones institucionales debemos concentrar nuestra atención. Salvador Allende.

Caminamos hacia el socialismo no por amor académico a un cuerpo doctrinario. Nos impulsa la energía de nuestro pueblo que sabe el imperativo ineludible de vencer el atraso y siente al régimen socialista como el único que se ofrece a las naciones modernas para reconstruirse racionalmente en libertad, autonomía y dignidad. Vamos al socialismo por el rechazo voluntario, a través del voto popular, del sistema capitalista y dependiente cuyo saldo es una sociedad crudamente desigualitaria, estratificada en clases antagónicas, deformada por la injusticia social y degradada por el deterioro de las bases mismas de la solidaridad humana. Salvador Allende.

Atender a las reivindicaciones populares es la única forma de contribuir de hecho a la solución de los grandes problemas humanos; porque ningún valor universal merece ese nombre si no es reductible a lo nacional, a lo regional y hasta a las condiciones locales de existencia de cada familia. Salvador Allende.

Una revolución simplemente política puede consumarse en pocas semanas. Una revolución social y económica exige años. Los indispensables para penetrar en la conciencia de las masas. Para organizar las nuevas estructuras, hacerlas operantes y ajustarlas a las otras. Imaginar que se pueden saltar las fases intermedias es utópico. No es posible destruir una estructura social y económica, una institución social preexistente, sin antes haber desarrollado mínimamente la de reemplazo. Si no se reconoce esta exigencia natural del cambio histórico, la realidad se encargará de recordarla. Salvador Allende.

La obra de Marx y Engels aparece en la actualidad como el único método que, además de explicar coherentemente el pasado, permite comprender qué está sucediendo a escala mundial y, lo que es más importante, cuales son las tendencias fuertes ante el futuro. Estas son las razones que explican la actual “vuelta al marxismo”, y también las que explican que este reaparezca, renazca de sus cenizas, cada vez que, tras haberlo dado por muerto, las exigencias de la lucha de clases a escala mundial imponen su vuelta a escena. Ahora bien, cada vez que el marxismo es dado por muerto se produce en su interior una verdadera autocrítica creativa, un repaso de las causas que le han llevado a esa situación y, a la vez por su mismo contenido dialéctico, un enriquecimiento de su método para responder a las nuevas formas que adquieren las contradicciones esenciales del capitalismo. Iñaki Gil de San Vicente.

Marx sigue siendo la base esencial de cualquier estudio adecuado de la historia, porque ―hasta ahora― sólo él ha intentado formular un enfoque metodológico de la historia como totalidad, y de concebir y explicar el proceso entero de la evolución social humana. En este sentido es superior a Max Weber, su único verdadero rival como influencia teórica para los historiadores, y en muchos aspectos un suplemento importante y correctivo. Una historia basada en Marx es inconcebible sin adiciones weberianas, pero la historia weberiana es inconcebible excepto en la medida en que toma a Marx, o al menos el Fragestellung marxista, como punto de partida. Si deseamos responder la gran pregunta de toda la historia ―principalmente, cómo, por qué y a través de qué procesos ha evolucionado la humanidad, del hombre de las cavernas al astronauta, el detentador de la fuerza nuclear y el ingeniero genético― sólo podemos hacerlo formulando preguntas al estilo de Marx, aunque no aceptemos todas sus respuestas. Lo mismo se aplica si queremos responder la segunda gran pregunta implícita en la primera: por qué esta evolución no ha sido pareja y lineal, sino extraordinariamente desigual y combinada. Las únicas respuestas alternativas que han sido sugeridas formulan en términos de evolución biológica (la sociobiología), pero son evidentemente inadecuadas. Marx no dijo la última palabra ―todo lo contrario― pero sí la primera, y todavía estamos obligados a continuar el discurso que él inauguró. Eric Hobsbawm.

Nunca podrá hacerse temblar el poder de la burguesía mediante una sucesión de pequeñas conquistas. Si no se da un cambio brusco y brutal de las relaciones de fuerzas, el capital encuentra, y siempre encontrará, los medios para integrar tales conquistas en el funcionamiento del sistema. Y cuando se produce un cambio radical de las relaciones de fuerzas, el movimiento de las masas se dirige espontáneamente hacia una conmoción fundamental del poder burgués. La dualidad de poder refleja una situación en que la conquista del poder es ya objetivamente posible debido al debilitamiento de la burguesía, pero en la que sólo la falta de preparación política de las masas, la preponderancia de tendencias reformistas y semirreformistas en su seno, detienen momentáneamente su acción en un nivel dado. […] Toda la historia del capitalismo atestigua su capacidad para ceder en cuanto a reivindicaciones inmediatas cuando su poder está amenazado. Sabe perfectamente que, si conserva el poder, podrá recobrar en parte lo que ha dado (mediante el alza de precios, los impuestos, el paro, etc.), y, en parte, digerirlo con un aumento de la productividad. Además, toda burguesía enervada y asustada por una huelga de amplitud excepcional, pero que conserve su poder de estado, tenderá a pasar a la contraofensiva y a la represión en cuanto refluya el movimiento de masas. La historia del movimiento obrero así lo demuestra. Ernest Mandel.

El internacionalismo proletario está basado en la comunidad de intereses de clase del proletariado de todos los países, en oposición a la competencia capitalista estructurada en mercados y estados separados entre ellos por la lógica de la propiedad privada de los medios de producción. Implica la solidaridad indispensable con toda lucha obrera compatible con el interés de clase. Esto no se puede negar, en la teoría y en la práctica, más que si se niega esta comunidad de intereses, rechazándose así las principales premisas de la teoría marxista sobre la posibilidad de una emancipación socialista de la humanidad. Esta negativa implica, en el mejor de los casos, un repliegue hacia la utopía, hacia un socialismo surgido del adoctrinamiento y la propaganda y no basado en la toma de conciencia de intereses materiales y sociales comunes. En el peor de los casos, implica el abandono de toda perspectiva socialista, es decir, la caída en el pesimismo o la indiferencia en cuanto al destino del género humano. Ernest Mandel.

El marxismo es esencialmente la explicación de la historia del desarrollo de las sociedades a través de las relaciones y los conflictos entre los grupos sociales. Ernest Mandel.

Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para «consolar» y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola. En semejante «arreglo» del marxismo se dan la mano actualmente la burguesía y los oportunistas dentro del movimiento obrero. Olvidan, relegan a un segundo plano, tergiversan el aspecto revolucionario de esta doctrina, su espíritu revolucionario. Hacen pasar a primer plano, ensalzan lo que es o parece ser aceptable para la burguesía. Lenin.

El partido no crea la revolución a su gusto, no escoge según le convenga el momento para tomar el poder, pero interviene activamente en todas las circunstancias, pulsa en todo momento el estado de ánimo de las masas y evalúa las fuerzas del enemigo, determinando así el momento propicio para la acción definitiva. Esta es la más difícil de sus tareas. El partido no cuenta con una solución que valga para todos los casos. Necesita una teoría justa, un estrecho contacto con las masas, una acertada comprensión de la situación, una visión revolucionaria y una gran decisión. Cuando más profundamente penetra un partido revolucionario en todas las esferas de la lucha revolucionarias y cuanto más cohesionado está en torno a un objetivo y por la disciplina, mejor y más rápidamente puede llevar a cabo su misión.


La dificultad consiste en ligar estrechamente esta organización de partido centralizado, soldado interiormente por una disciplina de hierro, con el movimiento de las masas, con sus flujos y reflujos. No se puede conquistar el poder sin una poderosa presión revolucionaria de las masas trabajadoras. Pero, en esta acción, el elemento preparatorio es inevitable. Y cuanto mejor comprenda el partido la coyuntura y el momento, mejor preparadas estarán las bases de apoyo, mejor repartidas estarán las fuerzas y sus objetivos, más seguro será el éxito y menos víctimas costará. La correlación entre una acción cuidadosamente preparada y el movimiento de masas es la tarea político-estratégica de la toma del poder. León Trotsky.

En la ciencia no hay calzadas reales, y quien aspire a remontar sus luminosas cumbres, tiene que estar dispuesto a escalar la montaña por senderos escabrosos. Karl Marx.

La ley fundamental de la revolución, confirmada por todas las revoluciones, y en particular por las tres revoluciones rusas del siglo XX, consiste en lo siguiente: para la revolución no basta con que las masas explotadas y oprimidas tengan conciencia de la imposibilidad de seguir viviendo como viven y exijan cambios; para la revolución es necesario que los explotadores no puedan seguir viviendo y gobernando como viven y gobiernan. Sólo cuando los “de abajo” no quieren y los “de arriba” no pueden seguir viviendo a la antigua, sólo entonces puede triunfar la revolución. En otras palabras, esta verdad se expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a explotados y explotadores). Por consiguiente, para hacer la revolución hay que conseguir, en primer lugar, que la mayoría de los obreros (o, en todo caso, la mayoría de los obreros conscientes, reflexivos, políticamente activos) comprenda a fondo la necesidad de la revolución y esté dispuesta a sacrificar la vida por ella; en segundo lugar, es preciso que las clases dirigentes atraviesen una crisis gubernamental que arrastre a la política hasta a las masas más atrasadas (el síntoma de toda revolución verdadera es que se decuplican o centuplican el número de hombres aptos para la lucha política pertenecientes a la masa trabajadora y oprimida, antes apática), que reduzca a la impotencia al gobierno y haga posible su rápido derrocamiento por los revolucionarios. Lenin.

Existen, por lo tanto, rasgos fundamentales a toda revolución, que tienen trascendencia mundial, es decir, que son históricamente inevitables y que, por lo tanto, se repiten a escala universal. Ellos forman parte de lo que podríamos denominar: la teoría general de la revolución. Y otros rasgos que son propios de cada país, que se adaptan a sus características concretas y que conforman lo que podríamos denominar: la estrategia particular de la revolución en un determinado país.

Los rasgos fundamentales a toda revolución serían los siguientes:

– Primero: las revoluciones no dependen de la voluntad de determinados individuos, partidos o clases sociales. Si no existen determinadas condiciones objetivas la revolución es imposible. La actitud de la vanguardia sólo puede acelerar o retardar el triunfo de la revolución partiendo de las condiciones existentes en cada país.

– Segundo: para que las revoluciones lleguen a producirse es necesario que junto a estas condiciones objetivas se produzca un cambio subjetivo en las clases revolucionarias: su disposición a pasar de la simple protesta a acciones revolucionarias contra el régimen.

– Tercero: Esto sólo es posible en las revoluciones de nuestro siglo si existe una vanguardia que represente los intereses de la clase más avanzada: el proletariado y que, con su correcta conducción política, sea capaz de dotar de una voluntad revolucionaria única a las clases revolucionarias.

– Cuarto: toda revolución provoca la resistencia más enconada de las clases hasta entonces dominantes, las que utilizarán todos los medios a su alcance para recuperar el poder perdido.

– Quinto: la resistencia de los explotadores exige la dictadura de las clases oprimidas.

– Sexto: para mantenerse en el poder los revolucionarios deben lograr ganar para sus posiciones a la mayoría del pueblo y contar con el apoyo solidario internacional. El internacionalismo contrarrevolucionario sólo puede ser vencido con el apoyo internacional, tanto de los países socialistas como de las fuerzas revolucionarias, democráticas y progresistas de los países no socialistas.

– Séptimo: una vez destruido el estado burgués el nuevo poder revolucionario debe ir paso a paso construyendo la nueva sociedad. Mientras más atrasado y aislado esté el país más etapas intermedias existirán entre la situación en que éste se encuentra al iniciarse la revolución y su meta final.

Ahora, cómo se gestan las condiciones objetivas; qué factores determinan el salto cualitativo de las clases revolucionarias hacia acciones revolucionarias de masas; de qué manera se constituye la vanguardia y cómo logra arrastrar tras sus posiciones a la inmensa mayoría del pueblo; a través de qué vías y métodos de lucha se accede al poder; qué forma asume la resistencia de los explotadores y de qué manera se estructura el poder revolucionario para defender la revolución; cómo se vertebran los diferentes pasos para ir avanzando en la construcción de la nueva sociedad, son todos problemas que se refieren a los aspectos peculiares de la revolución en cada país.

En relación con este tema es interesante observar cómo las revoluciones triunfantes tienden a proyectar algunas de sus características peculiares como principios generales y de esa manera, en forma quizá inconsciente exportan, no la revolución -cosa que es imposible de exportar, como hemos visto- pero sí un cierto modelo de ella. Marta Harnecker.

Cuando se postula al ser humano social como la base filosófica de la democracia socialista, no se está planteando la negación del individuo, lo que se afirma es que la naturaleza humana individual es eminentemente social, y que al desarrollar valores sociales, como por ejemplo, la solidaridad, se está desarrollando más plenamente el individuo. Hay una relación dialéctica complementaria entre el ser individual y el ser social que imposibilita que en el ser humano se pueda establecer una separación de su carácter individual y su entorno social.


Esto implica un rechazo al “colectivismo”, aquel enfoque que suprime las diferencias de cada miembro de la sociedad en nombre de un colectivo. El colectivismo es una fragante deformación del marxismo. Basta recordar que Marx criticaba el derecho burgués por pretender igualar artificialmente a los hombres en lugar de reconocer sus diferencias y sostenía, en cambio, que una distribución verdaderamente justa tenía que tener en cuenta las necesidades diferenciadas de los hombres. De ahí su máxima: “De cada cual según su trabajo a cada cual según sus necesidades.” Marta Harnecker.

Nosotros no rechazamos todo tipo de representatividad, lo que sí rechazamos es la democracia representativa burguesa, no por ser representativa sino porque no es suficientemente representativa. En el fondo, es la democracia socialista y no la democracia burguesa la que mejor responde a las clásicas definiciones de democracia. Es ella la que puede permitir materializar la célebre frase de Abraham Lincoln: “un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.”

El desafío entonces es construir otro sistema de representatividad democrática que verdaderamente sea la expresión de los intereses de la clase trabajadora y la sociedad en general.

De lo que se trata es de impulsar un proceso de toma de decisiones por parte de la sociedad en todas las esferas de la vida social, es decir, de un proceso de socialización de la toma de decisiones en la que las personas electas como representantes, delegadas/os o voceras/os sean electas a partir de las asambleas de las comunidades y centros de trabajo y rindan cuenta ante ellas. Y para hacer posible este objetivo es necesario reemplazar el sistema representativo de la democracia liberal burguesa, por un sistema de delegación o vocería.

El sistema de delegación o vocería no es una simple forma de representación política ni un simple sistema electoral. Éste no puede ser reducido a un único acto electoral cada cuatro o cinco años, no se trata de esa democracia de los cinco minutos, donde el ciudadano deposita su voto en la urna electoral cada cierto tiempo, para nunca más saber acerca del representante por el que votó. Lo que persigue es que sean los trabajadores, el pueblo organizado, es decir, la mayoría de la gente, y no las élites, quienes ejerzan el poder y participen en la gestión de los asuntos públicos. Marta Harnecker.

El protagonismo popular se transforma en una mera consigna si la gente no tiene la posibilidad de pronunciarse y tomar decisiones en los espacios donde participa (espacios territoriales, centros de trabajo, centro de estudio, grupos de interés). Si el Estado central es el que lo decide todo, no hay cabida para las iniciativas locales y ese Estado termina por ser un freno, es decir —como dice Marx—, entorpece el “libre movimiento” de la sociedad. Marta Harnecker.

Para un marxista, la política revolucionaria no consiste en varias proposiciones abstractas, como axiomas matemáticos, que se pueden aplicar indistintamente de cada situación. Si fuera así, ¡nuestro trabajo sería mucho más fácil! Tenemos que encontrar el camino de aplicar de manera creativa la ciencia del marxismo a una situación determinada, de tal forma que encontremos eco para nuestra idea en la clase obrera. Alan Woods.

A primera vista parece haber una contradicción histórica en el hecho de que Marx haya nacido en Alemania, el más atrasado de los grandes países europeos durante la primera mitad del siglo XIX, exceptuando desde luego, a Rusia. ¿Por qué, en el siglo XIX y a principios del siglo XX, Alemania produjo a Marx y Rusia a Lenin? ¡Esto parece ser una anomalía evidente! Pero es una anomalía que se explica mediante la llamada dialéctica del desarrollo histórico. Con la maquinaria y los textiles ingleses, la historia proporcionó el factor de progreso más revolucionario. Pero esta maquinaria y estos textiles sufrieron un lento proceso de desarrollo en Inglaterra, y, en su conjunto, la mente y la conciencia del hombre son sumamente conservadoras.


[…] Pero cuando las fuerzas productivas de las metrópolis, de un país de capitalismo clásico, como Inglaterra, tienen acceso a países más atrasados, como Alemania en la primera mitad del siglo XIX y XX, y hoy en día en Asia; cuando los factores económicos explotan de un modo revolucionario, rompiendo el orden antiguo; cuando el desarrollo deja de ser gradual y «orgánico» y toma la forma de terribles convulsiones y cambios radicales en las concepciones sociales anteriores, entonces es más fácil que el pensamiento crítico encuentre una expresión revolucionaria, siempre y cuando existan previamente los requisitos teóricos necesarios en el país de que se trate. Por eso Marx apareció en Alemania en la primera mitad del siglo XIX; por eso Lenin apareció aquí en Rusia y por eso observamos lo que a primera vista parece una paradoja, que el país con el capitalismo más antiguo, más desarrollado y próspero de Europa —me refiero a Inglaterra— es la cuna del partido «laborista» más conservador. León Trotsky.

La fuerza de los que gobiernan no es, realmente, más que la fuerza de los que se dejan gobernar. Guillaume Thomas Raynal.

Una de las constantes de la historia es el atraso de la conciencia subjetiva con respecto a la realidad objetiva. Daniel Guérin.

Se podría definir el patriotismo natural así: es una adhesión instintiva, maquinal y completamente desnuda de crítica a las costumbres de existencia colectivamente tomadas y hereditarias o tradicionales, y una hostilidad también instintiva y maquinal contra toda otra manera de vivir. Es el amor de los suyos y de lo suyo y el odio a todo lo que tiene un carácter extranjero. El patriotismo es un egoísmo colectivo, por una parte, y, por la otra, la guerra.

No es una solidaridad bastante poderosa para que los miembros de una colectividad animal no se devoren entre sí en caso de necesidad, pero es bastante fuerte para que todos sus individuos, olvidando sus discordias civiles, se unan contra cada intruso que llegue de una colectividad extraña.

[…] El patriotismo que nos cantan los poetas, los políticos de todas las escuelas, los gobernantes y todas las clases privilegiadas como una virtud ideal y sublime, tiene sus raíces, no en la humanidad del hombre, sino en su bestialidad. Mijail Bakunin.

Toda religión no es otra cosa que la deificación del absurdo. Mijail Bakunin.

Soy un amante fanático de la libertad, considerándola como el único medio en el seno de la cual pueden desarrollarse y crecer la inteligencia, la dignidad y la dicha de los hombres; no de esa libertad formal, otorgada, medida y reglamentada por el Estado, mentira eterna y que en realidad no representa nunca nada más que el privilegio de unos pocos fundado sobre la esclavitud de todo el mundo; no de esa libertad individualista, egoísta, mezquina y ficticia, pregonada por la escuela de J. J. Rousseau, así como todas las demás escuelas del liberalismo burgués, que consideran el llamado derecho de todos, representado por el Estado, como el límite del derecho de cada uno, lo cual lleva necesariamente y siempre a la reducción del derecho de cada uno a cero. No, yo entiendo que la única libertad verdaderamente digna de este nombre, es la que consiste en el pleno desenvolvimiento de todas las facultades materiales, intelectuales y morales de cada individuo. Y es que la libertad, la auténtica, no reconoce otras restricciones que las propias de las leyes de nuestra propia naturaleza. Por lo que, hablando propiamente, la libertad no tiene restricciones, puesto que esas leyes no nos son impuestas por un legislador, sino que nos son inmanentes, inherentes, y constituyen la base misma de todo nuestro ser, y no pueden ser vistas como una limitante, sino más bien debemos considerarlas como las condiciones reales y la razón efectiva de nuestra libertad.

Yo me refiero a la libertad de cada uno que, lejos de agotarse frente a la libertad del otro, encuentra en ella su confirmación y su extensión hasta el infinito; la libertad ilimitada de cada uno por la libertad de todos, la libertad en la solidaridad, la libertad en la igualdad; la libertad triunfante sobre el principio de la fuerza bruta y del principio de autoridad que nunca ha sido otra cosa que la expresión ideal de esa fuerza; la libertad que, después de haber derribado todos los ídolos celestes y terrestres, fundará y organizará un mundo nuevo: el de la humanidad solidaria, sobre la ruina de todas la Iglesias y de todos los Estados.

Soy un partidario convencido de la igualdad económica y social, porque sé que fuera de esa igualdad, la libertad, la justicia, la dignidad humana, la moralidad y el bienestar de los individuos, lo mismo que la prosperidad de las naciones, no serán más que otras tantas mentiras. Pero, partidario incondicional de la libertad, esa condición primordial de la humanidad, pienso que la igualdad debe establecerse en el mundo por la organización espontánea del trabajo y de la propiedad colectiva de las asociaciones productoras libremente organizadas y federadas en las comunas, mas no por la acción suprema y tutelar del Estado.

Este es el punto que nos divide a los socialistas revolucionarios, de los comunistas autoritarios que defienden la iniciativa absoluta del Estado. El fin es el mismo, ya que ambos deseamos por igual la creación de un orden social nuevo, fundado únicamente sobre la organización del trabajo colectivo en condiciones económicas de irrestricta igualdad para todos, teniendo como base la posesión colectiva de los instrumentos de trabajo.

Ahora bien, los comunistas se imaginan que podrían llegar a eso por el desenvolvimiento y por la organización de la potencia política de las clases obreras, y principalmente del proletariado de las ciudades, con ayuda del radicalismo burgués, mientras que los socialistas revolucionarios, enemigos de toda ligazón y de toda alianza equívoca, pensamos que no se puede llegar a ese fin más que por el desenvolvimiento y la organización de la potencia no política sino social de las masas obreras, tanto de las ciudades como de los campos, comprendidos en ellas los hombres de buena voluntad de las clases superiores que, rompiendo con todo su pasado, quieran unirse francamente a ellas y acepten íntegramente su programa.

He ahí dos métodos diferentes. Los comunistas creen deber el organizar a las fuerzas obreras para posesionarse de la potencia política de los Estados. Los socialistas revolucionarios nos organizamos teniendo en cuenta su inevitable destrucción, o, si se quiere una palabra más cortés, teniendo en cuenta la liquidación de los Estados. Los comunistas son partidarios del principio y de la práctica de la autoridad, los socialistas revolucionarios no tenemos confianza más que en la libertad. Partidarios unos y otros de la ciencia que debe liquidar a la fe, los primeros quisieran imponerla y nosotros nos esforzamos en propagarla, a fin de que los grupos humanos, por ellos mismos se convenzan, se organicen y se federen de manera espontánea, libre; de abajo hacia arriba conforme a sus intereses reales, pero nunca siguiendo un plan trazado de antemano e impuesto a las masas ignorantes por algunas inteligencias superiores.

Los socialistas revolucionarios pensamos que hay mucha más razón práctica y espíritu en las aspiraciones instintivas y en las necesidades reales de las masas populares, que en la inteligencia profunda de todos esos doctores y tutores de la humanidad que, a tantas tentativas frustradas para hacerla feliz, pretenden añadir otro fracaso más. Los socialistas revolucionarios pensamos, al contrario, que la humanidad ya se ha dejado gobernar bastante tiempo, demasiado tiempo, y se ha convencido que la fuente de sus desgracias no reside en tal o cual forma de gobierno, sino en el principio y en el hecho mismo del gobierno, cualquiera que este sea. Mijail Bakunin.

La abolición de la Iglesia y del Estado debe ser la condición primaria e indispensable de la liberación real de la sociedad; después de eso, ella sola puede y debe organizarse de otro modo, pero no de arriba a abajo y según un plan ideal, soñado por algunos sabios, o bien a golpes de decretos lanzados por alguna fuerza dictatorial o hasta por una asamblea nacional elegida por el sufragio universal. Tal sistema, como lo he dicho ya, llevaría inevitablemente a la creación de un nuevo Estado, y, por consiguiente, a la formación de una aristocracia gubernamental, es decir, de una clase entera de gentes que no tienen nada en común con la masa del pueblo y, ciertamente, esa clase volvería a explotar y a someter bajo el pretexto de la felicidad común, o para salvar al Estado.

La futura organización social debe ser estructurada solamente de abajo a arriba, por la libre asociación y federación de los trabajadores, en las asociaciones primero, después en las comunas, en las regiones, en las naciones y finalmente en una gran federación internacional y universal. Es únicamente entonces cuando se realizará el orden verdadero y vivificador de la libertad y de la dicha general, ese orden que, lejos de renegar, afirma y pone de acuerdo los intereses de los trabajadores y los de la sociedad.

Se dice que el acuerdo y la solidaridad universal de los individuos y de la sociedad no podrá realizarse nunca porque esos intereses, siendo contradictorios, no están en condición de contrapesarse ellos mismos o bien de llegar a un acuerdo cualquiera. A una objeción semejante responderé que si hasta el presente los intereses no han estado nunca ni en ninguna parte en acuerdo mutuo, ello tuvo su causa en el Estado, que sacrificó los intereses de la mayoría en beneficio de una minoría privilegiada. He ahí por qué esa famosa incompatibilidad y esa lucha de intereses personales con los de la sociedad, no es más que otro engaño y una mentira política, nacida de la mentira teológica que imaginó la doctrina del pecado original para deshonrar al hombre y destruir en él la conciencia de su propio valor. Esa misma idea falsa del antagonismo de los intereses fue creada también por los sueños de la metafísica que, como se sabe, es próxima pariente de la teología. Desconociendo la sociabilidad de la naturaleza humana, la metafísica consideraba la sociedad como un agregado mecánico y puramente artificial de individuos asociados repentinamente en nombre de un tratado cualquiera, formal o secreto, concluido libremente, o bien bajo la influencia de una fuerza superior. Antes de unirse en sociedad, esos individuos, dotados de una especie de alma inmortal, gozaban de una absoluta libertad.

Pero si los metafísicos, sobre todo los que creen en la inmortalidad del alma, afirman que los hombres fuera de la sociedad son seres libres, nosotros llegamos entonces inevitablemente a una conclusión: que los hombres no pueden unirse en sociedad más que a condición de renegar de su libertad, de su independencia natural y de sacrificar sus intereses, personales primero y grupales después. Tal renunciamiento y tal sacrificio de sí mismos debe ser por eso tanto más imperioso cuanto que la sociedad es más numerosa y su organización más compleja. En tal caso, el Estado es la expresión de todos los sacrificios individuales. Existiendo bajo una semejante forma abstracta, y al mismo tiempo violenta, continúa perjudicando más y más la libertad individual en nombre de esa mentira que se llama felicidad pública, aunque es evidente que la misma no representa más que los intereses de la clase dominante. El Estado, de ese modo, se nos aparece como una negación inevitable y como una aniquilación de toda libertad, de todo interés individual y general.

Se ve aquí que en los sistemas metafísicos y teológicos, todo se asocia y se explica por sí mismo. He ahí por qué los defensores lógicos de esos sistemas pueden y deben, con la conciencia tranquila, continuar explotando las masas populares por medio de la Iglesia y del Estado. Llenandose los bolsillos y sacando todos sus sucios deseos, pueden al mismo tiempo consolarse con el pensamiento de que penan por la gloria de Dios, por la victoria de la civilización y por la felicidad eterna del proletariado.

Pero nosotros, que no creemos ni en Dios ni en la inmortalidad del alma, ni en la propia libertad de la voluntad, afirmamos que la libertad debe ser comprendida, en su acepción más completa y más amplia, como fin del progreso histórico de la humanidad. Por un extraño aunque lógico contraste, nuestros adversarios idealistas, de la teología y de la metafísica, toman el principio de la libertad como fundamento y base de sus teorías, para concluir buenamente en la indispensabilidad de la esclavitud de los hombres. Nosotros, materialistas en teoría, tendemos en la práctica a crear y hacer duradero un idealismo racional y noble. Nuestros enemigos, idealistas divinos y trascendentes, caen hasta el materialismo práctico, sanguinario y vil, en nombre de la misma lógica, según la cual todo desenvolvimiento es la negación del principio fundamental. Estamos convencidos de que toda la riqueza del desenvolvimiento intelectual, moral y material del hombre, lo mismo que su aparente independencia, son el producto de la vida en sociedad. Fuera de la sociedad, el hombre no solamente no será libre, sino que no será hombre verdadero, es decir, un ser que tiene conciencia de sí mismo, que siente, piensa y habla. El concurso de la inteligencia y del trabajo colectivo ha podido forzar al hombre a salir del estado de salvaje y de bruto que constituía su naturaleza primaria. Estamos profundamente convencidos de la siguiente verdad: que toda la vida de los hombres, es decir, sus intereses, tendencias, necesidades, ilusiones, e incluso sus tonterías, tanto como las violencias, y las injusticias que en carne propia sufren, no representa más que la consecuencia de las fuerzas fatales de la vida en sociedad. Las gentes no pueden admitir la idea de independencia mutua, sin renegar de la influencia recíproca de la correlación de las manifestaciones de la naturaleza exterior. Mijail Bakunin.

Consideradas desde el punto de vista social, libertad y solidaridad son dos conceptos idénticos. Encontrando la libertad de cada uno, no un impedimento en la libertad de los demás, como dice la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793, sino un apoyo, el hombre más libre es el que mayores relaciones tiene con sus semejantes. Pierre-Joseph Proudhon.

Una convención entre iguales es el fundamento moral de toda verdadera organización. Toda otra forma de agrupamiento humano es violencia y despotismo de prerrogativas. Rudolf Rocker.

En la organización hay un campo de actividad para todos. La estrecha cooperación de los individuos por una causa común es un medio poderoso para el levantamiento de la fuerza moral y de la conciencia solidaria de cada miembro. Es absolutamente falso el afirmar que en la organización se pierden la individualidad y el sentimiento personal. Todo lo contrario, justamente por el constante contacto con iguales se despliegan recién las mejores cualidades de la personalidad. Si se entiende por individualismo nada más que el constante pulimiento del propio YO y el ridículo temor de que en todo contacto estrecho con otros hombres reside un peligro para la propia persona, se olvida que justamente ahí yace el mayor obstáculo para el desarrollo de la individualidad. Cuanto más estrechamente está ligado un hombre a sus prójimos y cuanto más profundamente siente sus alegrías y sus dolores, más hondo y rico es su sentimiento personal y más grande su individualidad. Se puede afirmar tranquilamente que el sentimiento personalista de un hombre se desarrolla directamente de su sentimiento social.


Por eso el anarquismo no es contrario a la organización, sino su más ferviente defensor, claro está, suponiendo que se trata de una organización natural de abajo arriba, que nace de las relaciones comunes de los hombres y encuentra su expresión en una cooperación federativa de las fuerzas. Por eso combate también toda imposición de esa cooperación que se impone desde arriba sobre los hombres; porque destruye las relaciones naturales entre ellos, que es la base de toda organización real y convierte a cada individuo en una parte automática de una gran máquina que se dirige por privilegiados y trabaja para determinados intereses particulares. Rudolf Rocker.

Si no puedes tener la razón y la fuerza, escoge siempre la razón y deja que el enemigo tenga la fuerza. En muchos combates puede la fuerza obtener la victoria, pero en la lucha toda sólo la razón vence. El poderoso nunca podrá sacar razón de su fuerza, pero nosotros siempre podremos obtener fuerza de la razón. Subcomandante Marcos.

El socialismo será libre, o no será de ninguna manera. Rudolf Rocker.

El anarquismo no reconoce más que el sentido relativo que tienen las ideas, las instituciones y las formas sociales. Por consiguiente, no es un sistema social delimitado, hermético, sino más bien un impulso definido en el desarrollo histórico de la Humanidad, impulso que, en contraste con la vigilancia y guardia intelectual que ejercen todas las instituciones clericales y gubernamentales, se esfuerza por el desdoblamiento libre, sin trabas, de todas las energías individuales y sociales de la vida. Incluso la libertad no pasa de ser un concepto relativo, ya que no es un hecho absoluto el que sustenta, si no propende incesantemente a ensancharse y a alcanzar a círculos más y más amplios, por múltiples medios. Sin embargo, no es para los anarquistas la libertad un concepto filosófico abstracto, sino la posibilidad concreta que tiene toda criatura humana de desarrollar plenamente las potencias, capacidad y talento de que le dotara la naturaleza, y convertirlos en realidad social. Cuanto menos influido esté dicho desenvolvimiento natural del hombre por la supervisión eclesiástica o política, tanto más eficaz y armoniosa llegará a ser la personalidad humana, y dará mejor la medida de la cultura de la sociedad en la cual haya prosperado. Rudolf Rocker.

En sus cotidianas batallas contra los patronos y sus aliados, los trabajadores adquieren gradualmente un más profundo sentido de la lucha. Al comienzo, se proponen tan sólo una mejora en las condiciones de vida de los productores, dentro del orden social vigente; pero, poco a poco, descubren la raíz desnuda del mal: el monopolio económico y sus secuelas políticas y sociales. Para que así lo vaya comprendiendo el obrero, la lucha cotidiana tiene mayor claridad que las más bellas disertaciones teóricas. Nada puede grabarse en la imaginación y el alma del trabajador tan profundamente como esta pesada lucha por el pan cotidiano, nada le abre la inteligencia para comprender las enseñanzas socialistas como el constante forcejeo por las necesidades de la vida. Rudolf Rocker.

No necesitamos hombres que piensen, entre los obreros; lo que se necesita son bestias de labor. Bravo Murillo.

La peculiaridad más sobresaliente que presenta una masa psicológica es la siguiente: sean quienes fueren los individuos que la componen, más allá de semejanzas o diferencias en los modos de vida, las ocupaciones, los caracteres o la inteligencia de estos individuos, el hecho de que han sido transformados en una masa los pone en posesión de una especie de mente colectiva que los hace sentir, pensar y actuar de una manera bastante distinta de la que cada individuo sentiría, pensaría y actuaría si estuviese aislado. Hay ciertas ideas y sentimientos que no surgen, o no se traducen en acción, excepto cuando los individuos forman una masa. La masa psicológica es un ser provisorio formado por elementos heterogéneos que se combinan por un momento, exactamente como las células que constituyen un cuerpo viviente forman por su reunión un nuevo ser que exhibe características muy diferentes de las que posee cada célula en forma individual. Gustave Le Bon.

Los fenómenos inconscientes juegan un papel preponderante no sólo en la vida orgánica sino también en las operaciones de la inteligencia. La vida consciente de la mente tiene una importancia pequeña en comparación con su vida inconsciente. El más sutil analista, el más agudo observador, apenas si tiene éxito en descubrir una cantidad muy pequeña de los motivos inconscientes que determinan su conducta. Nuestros actos conscientes son el resultado de un sustrato inconsciente creado en la mente, en su mayor parte por influencias hereditarias. Gustave Le Bon.

La civilización es imposible sin tradiciones y el progreso es imposible sin la destrucción de esas tradiciones. Gustave Le Bon.

Es especialmente el tiempo el que prepara las opiniones y las creencias de las masas, o por lo menos el suelo en el cual habrán de germinar. Es por esto que ciertas ideas resultan realizables en una época y no en otra. Es el tiempo el que acumula ese inmenso detritus de creencias y pensamientos sobre el cual las ideas de un período dado emergen. No crecen aleatoriamente o por casualidad; las raíces de cada una de ellas se prolongan hacia un largo pasado. Cuando florecen, es el tiempo el que ha preparado su florecimiento y para llegar a obtener una noción de su génesis siempre es necesario buscar hacia atrás, en el pasado. Son hijas del pasado y madres del futuro, pero completamente esclavas del tiempo. Gustave Le Bon.

Ideas, sentimientos, emociones y creencias poseen en las masas un poder de contagio tan intenso como el de los microbios. Gustave Le Bon.

El poder de las masas ha de ser temido, pero el poder de ciertas castas es de temer mucho más. Las masas pueden estar abiertas a la persuasión; las castas nunca lo están. Gustave Le Bon.

Si el electorado estuviese compuesto por personas abarrotadas de ciencias, sus votos no serían mejores que los emitidos hasta el presente. Estarían mayormente guiados por sus sentimientos y por espíritu partidario. No nos veríamos libres de ninguna de las dificultades con las que hoy tenemos que luchar y seguramente quedaríamos sujetos a la opresiva tiranía de las castas. Gustave Le Bon.

La inteligencia en el ser pensante tiene por base y condición primera el sentimiento. Para conocerse el hombre, es indispensable que se sienta. Pierre-Joseph Proudhon.

Una revolución verdaderamente orgánica, por más que tenga sus mensajeros y sus ejecutores, no es obra de nadie en particular. Es una idea que se presenta por de pronto elemental y asoma como un germen, sin presentar nada de notable y aun pareciendo tomada de la sabiduría popular, pero que luego, de improviso, toma un desarrollo imprevisto y llena el mundo con sus instituciones. Pierre-Joseph Proudhon.

Sin duda alguna, los individuos son desiguales en capacidad como son iguales en dignidad. Pierre-Joseph Proudhon.

La revolución internacional… es una cadena, aunque discontinua, de revoluciones nacionales, cada una de las cuales alimenta a las otras con sus triunfos y a la vez sufre con sus fracasos. León Trotsky.

El socialismo no es y no puede ser una sociedad que mantenga o incluso aumente las profundas desigualdades existentes en las rentas y en los bienes de consumo, en la educación superior, en la información y en las posiciones de poder político y social. El socialismo no puede ser una sociedad en la que las decisiones que atañen a las prioridades sociales y a las tendencias generales del desarrollo económico son tomadas por un pequeño grupo de personas, en vez de por el conjunto de la población tras debate público y democrático sobre las distintas alternativas y soluciones. El socialismo no puede ser una sociedad en la que la producción de mercancías y el dinero siguen influenciando de forma decisiva gran parte de la conducta individual y colectiva —con todas las consecuencias que se desprenden de ello. El socialismo no es ni puede ser una sociedad en la que las posibilidades de publicación de las obras literarias, de crear arte, de desarrollar libremente la investigación científica y de ejercer las libertades democráticas en general, son más restringidas y no incomparablemente mayores que en la sociedad burguesa. El socialismo no es y no puede ser una sociedad en la que la represión de los individuos que se desvían de “la norma social establecida” es más dura que bajo el capitalismo avanzado. Ernest Mandel.

La propiedad privada, como tal propiedad privada, como riqueza, se ve forzada a sostenerse a sí misma en pie, manteniendo con ello en pie a su antítesis, el proletariado. He aquí el lado positivo de la antítesis: la propiedad privada, que encuentra en sí misma su propia satisfacción. Por su parte, el proletariado, como tal proletariado, se ve obligado a superarse a sí mismo, superando con ello la antítesis que le condiciona y le hace ser lo que es. He aquí el lado negativo de la antítesis: su inestabilidad intrínseca, la propiedad privada corroída y corrosiva. De los dos términos de esta antítesis, el propietario privado es, por lo tanto, el partido conservador; el proletariado, el partido destructivo. De aquél arranca la acción encaminada a mantener la antítesis; de éste, la acción encaminada a destruirla. Es cierto que la propiedad privada se impulsa a sí misma, en su dinámica económica, a su propia disolución, pero es por un proceso independiente de ella, inconsciente, ajeno a su voluntad, informado por la lógica de las cosas, pues ésta le lleva a engendrar el proletariado como tal proletariado, es decir, a la miseria consciente de su miseria física y espiritual, consciente de su degradación humana, con la cual supera ya su propia degradación. El proletariado no hace más que ejecutar la sentencia que la propiedad privada decreta contra sí misma al engendrar el proletariado, como ejecuta también la que el trabajo asalariado decreta contra sí mismo al engendrar la riqueza ajena y la miseria propia. El proletariado, al triunfar, no se erige, ni mucho menos, en dueño y señor absoluto de la sociedad, pues si triunfa es a costa de destruirse a sí mismo y a su enemigo. Con su triunfo, el proletariado desaparece, como desaparece la antítesis que le condiciona, la propiedad privada. Karl Marx.

El proletariado puede y debe necesariamente emanciparse a sí mismo, porque en él, en el proletariado culto, se ha consumado prácticamente la abstracción de toda humanidad, incluso de toda apariencia de humanidad, porque en las condiciones de vida del proletariado cobran su expresión más inhumana todas las condiciones de vida de la actual sociedad, porque el hombre, en su seno, se ha perdido a sí mismo, pero conquistando al mismo tiempo, no sólo la conciencia teórica de esa pérdida, sino también, directamente, por imperio de una necesidad absolutamente coercitiva, imposible de esquivar, el deber y la decisión —expresión práctica de la necesidad— de alzarse contra esa situación inhumana. Pero el proletariado no puede emanciparse sin superar sus propias condiciones de vida. Y no puede superar sus propias condiciones de vida, sin superar, al mismo tiempo, todas las condiciones inhumanas de vida de la sociedad que se cifran y compendian en su situación. No en vano tiene que pasar por la dura, pero forjadora escuela del trabajo. No se trata de saber qué es lo que tal o cual proletario, ni aun el proletariado en bloque, se proponga momentáneamente como meta. De lo que se trata es de saber qué es el proletariado y qué misión histórica se le impone por imperio de su propio ser; su meta y su acción histórica están visibles e irrevocablemente predeterminadas por la propia situación de su vida y por toda la organización de la sociedad burguesa actual. Karl Marx.

El objetivo socialista que queremos alcanzar es la substitución de la sociedad burguesa basada en la lucha de todos contra todos por una sociedad comunitaria sin clases, en la cual la solidaridad social reemplace el deseo de enriquecimiento individual como móvil esencial de actividad, y en la cual la riqueza de la sociedad asegure el armonioso desarrollo de todos los individuos.

Lejos de querer «hacer iguales a todos los hombres», como pretenden los ignorantes adversarios del socialismo, los marxistas desean que sea posible, por primera vez en la historia humana, el desarrollo de toda la infinita gama de diferentes posibilidades de pensamiento y acción presentes en cada individuo. Pero comprenden que la igualdad económica y social, la emancipación del hombre de la necesidad de combatir por su pan de cada día, representa una condición previa para la conquista de esta verdadera realización de la personalidad humana en todos los individuos.

Una sociedad socialista exige, por tanto, una economía desarrollada hasta el punto de que la producción en función de las necesidades suceda a la producción por el beneficio. La humanidad socialista dejará de producir mercancías destinadas a ser intercambiadas por dinero en el mercado. Producirá valores de uso que se distribuirán a todos los miembros de la sociedad, con el fin de satisfacer a todas sus necesidades.

Una sociedad de este tipo liberará al hombre de las cadenas de la división social y económica del trabajo. Los marxistas rechazan la tesis según la cual algunos hombres «han nacido para mandar» y otros «han nacido para obedecer». Ningún hombre, por naturaleza, está predispuesto a ser minero toda su vida, ni fresador, ni conductor de tranvía. En cada hombre dormita el deseo de ejercer un determinado número de diferentes actividades: basta con observar a los trabajadores durante sus ocios para darse cuenta de ello. En la sociedad socialista, el alto nivel de cualificación técnica e intelectual de todo ciudadano le permitirá realizar durante su vida muchas tareas diferentes y útiles a la comunidad. La elección de la «profesión» dejará de ser impuesta a los hombres por fuerzas o condiciones materiales, independientes de su voluntad. Dependerá de su propia necesidad, de su propio desarrollo individual. El trabajo dejará de ser una actividad impuesta de la que se huye, para convertirse simplemente en la realización de la propia personalidad. El hombre será finalmente libre en el sentido real de la palabra. Una sociedad como ésa se esforzará por eliminar todas las fuentes de conflicto entre los hombres. Destinará a la lucha contra las enfermedades, a la formación del carácter del niño, a la educación y a las bellas artes los inmensos recursos que hoy se despilfarran en objetivos de destrucción y de represión. Eliminando todos los antagonismos económicos y sociales entre los hombres, eliminará también todas las causas de guerra o de conflictos violentos. Únicamente el establecimiento en todo mundo de una sociedad socialista puede garantizar a la humanidad esta paz universal que se ha convertido en condición para la simple supervivencia de la especie en esta época de armas atómicas y termonucleares. Ernest Mandel.

Para un marxista resulta indudable que la revolución es imposible si no se da una situación revolucionaria, pero no toda situación revolucionaria conduce a la revolución. ¿Cuáles son, en términos generales, los signos distintivos de una situación revolucionaria? Estamos seguros de no equivocarnos al señalar estos tres signos principales: 1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener su dominio en forma inmutable; tal o cual crisis en las “alturas”, una crisis de la política de la clase dominante, abre una grieta por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no basta que “los de abajo no quieran” vivir como antes, sino que hace falta también que “los de arriba no puedan vivir” como hasta entonces. 2) Una agravación, superior a la habitual, de la miseria y las penalidades de las clases oprimidas. 3) Una intensificación considerable, por las razones antes indicadas, de la actividad de las masas, que en tiempos “pacíficos” se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por la situación de crisis en conjunto como por las “alturas” mismas, a una acción histórica independiente.


Sin estos cambios objetivos, independientes no sólo de la voluntad de tales o cuales grupos y partidos, sino también de la voluntad de estas o aquellas clases, la revolución es, por regla general, imposible. El conjunto de estos cambios objetivos es precisamente lo que se llama situación revolucionaria. Esta situación se dio en Rusia en 1905 y en todas las épocas revolucionarias en Occidente; pero también existió en la década del 60 del siglo pasado en Alemania, en 1859-1861 y en 1879 en Rusia, sin que hubiera revoluciones en esos casos. ¿Por qué? Porque la revolución no surge de toda situación revolucionaria, sino sólo de una situación en la que a los cambios objetivos antes enumerados viene a sumarse un cambio subjetivo, a saber: la capacidad de la clase revolucionaria para llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo bastante fuerte como para destruir (o quebrantar) al viejo gobierno, que jamás “caerá”, ni siquiera en las épocas de crisis, si no se lo “hace caer”. Lenin.

La experiencia histórica estableció las condiciones básicas para el triunfo de la revolución proletaria, que fueron aclaradas teóricamente: 1) el impasse de la burguesía y la consecuente confusión de la clase dominante; 2) la aguda insatisfacción y el anhelo de cambios decisivos en las filas de la pequeña burguesía, sin cuyo apoyo la gran burguesía no puede mantenerse; 3) la conciencia de lo intolerable de la situación y la disposición para las acciones revolucionarias en las filas del proletariado; 4) un programa claro y una dirección firme de la vanguardia proletaria. Éstas son las cuatro condiciones para el triunfo de la revolución proletaria. León Trotsky.

La teoría es la experiencia del movimiento obrero de todos los países, tomada en su aspecto general. Naturalmente, la teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la práctica revolucionaria, exactamente del mismo modo que la práctica es ciega si la teoría revolucionaria no alumbra su camino. Pero la teoría puede convertirse en una formidable fuerza del movimiento obrero si se elabora en indisoluble ligazón con la práctica revolucionaria, porque ella, y sólo ella, puede dar al movimiento seguridad, capacidad para orientarse y la comprensión de los vínculos internos entre los acontecimientos que se producen en torno nuestro; porque ella, y sólo ella, puede ayudar a la práctica a comprender, no sólo cómo se mueven y hacia dónde marchan las clases en el momento actual, sino también cómo deben moverse y hacia dónde deben marchar en un futuro próximo. Stalin.

El paso del capitalismo al comunismo llena toda una época histórica. Mientras esta época histórica no finaliza, los explotadores siguen, inevitablemente, abrigando esperanzas de restauración, esperanzas que se convierten en tentativas de restauración. Después de la primera derrota seria, los explotadores derrocados, que no esperaban su derrocamiento, que no creían en él, que no aceptaban ni siquiera la idea de él, se lanzan con energía decuplicada, con pasión furiosa, con odio centuplicado, a la lucha por la restitución del ‘paraíso’ que les ha sido arrebatado, por sus familias, que antes disfrutaban de una vida tan regalada y a quienes ahora la ‘canalla vil’ condena a la ruina y a la miseria (o a un trabajo ‘vil’ . . .). Y tras de los capitalistas explotadores se arrastra una vasta masa de pequeña burguesía, de la que decenios de experiencia histórica en todos los países nos dicen que titubea y vacila, que hoy sigue al proletariado y mañana se asusta de las dificultades de la revolución, se deja llevar del pánico ante la primera derrota o semiderrota de los obreros, se pone nerviosa, se agita, lloriquea, pasa de un campo a otro. Lenin.

La revolución proletaria es imposible sin la destrucción violenta de la máquina del Estado burgués y sin su sustitución por una máquina nueva. Lenin.

El capitalismo en desarrollo conoce dos tendencias históricas en la cuestión nacional. Primera: el despertar de la vida nacional y de los movimientos nacionales, la lucha contra toda opresión nacional, la creación de Estados nacionales. Segunda: el desarrollo y la multiplicación de vínculos de todo género entre las naciones, la destrucción de las barreras nacionales, la creación de la unidad internacional del capital, de la vida economiza en general, de la política, de la ciencia, etc. Ambas tendencias son una ley mundial del capitalismo. La primera predomina en los comienzos de su desarrollo; la segunda caracteriza al capitalismo maduro, que marcha hacia su transformación en sociedad socialista. Lenin.

Hacer la guerra para derrocar a la burguesía internacional, una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a explotar los antagonismos de intereses (aunque sólo sean temporales) que dividen a nuestros enemigos, renunciar a acuerdos y compromisos con posibles aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), ¿no es, acaso, algo indeciblemente ridículo? ¿No viene a ser eso como si, en la difícil ascensión a una montaña inexplorada, en la que nadie hubiera puesto la planta todavía, se renunciase de antemano a hacer a veces zigzags, a desandar a veces lo andado, a abandonar la dirección elegida al principio para probar otras direcciones? Lenin.

La dictadura del proletariado es una lucha tenaz cruenta e incruenta, violenta y pacífica, militar y económica, pedagógica y administrativa, contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza de la costumbre de millones y decenas de millones de hombres es la fuerza más terrible. Sin un partido férreo y templado en la lucha, sin un partido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado dentro de la clase, sin un partido que sepa pulsar el estado de espíritu de las masas e influir sobre él, es imposible llevar a cabo con éxito esta lucha. Lenin.

La dictadura del proletariado como condición en el Estado y la sociedad, no tiene mayor obstáculo que la idea de la dictadura como forma de la organización del Estado y de los partidos obreros. Karl Kautsky.

Sin «desorganización» del ejército no se ha producido ni puede producirse ninguna gran revolución. Porque el ejército es el instrumento más fosilizado en que se apoya el viejo régimen, el baluarte más petrificado de la disciplina burguesa y de la dominación del capital, del mantenimiento y la formación de la mansedumbre servil y la sumisión de los trabajadores ante el capital. […] La contrarrevolución no ha tolerado ni pudo tolerar jamás que junto al ejército existieran obreros armados. […] El primer mandamiento de toda revolución triunfante ha sido deshacer el viejo ejército, disolverlo y reemplazarlo por un ejército nuevo. Lenin.

Buscando una explicación de la génesis de la burocracia que había ahogado toda vida real en las instituciones del Estado soviético, Trotsky no tiene empacho en exponer su concepción. En su libro LA REVOLUCIÓN TRAICIONADA dice que la razón principal residía en el hecho de que los jefes desmovilizados del ejército rojo habían ocupado los puestos dirigentes en los soviets locales y habían introducido en ellos las costumbres del ejército, mientras que el proletariado se encontraba fatigado después del flujo revolucionario. De ahí el nacimiento de la burocracia. Hay que añadir que Trotsky mismo intentó introducir estas costumbres en los sindicatos. ¿Era para evitar la fatiga al proletariado? Si éste se encontraba fatigado, ¿cómo es que todavía haya podido hacer huelgas casi generales en las ciudades más importantes e industriales? Y si el partido comunista era verdaderamente el pilar de la revolución social, ¿por qué no ha apoyado al proletariado en su lucha contra la joven, pero ya poderosa burocracia, en lugar de masacrarlo cuando ya estaba agotado por tres años de guerra imperialista y tres años de guerra civil? ¿Por qué este partido comunista se ha confundido con el Estado dictatorial?

Hay que admitir que este partido ya no era ni revolucionario ni proletario, y esto es lo que los cronstadianos le han reprochado. Su mérito es precisamente el haberlo dicho en 1921, cuando aún era tiempo de enderezar la situación y no haber esperado 15 años, cuando la derrota era definitiva.

De hecho, la burocracia es una tara hereditaria en Rusia, quizá tan vieja como el Estado ruso mismo. Los bolcheviques en el poder no han heredado la burocracia zarista misma, sino su espíritu y su atmósfera. Tenían que saber que el Estado, al ampliar sus funciones a los asuntos económicos, al convertirse en el propietario de las riquezas naturales y de la industria, creaba el riesgo inmediato de ver renacer y profundizarse el espíritu burocrático.

Un médico que cura a un enfermo que tiene malos antecedentes hereditarios, debe aplicarle un tratamiento que tenga en cuenta sus taras y aconsejarle que tome precauciones. ¿Qué precauciones tomaron los bolcheviques para combatir la tara burocrática evidente desde los primeros años de la revolución? ¿Qué otro medio había de combatirla sino ventilar la atmósfera a través de un poderoso soplo democrático y aplicarle un control riguroso y efectivo por las masas trabajadoras?

Ciertamente hubo control, pero en realidad el comisariado de la Inspección Obrera y Campesina que estaba encargado de él confió estas funciones a los mismos burócratas. Por tanto, no hay que buscar las causas del burocratismo muy lejos: residían en primer lugar en la concepción bolchevique del Estado absolutista mandado y controlado por un partido organizado él mismo sobre bases absolutistas y burocráticas; después estaban agravadas por la tradición burocrática propia de Rusia.

Es falso hacer recaer sobre el campesinado la responsabilidad de las derrotas de la Revolución y su degeneración en régimen burocrático. Sería demasiado fácil explicar todas las dificultades de Rusia por su carácter agrario. Se dice a la vez que la revuelta cronstadiana contra la burocracia era de origen campesino y que la burocracia era igualmente de carácter campesino. Con semejante concepción del papel del campesinado, se puede uno preguntar cómo osaron entonces los bolcheviques propagar la idea de la revolución social y luchar por su aplicación en un país agrario.

Sin duda creían poder permitirse tales gestas con la esperanza de una revolución mundial, al tiempo que se consideraban como su vanguardia.

Pero una revolución en otro país, ¿no habría sido influenciada por el espíritu de la revolución rusa? Cuando se evalúa su autoridad moral en el mundo, uno se pregunta si sus desviaciones no debían marcar eventualmente con su sello a otros países en revolución. Múltiples hechos históricos autorizan semejante juicio. Aun reconociendo la imposibilidad de hacer triunfar la verdadera construcción socialista en un solo país, se puede dudar que la plaga burocrática del régimen bolchevique pueda ser curada por un soplo proveniente de otro país en revolución.

La experiencia fascista en países como Alemania demuestra que un desarrollo capitalista muy avanzado, o tradiciones democráticas como en Italia, no constituyen aún garantías suficientes contra el arraigamiento de un espíritu absolutista y autocrático. Sin intentar explicar el fenómeno, hay que constatar, no obstante, la poderosa oleada de autoritarismo proveniente de países avanzados económicamente y que amenaza con engullir nuestras antiguas ideas y tradiciones. Ahora bien, es un hecho incontestable que el bolchevismo está emparentado moralmente con este espíritu absolutista; le había creado, por así decir, un precedente peligroso. Por tanto, nadie podría afirmar que, en lugar de democratizarse, el bolchevismo no se habría manifestado por su influencia absolutista en otra revolución que hubiese seguida a la de Rusia.

¿No presentaba la vía democrática un peligro real? ¿No había que temer la influencia reformista en los soviets gracias al libre juego de la democracia? Por supuesto pensamos que existía este peligro realmente, pero no había que temerlo más que a los resultados inevitables de la dictadura incontrolable de un solo partido que tenía ya a Stalin como secretario general.

Se nos dice que el país estaba al límite de sus fuerzas y había perdido sus capacidades de resistencia. El país estaba efectivamente cansado de guerra pero, por el contrario, estaba hinchado de fuerzas constructivas y provisto en el más alto grado del deseo de instruirse y de educarse. Apenas acabada la guerra civil, se constató una verdadera riada de obreros y campesinos hacia las escuelas, universidades obreras y la enseñanza técnica. ¿No era este deseo el mejor índice de la vivacidad y de la resistencia de estas clases? En un país en el que el analfabetismo alcanzaba un grado enorme, esta instrucción habría podido contribuir ampliamente a permitir el verdadero ejercicio del poder por las masas trabajadoras.

Pero, por esencia, la dictadura devora las fuerzas creadoras del pueblo y a pesar de los esfuerzos incontestables del poder central para difundir la instrucción entre los trabajadores, el instruirse se convirtió pronto en privilegio de los miembros del partido fieles a la fracción dirigente. Desde 1921 se comenzó a limpiar de sus elementos independientes las facultades obreras y las escuelas de enseñanza superior. Esta limpieza se acentuó más con el desarrollo de tendencias opositoras en el interior del partido. El esfuerzo de educación del pueblo fue comprometido cada vez más. El deseo de Lenin de que cada cocinera pudiese llegar a ser un hombre de Estado tuvo cada vez menos posibilidades de realizarse.

Las conquistas revolucionarias no podían desarrollarse más que con la participación real de las masas. Todo intento de reemplazar a esta masa por una “élite” era profundamente reaccionario. Ida Mett.

Las colisiones entre las innumerables voluntades y actos individuales crean en el campo de la historia un estado de cosas muy análogo al que impera en la naturaleza inconsciente. Los fines que se persiguen con los actos son obra de la voluntad, pero los resultados que en la realidad se derivan de ellos no lo son, y aun cuando parezcan ajustarse de momento al fin perseguido, a la postre encierran consecuencias muy distintas a las apetecidas. Por eso, en conjunto, los acontecimientos históricos también parecen estar presididos por el azar. Pero allí donde en la superficie de las cosas parece reinar la casualidad, ésta se halla siempre gobernada por leyes internas ocultas, y de lo que se trata es de descubrir estas leyes. Friedrich Engels.

Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, del mismo modo descubrió Marx la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho tan sencillo, pero encubierto hasta ahora bajo una proliferación de ideologías, de que los hombres deben ante todo comer, beber, tener un techo y vestirse antes de practicar la política, la ciencia, el arte, la religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios materiales inmediatos para la subsistencia, y con ello, el grado de desarrollo económico alcanzado en cada caso por un pueblo, o en un determinado período, constituye la base a partir de la cual se desarrollan las instituciones del estado, las concepciones jurídicas, el arte, e incluso las representaciones religiosas de los hombres, y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo. Friedrich Engels.

Para Hegel el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo, es el demiurgo de lo real; lo real no es más que su manifestación externa. Para mí, a la inversa, lo ideal no es sino lo material traspuesto y traducido en la mente humana. Karl Marx.

La revolución es meramente el punto de ebullición de la evolución. Alexander Berkman.

Las clasificaciones, sin las cuales el estudio científico es imposible, forzosamente tienen que establecer una discontinuidad en lo continuo y, por ello, son hasta cierto punto artificiales. Pero son necesarias porque lo continuo sólo resulta accesible bajo una forma discontinua. […] Tenemos, pues, que resignarnos a perder un poco de exactitud a fin de ganar en lucidez. Gustave Le Bon.

La psicología no puede hacer ningún progreso si no renuncia a las teorías quiméricas y a experimentos de laboratorio para pasar a estudiar los acontecimientos y las personas que nos rodean. Gustave Le Bon.

La mente humana es un mecanismo muy frágil y las marionetas que bailan sobre el escenario de la Historia rara vez son capaces de resistir las imperiosas fuerzas que las impelen. Herencia, medioambiente y circunstancias son amos dominantes. Nadie puede decir con certeza cuál hubiera sido su conducta de haber sido puesto en el lugar de las personas cuyas acciones trata de interpretar. Gustave Le Bon.

La guerra es la continuación de la política por otros medios. Carl von Clausewitz.

Los políticos rutinarios, incapaces de abarcar en su complejidad, en sus contradicciones y discordancias internas el proceso histórico, se han figurado que la historia prepararía simultanea y racionalmente, en todos los lugares a la vez, el advenimiento del socialismo, de suerte que la concentración de la industria y la moral comunista del productor y el consumidor hubiesen podido evolucionar y madurar con los arados eléctricos y las mayorías parlamentarias. De aquí, la adopción de una actitud puramente mecánica frente al parlamentarismo internacional, indicaba el grado de preparación de la sociedad para el socialismo, del mismo modo que un manómetro señala la presión del vapor. Nada hay más absurdo, sin embargo, que esta representación mecánica del desenvolvimiento de las relaciones sociales.


Si de la producción, fundamento de las sociedades, nos elevamos a las superestructuras —clases, Estados, derechos, partidos, etc.—, puede establecerse que la fuerza de la inercia de cada escalón en la superestructura no se añade simplemente a la de los escalones inferiores, sino que, en ciertos casos, es multiplicada por ella. Como resultado, la conciencia política de grupos que han fingido ser durante mucho tiempo los más avanzados, aparece en el período de transición como un obstáculo terrible al desenvolvimiento histórico. León Trotsky.

Lo peor que le puede llegar a suceder a un jefe de un partido extremo es verse obligado a tomar el poder en una época en que el movimiento no está maduro para la dominación de la clase que representa y para la aplicación de las medidas que exige la dominación de esta clase (…). Se encuentra colocado necesariamente ante un dilema insoluble: lo que puede hacer contradice toda su acción pasada, sus principios y los intereses inmediatos de su partido, lo que debe hacer es irrealizable. Friedrich Engels.

Se ha escrito tanto sobre Marx que éste ha acabado siendo un desconocido. Bertolt Brecht.

Ser materialista significa reconocer la verdad objetiva, que nos es descubierta por los órganos de los sentidos. Reconocer la verdad objetiva, es decir, independiente del hombre y de la humanidad, significa admitir de una manera o de otra la verdad absoluta. Lenin.

Así pues, el pensamiento humano, por su naturaleza, es capaz de proporcionarnos y proporciona en realidad la verdad absoluta, que resulta de la suma de verdades relativas. Cada fase del desarrollo de la ciencia añade nuevos granos a esta suma de verdad absoluta; pero los límites de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan pronto ampliados como restringidos por el progreso consecutivo de los conocimientos. Lenin.

Desde el punto de vista del materialismo moderno, es decir, del marxismo, son históricamente condicionales los límites de la aproximación de nuestros conocimientos a la verdad objetiva, absoluta, pero la existencia de esta verdad, así como el hecho que nos aproximamos a ella, no obedece a condiciones. Son históricamente condicionales los contornos del cuadro, pero este cuadro representa sin condiciones un modelo objetivamente existente. Es históricamente condicional cuándo y en qué condiciones hemos progresado en nuestro conocimiento de la esencia de las cosas hasta descubrir la alizarina en el alquitrán de hulla o hasta descubrir los electrones en el átomo, pero cada uno de esos descubrimientos es sin condiciones un progreso del “conocimiento incondicionalmente objetivo”. En pocas palabras, toda ideología es históricamente condicional, pero toda ideología científica [a diferencia, por ejemplo, de la ideología religiosa] corresponde incondicionalmente a una verdad objetiva, a una naturaleza absoluta. Lenin.

La única conclusión que se puede sacar de la opinión, compartida por los marxistas, de que la teoría de Marx es una verdad objetiva, es la siguiente: yendo por la senda de la teoría de Marx, nos aproximamos cada vez más a la verdad objetiva [sin llegar nunca a su fin]; yendo, en cambio, por cualquier otra senda, no podemos llegar más que a la confusión y a la patraña. Lenin.

Ya sabemos lo que significa “salir del orden existente”. Es la vieja ilusión de que el Estado se hunde por sí solo desde el momento en que todos los miembros salen del mismo, y que el dinero pierde su valor si todos los obreros se niegan a aceptarlo. La forma hipotética de esta frase expresa por sí sola el carácter quimérico y la impotencia del deseo piadoso. Es la vieja ilusión de que sólo depende de la buena voluntad de la gente el cambiar las condiciones existentes y que las condiciones existentes son ideas. La modificación de la conciencia, separada de las condiciones, tal como los filósofos la practican como vocación, o sea como negocio, es a su vez un producto de las condiciones existentes y forma parte integrante de ellas. Este auge de la idea por encima del mundo es la expresión ideológica de la impotencia de los filósofos frente al mundo. Sus charlatanerías ideológicas son desmentidas día a día por la práctica. Karl Marx & Friedrich Engels.

El Estado, adopte la forma que sea, aristocrático o teocrático, monárquico o republicano, mientras no se convierta en el órgano obediente y sumiso de una sociedad de iguales será un verdadero infierno para el pueblo, casi diría una legítima condena. Pierre-Joseph Proudhon.

Una vez que en el curso del desarrollo, las diferencias de clase hayan desaparecido y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el poder público perderá su carácter político. El poder político, en el sentido propio del término, es el poder organizado de una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía, el proletariado se une necesariamente para formar una clase social, si se erige en clase dominante mediante una revolución, aboliendo las antiguas relaciones de producción, al mismo tiempo que éstas abolirá las condiciones de existencia del antagonismo de clases, es decir las clases mismas, y con ello su propia dominación como clase. La antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, dará lugar a una asociación en la que el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos. Karl Marx & Friedrich Engels.

Pero el proletariado no puede, como lo hicieran las clases dominantes y sus diversas fracciones rivales inmediatamente después de su triunfo, tomar simplemente posesión del cuerpo del Estado existente y hacer funcionar ese aparato para sus propios fines. La primera condición para conservar el poder político es transformar el mecanismo actuante y destruirlo en tanto que instrumento de dominación de clase. [..] El instrumento político de su sumisión no puede servir de instrumento político de su emancipación. Karl Marx.

¿Qué es una utopía? Un sueño no realizado, pero no irrealizable. Joseph Déjacque.

El desarrollo de las fuerzas productivas es la condición primordial e imprescindible del comunismo, pues la socialización de la miseria no podrá menos que resucitar los antiguos contrastes. Karl Marx.

Tratar de imponer el control social sobre modos de producción que no sean intrínsecamente sociales es tan incongruente y anacrónico como mantener el control privado o parcial de un proceso productivo que sea eminentemente social. Isaac Deutscher.

Nosotros no somos de esos comunistas que destruyen la libertad personal y pretenden convertir al mundo en un inmenso cuartel o en una inmensa fábrica. Hay, indudablemente, comunistas que se las arreglan muy comodamente negando y pretendiendo abolir la libertad personal, por entender que es incompatible con la armonía: a nosotros no se nos ha pasado jamás por las mientes comprar la igualdad con el sacrificio de la libertad. Tenemos la convicción… de que en ninguna sociedad puede la libertad de la persona ser mayor que en la basada sobre un régimen de comunidad. Karl Marx & Friedrich Engels.

El proletariado ejecuta la sentencia que la propiedad privada dicta contra sí misma al producir al proletariado, así como ejecuta la condena que el trabajo asalariado dicta contra sí mismo al producir la riqueza ajena y su propia miseria. Karl Marx.

La esencia del marxismo científico consiste en reconocer la independencia de las fuerzas motrices reales de la historia respecto de la conciencia (sicológica) que los hombres tienen de ella. György Lukács.

La relación entre la conciencia de clase y la historia es por consiguiente muy diferente en los tiempos precapitalistas y en la época capitalista. Porque, en los tiempos precapitalistas, las clases no podían ser desprendidas de la realidad histórica inmediata, sino por intermedio de la interpretación de la historia dada por el materialismo histórico, mientras, que ahora las clases son esa realidad inmediata, histórica de por sí. Por eso no es en modo alguno un azar —como lo hizo resaltar Engels— el hecho de que ese conocimiento sólo se haya hecho posible en la época capitalista. Y no solamente, como piensa Engels, a causa de la simplicidad mayor de esa estructura en contraste con las «conexiones complicadas y ocultas» de los tiempos pasados, sino, ante todo, porque el interés económico de clase, como motor de la historia, sólo apareció en toda su pureza con el capitalismo. György Lukács.

Cuando ha comenzado la crisis económica final del capitalismo, el destino de la revolución (y con ella el de la humanidad) depende de la madurez ideológica del proletariado, de su conciencia de clase. György Lukács.

Todas las clases que en el pasado han conquistado el poder trataron de consolidar la situación que ya habían adquirido, sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios no pueden apoderarse de las fuerzas productivas sociales si no es suprimiendo el modo de apropiación que era el suyo hasta entonces, y, por tanto, todo el modo de apropiación existente. Karl Marx.

La conciencia no está más allá de la evolución histórica real. György Lukács.

El proletariado sólo se realiza suprimiéndose, llevando hasta el fin su lucha de clase e implantando así la sociedad sin clases. La lucha por esa sociedad, de la cual la dictadura del proletariado es una simple fase, no es solamente una lucha contra el enemigo exterior, la burguesía, sino también una lucha del proletariado contra sí mismo: contra los efectos devastadores y degradantes del sistema capitalista sobre su conciencia de clase. El proletariado no habrá logrado la victoria verdadera hasta que haya superado esos efectos en sí mismo. La separación entre los diferentes sectores que deberían estar reunidos, los diferentes niveles de conciencia a que ha llegado el proletariado en los diferentes dominios permiten medir exactamente el punto que se ha alcanzado y lo que falta por conseguir. El proletariado no debe retroceder ante ninguna autocrítica, porque solamente la verdad puede traer su victoria, y la autocrítica debe ser, por tanto, su elemento vital. György Lukács.

Ser radical, es tomar las cosas por la raíz. Ahora bien, para el hombre, la raíz es el hombre mismo. Karl Marx.

Cuando el proletariado anuncia la disolución del estado de cosas existente, no hace sino enunciar el secreto de su propia existencia, pues él mismo constituye la disolución efectiva de ese estado de cosas. Karl Marx.

La burguesía se daba cuenta muy claramente que todas las armas que ella había forjado contra el feudalismo se volvían contra ella misma, que todos los medios de instrucción que ella había instituido se volvían contra su propia civilización, que todos los dioses que ella había creado la abandonaban. Karl Marx.

Paralelamente a la lucha económica, se libró una lucha por la conciencia de la sociedad. Ahora bien, volverse conciente, para la sociedad, es sinónimo de poder dirigir la sociedad. […] El medio de lucha más importante en este combate por la conciencia, por la dirección social, es el materialismo histórico. György Lukács.

Solamente en la medida precisa en que el capitalismo ha efectuado, propiamente hablando, la socializaaón de todas las relaciones, se hizo posible un conocimiento de sí verdadero y concreto del hombre como ser social. György Lukács.

Todo conocimiento histórico es un conocimiento de sí. El pasado sólo se hace trasparente cuando se puede hacer de manera conveniente una autocrítica del presente, «desde que su autocrítica existe hasta cierto grado, por decirlo asi, en potencia (dijnamei)». Hasta entonces, el pasado tiene necesariamente que ser, o bien identificado ingenuamente con las formas estructurales dej presente, o bien dejado fuera de toda comprensión, como algo completamente extraño, absurdo y bárbaro. György Lukács.

El materialismo histórico no se puede aplicar de manera idéntica a las formaciones sociales precapitalistas y a las de la evolución capitalista. Es preciso hacer análisis mucho más complejos y sutiles para mostrar, por una parte, el papel que desempeñaron, entre las fuerzas que mueven a la sociedad, las fuerzas «puramente» económicas, si es que había entonces fuerzas «puras» en el sentido estrecho, y para demostrar, por otra parte, cómo actuaban esas fuerzas económicas sobre las demás formaciones de la sociedad. Ésta es la razón por la cual el materialismo histórico debe ser aplicado a las antiguas sociedades con mucha más precaución que a las trasformaciones sociales del siglo XIX. György Lukács.

Es verdad que una revolución proletaria también sería inconcebible, si sus condiciones y presupuestos económicos no se hubieran producido ya en el seno de la sociedad capitalista por la evolución de la produción capitalista. Pero la diferencia enorme entre los dos tipos de evolución reside en que el capitalismo se ha desarrollado ya, como modo económico, en el interior del feudalismo, destruyéndolo, mientras que sería una utopía fantástica imaginarse que en el interior del capitalismo puede desarrollarse en dirección del socialismo otra cosa que, de una parte, las condiciones económicas objetivas de su posibilidad, que no pueden ser trasformadas en elementos reales del modo de producción socialista sino después de la caída y como consecuencia de la caída del capitalismo, y de otra parte el desarrollo del proletariado como clase. György Lukács.

No se puede separar mecánicamente las cuestiones políticas de las cuestiones de organización. Lenin.

La sobrestimación o la falsa estimación del papel de la organización en la lucha de clases del proletariado es completada habitualmente por la subestimación de las masas proletarias no organizadas y de su madurez política. Rosa Luxemburgo.

La organización es la forma de la mediación entre la teoría y la práctica. Y como en toda relación dialéctica, aquí tampoco los miembros de la relación dialéctica adquieren concreción y realidad sino en su mediación y por ella. György Lukács.

La escolástica, el bizantinismo y el dogmatismo han sido siempre trabas para un crecimiento verdadero del saber. Las únicas corrientes científicas válidas son las que parten de la práctica y vuelven a ella, enriquecidas por síntesis profundas y recomendaciones pertinentes. Mijail Gorbachov.

La clase trabajadora ha conquistado la naturaleza; ahora debe conquistar al hombre. Karl Marx.

Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ejemplo, en la economía, por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela [como] falso. La población es una abstracción si dejo de lado, por ejemplo, las clases de que se compone. Estas clases son, a su vez, una palabra huera si desconozco los elementos sobre los cuales reposan, por ejemplo, el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos últimos suponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado; sin valor, dinero, precios, etc. Si comenzara, pues, por la población, tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples: de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las determinaciones más simples. Llegado este punto, habría que reemprender el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no tendría una representación caótica de un conjunto, sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones. El primer camino es el que siguió históricamente la economía política naciente. Los economistas del siglo XVII, por ejemplo, comienzan siempre por el todo viviente, la población, la nación, el estado, varios estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir, mediante el análisis, un cierto número de relaciones abstractas determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez que estos momentos fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron [a surgir] los sistemas económicos que se elevaron desde lo simple –trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio– hasta el estado, el cambio entre las naciones y el mercado mundial. Este último es, manifiestamente, el método científico correcto. Lo concreto es lo concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida, y, en consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la representación. En el primer camino, la representación plena es volatilizada en una determinación abstracta; en el segundo, las determinaciones abstractas conducen a la reproducci6n de lo concreto por el camino del pensamiento. He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento que, partiendo de sí mismo, se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo, mientras que el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo la manera de apropiarse lo concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual. Pero esto no es de ningún modo el proceso de formación de lo concreto mismo. Karl Marx.

La sociedad burguesa es la más compleja y desarrollada organización histórica de la producción. Las categorías que expresan sus condiciones y la comprensión de su organización permiten al mismo tiempo comprender la organización y las relaciones de producción de todas las formas de sociedad pasadas, sobre cuyas ruinas y elementos ella fue edificada y cuyos vestigios, aún no superados, continúa arrastrando, a la vez que meros indicios previos han desarrollado en ella su significación plena, etc. La anatomía del hombre es una clave para la anatomía del mono. Por el contrario, los indicios de las formas superiores en las especies animales inferiores pueden ser comprendidos sólo cuando se conoce la forma superior. La economía burguesa suministra así la clave de la economía antigua, etc. Pero no ciertamente al modo de los economistas, que cancelan todas las diferencias históricas y ven la forma burguesa en todas las formas de sociedad. Se puede comprender el tributo, el diezmo, etc., cuando se conoce la renta del suelo. Pero no hay por qué identificarlos. Karl Marx.

El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse. Winston Churchill.

Cuando la teoría encuentra un muro, la práctica viene a derribarlo. Gilles Deleuze.

Como siempre ocurre, la prosperidad alentó muy rápidamente la especulación. La especulación se produce regularmente en períodos en que la sobreproducción ya está en pleno apogeo. Proporciona salidas temporales al mercado a la sobreproducción, mientras que por esta misma razón precipita el estallido de la crisis y aumenta su fuerza. La crisis se desata en el ámbito de la especulación, y sólo más tarde lo hace en la producción. Lo que al observador superficial le parece ser la causa de la crisis no es la superproducción, si no el exceso de especulación, pero esto en sí es sólo un síntoma de la sobreproducción. La interrupción posterior de la producción no parece ser una consecuencia de su propia exuberancia anterior sino un simple retroceso causado por el colapso de la especulación. Karl Marx.

Así como en la vida privada se distingue entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía más entre las frases y las figuraciones de los partidos y su organismo efectivo y sus intereses efectivos, entre lo que se imaginan ser y lo que en realidad son. Karl Marx.

El hombre, cuanto más gana en libertad, en el sentido de su emergencia de la primitiva unidad indistinta con los demás y la naturaleza, y cuanto más se transforma en «individuo», tanto más se ve en la disyuntiva de unirse al mundo en la espontaneidad del amor y del trabajo creador o bien de buscar alguna forma de seguridad que acuda a vínculos tales que destruirán su libertad y la integridad de su yo individual. Erich Fromm.

La mayoría de la gente está convencida de que, mientras no se la obligue a algo mediante la fuerza externa, sus decisiones le pertenecen, y que si quiere algo, realmente es ella quien lo quiere. Pero se trata tan sólo de una de las grandes ilusiones que tenemos acerca de nosotros. Gran número de nuestras decisiones no son realmente nuestras, sino que nos han sido sugeridas desde afuera; hemos logrado persuadirnos a nosotros mismos de que ellas son obra nuestra, mientras que, en realidad, nos hemos limitado a ajustarnos a la expectativa de los demás, impulsados por el miedo al aislamiento y por amenazas aún más directas en contra de nuestra vida, libertad y conveniencia. Erich Fromm.

El individuo deja de ser él mismo; adopta por completo el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales, y por lo tanto se transforma en un ser exactamente igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que él sea. La discrepancia entre el yo y el mundo desaparece, y con ella el miedo consciente de la soledad y la impotencia. Es un mecanismo que podría compararse con el mimetismo de ciertos animales. Se parecen tanto al ambiente que resulta difícil distinguirlos entre sí. La persona que se despoja de su yo individual y se transforma en un autómata, idéntico a los millones de otros autómatas que lo circundan, ya no tiene por qué sentirse solo y angustiado. Sin embargo, el precio que paga por ello es muy alto: nada menos que la pérdida de su personalidad. Erich Fromm.

La pérdida del yo y su sustitución por un seudoyó arroja al individuo a un intenso estado de inseguridad. Se siente obsesionado por las dudas, puesto que, siendo esencialmente un reflejo de lo que los otros esperan de él, ha perdido, en cierta medida, su identidad. Para superar el terror resultante de esa pérdida se ve obligado a la conformidad más estricta, a buscar su identidad en el reconocimiento y la incesante aprobación por parte de los demás. Puesto que él no sabe quién es, por lo menos los demás individuos lo sabrán … siempre que él obre de acuerdo con las expetaciones de la gente; y si los demás lo saben, él también lo sabrá. . . tan sólo con que acepte el juicio de aquéllos. La automatización del individuo en la sociedad moderna ha aumentado el desamparo y la inseguridad del individuo medio. Así, éste se halla dispuesto a someterse a aquellas nuevas autoridades capaces de ofrecerle seguridad y aliviarlo de la duda. Erich Fromm.

La historia de la humanidad no sólo es un proceso de individuación creciente, sino también de creciente libertad. El anhelo de libertad no es una fuerza metafísica y no puede ser explicado en virtud del derecho natural; representa, por el contrario, la consecuencia necesaria del proceso de individuación y del crecimiento de la cultura. Los sistemas autoritarios no pueden suprimir las condiciones básicas que originan el anhelo de libertad; ni tampoco pueden destruir la búsqueda de libertad que surge de esas mismas condiciones. Erich Fromm.

El derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios; la libertad de la autoridad exterior constituirá una victoria duradera solamente si las condiciones psicológicas íntimas son tales que nos permitan establecer una verdadera individualidad propia. Erich Fromm.

Con respecto a todos los problemas básicos de la vida individual y social, a las cuestiones psicológicas, económicas, políticas y morales, un amplio sector de nuestra cultura ejerce una sola función: la de confundir las cosas. Un tipo de cortina de humo consiste en afirmar que los problemas son demasiado complejos para la comprensión del hombre común. Por el contrario, nos parecería que muchos de los problemas básicos de la vida individual y social son muy simples, tan simples que deberíamos suponer que todos se hallan en condiciones de comprenderlos. Hacerlos aparecer tan monstruosamente complicados que sólo un «especialista» puede entenderlos, y eso únicamente en su propia y limitada esfera, produce —a veces de manera intencional— desconfianza en los individuos con respecto a su propia capacidad para pensar sobre aquellos problemas que realmente les interesan. Los hombres se debaten impotentes frente a una masa caótica de datos y esperan con paciencia patética que el especialista halle lo que debe hacer y a dónde debe dirigirse. Este tipo de influencia produce un doble resultado: por un lado, escepticismo y cinismo frente a todo lo que se diga o escriba, y, por el otro, aceptación infantil de lo que se afirme con autoridad. Esta combinación de cinismo y de ingenuidad es muy típica del individuo moderno. Su consecuencia esencial es la de desalentar su propio pensamiento y decisión.
Otro modo de paralizar la capacidad de pensar críticamente lo hallamos en la destrucción de toda imagen estructurada del mundo. Los hechos pierden aquella calidad que poseen tan sólo en cuanto constituyen partes de una estructura total, y conservan únicamente un significado abstracto y cuantitativo; cada hecho no es otra cosa que un hecho más, y todo lo que importa es si sabemos más o menos. La radio, el cine y la prensa ejercen un efecto devastador a este respecto. […] A causa de todo esto dejamos de interesarnos sinceramente por lo que oímos. Dejamos de excitarnos, nuestras emociones y nuestro juicio crítico se ven dificultados, y con el tiempo nuestra actitud con respecto a lo que ocurre en el mundo va tomando un carácter de indiferencia y chatedad. En nombre de la «libertad» la vida pierde toda estructura, pues se la reduce a muchas piezas pequeñas, cada una separada de las demás, y desprovista de cualquier sentido de totalidad. El individuo se ve abandonado frente a tales piezas como un niño frente a un rompecabezas; con la diferencia, sin embargo, de que mientras éste sabe lo que es una casa y, por tanto, puede reconocer sus partes en las piezas del juego, el adulto no alcanza a ver el significado del todo, cuyos fragmentos han llegado a sus manos. Se halla perplejo y asustado y tan sólo acierta a seguir mirando sus pequeñas piezas sin sentido.
Erich Fromm.

El hombre moderno vive bajo la ilusión de saber lo que quiere, cuando, en realidad, desea únicamente lo que se supone (socialmente) ha de desear. Erich Fromm.

El hombre moderno está dispuesto a enfrentar graves peligros para lograr los propósitos que se supone sean suyos, pero teme profundamente asumir el riesgo y la responsabilidad de forjarse sus propios fines. Erich Fromm.

La dificultad especial que existe en reconocer hasta qué punto nuestros deseos —así como los pensamientos y las emociones— no son realmente nuestros sino que los hemos recibido desde afuera, se halla estrechamente relacionada con el problema de la autoridad y la libertad. En el curso de la historia moderna, la autoridad de la Iglesia se vio reemplazada por la del Estado, la de éste por el imperativo de la conciencia, y, en nuestra época, la última ha sido sustituida por la autoridad anónima del sentido común y la opinión pública, en su carácter de instrumentos del conformismo. Como nos hemos liberado de las viejas formas manifiestas de autoridad, no nos damos cuenta de que ahora somos prisioneros de este nuevo tipo de poder. Nos hemos transformado en autómatas que viven bajo la ilusión de ser individuos dotados de libre albedrío. Tal ilusión ayuda a las personas a permanecer inconscientes de su inseguridad, y ésta es toda la ayuda que ella puede darnos. En su esencia el yo del individuo resulta debilitado, de manera que se siente impotente y extremadamente inseguro. Vive en un mundo con el que ha perdido toda conexión genuina y en el cual todas las personas y todas las cosas se han transformado en instrumentos, y en donde él mismo no es más que una parte de la máquina que ha construido con sus propias manos. Piensa, siente y quiere lo que él cree que los demás suponen que él deba pensar, sentir y querer; y en este proceso pierde su propio yo, que debería constituir el fundamento de toda seguridad genuina del individuo libre. Erich Fromm.

La pérdida del yo ha aumentado la necesidad de conformismo, dado que origina una duda profunda acerca de la propia identidad. Si no soy otra cosa que lo que creo que los otros suponen que yo debo ser.. ., ¿quién soy yo realmente? […] La duda acerca del propio yo se inicia con el derrumbe del mundo medieval, en el cual el individuo había disfrutado de un lugar seguro dentro de un orden fijo. La identidad del individuo ha constituido el problema de mayor envergadura de la filosofía moderna desde Descartes. Hoy damos por supuesto lo que somos. Sin embargo, la duda acerca de nuestro ser todavía existe y hasta ha aumentado. Pirandello, en sus obras, expresa este sentimiento del hombre moderno. Comienza con la pregunta: «¿Quién soy yo? ¿Qué prueba tengo de mi propia identidad más que la permanencia de mi yo físico?» Su contestación no es como la de Descartes —la afirmación del yo individual—, sino su negación: no poseo identidad, no hay yo, excepto aquel que es reflejo de lo que los otros esperan que yo sea; yo soy «como tú me quieras». Entonces, esta pérdida de la identidad hace aún más imperiosa la necesidad de conformismo; significa que uno puede estar seguro de sí mismo sólo en cuanto logra satisfacer las expectativas de los demás. Si no lo conseguimos, no sólo nos vemos frente al peligro de la desaparición pública y de un aislamiento creciente, sino que también nos arriesgamos a perder la identidad de nuestra personalidad, lo que significa comprometer nuestra salud psíquica. Al adaptarnos a las expectativas de los demás, al tratar de no ser diferentes, logramos acallar aquellas dudas acerca de nuestra identidad y ganamos así cierto grado de seguridad. Sin embargo, el precio de todo ello es alto. La consecuencia de este abandono de la espontaneidad y de la individualidad es la frustración de la vida. Desde el punto de vista psicológico, el autómata, si bien está vivo biológicamente, no lo está ni mental ni emocionalmente. Al tiempo que realiza todos los movimientos del vivir, su vida se le escurre de entre las manos como arena. Detrás de una fachada de satisfacción y optimismo, el hombre moderno es profundamente infeliz; en verdad, está al borde de la desesperación. Se aferra perdidamente a la noción de individualidad; quiere ser diferente, y no hay recomendación mejor para alguna cosa que la de decir que es «diferente». Se nos informa del nombre individual del empleado del ferrocarril a quien compramos los billetes; maletas, naipes y radios portátiles son «personalizados» colocándoles las iniciales de su dueño. Todo esto indica la existencia de un hambre de «diferencia», y sin embargo, se trata de los últimos vestigios de personalidad que todavía subsisten. El hombre moderno está hambriento de vida. Pero puesto que siendo un autómata no puede experimentar la vida como actividad espontánea, acepta como sucedáneo cualquier cosa que pueda causar excitación o estremecimiento: bebidas, deportes o la identificación con la vida ilusoria de los personajes ficticios de la pantalla.
¿Cuál es, entonces, el significado de la libertad para el hombre moderno? Se ha liberado de los vínculos exteriores que le hubieran impedido obrar y pensar de acuerdo con lo que había considerado adecuado. Ahora sería libre de actuar según su propia voluntad, si supiera lo que quiere, piensa y siente. Pero no lo sabe. Se ajusta al mandato de autoridades anónimas y adopta un yo que no le pertenece. Cuanto más procede de este modo, tanto más se siente forzado a conformar su conducta a la expectativa ajena. A pesar de su disfraz de optimismo e iniciativa, el hombre moderno está abrumado por un profundo sentimiento de impotencia que le hace mirar fijamente y como paralizado las catástrofes que se le avecinan.
Considerada superficialmente, la gente parece llevar bastante bien su vida económica y social; sin embargo, sería peligroso no percatarse de la infelicidad profundamente arraigada que se oculta detrás del infierno de bienestar. Si la vida pierde su sentido porque no es vivida, el hombre llega a la desesperación. Nadie está dispuesto a dejarse morir por inanición psíquica, como nadie moriría calladamente por inanición física. Si nos limitamos a considerar solamente las necesidades económicas, en lo que respecta a las personas «normales», si no alcanzamos a ver el sufrimiento del individuo automatizado, entonces no nos habremos dado cuenta del peligro que amenaza a nuestra cultura desde su base humana: la disposición a aceptar cualquier ideología o cualquier «líder», siempre que prometan una excitación emocional y sean capaces de ofrecer una estructura política, y aquellos símbolos que aparentemente dan significado y orden a la vida del individuo. La desesperación del autómata humano es un suelo fértil para los propósitos políticos del fascismo.
Erich Fromm.

Un aspecto de la libertad: la impotencia y la inseguridad que sufre el individuo aislado en la sociedad moderna, después de haberse liberado de todos los vínculos que en un tiempo otorgaban significado y seguridad a su vida. […] El individuo no puede soportar este aislamiento: como ser aislado, se halla extremadamente desamparado en comparación con el mundo exterior, que, por lo tanto, le inspira un miedo profundo. A causa de su aislamiento, además, la unidad del mundo se ha quebrado para él, y de este modo ya no tiene ningún punto firme para su orientación. Por eso se siente abrumado por la duda acerca de sí mismo, del significado de la vida y, por fin, de todo principio rector de las acciones. Tanto el desamparo como la duda paralizan la vida, y de este modo el hombre, para vivir, trata de esquivar la libertad que ha logrado: la libertad negativa. Se ve así arrastrado hacia nuevos vínculos. Estos son diferentes de los vínculos primarios, de los cuales, no obstante la dominación de las autoridades o del grupo social, no se hallaba del todo separado. La evasión de la libertad no le restituye la seguridad perdida, sino que únicamente lo ayuda a olvidarse de que constituye una entidad separada. Halla una nueva y frágil seguridad a expensas del sacrificio de la integridad de su yo individual. Prefiere perder el yo porque no puede soportar su soledad. Así, la libertad —como libertad negativa— conduce hacia nuevas cadenas. Erich Fromm.

La realización del yo se alcanza no solamente por el pensamiento, sino por la personalidad total del hombre, por la expresión activa de sus potencialidades emocionales e intelectuales. Éstas se hallan presentes en todos, pero se actualizan sólo en la medida en que lleguen a expresarse. En otras palabras, la libertad positiva consiste en la actividad espontánea de la personalidad total integrada. Erich Fromm.

La actividad espontánea no es la actividad compulsiva, consecuencia del aislamiento e impotencia del individuo; tampoco es la actividad del autómata, que no representa sino la adopción crítica de normas surgidas desde afuera. La actividad espontánea es libre actividad del yo e implica, desde el punto de vista psicológico, el significado literal inherente a la palabra latina sponte: el ejercicio de la propia y libre voluntad. Al hablar de actividad no nos referimos al «hacer algo», sino a aquel carácter creador que puede hallarse tanto en las experiencias emocionales, intelectuales y sensibles, como en el ejercicio de la propia voluntad. Una de las premisas de esta espontaneidad reside en la aceptación de la personalidad total y en la eliminación de la distancia entre naturaleza y razón; porque la actividad espontánea tan sólo es posible si el hombre no reprime partes esenciales de su yo, si llega a ser transparente para sí mismo y si las distintas esferas de la vida han alcanzado una integración fundamental. Erich Fromm.

La actividad espontánea es el único camino por el cual el hombre puede superar el terror de la soledad sin sacrificar la integridad del yo; puesto que en la espontánea realización del yo es donde el individuo vuelve a unirse con el hombre, con la naturaleza, con sí mismo. El amor es el componente fundamental de tal espontaneidad; no ya el amor como disolución del yo en otra persona, no ya el amor como posesión, sino el amor como afirmación espontánea del otro, como unión del individuo con los otros sobre la base de la preservación del yo individual. El carácter dinámico del amor reside en esta misma polaridad: surge de la necesidad de superar la separación, conduce a la unidad . . . y, a pesar de ello, no tiene por consecuencia la eliminación de la individualidad. El otro componente es el trabajo; no ya el trabajo como actividad compulsiva dirigida a evadir la soledad, no el trabajo como relación con la naturaleza —en parte dominación, en parte adoración y avasallamiento frente a los productos mismos de la actividad humana—, sino el trabajo como creación, en el que el hombre, en el acto de crear, se unifica con la naturaleza. Lo que es verdad para el amor y el trabajo también lo es para toda acción espontánea, ya sea la realización de placeres sensuales o la participación en la vida política de la comunidad. Afirma la individualidad del yo y al mismo tiempo une al individuo con los demás y con la naturaleza. La dicotomía básica, inherente al hombre —el nacimiento de la individualidad y el dolor de la soledad— se disuelve en un plano superior por medio de la actividad humana espontánea. En ella el individuo abraza el mundo. No solamente su yo individual permanece intacto, sino que se vuelve más fuerte y recio. Porque el yo es fuerte en la medida que es activo. No hay fuerza genuina en la posesión como tal, ni en la de propiedades materiales ni en aquella de cualidades espirituales, como las emociones o los pensamientos. Tampoco la hay en el uso y manipulación de los objetos; lo que usamos no es nuestro por el simple hecho de usarlo. Lo nuestro es solamente aquello con lo que estamos genuinamente relacionados por medio de nuestra actividad creadora, sea el objeto de la relación una persona o una cosa inanimada. Solamente aquellas cualidades que surgen de nuestra actividad espontánea dan fuerza al yo y constituyen, por lo tanto, la base de su integridad. La incapacidad para obrar con espontaneidad, para expresar lo que verdaderamente uno siente y piensa, y la necesidad consecuente de mostrar a los otros y a uno mismo un seudoyó, constituyen la raíz de los sentimientos de inferioridad y debilidad. Seamos o no conscientes de ello, no hay nada que nos avergüence más que el no ser nosotros mismos y, recíprocamente, no existe ninguna cosa que nos proporcione más orgullo y felicidad que pensar, sentir y decir lo que es realmente nuestro.
Todo ello significa que lo importante aquí es la actividad como tal, el proceso y no sus resultados. En nuestra cultura es justamente lo contrario lo que se acentúa más. Producimos no ya para satisfacción propia, sino con el propósito abstracto de vender nuestra mercadería; creemos que podemos lograr cualquier cosa, material o inmaterial, comprándola; y de este modo los objetos llegan a pertenecemos independientemente de todo esfuerzo creador propio. Del mismo modo, consideramos nuestras cualidades personales y el resultado de nuestros esfuerzos como mercancías que pueden ser vendidas a cambio de dinero, prestigio y poder. De este modo, se concede importancia al valor del producto terminado en lugar de atribuírsela a la satisfacción inherente a la actividad creadora. Por ello el hombre malogra el único goce capaz de darle la felicidad verdadera —la experiencia de la actividad del momento presente— y persigue en cambio un fantasma que lo dejará defraudado apenas crea haberlo alcanzado: la felicidad ilusoria que llamamos éxito. Si el individuo realiza su yo por medio de la actividad espontánea y se relaciona de este modo con el mundo, deja de ser un átomo aislado; él y el mundo se transforman en partes de un todo estructural; disfruta así de un lugar legítimo y con ello desaparecen sus dudas respecto de sí mismo y del significado de su vida. Ellas surgen del estado de separación en que se halla y de la frustración de su vida; cuando logra vivir, no ya de manera compulsiva o automática, sino espontáneamente, entonces sus dudas desaparecen. Es consciente de sí mismo como individuo activo y creador y se da cuenta de que sólo existe un significado de la vida: el acto mismo de vivir. Si el individuo logra superar la duda básica respecto de sí mismo y de su lugar en la vida, si está relacionado con el mundo comprendiéndolo en el acto de vivir espontáneo, entonces aumentará su fuerza como individuo, así como su seguridad. Ésta, sin embargo, difiere de aquella que caracteriza el estado preindividual, del mismo modo como su nueva forma de relacionarse con el mundo es distinta de la de los vínculos primarios. Esa nueva seguridad no se halla arraigada en la protección que el individuo recibe de parte de algún poder superior extraño a él; tampoco es la seguridad en la que resulta eliminado el carácter trágico de la vida. La nueva seguridad es dinámica, no se basa en la protección, sino en la actividad espontánea del hombre: es la que adquiere en cada instante por medio de tal esfuerzo. Es la seguridad que solamente la libertad puede dar, que no necesita de ilusiones, porque ha eliminado las condiciones que origina tal necesidad. La libertad positiva, como realización del yo, implica la afirmación plena del carácter único del individuo. Todos los hombres nacen iguales, pero también nacen distintos. La base de esa peculiaridad individual se halla en la constitución hereditaria, fisiológica y mental con la que el hombre entra en la vida, así como en la especial constelación de circunstancias y experiencias que le toca luego enfrentar. Esta base individual de la personalidad es tan distinta en cada persona como lo es su constitución física; no hay dos organismos idénticos. La expansión genuina del yo se realiza siempre sobre esta base individual; es un crecimiento orgánico, el desplegarse de un núcleo que pertenece peculiarmente a una determinada persona y solamente a ella. Por el contrario, el desarrollo del autómata no es de carácter orgánico. El crecimiento de la base de la personalidad se ve obstruido, superponiéndose al yo auténtico un seudoyó formado por la incorporación de formas extrañas del pensamiento y emoción. El crecimiento orgánico es sólo posible con la condición de que se acuerde un respeto supremo a la peculiaridad del propio yo, así como al de los demás. Este respeto por el carácter único de la personalidad, unido al afán de perfeccionarla, constituye el logro más valioso de la cultura humana y representa justamente lo que hoy se halla en peligro.
El carácter único del yo no contradice de ningún modo el principio de igualdad. La tesis de que todos los hombres nacen iguales implica que todos ellos participan de las mismas calidades humanas fundamentales, que comparten el destino esencial de todos los seres humanos, que poseen por igual el mismo inalienable derecho a la felicidad y a la libertad. Significa, además, que sus relaciones recíprocas son de solidaridad y no de dominación o sumisión. Lo que el concepto de igualdad no significa es que todos los hombres sean iguales. […] La libertad positiva implica también el principio de que no existe poder superior al del yo individual; que el hombre representa el centro y el fin de la vida; que el desarrollo y la realización de la individualidad constituyen un fin que no puede ser nunca subordinado a propósitos a los que se atribuyen una dignidad mayor.
Erich Fromm.

Ideal verdadero es todo propósito que favorezca el desarrollo, la libertad y la felicidad del yo, considerándose, en cambio, ficticios aquellos fines compulsivos e irracionales que, si bien subjetivamente representan experiencias atrayentes(como el impulso a la sumisión), en realidad resultan perjudiciales para la vida. Aceptada esta definición, se deduce que un ideal verdadero no constituye una fuerza oculta, superior al individuo, sino que es la expresión articulada de la suprema afirmación del yo. Todo ideal que se halle en contraste con tal afirmación representa, por ello mismo, no ya un ideal, sino un fin patológico. Erich Fromm.

La victoria de la libertad es solamente posible si la democracia llega a constituir una sociedad en la que el individuo, su desarrollo y felicidad constituyan el fin y el propósito de la cultura; en la que la vida no necesite justificarse por el éxito o por cualquier otra cosa, y en la que el individuo no se vea subordinado ni sea objeto de manipulaciones por parte de ningún otro poder exterior a él mismo, ya sea el Estado o la organización económica; una sociedad, por fin, en la que la conciencia y los ideales del hombre no resulten de la absorción en el yo de demandas exteriores y ajenas, sino que sean realmente suyos y expresen propósitos resultantes de la peculiaridad de su yo. Tales propósitos no pudieron realizarse plenamente en ninguno de los períodos anteriores de la historia moderna; debieron permanecer en gran parte como fines ideológicos, pues faltaba la base material para el desarrollo de un genuino individualismo. Correspondió al capitalismo crear esa base. El problema de la producción ha sido resuelto —por lo menos en principio— y podemos profetizar un futuro de abundancia, en el que la lucha por los privilegios económicos ya no será necesaria consecuencia de la escasez. El problema que enfrentamos hoy es el de crear una organización de las fuerzas económicas y sociales capaz de hacer del hombre —como miembro de la sociedad estructurada— el dueño de tales fuerzas y no su esclavo.Erich Fromm.

El aspecto psicológico de la libertad no puede ser separado de la base material de la existencia humana, de la estructura económica, política y social de la colectividad. La consecuencia de esta premisa es que la realización de la libertad positiva y del individualismo se halla también conexa con los cambios económicos y sociales que permitirán al hombre llegar a ser libre, realizando su yo. Erich Fromm.

El progreso de la democracia consiste en acrecentar realmente la libertad, iniciativa y espontaneidad del individuo, no sólo en determinadas cuestiones privadas y espirituales, sino esencialmente en la actividad fundamental de la existencia humana: su trabajo. […] El carácter irracional y caótico de la sociedad debe ser reemplazado por una economía planificada que represente el esfuerzo dirigido y armónico de la sociedad como tal. La sociedad debe llegar a dominar lo social de una manera tan racional como lo ha logrado con respecto a la naturaleza. La primera condición consiste en la eliminación del dominio oculto de aquellos que, aunque pocos en número, ejercen, sin responsabilidades de ninguna especie, un gran poder económico sobre los muchos, cuyo destino depende de las decisiones de aquéllos. Podríamos llamar a este nuevo orden socialismo democrático, pero, en verdad, el nombre no interesa; todo lo que cuenta es el establecimiento de un sistema económico racional que sirva los fines de la comunidad. […] Debemos reemplazar la manipulación de los hombres por la cooperación activa e inteligente, y extender el principio del gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, desde la esfera política formal a la económica. […] El único criterio acerca de la realización de la libertad es el de la participación activa del individuo en la determinación de su propia vida y en la de la sociedad, entendiéndose que tal participación no se reduce al acto formal de votar, sino que incluye su actividad diaria, su trabajo y sus relaciones con los demás. Erich Fromm.

Hay una sola manera de definir el verdadero significado de la diferencia entre fascismo y democracia. Esta constituye un sistema que crea condiciones políticas, económicas y culturales dirigidas al desarrollo pleno del individuo. El fascismo, por el contrario, es un sistema que, no importa cuál sea el nombre que adopte, subordina el individuo a propósitos que le son extraños y debilita el desarrollo de la genuina individualidad. Erich Fromm.

Una de las dificultades mayores para el establecimiento de las condiciones necesarias a la realización de la democracia reside en la contradicción que existe entre la economía planificada y la cooperación activa de cada individuo. Una economía de ese tipo que tenga los alcances de un vasto sistema industrial, requiere un alto grado de centralización y, como consecuencia, una burocracia destinada a administrar ese organismo centralizado. Por otra parte, el control activo y la cooperación de cada individuo y de las unidades más pequeñas de todo el sistema, requieren un alto grado de descentralización. A menos que se logre fusionar la planificación desde arriba con la cooperación activa desde abajo, a menos que la corriente de la vida social consiga fluir continuamente desde la base hasta la cumbre, la economía planificada llevará al pueblo a ser víctima de renovadas manipulaciones. Una de las tareas principales de la sociedad es justamente la de resolver este problema: la forma de combinar la centralización con la descentralización. Erich Fromm.

La victoria sobre todas las formas de sistemas autoritarios será únicamente posible si la democracia no retrocede, asume la ofensiva y avanza para realizar su propio fin, tal como lo concibieron aquellos que lucharon por la libertad durante los últimos siglos. Triunfará sobre las fuerzas del nihilismo tan sólo si logra infundir en los hombres aquella fe que es la más fuerte de las que sea capaz el espíritu humano, la fe en la vida y en la verdad, la fe en la libertad, como realización activa y espontánea del yo individual. Erich Fromm.

Las ideas pueden llegar a ser fuerzas poderosas, pero sólo en la medida en que satisfagan las necesidades humanas específicas que se destacan en un carácter social dado. Erich Fromm.

La función subjetiva del carácter para una persona normal es la de conducirlo a obrar de conformidad con lo que le es necesario desde un punto de vista práctico y también a experimentar una satisfacción psicológica derivada de su actividad. Erich Fromm.

El carácter social internaliza las necesidades externas, enfocando de este modo la energía humana hacia las tareas requeridas por un sistema económico y social determinado. Erich Fromm.

La función social de la educación es la de preparar al individuo para el buen desempeño de la tarea que más tarde le tocará realizar en la sociedad, esto es, moldear su carácter de manera tal que se aproxime al carácter social; que sus deseos coincidan con las necesidades propias de su función. Erich Fromm.

La libertad constituye la condición fundamental de todo crecimiento. Erich Fromm.

Para quien carece de poder, la justicia y la verdad constituyen las armas más importantes en la lucha dirigida a lograr la libertad y asegurar la expansión. Erich Fromm.

Si bien el desarrollo del carácter es estructurado por las condiciones básicas de la vida, y si bien no existe una naturaleza humana fija, ésta posee un dinamismo propio que constituye un factor activo en la evolución del proceso social. Erich Fromm.

Al tratar de evitar los errores de los conceptos biológicos y metafísicos, no debemos abandonarnos a la equivocación igualmente grave de un relativismo sociológico, en el que el hombre no es más que un títere movido por los hilos de las circunstancias sociales. Los derechos inalienables del hombre a la libertad y a la felicidad se fundan en cualidades inherentemente humanas: su tendencia a vivir, a ensancharse, a expresar las potencialidades que se han desarrollado en él durante el proceso de la evolución histórica. Erich Fromm.

Consideramos la naturaleza humana como condicionada por la historia, sin olvidar, empero, el significado de los factores biológicos y sin creer que la cuestión pueda formularse correctamente como una oposición entre elementos culturales y biológicos. […] Debemos considerar la personalidad humana por medio de la comprensión de las relaciones del hombre con los demás, con el mundo, con la naturaleza y consigo mismo. Creemos que el hombre es primariamente un ser social. […] El problema central de la psicología es el de la especial forma de conexión del individuo con el mundo, y no el de la satisfacción o frustración de determinados deseos instintivos. El problema relativo a lo que ocurre con éstos ha de ser comprendido como parte integrante del problema total de las relaciones del hombre con el mundo, y no como la cuestión central de la personalidad humana. Erich Fromm.

Cuando una señalada clase se ve amenazada por nuevas tendencias económicas, reacciona frente a tal amenaza tanto psicológica como ideológicamente, y los cambios psicológicos llevados a cabo por esta reacción contribuyen al ulterior desarrollo de las fuerzas económicas, aun cuando tales fuerzas contradigan los intereses materiales de esa clase. Erich Fromm.

Las fuerzas económicas, psicológicas e ideológicas operan en el proceso social de este modo: el hombre reacciona frente a los cambios en la situación externa transformándose él mismo, mientras a su vez, los factores psicológicos contribuyen a moldear el proceso económico y social. Las fuerzas económicas tienen una parte activa, pero han de ser comprendidas no ya como motivaciones psicológicas, sino como condiciones objetivas. Por su parte, también las fuerzas psicológicas participan en forma activa, pero han de ser entendidas como históricamente condicionadas; y, por último, las ideas son fuerzas efectivas, pero sólo en tanto estén arraigadas en la estructura del carácter de los miembros de un grupo social. A pesar de tal conexión, las fuerzas económicas, psicológicas e ideológicas poseen cierta independencia. Esto ocurre especialmente con respecto al desarrollo económico, el cual, como depende de factores objetivos, tales como las fuerzas naturales de producción, la técnica, los factores geográficos, etc., se realiza de acuerdo con sus propias leyes. Por lo que se refiere a las fuerzas psicológicas, ocurre lo mismo: son moldeadas por las condiciones externas de vida, pero también poseen un dinamismo propio: vale decir, que constituyen la expresión de necesidades humanas susceptibles de ser moldeadas, pero no destruidas. En la esfera ideológica hallamos una autonomía similar arraigada en las leyes lógicas y en la tradición del conjunto del conocimiento adquirido en el curso de la Historia.
Podemos volver a formular este principio, expresándolo en función del carácter social: éste surge de la adaptación dinámica de la naturaleza humana a la estructura social. Los cambios en las condiciones sociales originan cambios en el carácter social, es decir, dan lugar a nuevas necesidades, nuevas angustias. Éstas originan nuevas ideas o, por decirlo así, hacen a los hombres susceptibles de ser afectados por ellas; a su vez estas nuevas ideas tienden a estabilizar e intensificar el nuevo carácter social y a determinar las acciones humanas. En otras palabras, las condiciones sociales ejercen influencias sobre los fenómenos ideológicos a través del carácter; éste, por su parte, no es el resultado de una adaptación pasiva a las condiciones sociales, sino de una adaptación dinámica, que se realiza sobre la base de elementos biológicamente inherentes a la naturaleza humana o adquiridos como resultado de la evolución histórica.
Erich Fromm.

Todo progreso es, en esencia, una ampliación de las libertades del individuo con la correspondiente reducción de la autoridad ejercida sobre él por fuerzas externas. Emma Goldman.

El hombre, el individuo, siempre ha sido, y necesariamente es, la única fuente y fuerza motora de la evolución y el progreso. Emma Goldman.

Ningún gobierno puede existir sin el consenso de las personas, consenso abierto, tácito o asumido. El constitucionalismo y la democracia son las formas modernas de este consenso; el consenso se inocula y adoctrina a través de la denominada “educación “, en el hogar, en la iglesia y en cada fase de la vida. Este consenso es la creencia en la autoridad, necesario para el Estado. En su base se encuentra la doctrina de que el hombre es tan malvado, tan vicioso, tan incompetente como para reconocer lo que es bueno para él. Sobre ésta, se levanta todo gobierno y opresión. Dios y el Estado existen y son apoyados por este dogma. Emma Goldman.

La vida empieza y termina en el ser humano, el individuo. Sin él no existe raza, ni humanidad, ni Estado. No, ni incluso la “sociedad” es posible sin el ser humano. Es el individuo quien vive, respira y sufre. Su desarrollo, su crecimiento, ha sido una continua lucha contra los fetiches de su propia creación, y en concreto contra el “Estado”. Emma Goldman.

Todo progreso se ha encaminado esencialmente hacia el desenmascarar la “divinidad” y “misterio”, la presunta santidad, la eterna “verdad”; ha sido la gradual eliminación de lo abstracto y la sustitución en su lugar de lo real, lo concreto. En resumen, de los hechos frente a la fantasía, del saber frente a la ignorancia, de la luz frente a la oscuridad. Esta lenta y ardua liberación del individuo no fue alcanzada con la ayuda del Estado. Al contrario, fue en un continuo conflicto, una lucha a vida o muerte con el Estado, para conquistar el más pequeño vestigio de independencia y libertad. Emma Goldman.

El Estado, todo gobierno, independiente de su forma, carácter o color, sea absoluto o constitucional, monárquico o republicano, fascista, nazi o bolchevique es, por propia naturaleza, conservador, estático e intolerante al cambio, rechazándolo. Cualquier cambio experimentado siempre ha sido el resultado de la presión ejercida sobre él, fuerte presión para obligar a los poderes gobernantes a asumirlo pacíficamente o de otra forma, generalmente “de otra forma”, esto es, a través de la revolución. Es más, el conservadurismo inherente del gobierno, de la autoridad de cualquier tipo, inevitablemente se transforma en reacción. Por dos razones: primero, porque está en la naturaleza del gobierno no sólo retener el poder que posee, sino igualmente ampliarlo y perpetuarlo, nacional como internacionalmente. Cuanto más fuerte es la autoridad, mayor es el Estado y su poder, y menos puede tolerar a una autoridad similar o poder político a su vera. La psicología del gobierno exige que esta influencia y prestigio crezca constantemente, tanto dentro como fuera, y explotará cualquier oportunidad para incrementarlo. Esta tendencia está motivada por los intereses financieros y económicos que están detrás del gobierno, a los cuales representa y se sirven de él. La fundamental raison d’être4 de cualquier gobierno que, a propósito, ante lo cual antiguamente los historiadores de manera intencionada cerraron sus ojos, se ha hecho tan obvio en la actualidad que incluso los estudiosos no lo pueden ignorar. El otro factor, que obliga a los gobiernos a ser cada vez más conservadores y reaccionarios, es su inherente desconfianza frente al individuo y el temor a la individualidad. Nuestro contexto político y social no puede permitirse el lujo de tolerar al individuo y su constante demanda de innovación. Por lo tanto, para su “autodefensa”, el Estado reprime, persigue, castiga e incluso priva al individuo de su vida. Es ayudado en esta labor por diversas instituciones creadas para preservar el orden existente. Recurre a cualquier forma de violencia y fuerza, y sus tentativas son apoyadas por la “indignación moral” de la mayoría frente al herético, el disidente social y el rebelde político; la mayoría durante siglos ha sido instruida en el culto al Estado, adiestrada en la disciplina y la obediencia y dominada por el temor a la autoridad en el hogar, la escuela, la iglesia y la prensa. Emma Goldman.

El más fuerte baluarte de la autoridad es la uniformidad; la menor divergencia frente a ella, es el mayor crimen. La generalización de la mecanización de la vida moderna ha multiplicado por mil la uniformidad. Está presente en cualquier lugar, en los hábitos, en los gustos, en el vestir, en el pensamiento y en las ideas. La mayor estupidez concentrada es la “opinión pública”. Pocos tienen el coraje de enfrentarse a ella. Quien se niega a someterse rápidamente es etiquetado como “raro” o “diferente” y desacreditado como un elemento perturbado en el confortable estancamiento de la vida moderna. Emma Goldman.

El “genio humano”, que es lo mismo pero con otro nombre, que la personalidad y la individualidad, ha abierto un camino a través de todas las cavernas dogmáticas, a través de las gruesas paredes de la tradición y la costumbre, desafiando todos los tabúes, dejando la autoridad en la nada, haciendo frente a las injurias y al patíbulo; en última instancia, para ser bendecido como profeta y mártir por las generaciones venideras. Pero si no fuera por el “genio humano”, que es la cualidad inherente y persistente de la individualidad, seguiríamos vagando por los primitivos bosques. Emma Goldman.

Sólo el apoyo mutuo y la voluntaria cooperación –y no el omnipotente y devastador Estado– pueden crear las bases para la libertad individual y una vida en asociación. Emma Goldman.

La verdadera liberación del hombre, individual y colectiva, reposa en su emancipación de la autoridad y de la creencia en ella. Toda la evolución humana ha sido una lucha en esa dirección y con ese objetivo. No son los inventos y mecanismos los que constituyen el desarrollo. La habilidad de viajar a una velocidad de cien millas por hora no es una evidencia de un ser civilizado. La verdadera civilización será medida por el individuo, la unidad de toda vida social; por su individualidad y hasta qué punto es libre para desarrollarse y expandirse sin el estorbo de la invasora y coercitiva autoridad. Emma Goldman.

Socialmente hablando, el criterio de la civilización y la cultura es el grado de libertad y oportunidad económica que disfruta el individuo; de unidad social e internacional, y de cooperación sin restricciones por leyes hechas por el hombre y demás obstáculos artificiales; por la ausencia de castas privilegiadas y por la realidad de la libertad y dignidad humanas; en pocas palabras, por la verdadera emancipación del individuo. Emma Goldman.

La verdadera libertad no es un mero trozo de papel denominado “constitución”, “derecho legal” o “ley”. No es una abstracción derivada de la irrealidad llamada “el Estado”. No es el aspecto negativo de ser liberado de algo, ya que con tal libertad uno puede morirse de hambre. La libertad real, la libertad verdadera, es positiva: es la libertad a algo; es la libertad de ser, de hacer; en resumen, es la libertad de la real y activa oportunidad. Este tipo de libertad no es obsequio: es el derecho natural del hombre, de cada ser humano. No puede otorgarse; no puede ser encadenada por medio de ninguna ley o gobierno. Su necesidad, su anhelo, es inherente al individuo. La desobediencia a cualquier forma de coerción es su instintiva expresión. La rebelión y la revolución son el intento más o menos consciente de alcanzarla. Emma Goldman.

El único legítimo propósito de la sociedad es servir a las necesidades e incrementar las aspiraciones del individuo. Sólo haciendo esto, está justificada su existencia y puede ser una ayuda para el progreso y la cultura. Emma Goldman.

El hombre anhela la liberación frente a toda autoridad, y el poder nunca será más suave, a pesar de sus cantos altisonantes. La búsqueda de la libertad de cualquier grillete es eterna; debe y seguirá siéndolo. Emma Goldman.

El patriotismo es una superstición artificial creada y mantenida a través de una red de mentiras y falsedades; una superstición que roba a los hombres su amor propio y dignidad e incrementa su arrogancia y presunción. De hecho, la presunción, la arrogancia y el egoísmo son las esencias del patriotismo. Emma Goldman.

La guerra es una riña entre dos ladrones demasiado cobardes para mantener sus propias batallas; por tanto, reclutan chicos de un pueblo y de otro, les ponen uniformes, los equipan con armas y los sueltan unos contra otros como bestias salvajes. Thomas Carlyle.

La afirmación de que el levantamiento de un ejército y una armada es la mayor seguridad para la paz tiene tanta lógica como afirmar que el más pacífico ciudadano es aquel que está fuertemente armado. La experiencia cotidiana demuestra plenamente que el individuo armado está invariablemente ansioso por probar su fuerza. Lo mismo es, históricamente cierto, con los gobiernos. Los países verdaderamente pacíficos no malgastan vidas y energías en preparar la guerra, con el resultado de que la paz se puede mantener. Emma Goldman.

El mayor baluarte del capitalismo es el militarismo. Desde el mismo momento en que este último sea minado, el capitalismo se tambaleará. Emma Goldman.

En cualquier época, las minorías han sido las portadoras de las grandes ideas, de los esfuerzos libertadores, que por cierto no es para las masas, un peso muerto que no las deja moverse. Emma Goldman.

La autoridad atrofia el desarrollo humano, mientras que la plena libertad lo garantiza. Emma Goldman.

Considero al anarquismo como la más bella y práctica filosofía que ha sido pensada para la expresión individual y la relación establecida entre el individuo y la sociedad. Es más, estoy segura que el anarquismo es demasiado vital y cercano a la naturaleza humana como para desaparecer. Estoy convencida que la dictadura, ya sea de derechas o de izquierdas, nunca puede funcionar, que nunca ha funcionado y que el tiempo lo probará de nuevo, como lo demostró en el pasado. Cuando el fracaso de la moderna dictadura y las filosofías autoritarias sea más evidente y la comprensión del fracaso más generalizado, el anarquismo quedará justificado. Considerado desde este punto de vista, el fortalecimiento de las ideas anarquistas en un futuro próximo es muy probable. Cuando esto ocurra y sea efectivo, creo que la humanidad abandonará el laberinto en el que hasta ahora ha permanecido y transitará por el sendero de la vida sensata y la regeneración a través de la libertad. Muchos niegan la posibilidad de tal regeneración sobre la base de que la naturaleza humana no puede cambiarse. Aquellos que insisten en que la naturaleza humana ha permanecido inmutable no han aprendido nada. Ciertamente, ellos no tienen ni la más remota idea de los fabulosos progresos que se han producido en la sociología y la psicología, demostrando más allá de cualquier sombra de duda que la naturaleza humana es plástica y puede ser modificada. La naturaleza humana no es, de ninguna manera, una cantidad fija. Al contrario, es fluida y reacciona frente a las nuevas condiciones. […] No serán necesarios grandes cambios como de manera generalizada se supone, para que un nuevo orden social, como el concebido por los anarquistas, triunfe. Presiento que las actuales condiciones serán suficientes si se elimina la artificial opresión, la desigualdad, y las fuerzas armadas y la violencia que la apoyan. Emma Goldman.

El amor a la libertad es un rasgo universal, y ninguna tiranía ha conseguido hasta el momento erradicarlo. […] Es un hecho que la persona tiene conciencia de sí misma, como un ser diferente de los demás, que da lugar al deseo de actuar libremente. El deseo de libertad y autoexpresión es un rasgo fundamental y dominante. Emma Goldman.

La libertad, la verdadera libertad, una más libre y flexible sociedad, es el único medio para el desarrollo de las mejores potencialidades de la persona. Emma Goldman.

Creo que es de esperar que con la libertad y la abundancia, la reprimida iniciativa individual quedará liberada. La curiosidad humana y el interés por el mundo, es de esperar que desarrollen a los individuos en todos los aspectos posibles. Emma Goldman.

Incluso en la actualidad, el científico, el inventor, el poeta y el artista no está motivado fundamentalmente por la especulación o el beneficio. La necesidad de crear es la primera y más pujante fuerza en sus vidas. La ausencia de esta necesidad entre las masas obreras no es algo sorprendente, ya que sus trabajos son mortalmente rutinarios. Sin ningún vínculo con sus vidas o necesidades, su labor es realizada en el más atroz contexto, para beneficio de aquellos que tienen el poder de decidir sobre la vida de las masas. ¿Por qué, entonces, deberían tener la necesidad de dar de sí mismos más allá de lo necesario para mantener sus miserables existencias? Emma Goldman.

La creencia en la libertad supone que los seres humanos pueden cooperar entre sí. Incluso, sorprendentemente, lo hacen de manera generalizada en la actualidad ya que si no, la sociedad sería imposible. Si se eliminan aquellos aspectos mediante los cuales los seres humanos pueden atacarse los unos a los otros, tales como la propiedad privada, y si la creencia en la autoridad puede eliminarse, la cooperación será espontánea e inevitable, y el individuo encontrará en el contribuir al enriquecimiento del bienestar social su máxima vocación. Emma Goldman.

El anarquismo sólo da importancia a la persona, a sus posibilidades y necesidades en una sociedad libre. En vez de decirle que debe arrodillarse y rezar frente a las instituciones, vivir y morir por conceptos abstractos, quebrar su corazón y atrofiar su vida por tabúes, el anarquismo insiste en que el centro de gravedad de la sociedad es la persona, la cual debe pensar por sí misma, actuar en libertad y vivir plenamente. El objetivo del anarquismo es que cada individuo sea capaz de hacerlo. Para que pueda desarrollarse libre y plenamente, la persona debe ser liberada de la interferencia y la opresión de los demás. La libertad es, por lo tanto, la piedra angular de la filosofía anarquista. Emma Goldman.

No puede existir libertad, en el amplio sentido de la palabra, ni desarrollo armonioso, en tanto las consideraciones mercenarias y comerciales jueguen un papel fundamental en la determinación de la conducta personal. Emma Goldman.

El gobierno, la autoridad organizada o el Estado, sólo son necesarios para mantener o proteger la propiedad y los monopolios. Emma Goldman.

Todo lo bueno y bello de la acción y expresión del ser humano tiene lugar a pesar del gobierno y no a causa de él. Emma Goldman.

Creo que el militarismo cesará cuando los amantes de la libertad a lo largo del mundo digan a sus amos: “Vayan y asesinen ustedes mismos. Nos hemos sacrificado nosotros y nuestros seres queridos ya lo suficiente luchando en sus batallas. A cambio, ustedes nos han parasitado y robado en tiempos de paz y nos han tratado brutalmente en tiempos de guerra. Nos han separado de nuestros hermanos y han convertido en un matadero el mundo. No, no seguiremos asesinando o luchando por un país que ustedes nos han robado”. Emma Goldman.

La religión es una superstición que fue creada por la incapacidad de la mente del ser humano para dar respuesta a los fenómenos naturales. La Iglesia es una institución organizada que siempre ha sido un impedimento para el progreso. El clericalismo organizado ha despojado a la religión de su candidez y su primitivismo. Ha convertido la religión en una pesadilla que oprime el alma humana y mantiene su mente esclavizada. Emma Goldman.

Creo que el anarquismo es la única filosofía de paz, la única teoría de las relaciones sociales que valora la vida humana por encima de todo lo demás. Emma Goldman.

El argumento generalizado de que los anarquistas se oponen a cualquier organización, y por tanto defienden el caos, es completamente infundado. Es verdad, no confiamos en los aspectos obligatorios y arbitrarios de la organización que obliga a personas con intereses y criterios diferentes a formar un conjunto, unificándolos a través de la coerción. Una organización como consecuencia de la mezcla natural de intereses comunes, creada a través de la unión voluntaria, no sólo no es contraria a los anarquistas sino que creen en ella como la única base posible para la vida social. Emma Goldman.

La libertad no nos hace más felices a los humanos; nos hace simplemente humanos. Manual Azaña.

Lo universal es lo local sin muros. Miguel Torga.

La única forma de ser libre ante el poder es tener la dignidad de no servirlo. Miguel Torga.

Batalla de Ideas no significa solo principios, teoría, conocimientos, cultura, argumentos, réplica y contrarréplica, destruir mentiras y sembrar verdades; significa hechos y realizaciones concretas. Fidel Castro.

Si no andáis prevenidos, los medios de comunicación os llevarán a odiar a los oprimidos y amar a los opresores. Malcolm X.

Las ideas incapaces de conmocionar al mundo también son incapaces de sacudirlo. Katu Arkonada.

El mundo ya no se cambia sin tomar el poder. El sistema puede asimilar perfectamente cualquier expresión de descontento y rabia siempre que no suponga un peligro en su gestión del poder. Katu Arkonada.

Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado. Voltaire.

Como la historia se ha encargado de demostrar, el partido leninista fue altamente eficaz para tomar el poder, pero no para construir el socialismo. Jesús Sánchez Rodríguez.

Para que el marxismo, o como quiera llamársele al paradigma que deba orientar un proyecto de superación del capitalismo, pueda tener credibilidad en estos momentos no solamente debe afinar su crítica al capitalismo, sino que debe de ser capaz de ofrecer una explicación convincente de las razones del fracaso de las experiencias iniciadas con la revolución de octubre y extraer las consecuencias pertinentes a nivel de la teoría. Jesús Sánchez Rodríguez.

Las clases dominantes necesitan cambiar algo para que todo siga igual. Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

En democracia, si hay sitio libre (entre los órganos de poder) se cubre por cooptación. El pueblo es inoperante, porque al no darle información, carece de criterio y hasta de opinión. Antes de permitirle elegir, le hemos incapacitado para hacerlo. Por eso ha comprendido, le da igual un rey que un presidente. Luisa Isabel Álvarez de Toledo.

Estatalizar la economía no tiene por que suponer en sí mismo un régimen socialista, puede ser parte de un régimen de capitalismo de Estado en el que subsisten las relaciones sociales correspondientes al capitalismo. Es necesario para poder hablar de socialismo que la estatalizacion de la economía sea puesta al servicio de las necesidades sociales y que se transformen las relaciones de producción con la participación activa y consciente de la clase obrera en la dirección económica del país y de cada unidad de producción o servicios. Jesús Sánchez Rodríguez.

En ningún país donde el movimiento obrero ha conquistado y ha practicado las formas de lucha política propias de un sistema fundado en el sufragio universal, se ha instalado un gobierno socialista por la vía insurreccional. Y lo contrario es igualmente cierto: en ningún país donde ha triunfado una insurrección proletaria, el movimiento obrero había incorporado a su praxis las formas de lucha democrática fundamentadas en el sufragio universal, es decir, en la democracia política . Joan E. Garcés.

Los fundamentos socioeconómicos y políticos que hacen viable la lucha social por la vía político-electoral, no sólo son distintos sino incluso contrapuestos a los de la vía insurreccional. Joan E. Garcés.

La sociedad tiene tres tipos de estructuras […] la estructura político-jurídica […] la estructura económico-social […] y la estructura ideológica […]. Quien pretende transformar la realidad debe ser capaz entonces […] de determinar cuál de esas tres estructuras es la más débil y por ahí hay que atacar […] Nosotros usamos esta metodología para analizar la realidad venezolana y fue así cómo decidimos comenzar el ataque por la estructura jurídico-política, porque era la más débil de todas. Hugo Chávez.

La única parte de la llamada riqueza nacional que realmente entra en la posesión colectiva de los pueblos modernos es… su deuda pública . De ahí que sea cabalmente coherente la doctrina moderna según la cual un pueblo es tanto más rico cuanto más se endeuda. El crédito público se convierte en el credo del capital. Y al surgir el endeudamiento del estado, el pecado contra el Espíritu Santo, para el que no hay perdón alguno, deja su lugar a la falta de confianza en la deuda pública. […]
La deuda pública se convierte en una de las palancas más efectivas de la acumulación originaria . Como con un toque de varita mágica, infunde virtud generadora al dinero improductivo y lo transforma en capital, sin que para ello el mismo tenga que exponerse necesariamente a las molestias y riesgos inseparables de la inversión industrial e incluso de la usuraria. En realidad, los acreedores del estado no dan nada, pues la suma prestada se convierte en títulos de deuda, fácilmente transferibles, que en sus manos continúan funcionando como si fueran la misma suma de dinero en efectivo. Pero aun prescindiendo de la clase de rentistas ociosos así creada y de la riqueza improvisada de los financistas que desempeñan el papel de intermediarios entre el gobierno y la nación como también de la súbita fortuna de arrendadores de contribuciones, comerciantes y fabricantes privados para los cuales una buena tajada de todo empréstito estatal les sirve como un capital llovido del cielo, la deuda pública ha dado impulso a las sociedades por acciones, al comercio de toda suerte de papeles negociables, al agio, en una palabra, al juego de la bolsa y a la moderna bancocracia.
Karl Marx.

Los propios analistas capitalistas están describiendo el proceso de cómo el capital aumenta el ejército de reserva de los desempleados conforme los empresarios invierten en cada vez más equipos productivos. En caso de seguir esta lógica se llegará a la conclusión inevitable: si el desarrollo de la productividad persiste durante un tiempo suficiente y con eficiencia, el sistema se paralizará debido al desempleo y a la sobreproducción masiva. Es en ese momento cuando la rebelión de las masas de la clase obrera entrará en juego. La vida bajo el capitalismo no podrá continuar y la perspectiva de una revolución social se hará realidad.
[…]
Por supuesto, tarde o temprano los inventarios disminuirán lo suficiente para que se produzca un reordenamiento y un resurgimiento limitado de la contratación. Pero a largo plazo la tendencia general es irresistible y está abocada al desempleo masivo permanente conforme la inversión de capital se ve socavada por el crecimiento constante de la sobreproducción.
El sistema se ha vuelto tan productivo que ya no puede producir. Esta es la última contradicción del capitalismo, cuya trayectoria hasta su final científico y lógico Marx describió en la ley general de la acumulación capitalista.
Fred Goldstein.

Una de las leyes de la dialéctica establece que cualquier cosa llevada a su extremo se convierte en su contrario. El desarrollo de la productividad de los trabajadores es una de las contribuciones históricas del capitalismo a la evolución de la sociedad desde el comunismo primario a través del cautiverio y el feudalismo. La otra gran contribución histórica del capitalismo es la creación de la clase obrera, que terminará por enterrarlo.
La burguesía aprovechó la fuerza productiva del trabajo social fusionado con la ciencia. El capitalismo desencadenó la producción y, por supuesto, lo hizo de la manera más inhumana. Se basó en la trata de esclavos y en la colonización de los pueblos de Asia, África y Latinoamérica. Se desarrolló gracias a la expulsión violenta de los campesinos de Europa fuera de sus tierras y al genocidio de los pueblos indígenas de todo el mundo. Aquellas conquistas sentaron las bases de esta vasta y productiva máquina capitalista global.
Pero la esclavitud de la clase obrera mundial, que se ve obligada a trabajar en condiciones inhumanas en una red productiva de bajos salarios, ahora se ha convertido en un problema, pues gracias a la revolución científico-tecnológica de la era digital, el capitalismo ha desarrollado la productividad hasta tal punto que está estrangulando la capacidad de la sociedad para producir.
El capitalismo está llegando a un punto en el que basta un aumento de la producción para que ésta se vea superada por la sobreproducción. Eso hace que la patronal utilice su dinero para la especulación, los préstamos, la recompra de acciones, el aumento de los dividendos, etc.
Fred Goldstein.

Precisamente porque el proceso de producción capitalista se basa en la explotación y tiene el lucro como objetivo, contiene dos elementos antagónicos, pero inseparables, que dan lugar a contradicciones extremas y a conflictos de clase.
Por un lado, cada capitalista o grupo capitalista busca que sus trabajadores realicen el máximo trabajo no remunerado posible. Por el otro, también pretende que sus trabajadores produzcan cada vez más mientras que les pagan la menor cantidad de dinero posible (por supuesto, esto se refiere a la masa salarial que el patrón ha de pagar. Incluso si un pequeño número de trabajadores altamente capacitados obtienen salarios más altos, el ahorro proviene del despido de un gran número de trabajadores menos cualificados). El patrón exprime cada minuto de trabajo no remunerado que realizan sus empleados con el fin de aumentar la producción, ganar cuota de mercado e incrementar las ganancias.
Sumando los esfuerzos de cada capitalista, la clase en su conjunto se esfuerza por aumentar sin fin la producción y las ganancias. El efecto colectivo de los esfuerzos de cada empresa capitalista por restringir los salarios de sus trabajadores y deshacerse de tantos trabajadores como le sea posible termina por disminuir el consumo de la clase obrera en su conjunto, mientras que la producción capitalista aumenta sin límite.
Esta contradicción es la causa del exceso de producción capitalista, de la crisis económica y del desempleo masivo en una escala repetitiva cada vez mayor. El capitalismo no puede escapar a esta lógica contradictoria.
Fred Goldstein.

La transferencia de competencias a las máquinas y al software es un sueño hecho realidad para los empresarios y una pesadilla para la clase obrera.
Pero no debería serlo. La transferencia de las capacidades humanas a las máquinas y al software podría potencialmente revolucionar la vida humana mediante la reducción de la servidumbre y la eliminación del agotador trabajo. La tecnología debería facilitar que los trabajadores tuviesen más tiempo libre y darles la oportunidad de ocuparse de su formación cultural y su realización personal.
Pero, en el capitalismo, esta transferencia de competencias aumenta la presión a medida que los empresarios tratan de aprovechar cada momento de la vida de los trabajadores, cada segundo de tiempo disponible, para el aumento de la producción. El trabajo se vuelve más abusivo, más tedioso y aburrido, cada vez más alienante y bajo presión, ya que se lleva a cabo con el único propósito de obtener una ganancia para el propietario capitalista, no para hacer más fácil la vida del individuo o para beneficio de la sociedad.
Fred Goldstein.

La acumulación de capital y la lucha por acumular más y más ganancias es inherente a la naturaleza del capitalismo. Marx demostró que cada nivel de ganancias alcanzado en un ciclo de producción capitalista constituye una barrera por romper en el siguiente ciclo. No hay descanso en la competencia despiadada por ganancias y mano de obra excedente. Cada capitalista ha de desempeñar la función que le dicte la carrera competitiva por la supervivencia o dejar de ser capitalista. Fred Goldstein.

La competencia ha sido el motor del desarrollo capitalista desde sus primeras etapas: el mecanismo fundamental de la rivalidad entre capitalistas radica en quién posee la ventaja tecnológica.
No obstante, ya que la producción capitalista también es la explotación de la mano de obra e implica el incremento de la rentabilidad de la producción en relación con los rivales, la tecnología no solo opera como arma en contra de otros capitalistas, sino en contra de los trabajadores. Vencer a otros capitalistas significa extraer la mayor ganancia posible de cada gota de sudor de la mano de obra.
Fred Goldstein.

La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia ha cumplido su ciclo: pasó de ser la fuerza propulsora de la producción y el capitalismo a ser la fuerza que sofoca el desarrollo del capitalismo e impone a la clase trabajadora altísimos niveles de desempleo en el largo plazo.
El vertiginoso crecimiento económico del capitalismo en sus días de gloria ha dado paso a un crecimiento ralentizado, al estancamiento y a la profundización de una crisis que afecta a las masas.
La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia que impulsó el auge del capitalismo se ha vuelto en su contra.
Fred Goldstein.

La mayor contradicción del capitalismo en tanto sistema económico se halla entre la producción socializada y la propiedad privada. Por una parte, la patronal y los banqueros han creado un sistema de producción que organiza a los trabajadores, a escala mundial, en cadenas coordinadas de producción, servicios y distribución. Por la otra, la propiedad de todos los medios de producción y distribución se mantiene en manos privadas.
Todo resultado del trabajo, desde una camiseta hasta un buque superpetrolero, es producto de la combinación de mano de obra. Sin embargo, en el capitalismo todos los medios del globo que permiten a los trabajadores generar la riqueza mundial pertenecen a la patronal, y lo mismo ocurre con todos los productos y servicios. Nada de lo que se crea vuelve a la clase trabajadora hasta que los productos o servicios vuelven a pasar por las manos de la patronal. Los dueños de los medios de producción venden todos los productos o servicios de los obreros del mundo.
Fred Goldstein.

Disponer de las fuerzas productivas del mundo como propiedad privada, no con el objetivo de contribuir al progreso social sino de incrementar las ganancias de acaudalados propietarios, está llegando a su límite. Esta contradicción se manifiesta a una escala jamás vista en la historia. Fred Goldstein.

La clase dominante en el capitalismo ha operado históricamente como la articuladora de la producción, pero el desarrollo de las fuerzas productivas, particularmente las trascendentales dimensiones de la revolución científica y tecnológica, la relega a un papel superfluo. La producción centralizada, colectiva y socializada, tal como la tenemos ahora, hace innecesaria a la clase dominante. El proceso de producción ya está listo para la clase trabajadora, solo hace falta superar la brecha entre su posición objetiva y la conciencia indispensable para armonizar la producción colectiva y centralizada con la propiedad colectiva y centralizada de los obreros. Sam Marcy.

El capitalismo ha hecho de cada rincón del globo un espacio propio de explotación y sin duda ha superado su capacidad de regeneración. No solo amenaza la supervivencia económica de la población mundial, sino la fuente misma de la vida, la naturaleza y el medio ambiente. Solo el socialismo puede salvar al planeta. Fred Goldstein.

La mentalidad del capitalista en pos de ganancias es tan rígida, se encuentra tan motivada por la ansiosa obsesión de ganarse el premio mayor, que ignora todo llamado a la razón que interfiera con su meta inmediata. Intentar imponer la racionalidad humana al capitalista que persigue ganancias es como intentar desviar un tren con la mano.
¿Acaso los capitalistas, como simples seres humanos, prefieren respirar aire contaminado con sustancias químicas? Quizás, en tanto individuos, preferirían que el agua y las tierras no estuvieran contaminados y que el cambio climático no amenazara la vida, pero si la patronal dedicara un segundo de su vida privada a pensar en estos problemas monumentales, sus reflexiones desaparecerían en cuanto volvieran a su papel de capitalistas y pidieran a sus tesoreros o contadores los más recientes informes de sus operaciones y ganancias. ¿Cómo afectará el informe de utilidades la cotización de la empresa en la bolsa? ¿Cómo reaccionará Wall Street al dividendo pagado en el trimestre? Esas son las preguntas que consumen a la patronal. Ante ellas, cualquier pensamiento sobre el medio ambiente, la sociedad o incluso la salud personal se convierte en humo.
Fred Goldstein.

Para detener la contaminación, la clase trabajadora y los pueblos oprimidos habrán de tomar los medios de producción en nombre de la sociedad entera. Solo entonces será posible poner dichos medios de producción al servicio de las necesidades humanas y en armonía con la naturaleza y el medio ambiente.
Cuando las masas hayan tomado el control de la economía será posible destinar toda la capacidad creativa y toda la inteligencia colectiva de los miles de millones de seres humanos que habitan el planeta a resolver el problema de los energéticos, limpiar el medio ambiente y trazar un esquema de conservación, medio ambiente autosustentable, preservar los recursos, descubrir nuevos recursos, proponer nuevos aprovechamientos de los recursos conocidos, etc.
El optimismo ambiental está vinculado al optimismo social, es decir, a la confianza en la capacidad de la humanidad para tomar el control de su propio destino en lugar de dejarlo en manos de los multimillonarios.
Los trabajadores y los oprimidos, una vez en el poder, pondrán fin a la opresión, la dominación y la explotación, y abrirán el paso a la redefinición de las prioridades sociales para satisfacer las necesidades de los pueblos; la principal de ellas será la protección y preservación del medio ambiente.
La sociedad podrá aprovechar todos sus recursos para mejorar el nivel de vida de los miles de millones inmersos en la pobreza y la marginación como consecuencia de siglos de saqueo corporativo al tiempo que se preserva el medio ambiente.
Desde un punto de vista puramente ambientalista, el capitalismo ha dejado de ser históricamente viable. En tanto no derroquemos al capitalismo la vida en el planeta estará amenazada.
Fred Goldstein.

Mientras que antes la exportación de capital solía utilizarse para fomentar un estrato superior de la clase obrera en los países imperialistas, suavizar la lucha de clases y promover estabilidad social, con la nueva división mundial del trabajo la exportación de capital se utiliza para bajar los niveles de vida de los trabajadores de los países imperialistas, diezmar las capas superiores de los trabajadores y algunos sectores de la clase media y destruir la seguridad laboral y las prestaciones sociales.
Esto socavará inevitablemente los cimientos de la estabilidad social y sentará las bases para el renacimiento de la lucha de clases en el interior de los gigantes corporativos explotadores. Por otra parte, la expansión a escala planetaria de la socialización del proceso del trabajo y el rápido crecimiento de una clase obrera internacional están haciendo que la solidaridad de clase transfronteriza se convierta en algo obligatorio contra el imperialismo.
Fred Goldstein.

Las relaciones de distribución son consecuencia de las relaciones de producción. Es la propiedad privada de los medios de producción y servicios lo que determina la distribución de la riqueza social. Ninguna cantidad de redistribución de la riqueza en el capitalismo, ya sea a través del gasto público, los contratos sindicales o cualquier otro método, puede superar la desigualdad de clase que se deriva del derecho de los capitalistas a poseer no sólo los medios de producción, sino todos los productos producidos. Fred Goldstein.

El capitalismo en la era de la revolución científico-tecnológica y la globalización imperialista se ha expandido y ha evolucionado a pasos agigantados desde los tiempos de Marx. La clase obrera en los países imperialistas va cuesta abajo y sus salarios disminuyen. No sólo pierde terreno relativamente, sino en términos absolutos.
Los trabajadores ya no están mejorando poco a poco su nivel de vida mientras los capitalistas avanzan a la carrera por delante. Los salarios están bajando. Las condiciones están empeorando. Los empresarios han diseñado una competencia salarial en todo el mundo entre los trabajadores de los centros del capitalismo y los cientos de millones de trabajadores de países con bajos salarios. La patronal ha utilizado la deslocalización, junto con la tecnología y la explotación de los trabajadores inmigrantes, para promover dicha competición. El ejército mundial de reserva de desempleados y subempleados ha crecido en cientos de millones. Los trabajadores están bajo presión en todos los continentes.
Fred Goldstein.

La desigualdad entre las clases sólo podrá abolirse con la eliminación de la clase capitalista junto al sistema de explotación sobre el que construye toda su obscena riqueza. Fred Goldstein.

La burguesía dice: no toqueis el poder del Estado, es el sagrado privilegio hereditario de las clases educadas. Pero los anarquistas dicen: no lo toqueis, ya que es un invento infernal, un aparato diabólico, no hay que tener nada que ver con él. La burguesía dice, no lo toqueis, es sagrado. Los anarquistas dicen: no lo toqueis, porque es pecado. Ambos dicen: no lo toqueis. Pero nosotros decimos: no os conformeis con tocarlo, tomadlo en vuestras manos, y ponedlo a trabajar en vuestro propio interés, por la abolición de la propiedad privada y la emancipación de la clase obrera. León Trotsky.

El verdadero significado de la democracia burguesa formal es el siguiente: cualquier persona puede decir (más o menos) lo que le parezca, siempre y cuando las grandes empresas decidan lo que realmente sucede. Esta dictadura de las grandes empresas normalmente se oculta detrás de una máscara sonriente. Pero en los momentos críticos, la máscara sonriente de la «democracia» se desliza para revelar la cara fea de la dictadura del Capital. Alan Woods.

Los errores en la teoría, inevitablemente, conducen a errores en la práctica. Alan Woods.

La responsabilidad del proceso de liberación recae, plena y pesada, sobre las mismas masas trabajadoras. Si las propias masas no producen a partir de sí mismas la educación para eliminar sus propias debilidades, seguirán estancadas en las formas de dominación autoritarias. Nadie puede ayudarlas, ellas, solo ellas, tienen la responsabilidad. Wilhelm Reich.

Nos deslizamos hacia una catástrofe y la única solución para evitarla es
provocar una crisis cultural. […]
Las catástrofes, cuidado, no son solo el derrumbe: del desplome de un sistema puede emerger lo pequeño, lo que estaba oculto y sofocado bajo las inercias y las estructuras antiguas. Hay, por consiguiente, una oportunidad de aparición de novedades. Esto nos puede hacer pensar que sería entonces mejor esperar a que se venga todo abajo y que entre los escombros nazca algo nuevo; pero la catástrofe tiene tan altísimo riesgo que no puedes jugar a la ruleta rusa. Esa no es una opción sensata. A la catástrofe hay que adelantarse con una crisis. Y en el mundo de hoy la crisis tiene que ser cultural.
Las catástrofes han modelado la Historia Natural. Pero lo significativo es que, cuando llega el ser humano, los cambios, la evolución, pueden ser conscientes y provocados, y no solo soportados con el fatalismo de las leyes naturales. Las catástrofes se dan con y sin la existencia del ser humano. En cambio, las crisis son humanas, fruto de la existencia de inteligencia y de su producción: el conocimiento.
La crisis es, en primer lugar, un diagnóstico que genera la idea de que es necesario un cambio profundo. Una catástrofe puede venir por el estallido de un volcán o por un fallo tecnológico o por un desajuste creciente entre ser humano y entorno. Pero la crisis se diferencia de la catástrofe en que, como digo, la provoca el propio ser humano al darse cuenta de que lo que tiene no funciona y que, necesariamente, hay que dejarlo atrás.
Empieza entonces el proceso de cambio, que consiste, inicialmente, en abandonar lo que se tiene antes de conseguir lo que se pretende. Aquí ya se produce una división entre, podríamos decir, conservadores y progresistas, en las múltiples formas en las que se manifiesta esta actitud ante la incertidumbre.
Ante el precipicio de dejar lo que se tiene antes de conseguir lo que se pretende, el conservador piensa que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, y da un paso atrás. Y, en el otro lado, están los que se lanzan, abandonando lo que tienen para buscar lo que imaginan, saltando a un vacío muy arriesgado, porque se pueden quedar sin nada o que lo que se obtenga no compense lo que se ha perdido.
Ese es el riesgo. De otro modo los cambios serían acumulativos: lo que tengo más lo nuevo que llega. En un proceso así no habría catástrofe ni crisis. Pero el cambio, por ser crítico, supone siempre desprendimiento.
Antonio Rodríguez de las Heras.

Mantener a la mayoría de la población en un estado continuo de ansiedad interior funciona porque la gente está demasiado ocupada asegurando su propia supervivencia o luchando por ella como para colaborar en la constitución de una respuesta eficaz. La técnica del Club Bilderberg, repetidamente utilizada, consiste en someter a la población y llevar a la sociedad a una fuerte situación de inseguridad, angustia y terror, de manera que la gente llegue a sentirse tan desbordada que pida a gritos una solución, la que sea. Daniel Estulin.

El Club Bilderberg está luchando por romper la fortaleza psicológica del individuo y dejarlo sin defensas. Uno de los muchos medios para conseguir este propósito está siendo la insistencia actual en potenciar el trabajo en equipo en la educación y en el ámbito laboral, de manera que la gente se acostumbre a renunciar a sus propias ideas en beneficio del grupo. Cada vez son menos los que defienden el pensamiento individualista y crítico. Estamos llegando a una situación en la que los «lobos solitarios» empiezan a sentirse avergonzados de su existencia. Con respecto al ámbito educativo, también es imprescindible dar a conocer que los estudios realizados por el Club Bilderberg demuestran que han conseguido bajar el Coeficiente Intelectual de la población, gracias principalmente a la reducción de la calidad de la enseñanza planeada y ejecutada hace años por el Club aunque, por supuesto, públicamente se lanza periódicamente la noticia de que el Coeficiente Intelectual medio está subiendo. Ellos saben que, cuanto menor sea el nivel intelectual de los individuos, menor es su capacidad de resistencia al sistema impuesto. Para conseguir esto, no sólo han manipulado a los colegios y a las empresas, sino que se han apoyado en su arma más letal: la televisión y sus «programas basura» para alejar a la población de situaciones estimulantes y conseguir así adormecerla.
El objetivo final de esta pesadilla es un futuro que transformará la Tierra en un planeta-prisión mediante un Mercado Único Globalizado, controlado por un Gobierno Mundial Único, vigilado por un Ejército Unido Mundial, regulado económicamente por un Banco Mundial y habitado por una población controlada mediante microchips cuyas necesidades vitales se habrán reducido al materialismo y la supervivencia: trabajar, comprar, procrear, dormir, todo conectado a un ordenador global que supervisará cada uno de nuestros movimientos.
Daniel Estulin.

El Nuevo Orden Mundial se alimenta de guerras y sufrimiento, de descalabros financieros y crisis políticas para mantener la expansión de su aplastante movimiento. Se basa en el miedo de la gente a la libertad. Daniel Estulin.

Nunca encontraremos las respuestas adecuadas si no somos capaces de formular las preguntas apropiadas. Daniel Estulin.

Desde 1954, los socios del Club Bilderberg representan a la élite de todas las naciones occidentales -financieros, industriales, banqueros, políticos, líderes de corporaciones multinacionales, presidentes, primeros ministros, ministros de Finanzas, secretarios de Estado, representantes del Banco Mundial, la OMC y el FMI, ejecutivos de los medios de comunicación y líderes militares-, un gobierno en la sombra que se reúne en secreto para debatir y alcanzar un consenso sobre la estrategia global. Daniel Estulin.

Lo que pasa en el mundo no sucede por accidente: hay quienes se encargan de que ocurra. La mayor parte de las cuestiones nacionales o relativas al comercio están estrechamente dirigidas por los que tienen el dinero. Denis Healy.

La soberanía supranacional de una élite intelectual y banquera es absolutamente preferible a la autodeterminación nacional practicada durante los siglos pasados. David Rockefeller.

Si somos conscientes de que, de hecho, existe un poder mucho más potente que la presidencia elegida democráticamente, una autoridad «moral» más poderosa que el Papa, más omnipotente que Dios, un poder invisible que controla el aparato militar mundial y el sistema de inteligencia, que controla el sistema bancario internacional, que controla el sistema propagandístico más eficiente de la historia, debemos concluir forzosamente que la democracia es, en el mejor de los casos, una ilusión, y, en el peor, el preludio de una dictadura que se conocerá como Nuevo Orden Mundial que nos conducirá a una esclavitud total. Daniel Estulin.

El marxismo vulgar separa de forma esquemática el ser social, y más a menudo el ser económico, del ser en general, y afirma que la ideología y la “conciencia” de los hombres están determinadas única e inmediatamente por el ser económico. Esto conduce a una oposición mecánica entre economía e ideología, base y superestructura; hace depender la ideología, esquemática y unilateralmente, de la economía y no advierte la dependencia entre la evolución de la economía y la de la ideología. Por esta razón, no concibe el problema de lo que se llama “el efecto de retorno de la ideología”. Wilhelm Reich.

La ideología de cada formación social no tiene como única función el reflejar el proceso económico de esta sociedad, sino más bien la de anclarla en las estructuras psíquicas de los hombres de esa sociedad. Los hombres están sometidos a sus condiciones de existencia de dos maneras: de manera directa, por la repercusión inmediata de su situación económica y social, y de manera indirecta, por la estructura ideológica de la sociedad; deben, pues, desarrollar siempre en su estructura psíquica una contradicción que corresponde a la contradicción existente entre las repercusiones de su situación material y las repercusiones de la estructura ideológica de la sociedad. El trabajador, por ejemplo, está sometido tanto a su situación de clase como a la ideología general de la sociedad burguesa. Pero los miembros de las diferentes capas sociales no son únicamente objetos de esas influencias, sino que igualmente, reproduciéndolas, en tanto que sujetos actuantes, inevitablemente, su pensamiento y su acción debe estar tan cargado de contradicciones como la sociedad de donde ha surgido. Mas en la medida en que una ideología transforma la estructura psíquica de los hombres no sólo se reproduce, sino, lo que es mucho más importante, se convierte en fuerza activa, en potencia material sobre las especies de hombres que han sido de este modo transformados concretamente y que por tanto actúan de manera transformada y contradictoria. Es de esta manera, y únicamente de ésta, como se hace posible el efecto de retorno de la ideología de una sociedad sobre la base económica de la que ha surgido. El “efecto de retorno” pierde su carácter aparentemente metafísico o psicológico, si puede ser tomado en su materialidad como estructura psíquica del hombre que actúa. En tanto que tal, este es el objeto de una psicología científica, es decir, marxista. De este modo se otorga una precisión cierta a la comprobación según la cual la ideología se transforma más lentamente que la base económica. Por lo mismo que las estructuras psíquicas, que corresponden a una situación histórica determinada, están formadas en sus rasgos generales en la primera infancia y tienen un carácter mucho más conservador que las fuerzas productivas técnicas, se deduce que con el tiempo las estructuras psíquicas quedan retrasadas en relación al desarrollo de las relaciones materiales de las que han surgido y que evolucionan rápidamente, entrando en conflicto con las formas de vida posteriores. Ahí radica el rasgo principal que define la naturaleza de lo que se llama tradición. Wilhelm Reich.

El pensamiento y la acción de las masas que entran en contradicción con la situación socioeconómica inmediata, son en sí mismos la consecuencia de una situación socioeconómica anterior, más antigua. Wilhelm Reich.

El trabajador medio lleva en sí una contradicción, la oposición simultánea de una postura revolucionaria y de una traba burguesa (por ejemplo el vínculo con los dirigentes entre los obreros socialdemócratas). Él no es, por tanto, ni revolucionario ni burgués enteramente, sino que se encuentra en medio del conflicto: su estructura psíquica deriva, de un lado, de su situación de clase que abre el camino a las posturas revolucionarias; de otro, de la atmósfera general de la sociedad burguesa, estando ambas en contradicción. Wilhelm Reich.

Los pensamientos de la clase dominante son también los pensamientos dominantes de cada época; dicho de otro modo, la clase que es la potencia material dominante de la sociedad es asimismo la potencia dominante espiritualmente. La clase que dispone de los medios de producción material dispone a la vez de los medios de la producción intelectual, de suerte que los pensamientos de aquellos a quienes se les niegan los medios de producción intelectual están sometidos al mismo tiempo a esta clase dominante. Los pensamientos dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, son estas mismas relaciones materiales dominantes interpretadas bajo la forma de ideas y por tanto la expresión de las relaciones que hacen de una clase la clase dominante; dicho de otro modo son las ideas de su dominación. Karl Marx.

Toda organización social produce en las masas de sus miembros las estructuras que le son necesarias para lograr sus objetivos fundamentales. […] Debe existir una importante correlación entre la estructura económica de una sociedad y la estructura psicológica de masas de sus miembros; no únicamente en el sentido de que las ideologías dominantes son las ideologías de la clase dominante, sino, lo que es más importante para solucionar las cuestiones políticas prácticas, que las contradicciones de la estructura económica de una sociedad deben estar necesariamente también representadas en las estructuras psicológicas de masas de los oprimidos. Si no, sería impensable que las leyes económicas de una sociedad no puedan alcanzar una eficiencia concreta más que a través de la “acción”, es decir, de las estructuras psíquicas de las masas sometidas a estas leyes. Wilhelm Reich.

Si el trabajador no es ni burgués ni revolucionario por completo, sino que se encuentra en el medio de una contradicción entre las aspiraciones reaccionarias y revolucionarias, debe forzosamente, si logramos solucionar esta contradicción, incorporarse a una práctica que enfrente a las fuerzas psíquicas conservadoras las fuerzas psíquicas revolucionarias. La mística es reaccionaria; el burgués es místico. Si se lanzan burlas contra la mística, si, sin intentar explicarla, nos deshacemos de ella tachándola de ceguera o de psicosis, no obtenemos ninguna práctica para luchar contra la mística. Por el contrario, si podemos explicarla de forma materialista, debemos obtener forzosamente un contraveneno político contra ella. Pero para realizar esta tarea hace falta aprehender las relaciones existentes entre la situación social y la formación de la ideología, particularmente las relaciones que no son directamente explicables desde un punto de vista socioeconómico, las relaciones que son irracionales, en los límites de los medios de conocimiento existentes. Wilhelm Reich.

El dominio de la clase oprimida por los propietarios de los medios de producción no utiliza más que raramente los medios de la violencia brutal; su arma más importante la constituye su poder ideológico sobre los oprimidos, poder que está sostenido fuertemente por el aparato estatal. Wilhelm Reich.

En su núcleo clínico el psicoanálisis constituye el fundamento de una futura psicología materialista-dialéctica. Incorporando los conocimientos del psicoanálisis, la sociología accede a un nivel más alto, está en condiciones de dominar mucho mejor la realidad porque por fin el hombre es aprehendido en su propia naturaleza. Wilhelm Reich.

La ciencia de la economía sexual, que se edifica sobre los fundamentos sociológicos de Marx y sobre los psicológicos de Freud, constituye esencialmente una psicología de masas y una sociología sexual científica. Toma su punto de partida allí donde, después del rechazo de la sociología y la filosofía de la cultura idealistas de Freud, la problemática psicológica clínica del psicoanálisis se detiene. El psicoanálisis nos descubre los efectos y mecanismos de la represión sexual y sus consecuencias patológicas. La economía sexual persigue: ¿por qué razón sociológica la sexualidad es reprimida por la sociedad y conducida a ser reprimida también por el individuo? Wilhelm Reich.

Examinando la historia de la represión sexual y su origen encontramos que no aparece en los inicios del desarrollo cultural y que por tanto no constituye el presupuesto de la formación de la cultura, es más, no comienza a formarse sino relativamente tarde, cuando aparece la propiedad privada de los medios de producción y el principio de la división en clases. Los intereses sexuales de todos comienzan a estar al servicio de los intereses económicos de una minoría; este hecho se fija en una forma organizativa: el matrimonio monogámico y la familia patriarcal. Con la restricción y la represión de la sexualidad se modifica el modo de sentir del hombre, aparece la religión negadora de la sexualidad y la clase dominante edifica poco a poco una organización propia de política sexual: la Iglesia, con todas sus precursoras que no tiene más objeto que la extirpación del placer sexual y por tanto la falta de felicidad sobre la tierra. Esto encuentra todo su sentido sociológico si se lo relaciona con la explotación, desde entonces floreciente, de la fuerza de trabajo humana. […] La conexión de la estructura socioeconómica y de la estructura sexual de la sociedad y la reproducción ideológica de la sociedad se producen en los cuatro o cinco primeros años de la vida y en el seno de la familia. Es por esto por lo que la sociedad de clases manifiesta un interés inmenso por la familia: se ha convertido en su fábrica de estructura y de ideología. Wilhelm Reich.

La inhibición moral de la sexualidad natural del niño, cuya última etapa está constituida por los graves perjuicios causados a la sexualidad genital, le hace ansioso, tímido, medroso ante la autoridad, obediente, en el sentido burgués: correcto y bien educado; quedando desde entonces en adelante todo movimiento agresivo cargado de una fuerte angustia, paraliza en el hombre todas las fuerzas rebeldes, mediante la prohibición sexual de pensar establece una inhibición total del pensamiento y una incapacidad de crítica generales. En pocas palabras, su objetivo es fabricar un ciudadano que se adapte al orden fundado sobre la propiedad privada, que lo tolere pese a toda la miseria y humillaciones que comporta. Como etapa preparatoria en esta línea, el niño pasa por el estado autoritario en miniatura que es la familia, estructura en la que debe adaptarse si quiere más tarde poder insertarse en el marco general de la sociedad. La reestructuración del hombre –esto debe quedar fijado con total exactitud- resulta principalmente del anclaje de la inhibición y de la angustia sexuales en el material viviente de las pulsiones sexuales. […] La familia es concebida por la economía sexual como el más importante lugar de reproducción ideológica del sistema social basado en la economía privada. Wilhelm Reich.

La represión de la satisfacción de las necesidades puramente materiales produce un resultado distinto que la represión de las necesidades sexuales. La primera empuja a la revuelta pero la segunda, desde el momento en que somete las exigencias sexuales a la represión, que las sustrae de la conciencia y que se fija interiormente en la forma de defensa moral, la segunda impide la realización de la revuelta que tiene su origen en las dos formas de la represión. Del mismo modo la prohibición de la revuelta es igualmente inconsciente. En la conciencia del hombre medio apolítico no encontramos una disposición ni siquiera rudimentaria a la revuelta. […] La represión sexual refuerza la reacción política no sólo con ayuda del proceso descrito que hace a los individuos de la masa pasivos y apolíticos. Crea además en la estructura del hombre burgués una fuerza secundaria, un interés artificial que sostiene activamente al orden social dominante. En efecto, si por el proceso de represión sexual la sexualidad queda excluida de las vías naturales de satisfacción, emprende el camino de las diversas satisfacciones sustitutivas. […] Tanto la moral sexual, que inhibe la conciencia de clase, como las fuerzas que responden a los intereses capitalistas, extraen su energía de la sexualidad reprimida. […] La inhibición sexual modifica estructuralmente al hombre oprimido económicamente, de tal modo que actúa, siente y piensa contra su interés material. […] Por tanto, el problema práctico de la psicología de masas reside en activar a la mayoría pasiva de la población que ayuda siempre a la reacción política, y eliminar los frenos que se oponen al desarrollo de la conciencia de clase que se deriva de la situación socioeconómica. Wilhelm Reich.

Considerado desde el punto de vista de su base de masas, el fascismo es en realidad un movimiento de clase media. Sin su promesa de llevar la lucha contra el gran capital, Hitler nunca se hubiera atraído a las capas de la clase media. Éstas le han ayudado a vencer porque estaban contra el gran capital. Bajo su presión, los dirigentes debieron comenzar a tomar medidas anticapitalistas, que tuvieron que detener luego, bajo la presión de la gran burguesía. Si no se distinguen los intereses, al nivel de la base de masas, de un movimiento político de su función objetiva – ambas cosas están en contradicción, y al principio se encontraban unidas en el movimiento nazi – no puede entenderse; el uno piensa en el papel objetivo del fascismo, el otro en los intereses subjetivos de las masas fascistas, cuando se habla de “fascismo”. En la naturaleza contradictoria de estos dos aspectos del fascismo están fundadas todas sus contradicciones, así como su reunión en la forma “nacional-socialismo”, que caracteriza al movimiento de Hitler. En la medida en que el nazismo estaba constreñido a poner por delante su carácter de movimiento de clases medias (antes de la toma del poder y justamente después), es de hecho anticapitalista; en la medida en que, para consolidar y mantener su poder una vez tomado – y no expropiando el capital – abandona cada vez más su carácter anticapitalista y evidencia poco a poco claramente su sola función capitalista, se convierte en el mejor defensor y el mejor sostén del orden económico fundado sobre el gran capital. Wilhelm Reich.

El que exista un movimiento fascista es sin duda alguna la expresión social del miedo que siente la gran burguesía hacia el bolchevismo, en la fase de su hundimiento inminente. Pero que este movimiento pueda convertirse en un movimiento de masas e incluso llegar al poder – lo que le permite realizar su función objetiva: mantener al gran capital y aniquilar al movimiento obrero -, no es ya una cuestión de intereses de la gran burguesía, sino del movimiento de masas de las clases medias que hacen posible este proceso. Wilhelm Reich.

Esta identificación con la autoridad, con la empresa, con el Estado, con la nación, etc., que se contiene en la fórmula: “Yo soy el Estado, la autoridad, .la empresa, la nación”, representa una realidad psíquica y constituye uno de los mejores ejemplos de una ideología convertida en fuerza material. El empleado, el funcionario comienza por alimentar la idea de ser idéntico a su superior, hasta que poco a poco, a causa de su dependencia material crónica, su ser se transforma en el sentido de la clase dominante. Con los ojos constantemente vueltos hacia lo alto, el pequeño-burgués crea un conflicto entre su situación económica y su ideología. Vive en condiciones mediocres, pero se presenta en el exterior como poseedor de un poder de representación muy exagerado y con frecuencia ridículo. Come mal y poco, pero atribuye un gran valor a un vestuario correcto. Las maneras elegantes y el vestido son los símbolos materiales de esta estructura. Y pocas cosas son más apropiadas para juzgar a primera vista la psicología de masas de una población que el observar su vestuario. Son “los ojos vueltos hacia lo alto” los que marcan la diferencia específica de la estructura pequeño-burguesa con la estructura de clase del obrero industrial. Wilhelm Reich.

Los electos fundamentales de la ideología fascista permanecen individualistas, como el “principio del jefe”, la política familiar, etc. Lo que hay de colectivista en el fascismo proviene de las tendencias socialistas de su base de masas, como todo lo que es individualista proviene de los intereses del gran capital y de las jerarquías fascistas. Wilhelm Reich.

Las exigencias sexuales empujan naturalmente a todo tipo de relaciones con el mundo, a un contacto íntimo con él, siendo muy variados los contenidos y las formas. Si son reprimidas, no queda otra posibilidad que la de manifestarse en el estrecho ámbito de la familia. La inhibición sexual es la base del agrupamiento familiar de los individuos, como es la base de la conciencia individualista de la personalidad. Wilhelm Reich.

Las representaciones de la patria y de la nación son, en su núcleo sujetivo-afectivo, representación de la madre y de la familia. […] El sentimiento nacional es, por consiguiente, la prolongación directa del nexo familiar y hunde sus raíces como éste a fin de cuentas en la fijación a la madre. Wilhelm Reich.

En los períodos de democracia burguesa “pacífica”, el obrero industrial que tiene un trabajo dispone fundamentalmente de dos posibilidades: la identificación con la pequeña burguesía considerada, desde un punto de vista ideológico, como superior a él, o la identificación con su propia clase que ya bajo el capitalismo desarrolla formas de vida propias, en oposición con las formas de vida burguesas. El primer camino significa envidiar al pequeño burgués, imitarle y, si se presenta la posibilidad material, adoptar completamente sus hábitos de vida. El segundo, significa rechazar estas ideologías y estos modos de vida del pequeño-burgués, diferenciarse de él, repudiarle, y avanzar según su propio modo de vida. En razón de lo simultáneo de la acción ejercida por el modo de vida social y por el modo de vida de la propia clase, las dos posibilidades son igual de fuertes; en todo caso, los caminos que conducen a ellas están abiertos. […] La vida pequeño-burguesa ejerce una acción permanente, penetra por todos los resquicios de la vida cotidiana; por el contrario, el trabajo en la fábrica y las octavillas sólo ejercen su acción durante unas pocas horas. […] Debemos hacer caso, mucho más caso, de estas cosas de la vida cotidiana. A partir de ellas es como se forma concretamente la conciencia de clase o su contrario, no a partir de las grandes frases o de las palabras que no despiertan más que un entusiasmo pasajero. Wilhelm Reich.

La vergüenza de ser proletario que es exactamente lo opuesto a la conciencia proletaria y un elemento central de la tendencia a imitar al pequeño-burgués, constituye igualmente el fundamento psicológico de masas sobre el que se apoya el fascismo desde que empieza a penetrar entre los obreros. El fascismo promete la supresión de las clases, es decir, la supresión de la condición proletaria y por este medio consigue una resonancia en las posturas pequeño-burguesas del trabajador. Wilhelm Reich.

La base psicológica de masas de la socialdemocracia está constituida por las estructuras pequeño-burguesas de sus afiliados. Wilhelm Reich.

En las primeras fases del capitalismo, además de una separación económica tajante entre burguesía y proletariado, existe una separación ideológica, particularmente moral, también tajante. La ausencia de toda política social, las jornadas de trabajo agotadoras de dieciséis, dieciocho y más horas, el bajo nivel de vida de los obreros de las fábricas, tal y como lo definió de forma clásica Engels en “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, no permiten una asimilación ideológica del proletariado a la burguesía. Las estructuras burguesas no están tácticamente elaboradas, si no es bajo la forma de sumisión al destino. El estado de ánimo del proletariado y del campesinado se caracteriza por la apatía y la indiferencia. Pero como no existe entre ellos un modo de pensamiento burgués, esta apatía no impide a los sentimientos revolucionarios abrirse paso espontáneamente, en determinadas ocasiones, y adquirir una fuerza y una intensidad inesperadas. Por el contrario, en el capitalismo avanzado las cosas son muy diferentes. Cuando el movimiento obrero organizado ha obtenido conquistas en el plano social tales como la limitación del tiempo de trabajo, el derecho al voto, los seguros sociales, esto tiene un doble efecto: por una parte ciertamente, un reforzamiento de clase, pero al mismo tiempo se instaura un proceso opuesto: paralelamente a la elevación del nivel de vida, la asimilación a la pequeña burguesía, con el desarrollo del sentimiento de solidaridad proletaria, “la mirada vuelta hacia lo alto”. En las épocas de prosperidad, este aburguesamiento se intensifica para en seguida, cuando la crisis estalla, actuar en la dirección de un obstáculo importante puesto al desarrollo de los sentimientos de clase en la conciencia revolucionaria. La fuerza política, incomprensible desde un punto de vista exclusivamente político, que tiene la socialdemocracia en los períodos de crisis es la expresión perfecta de esta contaminación burguesa del proletariado. Se trata de interpretarla igualmente a través de sus elementos constitutivos. Dos hechos aparecen en primer plano: el nexo con el dirigente, es decir, la creencia inquebrantable en la infalibilidad del dirigente político (pese por otra parte a la existencia de críticas pero que no se traducen en una acción), y la asimilación en el plano moral sexual con la pequeña burguesía. Por doquier la gran burguesía se dedica enérgicamente a favorecer este aburguesamiento. Si al principio mantenía, en sentido literal, el garrote, ahora – allí donde el fascismo no ha vencido todavía – lo mantiene en reserva y sólo lo utiliza con el trabajador que posee una conciencia de clase; para la masa de trabajadores socialdemócratas dispone de un medio más peligroso: la ideología pequeño-burguesa en todos los ámbitos. De este modo, cuando el trabajador socialdemócrata se encuentra en una situación de crisis que le degrada a la categoría de “coolie”, la evolución de su conciencia de clase sufre las consecuencias de su aburguesamiento. O bien, no obstante su crítica y su revuelta, permanece en el campo de la socialdemocracia, o bien, indeciso y vacilante a causa de las graves contradicciones entre sus posturas revolucionarias y pequeño-burguesas, decepcionado por sus dirigentes, acude al partido nazi buscando un mejor sustituto y encaminándose así en el sentido de la mínima resistencia. Es entonces cuando depende del carácter apropiado o erróneo de la táctica del partido revolucionario el que abandone esta tendencia y que lleve a una plena conciencia de su posición real en el proceso de producción capitalista. La afirmación comunista según la cual la política socialdemócrata abre el camino del fascismo es por tanto exacta no sólo en el plano político sino, lo que es esencial, también en el plano de la psicología de masas. Una decepción en contra de la socialdemocracia, con la acción simultánea de una contradicción entre depauperación y modo de pensamiento burgués, conduce necesariamente al campo del fascismo, si el partido revolucionario comete graves errores. Wilhelm Reich.

El motivo más frecuente de los malentendidos referentes a las relaciones de una ideología con su función histórica proviene de la no diferenciación entre su función objetiva y su función subjetiva. Las concepciones de la clase dominante no pueden en principio ser comprendidas más que a partir de la base económica, de la que han surgido. Así es cómo la teoría racial fascista y la ideología nacionalista de cualquier tipo tienen una relación concreta con los objetivos imperialistas de una capa dirigente, que busca resolver las necesidades de naturaleza económica. […] Pero estos factores económicos no constituyen la sustancia de la ideología en cuestión, sino únicamente el terreno histórico y económico sobre el cual pueden formarse estas ideologías, las condiciones indispensables para su nacimiento. […] De este modo las condiciones económicas de una ideología explican ciertamente su base material y su papel histórico objetivo, pero no nos dicen nada directamente sobre el núcleo subjetivo material de éstas. Este núcleo nos viene dado directamente en tanto que aparato psíquico de los hombres que están sometidos a las condiciones económicas en cuestión y que de este modo reproducen en la ideología el terreno histórico-económico. Desarrollando las ideologías, estos hombres llegan a transformarse ellos mismos; en su proceso de formación es donde puede encontrarse el núcleo material de las ideologías. De este modo la ideología aparece como poseyendo un doble fundamento material: indirectamente en la estructura económica de la sociedad, directamente en la estructura típica de los hombres que la reproducen, que, a su vez, está determinada por la estructura económica de la sociedad. Wilhelm Reich.

El núcleo de la teoría racista del fascismo es el temor y el miedo a la sexualidad sensual, física. Wilhelm Reich.

El matriarcado, de cuya existencia se poseen pruebas históricas, no es solamente la organización del comunismo económico primitivo, sino también la de la sociedad organizada en el plano de la economía sexual. A la inversa, el patriarcado no responde sólo a la organización de la economía privada; tiene también una organización de moral sexual negativa. Wilhelm Reich.

La ideología fascista (a diferencia de la ideología cristiana) separa las necesidades sensuales eróticas de los sentimientos morales de defensa inherentes a las estructuras humanas producidas por el patriarcado, y atribuyen ambos respectivamente a diferentes razas: nórdico se convierte en sinónimo de luminoso, augusto, celeste, puro; a la inversa, ser del Asia Menor equivale a ser instintivo, demoníaco, sexual, extático. […] La ideología y la teoría racial fascistas colocan en lugar central un aspecto del “individuo real” patriarcal: la reacción condicionada por el patriarcado ante la “idea matriarcal”, infraestructura subterránea de la ideología; de forma absoluta, eterna, es enfrentado como línea “pura” al otro aspecto. De este modo, el carácter griego racial se convierte en una emanación de lo puro, de lo asexual; por el contrario, la raza extranjera, lo “etrusco”, constituye lo “bestial” y, por tanto, lo inferior. Wilhelm Reich.

El orden sexual patriarcal, surgido de los trastornos del matriarcado tardío (autonomización económica de la familia del jefe con relación a la gens materna, crecientes intercambios entre las tribus, desarrollo de los medios de producción, etc.) se convierte en el fundamento original de la ideología patriarcal, arrebatando a las mujeres, a los niños y a los adolescentes la libertad sexual, transformando la sexualidad en mercancía, o más exactamente, colocando los intereses sexuales al servicio de los intereses económicos. La sexualidad está a partir de entonces desfigurada en el sentido de lo diabólico, de lo demoníaco, de lo que es preciso dominar. A la luz de estas exigencias patriarcales, la casta sensualidad del matriarcado aparece como el desencadenamiento voluptuoso de oscuras potencias, lo dionisíaco se convierte en un deseo culpable que la cultura patriarcal no puede concebir de otra forma que como caótico y sucio. Sometido desde el interior y desde el exterior al marchamo de estructuras de la sexualidad humana desfiguradas y hechas lúbricas, el hombre del patriarcado se encuentra por primera vez encadenado a una ideología para la cual, sexual e impuro, sexual y bajo, o demoníaco, son representaciones indisociables.
Pero este juicio de valor encuentra además una justificación racional a un nivel secundario.
Con la instauración de la castidad, las mujeres pierden su castidad bajo la presión de sus reivindicaciones sexuales; en los hombres, la sexualidad natural y tierna cede su lugar a la brutalidad sexual, lo que entraña entre las mujeres la concepción según la cual el acto sexual tendría para ellas una significación deshonrosa. Las relaciones sexuales extraconyugales no han sido suprimidas en ningún sitio; pero a causa de la transformación de la escala de valores y de la abolición de las instituciones que aseguraban su reglamentación en la época del matriarcado, entran en contradicción con la moral oficial y, por tanto, se practican a escondidas. Pero la transformación de la posición social de la sexualidad tiene también como corolario la transformación de la vivencia sexual. La contradicción que se establece desde entonces, perturba la aptitud de los individuos para la satisfacción; el sentimiento de culpabilidad sexual quiebra el desarrollo natural de los actos sexuales y provoca éxtasis de la sexualidad que se liberan por diversos derivados. Neurosis, aberraciones sexuales y comportamiento sexual asocial hacen en ese momento su aparición y se convierten en fenómenos sociales endémicos. La sexualidad del niño y del adolescente, a la que el matriarcado atribuía un valor positivo, está sometida a una represión sistemática, variable únicamente en las formas que siguen a la fase del patriarcado en la cual se encuentra. Esta sexualidad así desfigurada, perturbada, brutalizada y reprimida mantiene a su vez esta misma ideología que le ha dado nacimiento. Las apreciaciones negativas de la sexualidad pueden ahora argüir con motivos que la sexualidad es algo inhumano y bestial; lo que se olvida sencillamente es que esta sexualidad inhumana y bestial no es la sexualidad “en sí”, sino precisamente la sexualidad del patriarcado. Y la ciencia sexual del patriarcado tardío en la era del capitalismo no es menos sumisa a estos juicios de valor que las concepciones vulgares, lo que la condena a una esterilidad total.
Wilhelm Reich.

Si la religión niega el principio de la economía sexual en general, si condena lo sexual como un fenómeno internacional de la humanidad, del que sólo puede salvarnos el más allá, el fascismo nacionalista relega la sexualidad a una “raza extranjera” a la que denigra simultáneamente. La desvalorización de esta raza extranjera, surgida de las leyes generales de toda organización patriarcal, forma desde ese momento un conjunto orgánico con las tendencias imperialistas de la clase dominante en la época del patriarcado tardío, tendencias que son el producto de contradicciones económicas específicas y cuyo efecto se ejerce inmediatamente. Wilhelm Reich.

Cada tribu que evoluciona de la organización matriarcal a la patriarcal, debe necesariamente modificar la estructura sexual de sus miembros para encontrar en la esfera sexual las formas de vida que corresponden a las leyes fundamentales de la propiedad privada. Esto es indispensable porque los cambios económicos, la transferencia de poder y de la riqueza de la gens a la familia del jefe y la constitución de las clases se realizan esencialmente gracias a la represión de las tendencias sexuales de los hombres de esta época. El matrimonio y la dote que le acompaña, se convierten en el soporte de la transformación de una organización en otra. Paralelamente al reforzamiento de las posiciones de los hombres y en particular del jefe, gracias a la dote ofrecida por la gens de la mujer a la familia del marido, el interés material de los hombres de las “gens” y de las familias de un rango superior empuja a la consolidación de los nexos matrimoniales; ya que en este estado de desarrollo, el hombre es el único en tener interés hacia el matrimonio y no la mujer. Pero de este modo, el simple matrimonio sindiásmico que puede romperse en cualquier momento se transforma en matrimonio monogámico del patriarcado. El matrimonio monogámico llega a ser la institución básica del patriarcado, lo que sigue siendo hoy día. Pero para afirmar los lazos matrimoniales, es necesario restringir y devaluar cada vez más las tendencias sexuales genitales naturales. Y eso no se aplica sólo a la clase “inferior” constantemente sometida a la explotación; las capas sociales que hasta entonces no conocían ninguna contradicción entre moral y sexualidad se sienten también ganadas por una contradicción tal, de un modo cada vez más conflictivo. En efecto, la moral no actúa solamente desde el exterior; no desarrolla su eficacia plena hasta que ha sido interiorizada, hasta que se ha convertido en una inhibición sexual personal. En las diversas fases de este proceso será uno u otro aspecto de la contradicción el que domine. En la etapa inicial será la necesidad sexual la que prevalezca sobre la inhibición moral. Pero sin duda es cuando los trastornos políticos ponen en entredicho el conjunto de la organización social cuando el conflicto entre sexualidad y moral aparece en un primer plano y se exacerba, lo que para unos significará una catástrofe moral y para los otros una liberación o “revolución sexual”, sin que sin embargo lo sea en realidad. En todo caso, el contenido ideológico de la representación de la “decadencia de la cultura” es la representación de la penetración de las tendencias sexuales naturales; si se le considera como “decadencia” es tan sólo porque la propia actitud moral se halla amenazada. El único fenómeno objetivo es en realidad la decadencia del sistema de organización social que mantenía y alimentaba las instancias morales individuales en interés de la institución matrimonial y familiar. Wilhelm Reich.

Desde el punto de vista del materialismo histórico, la familia no puede ser considerada como la base del Estado burgués, sino tan sólo como una de sus instituciones de apoyo más importantes. Pero ciertamente debemos abordarla como la célula ideológica central, o sea, como el lugar de producción del hombre burgués más importante. Dándose ella misma nacimiento y transformándose sobre la base de relaciones de producción determinadas, se convierte en la institución más fundamental para la conservación del sistema que la condiciona. Wilhelm Reich.

Para la conservación de la institución familiar no existe otra posibilidad que la dependencia económica de la mujer y los hijos respecto al marido y al padre. Esta dependencia no es soportable para los oprimidos más que con la condición de que la conciencia de ser, para las mujeres y los hijos, un ser sexual sea sofocada lo más profundamente posible. La mujer no debe hacer el papel de ser sexual, sino únicamente de engendradora. La idealización de la maternidad, su culto, que están en tan grosera contradicción con la brutalidad con que son en realidad tratadas las madres en el pueblo trabajador, sirven esencialmente como medio de no dejar emerger entre las mujeres la conciencia sexual, surgir la represión sexual impuesta, perecer la angustia y el sentimiento de culpabilidad sexuales. El reconocimiento y la afirmación de la mujer en tanto que ser sexual significaría el hundimiento de toda la ideología de la familia. […] Esta oposición entre la satisfacción sexual y la reproducción vale únicamente para el sistema económico capitalista y no para el socialista: todo depende de las condiciones sociales en que las mujeres puedan dar a luz en condiciones favorables por las que vele la sociedad o en las condiciones del capitalismo, que no conoce ninguna protección maternal o infantil suficiente. Así, cuando las mujeres deben dar a luz sin ninguna asistencia de la sociedad, sin poder incluso tomar parte en la decisión, sin garantías de seguridad para educar a sus hijos, sin tener siquiera el derecho de poner el nombre de los hijos que traen al mundo, es preciso que la maternidad esté idealizada, en oposición a la función sexual de la mujer. Wilhelm Reich.

El movimiento revolucionario no ha tenido éxito hasta el presente, con su política sexual, en relación a las posibilidades de una política sexual consecuente, porque no respondía con las mismas armas a las tentativas de la reacción, emprendidas con éxito, de apoyarse sobre las fuerzas de la represión sexual en la burguesía. Si la reacción sexual, como el movimiento proletario por la reforma sexual, hubiera propagado pura y simplemente sus tesis de política demográfica, no hubiera atraído a nadie. Ahora bien, ha funcionado con éxito gracias a la angustia sexual, particularmente de las mujeres y de la juventud femenina, ha ligado con habilidad el cumplimiento de los objetivos de la política demográfica del capital a las inhibiciones afectivas propias de la familia y a otras instituciones morales de la población, y esto no sólo en los círculos puramente pequeño-burgueses. Los cientos de miles de trabajadores afiliados a organizaciones cristianas lo testimonian. Wilhelm Reich.

El movimiento antibolchevique tiene su fuente en las concepciones familiares de la reacción política, que encuentra su fundamento económico en el modo de existencia económica de la pequeña burguesía, y su fundamento ideológico en la ideología religiosa y otras ideologías metafísicas. El núcleo de la política cultural de la reacción política es la cuestión sexual. Por consiguiente, el núcleo de la política cultural revolucionaria debe pasar a ser igualmente la cuestión sexual. Wilhelm Reich.

El socialismo es un proceso dialéctico dirigido por quienes lo viven. El reto es resolver la contradicción entre el plan y el mercado, elevando la productividad y la conciencia de manera simultánea, y determinando un equilibro de responsabilidad entre el individuo y el estado, cómo deben ser mediados los antagonismos de clase que aún existan, cómo garantizar la disciplina en el uso de los recursos y en el trabajo, cómo distribuir la riqueza de la sociedad, cuánto control y centralización resultan adecuados. Helen Yaffe.

Las circunstancias del mundo están cambiando continuamente, y las opiniones de los hombres también; y como el gobierno es para los vivos y no para los muertos, sólo los vivos tienen derecho sobre él. Aquello que en determinada época puede considerarse acertado y parecer conveniente, puede, en otra, resultar inconveniente y erróneo. En tales casos, ¿quién ha de decidir?, ¿los vivos o los muertos? Thomas Paine.

Socialismo es democracia sin fin. Hugo Chávez.

En este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta reiteradamente lo imposible. Max Weber.

Es preciso armarse de esa fortaleza que permite soportar la destrucción de todas las esperanzas si no queremos resultar incapaces de realizar inclusive lo que es posible. Max Weber.

Hay que respetar las leyes, siempre que las leyes sean respetables. José Luis Sampedro.

Hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación, una es con la espada, la otra con la deuda. John Adams.

‛El separatismo’ es una trampa burguesa que solo busca conseguir la ‛autodeterminación’ de las clases dirigentes. Rosa Luxemburgo.

Los mayores desastres de la humanidad se deben a la propensión a identificarse con una tribu, nación, iglesia o causa, y abrazar ese credo sin asomo de crítica y con entusiasmo ciego, incluso si sus artículos de fe son opuestos a la razón, al propio interés y conservación. Los crímenes individuales por motivos egoístas representan un porcentaje insignificante frente a las muchedumbres sacrificadas en orgías de lealtad. La tragedia del hombre estriba no en su exceso de agresividad, sino en su sobreabundancia de devoción fanática. Arthur Kloester.

La escuela forma a un estudiante pasivo y competitivo que lo único que le interesa es escalar en la esfera social para poder llegar a tener mansiones lujosas y derrochar el dinero en esos centros del consumismo llamados centros comerciales. El estudiante se moldea así un mundo diferente en su mente donde el ansia de comprar y convertir en mercancía su conocimiento es requisito para pertenecer a la moderna sociedad. Ivan Illich.

Dictamos ideas. No cambiamos ideas. Dictamos clases. No debatimos o discutimos temas. Trabajamos sobre el educando. No trabajamos con él. Le imponemos un orden que él no comparte, al cual sólo se acomoda. No le ofrecemos medios para pensar auténticamente, porque al recibir las fórmulas dadas simplemente las guarda. No las incorpora, porque la incorporación es el resultado de la búsqueda de algo que exige, de quien lo intenta, un esfuerzo de recreación y de estudio. Exige reinvención. Paulo Freire.

Fascismo en el poder es la dictadura abierta y terrorista de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero. Internacional Comunista.

Fascismo es el terror de la burguesía para proteger sus intereses estratégicos, utilizando las variantes nacionalistas, el apoyo de clases medias descontentas y sectores desclasados del movimiento obrero. Gilberto López y Rivas.

Terrorismo es cualquier acto de violencia o amenaza, prescindiendo de sus motivaciones o intenciones, perpetrado con el objetivo de llevar a cabo un plan criminal individual o colectivo con el fin de aterrorizar a la gente o amenazarla con causarle daño o poner en peligro su vida, honor, libertad, seguridad, derechos. […] La lucha de los pueblos, incluida la lucha armada contra el invasor extranjero, la agresión, el colonialismo y la hegemonía, que persigue la liberación y la autodeterminación de acuerdo con los principios del derecho internacional no se considerará un crimen terrorista. Convención de la Organización de la Conferencia Islámica sobre la lucha contra el terrorismo internacional.

Ningún terrorismo es justificable, pero el de Estado es de los más execrables porque utiliza todos los recursos del aparato oficial para ejercer la violencia de manera ilegítima contra sus pretendidos enemigos. Marta Sojo.

Terrosimo es el uso ilegal de la fuerza o la violencia contra personas o propiedades para intimidar o coaccionar a gobiernos, a la población civil o un segmento de la misma, en la persecución de objetivos sociales o políticos. Buró Federal de Investigaciones (FBI) estadounidense.

El capitalismo no resuelve sus contradicciones, sino que las desplaza geográficamente. David Harvey.

La lucha contra la austeridad presupuestaria, contra las deudas ilegítimas, evasión y fraude fiscal, contra los paraísos fiscales, es la lucha por el Estado de derechos sociales (mal denominado de bienestar). La misma lucha. Xavier Caño Tamayo.

La corrupción ha acompañado la historia de la humanidad, pero en nuestros días ha alcanzado tales extremos que los hechos derivados de su significado etimológico: descomponer, depravar, dañar, viciar, pervertir, sobornar y cohechar, no parecen suficientes para describir este cáncer de la sociedad, convertido en un antivalor generalizado. La corrupción constituye un fenómeno político, social y económico a nivel mundial. Es un mal universal que corroe las sociedades y las culturas; se vincula con otras formas de injusticia e inmoralidades, provoca crímenes y asesinatos, violencia, muerte y toda clase de impunidad; genera marginalidad, exclusión y miedo en los demás pobres mientras utiliza ilegítimamente el poder en su provecho. Afecta a la administración de justicia, a los procesos electorales, al pago de impuestos, a las relaciones económicas y comerciales nacionales e internacionales, a la comunicación social. Está por igual en la esfera pública como en la privada, y en una y otra se necesitan y complementan. Se liga al narcotráfico, al comercio de armas, al soborno, a la venta de favores y decisiones, al tráfico de influencias, al enriquecimiento ilícito. […] La corrupción refleja el deterioro de los valores y virtudes morales, especialmente de la honradez y la justicia. Atenta contra la sociedad, el orden moral, la estabilidad democrática y el desarrollo de los pueblos.Conferencia Episcopal de Ecuador.

El capitalismo de fines del siglo XX y comienzos del XXI ha pasado a ser, lisa y llanamente, una mafia. La corrupción no es una enfermedad del sistema, un cuerpo extraño que lo ataca: es su dinámica cotidiana, lo que constituye y define su forma actual. El capitalismo contemporáneo, manejado por mega-capitales de alcance planetario, se asemeja más a una estructura mafiosa, corrupta y delincuencial que al espíritu empresarial que lo puso en marcha hace ya algunos siglos. La “aventura” de invertir y buscar hacer prosperar el negocio, sabiendo que ello puede suceder pero que no está asegurado de antemano -el riesgo ocupaba un lugar por cierto- se cambió hoy día por un esquema donde la ganancia fácil es la norma. Para ello este nuevo esquema corrupto se asegura su “éxito” con prácticas más de orden criminal que empresarial. […] La ganancia se asegura al precio que sea, y si es por medio de la fuerza bruta, no importa: el fin justifica los medios. La proclamada “libre competencia” quedó en la historia. El mundo pasó a ser el campo de acción de bandas delincuenciales… ¡legales!, con poderes omnímodos y que se dan el lujo de hablar de democracia y libertad. Igual que un gángster de barrio, el actual capitalismo se mueve con la más descarada bravuconería e impunidad. Marcelo Colussi.

El capitalismo actual se basa fundamentalmente en el sistema financiero internacional; esos mega-capitales, que no tienen patria, que responden sólo a la lógica del dinero fácil y rápido, se mueven en un espacio de extraterritorialidad ajeno en un todo a leyes nacionales, a superintendencias bancarias, a regulaciones, a convenios internacionales. Ese espacio no controlado (igual que el del negocio de las armas o de las drogas ilegales) –y que, al contrario, controla en muy buena medida la marcha del mundo- es el de los llamados paraísos fiscales y la banca offshore. […] Ahora ya no se trata de competir, de seguir las leyes de mercado y ser respetuoso de esos principios. Ahora la avidez por la ganancia inmediata es el nuevo norte. Todo se vale. Igual que un criminal, el dinero fácil es el único objetivo: la guerra, el crimen, la droga, el dinero sucio, la especulación financiera, el robo descarado…., todo eso reemplazó al espíritu emprendedor y laborioso de algunos siglos atrás. Marcelo Colussi.

1. Se sabe que se está viviendo en una situación caótica cuando los medios convencionales están continuamente sorprendiéndose de lo que pasa; 2. Las predicciones de diversos expertos van en direcciones radicalmente diferentes y se hacen con mucha cautela; 3. El “establishment” se atreve a decir cosas o usar palabras que antes eran tabú; 4. La gente está asustada y airada, pero muy insegura de qué hacer. Immanuel Wallerstein.

El fin del milenio se ve atravesado por la sensación de ausencia de un horizonte diáfano respecto de los destinos del planeta y de la sociedad internacional. La crisis ecológica; la inexistencia de un orden internacional político y económico estable y vertebrado, tras la desaparición del orden mundial bipolar; el derrumbe del sistema económico, y el desmoronamiento de los grandes discursos ideológicos configurados a lo largo del siglo XIX, a partir de mayo del 68, nos sitúan ante una crisis civilizatoria de la que todavía no hemos sido capaces de diseñar las sendas que nos permitan superarla. Enrique Otero.

Esta crisis de modelo de desarrollo capitalista, eurocéntrico, machista y racista es total y nos lleva a la mayor crisis socio ambiental climática de la historia humana. La crisis financiera, económica, energética, productiva agrava el desempleo estructural, la exclusión social, la violencia racista, machista y fanatismo religioso, todo junto a la vez. Tantas y tan profundas crisis al mismo tiempo configuran una auténtica crisis civilizatoria, la crisis del «desarrollo y modernidad capitalista» que ponen en peligro todas las formas de vida. Foro Social Mundial 2009.

El momento actual se caracteriza por la diversidad extrema de todo tipo de movimientos sociales de protesta y lucha contra los efectos devastadores del despliegue de las estrategias dominantes existentes. Pero se caracteriza también por una gran desconfianza respecto a las formas de organización y lucha de los siglos XIX y XX. Samir Amín.

El Mercado es el nuevo fetiche religioso de la sociedad en que vivimos. Antes por la mañana nuestros abuelos consultaban la Biblia. Nuestros padres el servicio de meteorología. Hoy se consultan los índices del Mercado. Leonardo Boff.

La cuestión de la libertad y la democracia no se puede resumir, como sostuvo el liberalismo clásico, en el derecho a ejercer uno su voluntad. Reside también, y esto es fundamental en el nuevo milenio, en el derecho a dominar uno mismo el proceso de formación de esa voluntad ante las nuevas formas totalitarias. Emilio J. Corbière, Oscar Amado & Marcelo Colussi.

Por supuesto que el acceso a tecnologías que permiten el manejo de información de un modo como nunca antes en la historia se había dado brinda la posibilidad de un salto cualitativo para el desarrollo, para el mejoramiento real de las condiciones de vida. Sucede, sin embargo, que esas tecnologías, más allá de una cierta ilusión de absoluta democratización, no producen por sí mismas los cambios necesarios para terminar con los problemas crónicos de asimetrías que siguen poblando el mundo. Más allá de los intentos de “capitalismos serios”, de “capitalismos responsables”, las luchas de clases y la apropiación de la riqueza generada por el trabajo humano siguen siendo el quid de la cuestión. Las tecnologías, si bien pueden mejorar las condiciones de vida haciéndolas más cómodas y confortables, no modifican las relaciones político-sociales a partir de las que se decide su uso. El capitalismo, por más “serio y responsable” que sea, no termina con la explotación y exclusión de los más, aunque se esté “conectado”. Emilio J. Corbière, Oscar Amado & Marcelo Colussi.

Los bombardeos mediáticos no operan sobre su inteligencia, sino sobre su psicología: no manipulan su conciencia sino sus deseos y temores inconscientes. Todos los días, durante las 24 horas, hay un ejército invisible que apunta a su cabeza: no utiliza tanques, aviones ni submarinos, sino información direccionada y manipulada por medio de imágenes y titulares. Manuel Freytas.

La tecnología, si no está al servicio de la causa del Ser Humano como especie, sigue siendo un mecanismo de dominación. Emilio J. Corbière, Oscar Amado & Marcelo Colussi.

Nosotros, la Izquierda, entendemos por democracia un orden social en el que priman los intereses de la mayoría. Una definición muy sencilla, que parte del movimiento mismo: define a la democracia a partir de sus resultados, no de su forma. Por desgracia, estamos acostumbrados a definir las cosas a partir de su forma: para este caso, que cada tanto tiempo vamos a las urnas. No, la democracia tiene que ser definida por sus resultados. En una sociedad en la que los salarios reales caen desde hace años, en que las pensiones se reducen desde hace años, en que las prestaciones sociales se recortan desde hace años, no gobierna ninguna democracia según la hemos definido, porque la democracia se define por sus resultados y no sólo por las formas. Oskar Lafontaine.

Detrás de todo fenómeno económico hay una realidad política. Gunnar Myrdal.

La riqueza de un hombre se mide por la cantidad de cosas de las que
puede privarse.
Henry David Thoreau.

Al reducir la cantidad de bienes de consumo, reducimos el tiempo que dedicamos a un trabajo ingrato. Henry David Thoreau.

La ley nunca hizo al hombre un ápice más justo, y a causa del respeto por ella, aún el hombre bien dispuesto se convierte a diario en el agente de la injusticia. Henry David Thoreau.

Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el verdadero lugar para un hombre justo está en la cárcel. Henry David Thoreau.

Una minoría es impotente, ni siquiera es una minoría, mientras se amolde a las mayorías; pero se vuelve insostenible cuando obstaculiza con todo su peso. Henry David Thoreau.

Aquellos que se sostienen en la corrección más pura, y en consecuencia son más peligrosos para el Estado corrupto, generalmente no han dedicado mucho tiempo a acumular propiedades. Henry David Thoreau.

El Estado nunca confronta a conciencia la razón de una persona, intelectual o moralmente, sino sólo su cuerpo, sus sentidos. No está equipado con un ingenio superior o una honestidad superior, sino con fuerza superior. Henry David Thoreau.

La autoridad del gobierno es una autoridad impura: porque para ser estrictamente justa tiene que ser aprobada por el gobernado. No puede tener derecho absoluto sobre mi persona y propiedad sino en cuanto yo se lo conceda. El paso de la monarquía absoluta a una limitada, de la monarquía limitada a la democracia, es el progreso hacia el verdadero respeto al individuo. Henry David Thoreau.

Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate de acuerdo a ello. Henry David Thoreau.

Hay contingencias de reforzamiento en las que la gente sigue persiguiendo la felicidad (e incluso llega a alcanzarla), consumiendo mucho menos de lo que ahora consume. El análisis experimental de la conducta ha venido a demostrar de forma meridiana que lo que cuenta no es la cantidad de bienes de consumo (según apunta la ley de la oferta y de la demanda), sino la relación contingente entre los bienes y la conducta. B. F. Skinner.

Los estudios básicos han demostrado igualmente cuán importante es para todo el mundo, jóvenes y viejos, mujeres y hombres, no ya solamente recibir unos bienes sino también participar en su producción. B. F. Skinner.

La gente es más capaz de dispensarse mutuo amor y amistad cuando no compite por un nivel personal o profesional. B. F. Skinner.

Una forma de vida en que cada uno tomara únicamente su parte de recursos mundiales y siguiera disfrutando de su derecho a la vida supondría un auténtico paso hacia la paz mundial. B. F. Skinner.

Un estado que se define a través de controles represivos, formales, legales y sociales basados en la fuerza física no es preciso para el desenvolvimiento de la civilización y pese a que este estado tenga un peso real en nuestro desenvolvimiento, quizás estemos en condiciones de pasar a un nuevo estadio. B. F. Skinner.

Lo que se necesita no es un nuevo líder político ni un nuevo tipo de gobierno sino un mayor conocimiento de la conducta humana y unas nuevas formas de aplicar este conocimiento a la planificación de unas prácticas culturales. B. F. Skinner.

La disyuntiva es clara: o nos quedamos sin hacer nada y dejamos que nos devore un futuro nefasto, tal vez catastrófico, o nos servimos de nuestros conocimientos sobre la conducta humana para crear un ambiente social en el que podamos llevar una vida productiva y creadora sin malbaratar las posibilidades que los que han de seguirnos puedan tener para hacer lo mismo que nosotros. B. F. Skinner.

En una sociedad pre-científica todo lo que puede hacer el hombre medio es depositar su fe en un líder y prestarle su apoyo, confiando en su buena voluntad de no hacer mal uso del poder delegado y en su prudencia para gobernar con justicia y tener éxito en la guerra. Es la única salida posible cuando se concibe el gobierno como un arte. En el mundo, por lo general, rara vez se vota por un principio o por un estado concreto de cosas. Se vota por un hombre que dice creer en un principio o que promete lograr un estado de cosas. En realidad, no queremos un hombre; queremos una situación de paz y abundancia —o, quizá, de guerra y privaciones—, pero hay que votar por un hombre, no tenemos más remedio. El líder o el héroe suplen una ciencia imperfecta. Esa es su función más importante —utilizar la mente y el corazón donde falla la ciencia. Frazier en la novela “Walden dos” de B. F. Skinner.

Una sociedad que funciona para el bien de todos no puede tolerar la aparición de figuras individuales. El principio del liderazgo, a la larga, siempre ha fracasado, por otra parte, una sociedad sin héroes tiene una fuerza casi fabulosa. Frazier en la novela “Walden dos” de B. F. Skinner.

Cualquier suceso histórico es demasiado complejo para poder ser adecuadamente conocido por nadie. Trasciende toda la capacidad intelectual del hombre. Lo acostumbrado es esperar hasta que un número suficiente de detalles han sido completamente olvidados. ¡Y, por supuesto, entonces las cosas parecen más sencillas! Nuestra memoria trabaja así. Retenemos los hechos sobre los que nos es más fácil pensar. Frazier en la novela “Walden dos” de B. F. Skinner.

¿Pueden los hombres vivir en paz y libertad? Y la respuesta es afirmativa si logran crear una estructura social que satisfaga las necesidades de cada uno y en la cual todos quieran observar el código que la soporta. Frazier en la novela “Walden dos” de B. F. Skinner.

La primera verdad de la que debemos ser conscientes es que la libertad en una democracia queda gravemente dañada cuando se tolera que el poder privado, el poder del gran capital, sea mayor que el poder democrático del Estado. Esta es la esencia del fascismo, propio del Estado controlado por este poder privado. Franklin D. Roosevelt.

Sólo cuando los de abajo quieren y los de arriba no pueden se abre la puerta del cambio. Al cambio los de arriba lo llaman experimento y caos. Los de abajo lo llamamos democracia. Pablo Iglesias.

Democracia es la posibilidad de cambiar lo que no funciona. Pablo Iglesias.

Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo. Eduardo Galeano.

La ignorancia de las masas es la principal fuerza de los gobernantes. Carlos Malato.

Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra, sólo basta decir lo que se piensa. Martin Luther King.

La mejora de la medicina alargará la vida humana, pero la mejora de las condiciones sociales permitirá lograr ese fin más rápidamente y con mayor éxito… La receta se puede resumir así: democracia plena y sin restricciones. Rudolf Virchow.

Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. Antonio Gramsci.

La oportunidad de derrotar al enemigo es proporcionada por el mismo enemigo. Sun Tzu.

La fuerza, como la opinión, no puede durar mucho tiempo a menos que el tirano extienda su imperio tan lejos como para esconderse de la gente, a la que él divide y gobierna, el secreto de que el poder real no reside en los opresores, sino en los oprimidos. Marqués de Condorcet.

Desde las fértiles tierras agrícolas que aseguraban el reinado de los faraones hasta las impresionantes ciudades financiadas con la producción excedente de los Andes; desde los magníficos jardines de Babilonia a la edad dorada de Atenas; desde el esplendor de Roma a las economías feudales que levantaron las grandes catedrales… en todo aquello que hoy es descrito como «civilización», el control de los gobernantes sobre los excedentes y sus usos se basó en una combinación de su capacidad para hacer que la conformidad pareciese individualmente ineludible (de hecho, atractiva), ingeniosas tácticas de «divide y vencerás», entusiasmo moral por el mantenimiento del status quo (especialmente entre los sectores menos privilegiados) y la promesa de un papel preeminente en algún más allá. Sólo muy infrecuentemente se basaba en la fuerza bruta. Yanis Varoufakis.

Todas las sociedades dinámicas cimentaron su éxito en dos procesos de producción que se desarrollaron en paralelo: la fabricación de un excedente y la fabricación de conformidad (en lo que respecta a su distribución). Sin embargo, la retroalimentación entre los dos procesos alcanzó nuevas cotas en la era del Capital. El alza de la mercantilización, que condujo también al florecimiento de las finanzas, coincidió con una forma de conformidad más sutil y poderosa. Y he aquí una deliciosa paradoja: la conformidad se hacía más poderosa cuanto más se financiarizaba la vida económica. Y a medida que las finanzas ganaban importancia, nuestras sociedades se fueron haciendo más propensas a las crisis económicas. De ahí la interesante observación de que las sociedades modernas tienden a producir tanto más conformidad, como más crisis violentas. Yanis Varoufakis.

Empleador y trabajadora, prestamista y artesana, campesina desposeída y dignatario local estupefacto, todos ellos están asombrados por la velocidad del cambio. Todos y cada uno se sienten juguetes de fuerzas más allá de su control o entendimiento. Yanis Varoufakis.

La paradoja del éxito se basa en la tendencia de algún valioso bien común, rasgo o vínculo a extinguirse. Así, la inevitable crisis desempeña un papel redentor, que ocasiona la reactivación de la misma cosa cuya desaparición fue lo que puso al «sistema» en recesión y desencadenó la propia crisis. Desde las fluctuaciones en el tamaño relativo de las poblaciones de presas y depredadores en la naturaleza, pasando por el poder político en las ciudades-estado árabes, hasta las dinámicas de salario y empleo en nuestras sociedades de mercado, las crisis suponen retribución y redención. […] No cabe duda de que naturaleza e historia están repletas de tales ciclos, pero no todas las crisis se pueden entender como la fase pasajera de un ciclo regular. De vez en cuando, ataca una Crisis con C mayúscula. Y entonces el ciclo termina, al menos en su forma existente. Yanis Varoufakis.

En una economía cuyo ritmo es establecido por enormes corporaciones, los magnates de la industria toman decisiones que determinan con mucho el clima económico global. Yanis Varoufakis.

El proceso de producción aparece simplemente como un vínculo intermedio inevitable, como un mal necesario para hacer dinero. Todas las naciones con un modo de producción capitalista son por ello asediadas periódicamente por un febril intento de hacer dinero sin la intervención del proceso productivo. Karl Marx.

Préstamos y trabajadoras son males necesarios cuyos «servicios» contratan los empresarios sólo por lo que pueden sacar de ellos: beneficio. Pero entonces el beneficio sólo se puede prever si el nivel de la futura demanda global (o agregada) es fuerte. Desgraciadamente, el futuro es incognoscible. Lo único que la gente de los negocios sabe seguro es que la demanda nunca se mantiene fuerte por mucho tiempo en épocas de caída de salarios y tipos de interés. El resultado es un interesante, aunque trágico, acertijo: en tiempos de recesión, cuando hay una creciente superabundancia de ahorros no invertidos, una reducción de salarios y tipos de interés no ayuda. De hecho, profundiza la recesión. Yanis Varoufakis.

Si el valor requiere intervención humana, entonces acabamos de reconocer una seria fuente de inestabilidad profundamente enterrada en los cimientos de nuestras sociedades de mercado: cuanto más éxito tengan las corporaciones en reemplazar el trabajo humano por espléndidas máquinas y en disciplinar el trabajo humano para que funcione con eficiencia similar a la de una máquina, más bajo será el valor que nuestras sociedades estén produciendo. Yanis Varoufakis.

Puede que la verdad esté aquí, en esta simple verdad sobre la naturaleza humana: aunque quisiéramos, somos incapaces de transformarnos en una mercancía hecha y derecha. Esta incapacidad puede incluso explicar por qué nuestros sistemas económicos, a diferencia de aquellos que observamos en la naturaleza, son propensos a las Crisis (con C mayúscula). Cuanto más éxito tienen las corporaciones convirtiendo el trabajo en una actividad intensiva similar a la de las máquinas, menor es el valor total que generan a largo plazo y más se acerca nuestra sociedad de mercado a una Crisis. Yanis Varoufakis.

En tanto que el trabajo humano se resista a la mercantilización total, la sociedad puede producir valor; pero sólo bajo circunstancias que además producen crisis, y algunas veces también Crisis. Yanis Varoufakis.

Las crisis regulares perpetúan el pasado al revitalizar ciclos que empezaron hace mucho tiempo. En contraste, las Crisis (con C mayúscula) son el toque a difuntos del pasado. Funcionan como laboratorios en los que se incuba el futuro. Nos han dado la agricultura y la revolución industrial, la tecnología y el contrato de trabajo, los gérmenes asesinos y los antibióticos. Una vez que atacan, el pasado deja de ser un índice de predicción fiable del futuro y nace un mundo nuevo. Yanis Varoufakis.

El autocontrol, como saben los filósofos, es una rara y desconcertante virtud. También es una virtud que tiende a perderse cuanto más poder se tiene. En esto se parece a la relación entre la confianza y el éxito: cuanto más fuertes son los vínculos de confianza que nos unen, mayores son nuestros éxitos individuales y colectivos. Pero el éxito produce codicia, y la codicia corroe la confianza. Algo parecido sucede con el autocontrol: tenerlo puede ayudar a alcanzar el éxito, pero luego el éxito se convierte en una amenaza para el autocontrol. Yanis Varoufakis.

El capitalismo global no puede estabilizarse a base de más inversiones, dispositivos mejores, ferrocarriles más rápidos, innovaciones más inteligentes. Éste es el error de los vulgares keynesianos que creen que todo iría bien si el estado simplemente gastase e invirtiese con prudencia. Asimismo, el capitalismo global no recobrará el equilibrio perdido si los bancos centrales se centran en la estabilidad de los precios y la tarea de reequilibrar la economía mundial se deja a las mágicas maquinaciones de la demanda y la oferta. Éste el error más amenazador de los libertarios. La estabilidad del capitalismo global, pero también del regional, requiere un Mecanismo Global de Reciclaje de Excedentes, un mecanismo que los mercados, por globalizados que estén, por libres que sean y bien que funcionen, no pueden proporcionar. Yanis Varoufakis.

El reino de la libertad sólo comienza allí donde cesa el trabajo determinado por la necesidad y la adecuación a finalidades exteriores; con arreglo a la naturaleza de las cosas, por consiguiente, está más allá de la esfera de la producción material propiamente dicha. Así como el salvaje debe bregar con la naturaleza para satisfacer sus necesidades, para conservar y reproducir su vida, también debe hacerlo el civilizado, y lo debe hacer en todas las formas de sociedad y bajo todos los modos de producción posibles. Con su desarrollo se amplía este reino de la necesidad natural, porque se amplían sus necesidades; pero al propio tiempo se amplían las fuerzas productivas que las satisfacen. La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego, que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero este siempre sigue siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer sobre aquel reino de la necesidad como su base. La reducción de la jornada laboral es la condición básica. Karl Marx.

El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos. Antonio Gramsci.

La genialidad de los árboles se basa en que desde el principio comprendieron que la unión hace la fuerza. Janyne Benyus.

Es hora de actualizar nuestra definición de lo que es natural. Los estudiantes de empresariales aprenden a abrirse paso en el mundo compitiendo, se les enseña a ser buenos competidores, cuando en realidad la selección natural recompensa a los organismos que saben asociarse. De hecho, las estrategias de cooperación son las que permiten que los organismos se adapten a los cambios del entorno. Imaginar que el mundo se organizase según un nuevo principio de cooperación beneficiosa para ambas partes, en lugar de por la regla del más fuerte. Janyne Benyus.

Para mí la esperanza reside en plantar árboles y en que aprendamos a comportarnos como ellos, en pensar como un árbol. Si queremos conservar este planeta, no nos queda otra. Sólo hace falta un poquito de humildad, utilizar la lógica y tratar a estos seres de forma diferente. Hay que tratar a la Naturaleza con respeto. Y así es cómo nos salvaremos. Janyne Benyus.

Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz. Maria Montessori.

La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan. Erich Hartman.

La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad. Hiram Johnson.

En tiempos de guerra la verdad es tan preciosa que debería ser protegida por un guardaespaldas de las mentiras. Winston Churchill.

La guerra es una riña entre dos ladrones demasiado cobardes para mantener sus propias batallas; por tanto, reclutan chicos de un pueblo y de otro, les ponen uniformes, los equipan con armas y los sueltan unos contra otros como bestias salvajes. Thomas Carlyle.

Corrige al sabio y lo harás más sabio, corrige al necio y lo harás tu enemigo. Proverbio chino.

La gente pregunta a qué te dedicas para poder calcular el nivel de respeto que deben darte. Donnie Yen.

Los defensores del capitalismo tienden a apelar a los sagrados principios de la libertad, que se encarnan en una sola máxima: los afortunados no deben verse limitados en el ejercicio de la tiranía sobre los desafortunados. Bertrand Russell.